Que no llueva mañana, que no llueva mañana, que no llueva mañana… Finalmente, nuestro mantra funcionó y, a modo de despedida, Cesenatico nos regaló una mañana de domingo apacible y soleada. Perfecta para navegar. Cuando llegamos al puerto-canal, a las nueve de la mañana, el sol, remolón y tímido, se hacía de rogar. Aun así, la ausencia de nubarrones en el cielo presagiaba que esta vez el paraguas no saldría de la mochila.
Allí estábamos los tres integrantes de dos piernas de la Camping People – Sara, Alberto y la que narra el cuento- y nuestra mascota de cuatro patas, Kiba. Aunque escudriñaba el barco con recelo y husmeaba inquieto en tierra firme, sus ojos le delataban. Le podía la curiosidad y con su mirada parecía decirnos: “me da miedo el agua sí pero, si hay que subir al barco, se sube”. Kiba, nosotros, el resto de bloggers y nuestras maletas. ¿Maletas? Sí. Sara y yo teníamos el vuelo de regreso a Madrid a las 18:45 y, tras la experiencia del vuelo de ida -próximamente en tu pantalla-, decidimos cargar con ellas hasta que llegara el momento de coger el tren rumbo a Bolonia. Queríamos exprimir las horas que nos quedaban en suelo italiano y volver al camping para recogerlas suponía una pérdida de tiempo que no quisimos asumir.
Tras asistir a la ceremonia de izado de las velas a la antigua usanza, embarcamos en una de las joyas del Museo della Marineria de Cesenatico: un trabaccolo de 1925 construido en Cattolica, una localidad de la provincia de Rímini. ¿Su nombre? Barchèt. ¿Sus medidas? 13.40 metros de eslora y 3.80 metros de manga. ¿Su magia? Está perfectamente conservado y solo sale a navegar una vez al año. Salvo este 2013, claro.
Una vez a bordo, pusimos rumbo a mar abierto. Fotos y más fotos, charlas viajeras con los demás bloggers y con la tripulación, subir mis impresiones a las redes sociales… ¡Alto! Me habían mencionado en un tuit: “The crew sayd at @objetivo_viajar: ‘we aren’t on cruise! Why you have a luggage?” Yo no me percaté que uno de los marineros me había hecho ese comentario al subir las maletas al barco y fue la simpatiquísima Liliana Monticone quien inmortalizó en 81 caracteres el momento “¿si no estamos en un crucero por qué llevas equipaje?”.
Anécdotas 2.0 al margen, la travesía, como puedes imaginar, fue magnífica. Más aún para una sirena varada en Madrid que extraña muchísimo el Mediterráneo que baña Barcelona. Seguramente por esa ansia de mar que a veces me invade, en un momento dado decidí desconectar. Olvidar por unos minutos que si estaba allí era porque estaba trabajando. No más Facebook, ni Twitter, ni Pinterest… Era mi momento. Íntimo y personal. El Adriático y yo. Y en mi cabeza, sin previo aviso, empezaron a sonar las notas de una de las canciones más maravillosas que han escuchado mis oídos, Caruso, interpretada por el maestro entre maestros, Luciano Pavarotti. Esta fue la banda sonora que mi mente escogió para detener el tiempo.
¡Qué lugar tan bonito! Te soy sincera cuando te digo que nunca antes había oído hablar de él. Bonitas fotos, se aprecia que lo pasasteis muy bien. Un abrazo desde Gran Canaria.
Yo tampoco había oído hablar antes de Cesenatico. De hecho, cuando llegó la invitación de este blog tour, lo primero que hice fue ubicarlo en el mapa. Ahora sí puedo decir que esta localidad costera bien merece una escapada. Gracias por tu comentario, Teva. Un abrazo!
Wonderful experience and wonderful group of blogger! … with a lot laughter, especially with ‘our’ Costa Cruise!!! 🙂
Sure, Liliana. It was a very positive experience. Great to have met everyone! Have a nice day and thanks for your comment!
Definitivamente, Cesenatico se está convirtiendo en una prioridad… Deja de escribir cosas sobre él, cuanto más te leemos más ganas tenemos de ir! 😛
Pues aún quedan cosas por contar. Además, por esa regla de tres yo no debería pisar vuestro blog. Se me acumulan los destinos. Un abrazo 🙂
¡Qué buena banda sonora para una experiencia realmente única!
Me alegro que te haya gustado. Como digo en el post, es una de mis canciones favoritas y, de paso, le rindo un humilde homenaje al gran Luciano. Gracias por volver por aquí. Un saludo
Me ha encantado Alicia! Tu punto de vista es increíble, genial! No recordaba eso del crucero… jajajaja aunque tengo que darles la razón, maletas para 10 días en un paseo de una hora!
Qué ganas de leer el resto. Cada entrada que leo me lleva de vuelta a esos días tan buenos que pasamos.
Jajaja. Los marineros no tenían ni idea de nuestras peripecias con las maletas taxi arriba taxi abajo. Por cierto, tú pudiste disfrutar del helado en condiciones, yo me lo tomé como puede de camino a la estación 😉 Me alegra que te haya gustado, Alberto. Ahora ya está inmortalizado para los restos. Un besazo!
Me ha parecido muy chulo. No sé que tienen los barcos y el mar que te hacen desconectar y al final cada uno acaba abstraído en lo suyo, ¿no?
Un saludo 😉
Gracias, Helena. A mí el mar siempre me ha hipnotizado y desde que dejé Barcelona lo echo muchísimo de menos. Cuando te acostumbras a tenerlo tan cerca se hace duro vivir sin él. Un abrazo 🙂