Lovaina: un deseado reencuentro en Flandes

Lovaina: un deseado reencuentro en Flandes

Que una de las estatuas más famosas de Lovaina sea la de un estudiante que está leyendo un libro mientras vierte sobre su cabeza un vaso de cerveza ya dice mucho del carácter de esta ciudad. Es Fonske, la fuente de la sabiduríay nos habla del pasado y el presente de esta ciudad vitalista y animada a más no poder. 40.000 estudiantes. Ellos son los que marcan el ritmo de Lovaina, el motor que hace vibrar a la ciudad universitaria por excelencia de Flandes.

Fonske y la Iglesia de San Pedro. Lovaina

La primera vez que estuve en Lovaina fue en 1997. Hace dos semanas y casi por sorpresa, volví a pisar de nuevo en sus calles. Digo casi por sorpresa porque cuando me presenté al concurso que convocó Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas para viajar a Lovaina y Brujas en compañía del fotoperiodista Rafa Pérez no pensé que iba a ser yo quien protagonizase esta aventura flamenca. Pero así fue. Lovaina y yo volveríamos a encontrarnos. Lo primero que hice tras conocer la noticia fue buscar las viejas fotos de aquel primer viaje. Uno a uno, los recuerdos en 10×15 fueron tomando forma, enfocándose en mi memoria. ¿Seguiría siendo Lovaina aquella ciudad joven, bonita y divertida que yo recordaba?

Qué ver en Lovaina

No tardé mucho en saberlo. Nada más bajar de la estación, a medida que caminaba por la Bondgenotenlaan rumbo al casco histórico, empecé a notar lo mismo que sientes cuando te reencuentras con un viejo amigo. La capital de la provincia de Brabante Flamenco, en esencia, seguía siendo la misma. Con nuevas muestras de arquitectura moderna, sí, pero conservando intacta su condición de ciudad acogedora y cercana que se mueve al compás de sus miles de bicicletas.

Diestsestraat. Lovaina

Callejeando por Lovaina

Así la sentí cuando llegamos a la Grote Markt y giré sobre mis pasos para contemplar su preciosa fisonomía. El objetivo de este viaje era aprender a plasmar las mejores vistas de Lovaina con la ayuda de mi experto y eso es lo que traté de hacer, sin perder de vista el ojo de Rafa, centrándome en lo que él miraba. Así, a través del visor mi cámara, fui descubriendo nuevas perspectivas de uno de los ayuntamientos góticos más famosos del mundo. Su armonioso conjunto, las esbeltas torres que lo flanquean y, sobre todo, el fabuloso encaje escultórico que forman las 236 estatuas que tapizan su fachada. Reyes, científicos, artistas, santos patronos… Todos aquellos que han desempeñado un papel fundamental en la historia de esta ciudad están aquí representados y nos retan a levantar la mirada para tratar de adivinar quién es quién. Un consejo: si tienes tiempo, visítalo por dentro, recorre sus salones y déjate sorprender por lo monumentales lienzos y retratos que cubren sus paredes.

Ayuntamiento de Lovaina

Detalle de la fachada del Ayuntamiento de Lovaina

La imponente Iglesia de San Pedro es otro de los edificios que presiden la Plaza Mayor. Esta iglesia gótica fue construida entre 1425 y 1497 bajo la supervisión del arquitecto Sulpicius Van Vorst quien también colaboró en la construcción del Ayuntamiento. Viendo lo magnífica que luce hoy en día, cuesta imaginar la devastación que sufrió durante los bombardeos de las dos guerras mundiales. Si tuviera que escoger una de las muchas obras de arte que alberga en su interior, sin duda, la elegida sería La última cena del pintor flamenco Dirk Bouts.

Iglesia de San Pedro. Lovaina

Terrazas de la Grote Markt. Lovaina

Tras un alto en el camino en una de las animadas terrazas de la Grote Markt y acercarnos a fotografiar la Biblioteca Central, continuamos nuestro recorrido en la Naamsestraat para tratar de captar el ambiente universitario que se respira en esta larga calle, cuajada de residencias y facultades como el Colegio del Espíritu Santo, el Pabellón Universitario o el Colegio Arras. Aquí la presencia de los estudiantes que llegan a Lovaina atraídos por el prestigio de su Universidad y por su famoso ambiente juvenil se nota en cada esquina. Muchos al ser viernes van cargados de maletas porque vuelven a casa, otros acarrean carpetas arriba y abajo o se reúnen en las plazas para charlar, wasapear y planear el fin de semana.

Biblioteca Central Universitaria. Lovaina

Estudiantes en el Colegio Arras. Lovaina

Bicicletas en el Pauscollege. Lovaina

Durante el curso escolar los estudiantes duplican la población de Lovaina

Al sur de la ciudad está el Groot Begijnhof, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y en mi opinión uno de los más bonitos beaterios de Flandes. Callejuelas empedradas, casas de ladrillo, conventos, plazoletas, jardines, puentes que salvan el río Dijle… Seis hectáreas en las que el silencio es casi absoluto. Durante su apogeo llegó a albergar a unas 360 beatas, mujeres que en la época de las cruzadas se quedaron viudas, huérfanas o solteras y que se juntaban aquí para vivir en comunidad y que a diferencia de las monjas no estaban obligadas a cumplir los votos de pobreza. Desde que lo adquirió la Universidad, se utiliza para a alojar a estudiantes, empleados y profesores extranjeros.

Groot Begijnhof. Lovaina

El Groot Begijnhof de Lovaina

Aunque es mucho más pequeño, de hecho es solo una calle principal y dos callejones sin salida, también merece la pena visitar el Klein Begijnhof. No solo por ver la treintena de casas de estilo flamenco tradicional que aún se conservan en este beaterio sino porque al lado se encuentra la Iglesia de Santa Gertudis. Su torre, incluyendo la aguja, se construyó íntegramente en piedra, sin utilizar ni un solo clavo de unión, y por eso está considerada una de las siete maravillas de Lovaina.

Klein Begijnhof o Beaterio Pequeño. Lovaina

Iglesia de Santa Gertrudis desde el río. Lovaina

Cambio de tercio, nos vamos de cervezas

Uno, dos, tres, veinte… Si has llegado a contar hasta 45 bares, no lo dudes, estás en la Oude Markt. No sé si como dicen es la barra de bar más larga de Europa, pero te puedo asegurar que la hilera de terrazas que copan la plaza con más marcha de Lovaina parece eterna. Es más, seguro que si Fonske pudiera bajar de su pedestal correría hasta aquí para disfrutar de una buena cerveza y, de paso, hacerle compañía a la Kotmadam, una estatua que rinde homenaje a todas las caseras que además de alquilar habitaciones a los estudiantes los cuidaban como si fueran sus propios hijos.

Oude Markt. Lovaina

De Kotmadam. Oude Mark. Lovaina

Cartel de uno de los bares de la Oude Markt. Lovaina

Pero no creas que la ruta cervecera de Lovaina acaba aquí. Más bien empieza. Si quieres descubrir por qué a esta ciudad se la conoce como la capital de la cerveza tienes muchos más sitios a los que acudir. ¿Algunos ejemplos? Puedes visitar la fábrica de Stella Artois, intentar alcanzar la barra de The Capital, un local nuevo situado en la Grote Markt donde tienen ni más ni menos que 3000 tipos de cervezas, o dejarte caer por la cervecería Domus para tomarte una de sus cervezas artesanales y realizar una visita guiada en la que te sorprenderá ver cómo la cerveza fluye directamente de la fábrica al surtidor del bar.

La barra de The Capital. Lovaina

Sabores artesanales en la cervecería Domus. Lovaina

La hora azul en Lovaina

Para concluir este reportaje sobre Lovaina, te dejo con estas dos fotografías tomadas en la llamada hora azul. Esos minutos mágicos en los que ya se ha puesto el sol y el cielo va oscureciéndose poco a poco al tiempo que se encienden las luces de la ciudad.  No lo hago porque esté orgullosa de ellas, al contrario, me queda muchísimo por aprender y practicar. Solo trato de mostrarte lo bonita que luce Lovaina al anochecer. Un motivo más que espero te anime a conocer esta encantadora ciudad en tu próximo viaje a Flandes. Por su historia, su arquitectura, su gastronomía, su ambiente… Porque Lovaina lo merece.

La Grote Markt en la hora azul. Lovaina

El Ayuntamiento y la iglesia de San Pedro antes de anochecer. Lovaina

Nota: Además de a los organizadores de este viaje (Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas en España, Visit Flanders, Turismo de Lovaina y Turismo de Brujas), quiero darle las gracias a Rafa Pérez por su compañía, su paciencia y, sobre todo, por enseñarme a ver Lovaina con otros ojos.

INFORMACIÓN PRÁCTICA PARA VIAJAR A LOVAINA

Cómo llegar a Bélgica

Hay 5 compañías aéreas que conectan España con Bélgica: BrusselsAirlines, Iberia, Air Europa, Ryanar y Vueling. Todas vuelan al aeropuerto de Bruselas, excepto Ryanair que vuela al a Charleroi (a 60 km de la capital). Yo volé desde Madrid con Air Europa (2h 25 min.)

Cómo ir del aeropuerto de Bruselas a Lovaina

La mejor opción es el tren. Lo puedes coger en el mismo aeropuerto en la planta -1 de la terminal de llegadas. El trayecto directo hasta Lovaina dura unos 20 minutos y cuesta 8,10€ en los que está incluido el suplemento Diabolo (suplemento que se cobra para todos los trayectos en tren con llegada hasta o salida desde el aeropuerto de Bruselas). Puedes consultar los horarios y comprar tus billetes con antelación en la web de los ferrocarriles belgas.

Moverse por Lovaina

Aunque puedes utilizar los autobuses de la compañía De Lijn para desplazarte rápidamente por la ciudad, mi consejo es que te olvides de ellos y descubras Lovaina a pie. Al ser una ciudad pequeña todo está muy cerca. ¿Un ejemplo? Desde la estación de tren al centro solo hay diez minutos caminando. Además, no tiene pérdida si tomas la Bondgenotenlaan, una calle comercial que en línea recta te dejará en plena Grote Markt. Al lado del Ayuntamiento está la Oficina de Turismo (Naamsestraat, 3) .

Dónde dormir en Lovaina

En Lovaina encontrarás diferentes opciones de alojamiento que se adaptan a todo tipo de bolsillos: hoteles, bed and breakfast, albergues juveniles…  Yo me alojé en el Park Inn, un hotel moderno y funcional situado justo detrás de plaza Martelarenplein, en el renovado barrio de la estación.

Más información: Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas

Forlì, un mañana en el corazón de la Romagna

Forlì, un mañana en el corazón de la Romagna

Continuando con la serie de reportajes dedicados a la provincia italiana de Forlì-Cesena, nos acercamos ahora hasta Forlì, una de las ciudades que pude conocer durante el #buonvivere blog tour y que te recomiendo visitar si tienes previsto viajar a Emilia-Romagna.

Forlì está a 73 km. de Bolonia y el trayecto en tren entre ambas ciudades dura aproximadamente unos 40 minutos. Su céntrica posición, en el valle del Po y en plena Via Emilia  -la calzada romana de la que toma nombre la región a la que pertenece-, ha contribuido notablemente a su carácter de cruce de caminos y encrucijada cultural. No en vano, si por algo se caracterizaba esta calzada era por unir los principales centros urbanos de esta región que pronto pasaron a ser considerados, como la propia Forlì, ciudades del arte.

Al igual que Cesena, Forlì es una ciudad a escala humana, de unos 120.000 habitantes, cuya principal baza es el patrimonio artístico, arquitectónico y cultural que posee. Fruto de la historia, sí, pero también del esfuerzo que se te está llevando a cabo para rehabilitar muchos de sus monumentos y recuperar otros espacios de la ciudad.

Piazza Aurelio Saffi. Forlì

En Forlí, la vida gira en torno a la Piazza Aurelio Saffi, donde convergen los cuatro corsos principales que atraviesan la ciudad: Corso Díaz, Corso Garibaldi, Corso della República y Corso Mazzini. Cada una de estas avenidas aporta su granito de arena para crear un casco antiguo con mucho encanto, salpicado de comercios, restaurantes y tiendas de moda que comparten acera con impresionantes palacios y antiguas iglesias. El ambiente que se respira, más aún en una lluviosa y encapotada mañana de domingo, es de absoluta tranquilidad, acorde con el relajado y placentero rimo de vida que, de hecho, caracteriza a toda la zona de Emilia-Romagna.

Corso G. Garibaldi. Forlì. Italia

Palazzo Monte di Pietà. Forlì. Italia

La Piazza Aurelio Saffi es el corazón de la ciudad y en ella podemos ver una interesante combinación de estilos arquitectónicos. La belleza austera de los edificios que la rodean, como el Ayuntamiento (Palazzo Comunale), que data del siglo XIV, el Palazzo delle Poste o la Iglesia del Suffragio, hacen de esta plaza, una de las más grandes de Italia, un lugar muy especial en el que el peso de la historia puede sentirse a cada paso.

Palazzo Comunale. Forlì.

Palazzo delle Poste. Forlì. Italia

En el centro de la plaza se encuentra el monumento a Aurelio Saffi, afamado estadista y triunviro durante la República Romana en 1849, y, a su derecha, la Basílica de San Mercuriale, el monumento más representativo de Forlì. Esta antigua abadía cuenta con un imponente campanario románico que recuerda al de San Marcos en Venecia y con numerosas obras de arte en su interior entre las que destacan los cuadros del pintor forlivés Marco Palmezzano.

Basílica de San Mercuriale. Forlì. Italia

Saludando al párroco de la Basílica de San Mercuriale. Forlì. Italia

Detalle de una de las capillas de la Basílica de San Mercuriale. Forlì

Una de las cosas que más me llamó la atención en esta visita fugaz a Forlì fue descubrir el llamado Itinerario del Ventenio. Sinceramente, antes de este viaje, desconocía que Forlì también era conocida como «la ciudad del Duce». En realidad, Mussolini nació en Predappio, a unos diez kilómetros, pero se centró en Forlì para saciar sus ansias de monumentalismo triunfal.

Estación de tren de Forlì. Italia

De este modo, en Forlì podemos encontrar numerosos ejemplos de arquitectura racionalista, un movimiento artístico que se desarrolló en la Italia de los años 20 con el objetivo de diseñar un nuevo estilo que se adaptase mejor al régimen fascista. Uno de los edificios que quizás mejor evidencian esta tendencia, que fomenta la construcción de grandes monumentos públicos como expresión de poder, es la estación de tren de Forlì, diseñada por el ingeniero Ezio Bianchi en 1924. En aquellos años, la estación era la puerta de entrada a la ciudad, la nueva frontera, y ante ella se levantó una amplia avenida, hoy Viale della Libertà, en la que podemos encontrar más ejemplos de arquitectura fascista como el Istituto Técnico Industriale A. Mussolini, el Collegio Aeronautico o la Casa del Balilla. Como podrás imaginar, el contraste de esta zona con el casco viejo de Forlì es brutal. No tiene nada que ver, son como dos ciudades distintas.

Izq. Istituto Tecnico Industriale A. Mussolini. Dcha. Casa del Balilla. Forlì

Como te comentaba al principio de este artículo, Forlì es uno de los centros culturales más importantes que podemos encontrar en Emilia-Romagna. Numerosas galerías de arte, centros de exposiciones, bibliotecas y museos forman parte de su fisonomía y contribuyen a fortalecer su imagen de ciudad del arte. Por razones de agenda, solo pudimos visitar uno de estos espacios, el Museo San Domenico (Piazza Guido da Montefeltro, 12).

Museo San Domenico. Forlì.

Este museo está situado en un gran complejo conventual formado por cinco edificios -el Palazzo Pasquali, la iglesia de Santiago Apóstol, el Convento de los Dominicos, el Convento de los Agustinos y Sala Santa Caterina-, y alberga una completísima pinacoteca con obras que van desde el siglo XII hasta el siglo XVIII. Cuadros de Marco Palmezzano, Livio Modigliani, Baldassarre Carrari, Nicolò Rondinelli… También resulta muy interesante la decoración pictórica de la zona del refectorio del antiguo Convento de los Dominios. Sus frescos, aún estando en precario estado de conservación, son magníficos.

Frescos del refectorio del Convento de los Dominicos. Forlì.

Si te estás preguntando si una mañana basta para conocer Forlì, la respuesta es no. Nosotras nos dejamos en el tintero otros imprescindibles de Forlì como son la fortaleza di Ravaldino, el Duomo, el Oratorio di San Sebastiano o el Santuario di Santa Maria delle Grazie. No importa. Ya tengo excusa para volver.

Nota: Este post forma parte de mi viaje por la provincia de Forlì-Cesena durante el Buonvivere Blog Tour, organizado por la Settimana del Buon Vivere en colaboración con 21grammy.

Más información: Turismo Forlivese (en italiano y en inglés).

Cesena, el legado de los Malatesta

Cesena, el legado de los Malatesta

Cesena es uno de los motivos por los que he vuelto, una vez más, enamorada de Italia. Una ciudad que se mueve al ritmo de las dos ruedas -casi imposible captar una imagen suya sin que una bicicleta se cuele en tu encuadre-, de rancio abolengo, de edificios únicos y de gente amable y cercana. Una ciudad que sabe a piadina y a squacquerone. Que hay que degustar a paso lento, sorbo a sorbo. Como se debe tomar el Sangiovese, uno de sus vinos más preciados.

Bicicletas en Cesena. Italia

Callejeando por Cesena. Italia

Si tienes previsto visitar esta ciudad, lo primero que debes saber es que Cesena es una localidad que puedes recorrer a pie ya que sus principales puntos de interés están muy cerca. Así que olvídate del transporte público, hazte con un buen mapa en la oficina de turismo (Piazza del Popolo, 15) y descubre a tu ritmo los mejores rincones de la que es, junto a Forlì, una de las dos capitales de la provincia de Forlì-Cesena.

Un buen punto de partida para empezar a desentrañar los secretos de Cesena es la propia Piazza del Popolo. Esta plaza fue construida a principios del siglo XV por orden de la Casa Malatesta, una familia italiana que gobernó esta ciudad y a la que Cesena debe buena parte de su rico patrimonio artístico y monumental. Cuando la visité, un sábado por la mañana, verdaderamente hacía honor su nombre. Era día de mercado y era prácticamente imposible disfrutar de su fisonomía con tanta gente fisgoneando entre las paradas. Puestos de ropa, caramelos, bolsos y maletas… Un mercadillo en toda regla. Suerte que pudimos regresar unas horas más tarde para recorrerla ya vacía.

Sábado de mercado en la Piazza del Popolo. Cesena. Italia

Piazza del Popolo. Cesena. Italia

Aquí, además del Ayuntamiento, situado en el Palazzo Albornoz, se encuentra uno de los símbolos más universales de la ciudad, la Fontana Masini, una preciosa fuente construida en piedra blanca de Istria en 1588, diseñada por Francesco Masini, un arquitecto local que pertenecía a una de las familias patricias más ilustres de la ciudad.

Fontana Masini. Piazza del Popolo. Cesena. Italia

Justo detrás de esta fuente, una empinada calle empedrada nos lleva hasta las inmediaciones de la Rocca Malatestiana, una de las fortalezas más imponentes que podemos encontrar en Emilia-Romagna. Aunque se empezó a construir por iniciativa de Galeotto Malatesta en 1380, hasta 1480 no finalizaron las obras de este complejo defensivo que domina la ciudad. Precisamente gracias a su ubicación, sobre la colina de Garampo, nos ofrece unas espectaculares vistas de la ciudad cuando recorremos su cinturón de murallas. En días despejados, incluso se puede ver el mar Adriático ya que está a tan solo 15 kilómetros. En su gran patio interior destacan dos torres: la Torre Palatium -sede del Museo de Historia de la Agricultura- y la Torre Maestra que alberga una interesante colección de armaduras de la época.

La Rocca Malatestiana. Cesena. Italia

Recorriendo las entrañas de la Rocca Malatestiana. Cesena. Italia

Cesena desde las murallas de la Rocca Malatestiana

Si volvemos sobre nuestros pasos y salimos de la Piazza del Popolo por la siempre animada Vía Zeffirino Re, enseguida llegaremos al Palazzo del Ridotto y al Duomo di San Giovanni Battista. En el Palazzo del Ridotto, una gran escultura de bronce honra la figura de Pío VI. Como nos explicó nuestra guía, Elena Righi, Cesena se conoce como la «ciudad de los tres papas» aunque en realidad solo dos nacieron aquí:  Pío VI y Pío VII. Eso sí, también fue sede del obispado de Pío VIII y de ahí su sobrenombre.

Músico callejero en la Vía Zefferino Re. Cesena. Italia

Palazzo del Ridotto. Cesena. Italia

Por su parte, el Duomo de Cesena nos muestra una fachada exterior, sobria, sencilla y típicamente románica, que poco tiene que ver con los tesoros que alberga en su interior. Como la Capilla de la Madonna del Popolo, una de las más bonitas que he visto durante este viaje, con sus columnas corintias de mármol policromado y sus frescos de Corrado Giaquinto.

Piazza Giovanni Paolo II y Duomo di San Giovanni Battista. Cesena. Italia

Capilla de la Madonna del Popolo. Duomo di San Giovanni Battista. Cesena

Muy cerca de aquí se encuentra uno de esos rincones que por sí solos ya justifican la visita a esta ciudad. Te hablo de la Biblioteca Malatestiana. Este espacio, levantado en 1447 por voluntad de Malatesta Novello, está considerado la obra maestra de las bibliotecas humanístico-conventuales ya que ha llegado intacta hasta nuestras días conservando la misma estructura y el mobiliario que lucía en el siglo XV. No puedo mostrarte ninguna foto de su interior porque está prohibido fotografiar la sala absidal de tres naves en la que se conservan sus 340 valiosos códices. De hecho, para no alterar el microclima ni las condiciones de temperatura y humedad de la sala, aquí jamás se ha empleado la electricidad, ni siquiera una vela, y solo se puede entrar en grupos reducidos y siempre bajo la atenta mirada de su vigilante. Pude contemplarla solo un par de minutos, pero te aseguro que el fue el momento más fascinante que viví en Cesena. Sentí como nunca el peso de la historia sobre mis hombros. La tímida luz de la mañana entrando por los ventanales, el silencio, los manuscritos reposando en el mismo lugar que fueron dejados… Casi 600 años de historia frente a mí. Dos curiosidades más: fue la primera biblioteca pública de Italia y forma parte del programa Memoria del Mundo de la UNESCO. El precio de la entrada es de 5€ pero es una visita guiada.

Donde sí está permitido tomar fotografías es en el resto de dependencias que forman parte de esta biblioteca, como la Biblioteca Antica, donde se conservan cerca de 250.000 volúmenes, entre ellos 287 incunables y manuscritos que van del siglo XVI al siglo XIX.

Biblioteca Antica. Cesena. Italia

Manuscrito de la Biblioteca Antica. Cesena. Italia

La última parada que realizamos en Cesena nos llevó hasta el Teatro Alessandro Bonci (Piazza Mario Guidazzi). Se inauguró en 1846 y hoy está considerado uno de los mejores teatros de la región gracias a la perfección de su acústica.

Piazza Mario Guidazzi y Teatro Alessandro Bonci. Cesena. Italia

Interior del Teatro Alessandro Bonci. Cesena. Italia

Nota: Este post forma parte de mi viaje por la provincia de Forlì-Cesena durante el Buonvivere Blog Tour, organizado por la Settimana del Buon Vivere en colaboración con 21grammy.

Buonvivere Blog Tour: primeras impresiones de estos días en Forlì-Cesena

Buonvivere Blog Tour: primeras impresiones de estos días en Forlì-Cesena

Acabo de volver de Italia y ya la echo de menos. Será por la proximidad geográfica, por el carácter mediterráneo que compartimos, por la historia que cuenta cada una de sus ciudades, por su gastronomía…  No lo sé. Lo único cierto es que en Italia me siento como en casa. ¿Por qué no decirlo? La bota de Europa que me tiene completamente enamorada desde que puse por primera vez mis pies en ella con diecisiete añitos.

Estos días que he pasado recorriendo la provincia de Forlì-Cesena en el #buonvivere blog tour no han hecho sino confirmármelo. Gracias a mi anterior viaje a Cesenatico, ya conocía un pedacito de la costa de Emilia-Romagna. Ahora ya sé qué secretos guarda en su interior.

Piazza Giovanni Paolo II. Cesena

Museo San Domenico. Forlì. Italia

A nivel personal puedo decir que este viaje también ha sido todo un descubrimiento. Como ya comenté en mi anterior post, he tenido la inmensa suerte de compartir esta experiencia con grandes blogueras de viajes de las que he aprendido muchísimo. Como personas y como grandes profesionales de la comunicación viajera. También me ha servido para darme cuenta de que mi inglés es bastante mejor de lo que me temía y de que debo seguir aprendiendo italiano porque es un idioma que me encanta.

El grupo de blogueras del #buonvivere al completo. Piazza del Popolo. Cesena. Italia

De izquierda a derecha y de arriba a abajo: Penny Sadler, Alessandra Catania, yo, Cacinda Maloney, Lanora Mueller, nuestra guía en Cesena, Catherine Sweeney y Megan Smith.

¿Qué he hecho durante estos cinco días? Además de visitar preciosas ciudades como Cesena y Forlì y descubrir rincones llenos de encanto como la pequeña Dovadola, he tenido tiempo para comprobar en primera persona la esencia del buen vivir. Son muchas las actividades que hemos realizado. Buena parte de ellas relacionadas con el mundo de la gastronomía y el vino -que trataré en un futuro artículo-, pero también otras que he decido englobar bajo el epígrafe de mens sana in corpore sano.

Una tarde de vendimia en los viñedos de Altavita

Piadina y embutidos. Trattoria Montepaolo. Dovadola. Italia

Como la experiencia termal que los organizadores de la Settimana del Buon Vivere nos tenían preparada en las Terme della Fratta de Bertinoro. Tras una larga jornada de viaje, con madrugón incluido para coger el avión, te aseguro que disfrutar de su circuito termal y de sus instalaciones fue algo absolutamente reparador. O como la sesión de entrenamiento que llevamos a cabo en el cuartel general de Technogym -empresa líder en el campo del wellness y el fitness-, con un entrenador personal que, todo hay que decirlo, fue muy benevolente con nosotras. Incluso realizamos un taller de belleza en el que aprendimos a crear una crema limpiadora utilizando solo productos bio-ecológicos en la tienda de Bella Bio de Forlì.

Terme della Fratta. Bertinoro. Foto Terme della Fratta

Technogym Village

Taller de belleza con productos bio-ecológicos

¿Un viaje de chicas y para chicas? Exacto. El tema central de este año de la Settimana del Buon Vivere era el papel de las mujeres para construir un mundo mejor y confiaron en nosotras para difundir que, verdaderamente, en estas tierras son expertos en el arte de saber vivir.

Un momento de relax en la casa de turismo rural Castrum Sagliani. Saiano di Cesena. Italia

No puedo concluir este resumen inicial sin mencionar el que para mí fue uno de los momentos más auténticos de este blog tour. La tarde que conocí a Luigi Foscolo Lombardi. Los que me conocéis ya sabéis que, si tengo que escoger entre un monumento espectacular y una buena historia, siempre elegiré lo segundo. Y es que para mí, sin duda, lo mejor de un viaje es la gente que te encuentras en el camino.

Luigi Foscolo Lombardi en su taller de Dovadola. Italia

Este hombre, lutier de profesión y vocación, construye y restaura instrumentos musicales en La Bottega del Legno, su taller de Dovadola. Este espacio, fundado por su abuelo en 1897, es un lugar mágico en el que el tiempo parece haberse detenido. Mires donde mires, ves obras terminadas y otras a medio hacer, violines y contrabajos, herramientas, y listones y tablas de madera. Con su voz pausada y sus manos de artista experimentado, nos mostró su trabajo,  tocó para nosotras y nos regaló deliciosos pensamientos como que para construir un buen instrumento hay que saber escuchar a la madera.

Detalle de La Bottega del Legno, el taller de Luigi Foscolo

También nos relató una de esas historias que consiguen calarte hasta los huesos. Su padre, cuando estaba detenido en un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial, fue capaz de construir un violín con los pocos medios que tenía a su alcance. El cuerpo con unos trozos de madera, el arco, con una vieja sombrilla. Los oficiales lo destruyeron en numerosas ocasiones hasta que el sonido de sus notas llegó a oídos del general al mando. Él, otro enamorado de la música, sí supo valorar su arte y le suministró una camioneta llena de herramientas y madera para que siguiera con su trabajo. ¿El resultado? Logró crear 45 instrumentos y formar una pequeña orquesta que no entendía de barrotes, alambradas ni nacionalidades.

Con las palabras de Luigi resonando todavía en mi cabeza, acabo la primera entrega de mis andanzas en Forlì-Cesena. Espero haber despertado en ti las ganas de saber más sobre esta provincia italiana que me ha dejado tan buen sabor de boca.

Nota: durante este blog tour nos alojamos en el Centro Residenziale Universitario de Bertinoro, un imponente conjunto monumental situado en la cima de esta bonita localidad. Nuestras habitaciones estaban situadas en el Ex-Seminario Vescovile, un antiguo convento del siglo XVIII completamente restaurado. Y, sí, antes de que me lo preguntes, teníamos wi-fi gratuita.

Postales de Chueca: un recorrido muy personal por uno de los barrios más auténticos de Madrid

Postales de Chueca: un recorrido muy personal por uno de los barrios más auténticos de Madrid

Cuando me preguntan cuál es mi barrio favorito de Madrid, ese del que nunca me canso y que sí o sí recomiendo conocer, siempre contesto que no tengo uno sino dos: Malasaña y Chueca. Dos vecinos bien avenidos del distrito Centro de Madrid.

Como a Malasaña ya le dediqué en su día un reportaje, es justo que ahora haga lo propio con Chueca, una barrio conocido por su carácter tolerante, algo canalla y cosmopolita a más no poder. El barrio de las libertades, el más gay friendly de Madrid. Un soho castizo que en un puñado de calles concentra una oferta comercial y de ocio con cientos de propuestas. Bares de toda la vida, restaurantes de lo más cool, galerías de arte, librerías, museos, mercados… Su nombre es Chueca. Su apellido: diversidad. Lo encontrarás a unos pasos de la Gran Vía, entre las calles Fuencarral y Barquillo.

Boca de metro de Chueca. Madrid

Una buena forma de tomarle el pulso a Chueca es conocer las principales plazas que articulan este barrio. Empezando por la que le da nombre, la Plaza de Chueca, dedicada al compositor de zarzuelas Federico Chueca. Sus terrazas están llenas a cualquier hora del día y la boca de la estación de metro, situada en la misma plaza, es uno de los lugares más típicos para quedar en el centro. Si tu visita coincide con la hora del aperitivo, te recomiendo que te acerques a la Bodega Ángel Sierra, una taberna de las de toda la vida en la que sirven un delicioso vermouth de grifo con un pinchito de pepinillo y anchoa. Si es fin de semana, seguramente tendrás que tomártelo en la calle porque suele estar hasta la bandera. ¿Qué esperabas? Estás en el corazón de Chueca (Calle de Gravina, 11).

Plaza de Chueca. Madrid

Bodega Ángel Sierra. Madrid

Justo detrás de esta plaza, en el nº 24 de la calle Augusto Figueroa, está el Mercado de San Antón, un paraíso de las compras gourmet que empezó siendo un mercadillo callejero en el siglo XIX. El actual mercado, inaugurado en 2001, es uno de los más visitados de Madrid. Un espacio moderno y vanguardista de tres plantas con tiendas de productos frescos y puestos de show cooking y take away. En la tercera planta está el restaurante La Cocina de San Antón que cuenta con una coqueta terraza con vistas a los tejados de la capital.

Interior del Mercado de San Antón. Madrid

Terraza del restaurante La Cocina de San Antón. Chueca. Madrid

Si continuamos bajando hacia la Gran Vía, enseguida llegaremos a los otros dos centros neurálgicos de Chueca: la Plaza Vázquez de Mella y la Plaza del Rey. En la Plaza Vázquez de Mella, con su curiosa combinación de fachadas decimonónicas y otras más modernas, encontrarás uno de los sitios más de moda de Madrid: la terraza del hotel Room Mate Óscar. Este oasis urbano es una de mis terrazas preferidas de Madrid. El sitio perfecto para empezar a exprimir las noches de Chueca con un cóctel en la mano, mientras disfrutas de unas panorámicas increíbles del skyline madrileño.

Plaza Vázquez de Mella. Madrid

El skyline de Madrid desde la terraza del hotel Room Mate Óscar

Vista nocturna de la Plaza Vázquez de Mella. Chueca. Madrid

Por su parte, la Plaza del Rey es otro bonito rincón de Chueca en el que hacer un alto en el camino. Aquí se encuentra la llamada “Casa de las Siete Chimeneas», un histórico edificio madrileño de 1574 que durante un tiempo fue propiedad del Marqués de Esquilache. Hoy en día, es la sede del Ministerio de Cultura de España.

Plaza del Rey. Madrid

Calle de la Libertad. Chueca. Madrid

Hablando de cultura, en Chueca se puede visitar el Museo del Romanticismo que alberga una interesante colección de pinturas, mobiliario y artes decorativas del siglo XIX. Este museo, situado en un precioso palacete de estilo neoclásico, guarda un secreto en su interior: el Café del Jardín. Un lugar encantador para desconectar del bullicio de las calles de Chueca. La entrada es libre (C/ San Mateo, 13). También merece la pena conocer el impresionante conjunto que forman el Convento  de las Salesas Reales y la iglesia de Santa Bárbara. Esta iglesia barroca, con su elegante fachada de estilo rococó, es una de las más bellas de Madrid. Para ser exactos, la calle donde se encuentra, General Castaños 2, pertenece ya al barrio de Justicia pero está muy cerca de la calle Barquillo.

Museo del Romanticismo. Madrid

Convento  de las Salesas Reales e iglesia de Santa Bárbara. Madrid

Muchos madrileños acuden a Chueca atraídos por su potente oferta comercial. Y es que en este barrio puedes comprar y hacer casi de todo. Durante tu paseo, verás que cómo las tiendas de diseño comparten espacio con comercios de toda la vida, como la librería Pérez Galdós, fundada en 1942 por los descendientes del escritor (Hortaleza, 5). Galerías de arte, joyerías, famosas peluquerías cuyos peinados muchos calificarían de imposibles, cadenas de moda, estudios de tatuaje, sex shops… Todo ello en torno a la Plaza de Chueca y las calles Hortaleza y Fuencarral, donde, por cierto, está el famoso Mercado de Fuencarral, un multiespacio comercial con más de 60 tiendas.

Peluquería La Baraque. Chueca. Madrid

Calle Gravina. Chueca. Madrid

Librería Panta Rhei. Hernán Cortés, 7. Madrid

Igual de variada es la oferta gastronómica de este barrio. En Chueca hay tantos restaurantes como nacionalidades en sus calles. Permíteme recomendarte dos de los últimos locales que he descubierto últimamente. El primero es La Candelita. Un restaurante latino que nos trae a la mesa lo mejor de la auténtica gastronomía criolla a unos precios asequibles. ¿Algunas sugerencias de su carta? Tequeños, arepitas, tiradito de atún, ceviche de langostinos, ropa vieja… No dejes de probar sus famosos cócteles caribeños, en especial, sus mojitos (Barquillo, 30).

Cambiando totalmente de registro, mi segunda propuesta es It Dogs. Su pequeña terraza, en la calle Pérez Galdós nº 2, es el lugar perfecto para probar uno de los mejores perritos calientes de Madrid. Lo típico es comértelos acompañados con una copa de cava.

It Dogs. Chueca. Madrid

Chueca y el MADO

Cuando paseas por Chueca, te das cuenta de que nada queda ya del territorio comanche que fue el barrio en los años 80. Su historia reciente está estrechamente relacionada con el colectivo gay de Madrid, un movimiento social que buscaba su espacio en la capital y que lo encontró aquí, en Chueca. Ellos fueron los que transformaron y recuperaron una zona degradada y marginal, dando forma a un barrio conocido internacionalmente como símbolo de la visibilidad, la integración y el respeto. Durante los días del Orgullo Gay de Madrid (MADO), Chueca es el epicentro de estas celebraciones que ya se han convertido en uno de los principales atractivos de la ciudad. Conciertos, concursos, desfiles, actividades culturales, deportes… Una fiesta abierta a todos bajo la bandera del arcoíris.

Chueca y el MADO

Cómo llegar en metro: Chueca (Línea 5), Gran Vía (Línea, 1), Tribunal (Líneas 1 y 10), Alonso Martínez (Líneas 4, 5 y 10) y Banco de España (Línea, 2).

Rincones de Barcelona: pistas para descubrir el Barrio Gótico

Rincones de Barcelona: pistas para descubrir el Barrio Gótico

Hablar del Gótico es hablar de la historia de Barcelona. Del pasado de una ciudad que vivió encerrada entre sus murallas hasta 1859. De iglesias, plazas y callejones que conforman, junto a la Barceloneta, el Raval, y la Ribera, el primer distrito de Barcelona, Ciutat Vella. Y de su presente. Un barrio atractivo, de fuerte personalidad, que no solo disfrutan los turistas, también los barceloneses. Con una taza de chocolate entre las manos, saboreado la gastronomía local en sus restaurantes, tomando una copa o disfrutando de las noches de la Plaça Reial.

Carrer de la Pietat. Barcelona

Situémonos geográficamente mapa en mano. Nos vamos a mover entre La Rambla, Vía Laietana, la Plaça de Catalunya y el Passeig de Colom. Como trazar un itinerario exhaustivo por esta zona, llena de callejuelas, se me antoja muy complicado y además aburrido -no quiero parecer un GPS parlante-, he decidido articular su recorrido a través de sus plazas más importantes. ¿Me acompañas?

Plaça Nova y Pla de la Seu

Los alrededores de la Plaça Nova son un paraíso para los amantes del arte y la fotografía. Cada rincón tiene un detalle que captar, una foto que tomar. Empezando por la Catedral, con su estructura típica del gótico catalán, sus dos torres-campanario y la preciosa fachada que diseñó el arquitecto Josep O. Mestres inspirándose en un el proyecto inicial del siglo XV. Como las catedrales son mi debilidad, mi recomendación es que la visites con calma. La basílica paleocristiana, el claustro, la cripta de Santa Eulalia, la capilla del Santo Cristo de Lepanto, la de Santa Llúcia…

Enmarcando la Catedral, en el Pla de la Seu, se encuentran la Pia Almoina o Casa de la Canonja, que hoy alberga el Museo Diocesano, y dos construcciones que se apoyan en los restos de la antigua muralla romana: la Casa de l’Ardiaca  y el Palau del Bisbe. El Pla de la Seu es muy popular en Navidad ya que es aquí donde se ubica la tradicional Fira de Santa Llúcia con sus puestos de abetos y belenes.

Catedral de Barcelona

Restos de la muralla romana. Avinguda de la Catedral. Barcelona

A pocos metros encontrarás uno de mis rincones favoritos del Gótico, la Plaça de Sant Iu. En esta placita, presidida por el Museu Frederic Marès, siempre suele haber músicos callejeros que contribuyen a crear una atmósfera muy especial. Si levantas la mirada, verás decenas de preciosos encuadres para fotografiar los laterales de la Catedral.

Museu Frederic Marès. Barcelona

Músicos en el Gótico. Barcelona Vista lateral de la Catedral de Barcelona

Plaça del Rei

La Plaça del Rei alberga algunos de los edificios medievales más importantes de Barcelona: el Palau Reial Major, la capilla de Santa Àgata, el Palau del Lloctinent y la casa Clariana-Padellàs, donde se encuentra ubicado el Museu d’Història de Barcelona. En este escenario de arquitectura gótica, que conserva bajo sus pies los restos de lo que fue la ciudad romana de Barcino, se suelen realizar conciertos de música y representaciones teatrales.

Plaça del Rei. Barcelona

Museu d'Història. Barcelona

Plaça Sant Jaume

Vuelve sobre tus pasos y  toma el carrer de la Pietat hasta desembocar en el carrer del Bisbe. Estás en la vía principal de la ciudad romana que une la Plaça Nova y la Plaça Sant Jaume. Sobre tu cabeza, tienes uno de los rincones más fotografiados de Barcelona: el puente que conecta el Palau de la Generalitat con las Cases dels Canonges. Fue construido en 1928 así que no tiene nada de gótico pero… ¿acaso este detalle merma su belleza?

Carrer del Bisbe. Barcelona

La Plaça Sant Jaume, en cierto modo, sigue conservado algo de su pasado como la antigua ágora romana que fue. En ella se encuentran las dos instituciones más importantes de la vida política de la ciudad, el Ayuntamiento y la Generalitat. Si quieres ver esta explanada vacía, lo  tienes realmente complicado. Cuando no hay una manifestación, hay un acto político y, vayas a la hora que vayas, turistas y más turistas.

Ayuntamiento de Barcelona

Palau de la Generalitat de Catalunya. Barcelona

Plaça del Pi y Plaça de Sant Josep Oriol

¿Otra de mis paradas obligatorias? Sin duda. Una gran iglesia gótica, Santa Maria del Pi, coronada por un espectacular rosetón y flanqueada por otra plaza, la de Sant Josep Oriol, donde los pintores cada fin de semana exponen sus obras al público. Si has estado en París, tal vez te recuerde a la Place du Tertre.

Pintores en la Plaça de Sant Josep Oriol. Barcelona

El Gótic y sus pintores. Barcelona

Santa Maria del Pi. Barcelona

Estatua de Àngel Guimerà. Plaça de Sant Josep Oriol. Barcelona

Plaça Reial

Finalizamos este viaje por las plazas del Gótico en su lado sur, a unos pasos de La Rambla. Estamos en la Plaça Reial. Bajo sus porches se esconden restaurantes, bares y, como leerás más adelante, algunos de los locales nocturnos más frecuentados de Barcelona. Sus edificios señoriales, la fuente de las Tres Gracias, sus dos farolas diseñadas por un jovencísimo Gaudí, sus palmeras… El lugar ideal para descansar tras habernos recorrido el Barrio Gótico de cabo a rabo.

Plaça Reial. Barcelona

Ya tengo claro qué visitar en el Barrio Gótico. ¿Dónde comemos?

Si buscas sabores de toda la vida, te recomiendo reservar mesa en Can Culleretes. Cocina tradicional catalana en el restaurante más antiguo de Barcelona. No te vayas sin probar sus canelones (Quintana, 5).

Cocina mediterránea con toques orientales en La Crema Canela, un pequeño local que recuerda a un bistrot parisino. Tiene una terraza abierta todo el año. Ambiente agradable e informal. Mejor ir entre semana (Passatge Madoz, 6).

¿Un gastrobar muy de moda? El Ohla Gastrobar. Está situado en la planta baja del Ohla Hotel con vistas a la Via Laietana. Tapas originales del chef Xavier Franco, galardonado con una estrella Michelín. Menú de mediodía 16€ (Via Laietana, 49).

Si eres vegano, tu sitio está en el Juicy Jones, uno de los primeros restaurantes de este tipo de la ciudad. Bueno, bonito y barato. (Carrer del Cardenal Casañas, 7).

El momento más dulce

No te resistas. Sucumbe a la tentación y déjate caer por alguna de la muchas chocolaterías y tiendas de dulces que pueblan el barrio. Como Caelum (Carrer de la Palla, 8), con sus especialidades monacales dulces y saladas, o la pastelería Fargas donde podrás comprar cacao a la muela, bombones y trufas en un ambiente que te trasladará a la Barcelona modernista de 1827 (Carrer del Pi, 16).

El barrio Gótico, uno de los más dulces de Barcelona

¿Te apetece merendar un chocolate con churros? Localiza la calle Petritxol -paralela a La Rambla- y descubre por qué esta vía peatonal, de apenas tiene tres metros de ancho, se conoce como la calle más dulce de Barcelona. Encontrarás la respuesta en sus granjas -así llamamos a las chocolaterías por estos lares- más tradicionales: la Granja Dulcinea (Petritxol, 2), frecuentada en tiempos por Salvador Dalí, y La Pallaresa, una antigua vaquería donde te recomiendo probar el menjablanc, una deliciosa crema de almendras aromatizada con canela y piel de limón (Petritxol, 11). Seguramente tendrás que hacer cola para entrar en cualquiera de ellas pero la espera, créeme, valdrá la pena.

¿Mejor un helado? Perfecto. En el Gótico encontrarás dos de las mejores heladerías italianas de la ciudad: Gelaaati di Marco (Carrer de la Llibreteria, 7) y Amorino (Portaferrissa, 7).

Una copa y algo más

El Gótico es un barrio al que le gusta la noche y complacer a todo tipo de noctámbulos. Busques la opción que busques, seguro que aquí la encuentras. Los más cerveceros tienen una cita en La Cerveteca, un lugar de culto para entendidos y aficionados con una de las mejores cartas de cerveza de Barcelona (Gignàs, 25). Si te gusta la música retropetarda -así la llaman ellos- y te mueves como pez en el agua en ambientes de lo más kitsch, serás bienvenido en Sor Rita: zapatos de tacón, pelucas, irreverentes altares… Muy fans de Almodóvar (Mercè, 27). ¿Un gin tonic tranquilo en un espacio cargado de historia? L’Ascensor, un imprescindible de la noche barcelonesa (Bellafila, 3).

Cuando estos locales echen el cierre, los sótanos de la Plaça Reial reclamarán tu atención. Tres locales, tres ambientes. En el nº 7, el Sidecar Factory Club con música indie, en el nº 10, un clásico roquero, la discoteca Karma, y en el nº 17 el mítico Jamboree, mucho más que un club de jazz, toda una institución con más de 50 años de historia y miles de sesiones en directo.

……………

¿Un barrio quizá no tan gótico como se presenta? ¿Verdades a medias? Sinceramente, no es que me importe demasiado. Para mí siempre será mi Gótico. Un viaje en el tiempo desde la Barcelona romana a la medieval. Uno de los barrios más encantadores y sorprendentes de mi ciudad.

Aviso para navegantes: la fiesta mayor de Barcelona, la Mercè, está a la vuelta de la esquina (del 20 al 24 de septiembre). ¿Te animas?

Cómo llegar en metro: Las estaciones de metro para visitar el Barrio Gótico son: Plaça Catalunya (L3/L1 y FGC), Liceu (L3), Drassanes (L3) y Jaume I (L4).

Aranda de Duero, la Ribera que me gusta

Aranda de Duero, la Ribera que me gusta

Debo confesar que, hasta ahora, todas las veces que he ido a Aranda de Duero ha sido en calidad de gastroturista. O lo que es lo mismo, atraída por el olor a leña que desprenden los asadores de esta localidad burgalesa donde, doy fe, preparan el mejor lechazo asado que he probado nunca.

Hace un par de semanas, con motivo de la presentación de su nueva imagen de marca ciudad: “Aranda de Duero. La Ribera que me gusta”, regresé a las calles de la capital de la Ribera del Duero dispuesta a conocer esta villa realenga de Castilla y León más allá de sus viñedos y fogones.

Me gustó lo que vi. Me gustan las ciudades castellanas con historia y carácter que no se quedan ancladas en el pasado y que se reinventan día a día para reclamar su espacio dentro del panorama de destinos de interior de nuestro país. En la primavera del año que viene, Aranda de Duero acogerá una nueva edición de las Edades del Hombre en la que la propia Ribera, el enoturismo y la gastronomía se entrelazarán con el arte sacro. Si no quieres esperar hasta entonces, aquí van mis imprescindibles de esta ciudad enclavada a orillas del Duero:

Arquitectura religiosa: las piedras de la historia

Elegante y robusta. Así es la iglesia de Santa María la Real, la joya arquitectónica de Aranda. Su construcción se remonta a principios del siglo XV como respuesta a la necesidad de levantar un templo de mayores dimensiones que la vecina iglesia de San Juan, donde pudieran reunirse los feligreses de una población que no dejaba de crecer. Vale la pena acercarse hasta Aranda solo para contemplar su imponente fachada, una filigrana esculpida en piedra, diseñada por el arquitecto Simón de Colonia, que fue inaugurada por Fernando el Católico en 1515.

Iglesia de Santa María la Real. Aranda de Duero. Burgos

Detalle de la portada de la iglesia de Santa María la Real. Aranda de Duero. Burgos

Su interior, de traza gótica flamígera y con planta de cruz latina, no desmerece la portada que le precede. El púlpito plateresco de madera de nogal, el retablo mayor, la magnífica escalera del coro con reminiscencias mudéjares…Sí, me encanta la arquitectura religiosa. Más el continente que el contenido, la verdad. Entrar en un templo, recorrer cada una de sus naves, levantar la mirada para admirar sus columnas y bóvedas, sentarme en un banco y viajar en el tiempo, mientras imagino todo tipo de intrigas cortesanas, dime y diretes vecinales y plegarias en busca de consuelo.

Nave central de la iglesia de Santa María con el púlpito a la derecha. Aranda de Duero. Burgos

Una de las bóvedas de Santa María. Aranda de Duero. Burgos

La hermana pequeña de Santa María es la iglesia de San Juan Bautista. También gótica. También levantada sobre un antiguo templo románico. En su interior acoge el Museo Sacro donde se expone buena parte del patrimonio religioso de la diócesis de Aranda de Duero.

Retablo renacentista. Museo Sacro de San Juan Bautista. Aranda de Duero. Burgos

Arquitectura civil: plazas, casonas y soportales

Me gusta descubrir las curiosidades históricas de las ciudades que visito. Datos como que Aranda de Duero cuenta con el plano urbano más antiguo de España, fruto de un pleito que proponía un cambio en su trazado que conllevaba el derribo de algunas casas y, por ende, el perjuicio de las bodegas que sostenían sus cimientos. O que en tiempos de Enrique IV se convocó el Concilio de Aranda para combatir la ignorancia y la vida disipada de algunos clérigos, mientras la princesa Isabel y Juana La Beltraneja se disputaban la Corona de Castilla.

Plano de Aranda de Duero. Burgos

Al margen de estos retazos de su historia, la Aranda del siglo XXI sigue siendo un cruce de caminos en el que se dan cita todos elementos de una clásica localidad castellana. Casonas y palacios que albergaron a la hidalguía local como la Casa-Palacio de los Berdugo, ejes comerciales peatonales como la calle Isilla, plazas y calles que nos recuerdan en sus nombres los productos que en ellas se vendían (plaza del Trigo, calle Boticas, calle La Sal, Aceite, La Miel…). Y, por supuesto, una Plaza Mayor porticada por donde toda Aranda se pasea para ver y ser vista y se deja caer por sus terrazas al aire libre cuando el tiempo lo permite.

Un rincón de la Plaza Mayor de Aranda de Duero. Burgos

Calle Boticas. Aranda de Duero. Burgos

Alrededores de la iglesia de Santa María la Real. Aranda de Duero. Burgos

Bodegas subterráneas: el tesoro escondido de Aranda

Me gustan las ciudades que atesoran tesoros únicos y Aranda de Duero es una de ellas. Lo guarda en las entrañas de su casco urbano, desde hace más de quinientos años. Te hablo del entramado de bodegas subterráneas que horadan su subsuelo. Según el Catastro del Marqués de la Ensenada, en su día llegó a haber 1575 sitios o suelos de bodegas. Actualmente hay 130 y algunas de ellas, como la Bodega de las Ánimas, están abiertas al público. Otras, en cambio, son privadas y si siguen tan bien conservadas es gracias al trabajo de las peñas arandinas. Si tienes ocasión, como yo, de que un vecino te invite a conocer alguna, no lo dudes. Es el mejor regalo que puede hacerte pues para ellos estas obras de ingeniería popular son su bien más preciado. Un tesoro que espera paciente ser declarado Bien de Interés Cultural por parte de la Junta de Castilla y León.

Entrada de la bodega de las Ánimas. Aranda de Duero. Burgos

Bodega subterránea de Aranda. Foto de Miguel A. Munoz Romero. RVEDIPRESS

Sabores arandinos: la tierra del lechazo y de los Ribera

Lechazo asado.
La ribera que inspira Imprescindible con mayúsculas. Nadie en su sano juicio debería abandonar Aranda de Duero sin probar el que probablemente sea el mejor de sus embajadores: el lechazo asado. En Aranda lo preparan a la antigua usanza, en horno de leña y a fuego lento, y lo sirven  acompañado de una deliciosa torta de aceite y una ensalada típica de la zona. ¿Un buen momento para catarlo? Sin duda, durante las Jornadas del Lechazo Asado que tradicionalmente se celebran cada mes de junio. ¿Alternativas al cordero? Sopa castellana, morcillas de arroz, congrio a la arandina, escabechados de caza…

En una tierra como ésta, en la que las viñas dominan el paisaje y en la que la cultura del vino se transmite de generación en generación, no podrás resistirte a degustar una buena copa de vino con Denominación de Origen Ribera del Duero. Joven, crianza, reserva, gran reserva… Estás en una de las mejores regiones vinícolas del mundo, descubre por qué.

Como tengo costumbre, releo este reportaje antes de publicarlo y, decididamente, : Aranda de Duero es la Ribera que me gusta.

Más información: Turismo de Aranda de Duero

Cómo llegar en coche desde Madrid: El acceso a Aranda de Duero se realiza desde Madrid por la autovía N-I, dirección Burgos. Está a 159 km. de la capital o, como dicen los arandinos, “en el kilómetro 159 del Paseo de la Castellana”.

Más allá del blog tour a Cesenatico: la precuela boloñesa y demás historietas

Más allá del blog tour a Cesenatico: la precuela boloñesa y demás historietas

Todo viaje tiene un previo, un desarrollo y un después. Ahora estoy en el momento remember de mi blog tour a Cesenatico y, tal y como prometí, me dispongo a relatarte un puñado de historietas que pueden ser dignas de ser contadas (o no). Vaya por delante que voy a saltarme un poco el estilo narrativo que acostumbro a utilizar y que voy a contártelo como si te tuviera enfrente en la barra de un bar. En petite comité. O lo que es lo mismo, pienso ofrecerte la extended version que tuvieron que soportar amigos y familiares a mi regreso. ¿Mi intención? Acordarme de ello cuando pinte canas y hacerte partícipe de cómo un retraso en un vuelo puede acabar convertido en el guión de una película con aspiraciones a ser filmada por los Coen. Además, si mis abnegados allegados se echaron unas risas bien aparentes, no es justo que tú, que me lees y das vida a esta bitácora, te quedes al margen de la fiesta. Si quieres salir corriendo, ahora es el momento. ¿Te quedas? ¡Genial! Arrancamos.

Chapter 1 

El vuelo (Creo que hubiéramos llegado antes nadando)

Cast: Sara, Kiba y yo

El modo más rápido para llegar a la hermosa Cesenatico es en avión. En 2h30m aproximadamente, te plantas en Bolonia desde Madrid y desde allí tienes que coger el tren (otras dos horas y pico) para disfrutar de la bella vita. El viaje es largo sí pero, tras mis dos entradas anteriores, espero haberte convencido de que esta población costera de Emilia-Romagna vale la pena y mucho.

Nosotras lo teníamos todo calculado. Aterrizaríamos en Bolonia a las 18:15. Teniendo en cuenta los 20 minutos que tarda el Aerobús en llegar a la estación de Bologna Centrale, coger el tren a Rimini de las 18:58 sería imposible pero al de las 20:06 llegaríamos de sobra. ¡Ilusas! El primer grupo de transporte aéreo en España, tercero en Europa y sexto del mundo en términos de facturación (no lo digo yo, lo dice su web), decidió regalarnos un bonito retraso de hora y media. Cuadrante al carajo.

Llegar, lo que se dice llegar, llegamos

Nos plantamos frente a la máquina expendedora de billetes a las 20:14 -miré la hora en el móvil, señoría. El último tren a Cesenatico, vía Ferrara y Ravenna, salía en dos minutos. Comprar el billete, localizar la vía…Ni Speedy Gonzales lo hubiera conseguido. Ya era un hecho. Estábamos literalmente tiradas en Bolonia. ¿Contactar con la organización del blog tour? Descartado, menuda faena hacerles recorrer 200 km para venir a buscarnos. ¿Un taxi? No creas que no se nos pasó por la cabeza, pero pagar 150€ para llegar al camping como que no. Además, ya me imaginaba la escena. Aparecemos a las mil, lógicamente ya no nos espera nadie, y acabamos despertando al vigilante de seguridad para contarle la película de que somos dos blogueras españolas que tenemos reservado un Riviera Cottage. Demasiado friki hasta para mí…

Chapter 2

Kiba’s eye  (De suero fisiológico a soluzione fisiologica va un mundo)

Cast: Kiba, el farmacéutico espeso y yo

Podríamos habernos cabreado, maldecir porque las horas que íbamos a pasar en Cesenatico menguaban por momentos etc., etc. Pero no. Yo estaba en plena borrachera de sueño, un curioso  fenómeno que me ocurre cuando voy mal dormida pero me lo estoy pasando genial- y decidí tomármelo toooodo con mucha calma. Al fin y al cabo estaba de viaje, tenía tabaco y Sara, esa chica que había conocido en persona seis horas antes en Barajas, resultó ser un encanto de niña que, como yo, no estaba dispuesta a que ninguna compañía aérea le fastidiase la escapada.

En esas estábamos cuando nos acordamos que antes de coger el tren queríamos pasar por una farmacia a comprar suero para la preciosa mascota de cuatro patas de Sara. Kiba tenía una pequeña infección en el ojo y nosotras, a estas alturas, todo el tiempo del mundo.

Kiba, la mascota viajera de Sara

Al lado de la estación había una así que allá fui, arengada por Sara que decía que mi italiano era buenísimo. Enseguida me di cuenta que el “a little” que me respondió el farmacéutico boloñés en respuesta al manido “do you speak english?” fue más que generoso. No me entendía ni pa trás. A modo de resumen: probé con “acqua per gli occhi”, “physiologic saline solution”, le dije que tenía un pequeño “dog”, él interpretó “doc” y acabó preguntándome que si me había enviado el doctor por qué no me había dicho el nombre del medicamento… Apuff… Por mucho que lo intentaba no podía aguantar la risa. La situación era almodovariana. Tirada en Bolonia, sin saber dónde iba a dormir, comprando suero para un perro y frente a un tipo que me miraba como si fuera una marciana. No sé cómo pero acabé repitiendo de forma compulsiva “suero fisiológico”, alternándolo con algún “guau, guau” para ver si así lo pillaba. Hasta que se obró el milagro y el hombre me espetó con toda su pachorra: ”Ahhhh… Soluzione fisiologica”. No sabía si darle un beso o matarle. No hice ni una cosa ni otra. Sonreí y salí a la calle victoriosa con mi colirio en la mano.

Chapter 3

Una hamburguesa de camuflaje, Autopromotec y una expedición casi imposible (Cuando todo parecía perdido… va la cosa y empeora)

Cast: Sara, Kiba, dos buenos samaritanos, Alberto y yo

El tema de la cena lo solucionamos en un pispás. En toda estación que se precie tiene que haber un McDonald’s y la de Bolonia acataba esta premisa. Eso sí, en la puerta lucía una bonita señal de cani non ammessi. En situaciones normales hubiésemos buscado una alternativa, pero como ésta de normal no tenía nada, activamos el modo ponerse el mundo por montera, metimos a Kiba en su trasportín y que fuera lo que Dios quisiera (versión para creyentes) o lo que decida el Karma (para seguidores de Me llamo Earl). Ni se enteraron de la presencia de Kiba…

Ahora venía la prueba final de nuestro particular Pekín Express a la italiana: encontrar alojamiento. A priori no parecía nada del otro mundo y presumimos que ganaríamos nuestro amuleto sin complicaciones. ¡Zas en toda la boca! No contábamos con un duro rival: Autopromotec 2013, una feria bienal de equipamientos y productos para el automóvil que no tenía otra fecha para celebrarse que justo ese fin de semana. No bastaba con el handicap de que aceptaran a nuestro adorable perrito, además teníamos que luchar por una cama a las once de la noche.

Tras varios intentos frustrados, empecé a pensar en un plan B, C y D. El B: mandar un S.O.S. por Twitter. El C: como era viernes y estábamos en una de las ciudades universitarias por excelencia de Europa, muy mal se nos tendría que dar para no encontrar algún couchsurfero por el centro de Bolonia. El D: volver al aeropuerto y dormir allí con Alberto. Y es que el tercer integrante de la Camping People ya sabía, por la hora de llegada de su vuelo, que le iba a tocar dormir en el aeropuerto por narices. Antes de que preguntes, . Fue el último en salir de Madrid y el primero en llegar al Cesenatico Camping-Village. De hecho, lo sacamos de la cama cuando por fin llegamos a nuestro destino a la mañana siguiente. Así somos los blogueros. Gente abierta y sin complejos… Si hay que conocer a alguien en pijama, se le conoce y punto. Y más aún si resulta ser un crack como él. Conocimiento previo: un puñado de MD en Twitter.

Avión, tren, barco, taxi...

Sigo. Cuando la esperanza de ver una sábana se apagaba por momentos, apareció nuestro particular ángel de la guarda nº 1. Un encantador italiano que paseaba a su cachorro. Fue él quien nos habló de una pensión cercana. Tras arrastrarnos por los 800 metros que nos separaban de ella -el cansancio era ya demoledor-, conocimos a nuestro ángel de la guarda nº 2. Estaba detrás del mostrador, materializado en forma de recepcionista. No pienses que no doy el nombre de la pensión por no hacerles publicidad gratuita. Al revés, según las normas, no admiten perros y no quiero causarle ningún problema a este buen samaritano que hizo la vista gorda con Kiba. Si quieres saber cuál era, te lo digo en privado.

Y hasta aquí nuestra precuela boloñesa. A la mañana siguiente alcanzamos nuestro objetivo y nos incorporamos, por fin, al blog tour #cesenaticobellavita. Económicamente hablando, llegar a Cesenatico fue una ruina. Personalmente y pese a todo, una gozada. Hacía tiempo que no me reía tanto. Bendita sensación, por cierto. Ya puedes levantarte de tu butaca y encender el móvil. La comedia ha terminado.

THE END

Nota mental 1: Lo poco que pude ver de Bolonia me gustó mucho. Tengo que volver.

Nota mental 2: Que nadie se confunda. La organización de este blog tour fue espléndida. Ellos no tuvieron nada que ver con nuestra odisea boloñesa.

Nota mental 3: Si me dieran un Oscar al mejor guión, en mi speech, obviamente, compartiría la preciada estatuilla con el fantástico elenco de co-protagonistas que me acompañaron en esta aventura: Sara, Alberto y Kiba.

 

Con mis compañeros de viaje. Cesenatico Un jump desde Cesenatico

Blog tour internacional Cesenatico Bellavita: fotogalería de una travesía por el Adriático

Blog tour internacional Cesenatico Bellavita: fotogalería de una travesía por el Adriático

Que no llueva mañana, que no llueva mañana, que no llueva mañana… Finalmente, nuestro mantra funcionó y, a modo de despedida, Cesenatico nos regaló una mañana de domingo apacible y soleada. Perfecta para navegar. Cuando llegamos al puerto-canal, a las nueve de la mañana, el sol, remolón y tímido, se hacía de rogar. Aun así, la ausencia de nubarrones en el cielo presagiaba que esta vez el paraguas no saldría de la mochila.

El Barchèt. Cesenatico

Allí estábamos los tres integrantes de dos piernas de la Camping PeopleSara, Alberto y la que narra el cuento- y nuestra mascota de cuatro patas, Kiba. Aunque escudriñaba el barco con recelo y husmeaba inquieto en tierra firme, sus ojos le delataban. Le podía la curiosidad y con su mirada parecía decirnos: “me da miedo el agua sí pero, si hay que subir al barco, se sube”. Kiba, nosotros, el resto de bloggers y nuestras maletas. ¿Maletas? Sí. Sara y yo teníamos el vuelo de regreso a Madrid a las 18:45 y, tras la experiencia del vuelo de ida -próximamente en tu pantalla-, decidimos cargar con ellas hasta que llegara el momento de coger el tren rumbo a Bolonia. Queríamos exprimir las horas que nos quedaban en suelo italiano y volver al camping para recogerlas suponía una pérdida de tiempo que no quisimos asumir.

Subiendo las maletas al barco. Así es la vida bloguera... Cesenatico

Hora de izar las velas. Cesenatico

Con Kiba a bordo. Cesenatico

Tras asistir a la ceremonia de izado de las velas a la antigua usanza, embarcamos en una de las joyas del Museo della Marineria de Cesenatico: un trabaccolo de 1925 construido en Cattolica, una localidad de la provincia de Rímini. ¿Su nombre? Barchèt. ¿Sus medidas? 13.40 metros de eslora y 3.80 metros de manga. ¿Su magia? Está perfectamente conservado y solo sale a navegar una vez al año. Salvo este 2013, claro.

Una vez a bordo, pusimos rumbo a mar abierto. Fotos y más fotos, charlas viajeras con los demás bloggers y con la tripulación, subir mis impresiones a las redes sociales… ¡Alto! Me habían mencionado en un tuit: “The crew sayd at @objetivo_viajar: ‘we aren’t on cruise! Why you have a luggage?” Yo no me percaté que uno de los marineros me había hecho ese comentario al subir las maletas al barco y fue la simpatiquísima Liliana Monticone quien inmortalizó en 81 caracteres el momento “¿si no estamos en un crucero por qué llevas equipaje?”.

Anécdotas 2.0 al margen, la travesía, como puedes imaginar, fue magnífica. Más aún para una sirena varada en Madrid que extraña muchísimo el Mediterráneo que baña Barcelona. Seguramente por esa ansia de mar que a veces me invade, en un momento dado decidí desconectar. Olvidar por unos minutos que si estaba allí era porque estaba trabajando. No más Facebook, ni Twitter, ni Pinterest… Era mi momento. Íntimo y personal. El Adriático y yo. Y en mi cabeza, sin previo aviso, empezaron a sonar las notas de una de las canciones más maravillosas que han escuchado mis oídos, Caruso, interpretada por el maestro entre maestros, Luciano Pavarotti. Esta fue la banda sonora que mi mente escogió para detener el tiempo.

Iniciamos la travesía por el Adriático. Cesenatico

Me encanta navegar. Cesenatico

Cesenatico desde el mar

Navegando con expertos. Cesenatico

Vista de Cesenatico desde el Barchèt. Cesenatico

Charlas viajeras y el mar. No se puede perdir más. Cesenatico

Embarcaciones en el puerto-canal de Cesenatico

Sara, Kiba y yo. El que se esconde tras la cámara es Alberto de XprimeViajes

Regresando a Cesenatico tras una experiencia increíble. Cesenatico