«Bécquer no era idiota, ni Machado un ganapán y por los dos sabrás que el olvido del amor se cura en soledad. A la ribera del Duero existe una ciudad. A la ribera del Duero, mi amor, te espero. Voy camino Soria, ¿tú hacia dónde vas?.»
Con permiso de Jaime Urrutia y compañía, y como buena hija de los ochenta, no he encontrado mejor forma para empezar este reportaje sobre la ciudad de Soria. Porque este tema de Gabinete Caligari la dibuja verso a verso, porque el sol tampoco calentaba cuando la visité a principios de diciembre, y porque, como no podía de ser de otra manera, era lo que sonaba en el coche cuando llegamos a este rincón castellano. Una pequeña capital de provincia que en invierno huele a leña y a castañas asadas, que cada fin de semana se rinde en masa al placer del cañeo y los pinchos, donde los poetas alzan su voz en cada esquina y el Duero es uno más de sus habitantes. Una ciudad nada vanidosa con motivos para serlo.
En esta primera etapa, voy a recorrer Soria siguiendo los pasos de Antonio Machado, las leyendas de Gustavo AdolfoBécquer y las rimas de Gerardo Diego, pararemos para ir de tapeo y descubriremos con tempo lento sus calles, parques, iglesias y plazas. ¿Y el Duero? El Duero, querido viajero, merece su propio capítulo.
La Soria de Machado
Antonio Machado llegó a Soria para ocupar la cátedra de francés del que hoy es su instituto en un vagón de tercera y ligero de equipaje. Corría el año 1907. Poco a poco, el indulgente profesor se fue adaptando al tranquilo ritmo del día a día soriano entre sus aprobados, aprobadillos y aprobadejos. Un año después se trasladó a la casa de huéspedes de doña Isabel Cuevas donde conoció a su hija, Leonor Izquierdo. Una niña de trece años que le robó el corazón. A golpe de cartas de amor consiguió conquistarla y, salvando la desaprobación de la familia, la pareja se casó en el verano de 1909. Él tenía 34 años, ella 15. Dos años más tarde, el matrimonio se trasladó a Paris pero allí Leonor contrajo tuberculosis y decidieron volver a Soria para ver si allí mejoraba. No fue así y en agosto de 1912 la joven Leonor falleció. Tras su muerte, Machado abandonó Soria.
Años después, Machado expresó en una carta lo que significaron estos cinco años en Soria: «Si la felicidad es algo posible y real -lo que a veces pienso- yo la identifico mentalmente con los años de mi vida en Soria y con el amor de mi mujer». De esos días a nosotros nos queda su legado, Campos de Castilla, y una emotiva ruta para descubrir los rincones vinculados al poeta de la Generación del 98:
Instituto Antonio Machado. En pleno caso urbano, al lado de las antiguas murallas de la ciudad, está el instituto en el que Machado impartió clases durante cinco años. Aún se conserva un aula tal y como la dejó el poeta. Otro de sus ilustres profesores fue Gerardo Diego quien años más tarde enseñaría literatura en este mismo lugar.
Iglesia de Santo Domingo. Esta iglesia en mi opinión es una de las más bonitas de Soria. Un templo románico del siglo XII cuya fachada está presidida por un gran rosetón y por escenas bíblicas del Génesis y de la vida de Cristo. Aquí es donde acudía Leonor a rezar los domingos y aquí es donde acuden oriundos y foráneos para comprar los dulces que elaboran sus actuales moradoras, las monjas clarisas.
Casino Círculo Amistad Numancia. Si nos acercamos hasta la calle principal de Soria, El Collado, fácilmente daremos con la estatua de Gerardo Diego que preside la entrada al Casino Círculo Amistad Numancia. Antaño, este hermoso edificio del XIX albergaba dos instituciones que acabaron fusionándose: el Casino de Numancia, fundado en 1.848 por miembros de la burguesía soriana, y el Círculo de la Amistad en el que se reunía el pueblo llano. Por este histórico escenario de tertulias desfilaron las grandes figuras de nuestra literatura entre las que destaca, una vez más, la terna Machado, Bécquer y Gerardo Diego. De hecho, en la planta superior hay un museo dedicado a ellos. El acceso a la cafetería es libre de 10 a 14h. y de 20:30 a 23h. por lo que te aconsejo que te tomes algo allí si en el colegio, como yo, memorizaste algunos de sus poemas. Abre bien los ojos, recítalo en tu mente y siente como la historia te cala hasta los huesos.
Plaza Mayor. En la Plaza Mayor de Soria, sobria y castellana como ella sola, se encuentra la Iglesia de Nuestra Señora de la Mayor, donde el poeta y su amada Leonor contrajeron matrimonio, y el Palacio de la Audiencia que luce en su fachada el famoso reloj que tantas veces inspiró a Machado. Los otros edificios destacables que acuñan su perfil son el Palacio de los Doce Linajes -actual Ayuntamiento- y la Casa del Común. El arco que atraviesa esta casa, conocido como Arco del Cuerno, es por donde entraban y salían los toros cuando la plaza hacía de coso.
Paseo y Ermita del Mirón. Cuando regresaron de París, la pareja alquiló una casita en el Paseo del Mirón para que Leonor pudiera respirar aire puro y recuperarse. Aconsejados por el médico, cada día paseaban hasta la ermita barroca del mismo nombre. Un trayecto rodeado de árboles y envuelto en silencio que desde entonces quedó ligado a sus vidas. Si sigues el pequeño camino que hay detrás de la ermita, enseguida llegarás al mirador de Los Cuatro Vientos desde el que se divisa una de las mejores vistas de Soria: su caprichosa orografía, los márgenes del Duero, el puente, la imponente silueta del Monasterio de San Juan de Duero… Fíjate en el monumento que lo preside, son las siluetas de la pareja.
Si tienes ocasión, intenta visitar la ermita por dentro. No tiene un horario fijo de apertura ya que la encargada de su mantenimiento es una seglar que, si el tiempo lo permite, suele abrirla por las tardes. Nosotros estábamos alojados en el Hotel Leonor Mirón, justo enfrente, y no fue hasta el último día, con el coche ya cargado, que vi su puerta abierta. No sé si fue por lo emocionada que entré o por llevar una cámara en la mano pero el caso es que la buena mujer nos la enseñó de arriba a abajo y hasta nos recitó con orgullo el Romance Mudo a Nuestra Señora del Mirón. ¿Un momento mágico? Sin duda y, como suele ser, protagonizado por las gentes del lugar, esos personajes que te encuentras por capricho del azar y que te enriquecen como viajero y como persona.
Iglesia del Espino, olmo seco y cementerio. Dicen que la patrona de la ciudad guarda el sueño eterno de Leonor en su iglesia, un imponente edificio del siglo XVI, situado muy cerca del otro cerro de la ciudad, el del Castillo. En su atrio está el olmo seco. Un olmo viejo, hendido por el rayo y en su mitad podrido del que Machado espera otro milagro de la primavera. Y unos pasos más allá, el cementerio donde reposan los restos de su esposa. En su sencilla lápida podemos leer: A Leonor, Antonio.
En la tapia de enfrente hay un buzón con el nombre de Leonor para que los que lo deseen puedan dejar sus cartas y poesías siguiendo la misma iniciativa que se llevó a cabo en el cementerio de Coillure donde descansa Machado. Es inevitable preguntarse… ¿Dónde irán a parar esas cartas? ¿Quién las leerá?
La Soria más nobiliaria
Alrededor de la ya mencionada calle El Collado, por donde pasean, compran y se dejan ver los sorianos, se articula un centro histórico que lucha por mantener el esplendor de la Soria medieval. Un pasado ya lejano que podemos revivir en calles nobiliarias como la calle Real y Zapatería, en la calle Aduana Vieja -con los Palacios de los Ríos y Salcedo, del Vizconde de Eza o de Don Diego Solier- y en la calle Caballeros donde, además de mansiones y casonas de alta alcurnia, se encuentran el Palacio de la Diputación y la iglesia de San Juan de Rabanera. Este templo, declarado Monumento Nacional, es un bello ejemplo del románico más sobrio y castellano.
Como enumerar todos los conventos, casonas y edificios civiles que encontramos por toda la ciudad podría ser eterno, te dejo con dos recomendaciones finales: el Palacio de los Condes de Gómara, hoy Audiencia Provincial y joya de la arquitectura civil soriana, y la Concatedral de San Pedro, Monumento Nacional que conserva el claustro románico del templo primitivo.
De tapas por Soria
Los sorianos son gente de calle. Están acostumbrados al frío y por muy bajas que sean las temperaturas, el momento caña no lo perdonan. Sobre todo los domingos, a la hora del aperitivo, cuando es prácticamente imposible encontrar hueco en cualquier barra ni en las mesas de la calle. Además de en la Plaza Mayor, el cañeo se concentra en dos plazas. Oficialmente son la Plaza Ramón Benito Aceña (Herradores para los de casa) y la Plaza San Clemente (El Tubo). Por cierto, en la Plaza de Ramón Benito Aceña vivieron los hermanos Bécquer y Gustavo Adolfo sufrió el dolor del adulterio de su esposa. Al igual que Machado, el poeta sevillano se sintió profundamente atraído por esta tierra que inmortalizó en alguna de sus Leyendas más populares como El rayo de luna o El monte de las Ánimas.
Volviendo al tema que nos ocupa, aquí tienes una selección de locales en los que se tapea de vicio:
Bar Poli (Plaza San Clemente, 3.) Un bar de toda la vida que se pone hasta la bandera. Las tapas están buenísimas, los preciosos son baratos (2€ tapa y caña) y el ambiente es el que se espera en este tipo de locales: comandas a voz en grito, botellines y cañas arriba y abajo y el mismo estrés que se respira en la ciudad, cero. Imprescindibles: champiñones y cojonudos.
Bar Patata (Plaza, San Clemente, 1). Con ese nombre no hace falta mucha más explicación pero te lo confirmo, aquí se viene a comer raciones que llevan patatas y pinchos tan originales como el solomillo de canguro o las mini hamburguesas de kobe.
Antigua Casa Apolonia (Plaza Ramón Benito Aceña, 8). En el bar más antiguo de Soria (1850) lo propio es pedir una ración de calamares. ¡Riquísimos!
Mesón Castellano (Plaza Mayor, 2) La barra del Mesón Castellano es el paraíso de las tapas: montaditos, ensaladillas, chorizo y, sobre todo, torreznos. Los mejores que he probado en Soria. A destacar: siempre es agradable que te sirvan camareros de la vieja escuela.
Tres últimas tentaciones: para comer comer, el propio Mesón Castellano y el Asador Ecus donde preparan un cochinillo y un cordero asado delicioso (Numancia, 4). Y para tomarte un buen chocolate con churros o cualquier exquisitez artesana preparada con la famosa mantequilla de Soria, la Pastelería Nueva York (El Collado, 16).
La Soria verde
Responde al nombre de Alameda de Cervantes pero todo el mundo lo llama La Dehesa. Es el corazón verde del casco urbano la ciudad. Un auténtico jardín botánico, con más de cien especies vegetales, cuajado de rincones con nombre propio. Como la ermita de la Soledad, con su Cristo del Humilladero, la Fuente del Niño, la pradera o la rosaleda. Una nota curiosa: los columpios de la zona de juegos infantiles fueron un regalo de la productora Metro Goldwyn Mayer tras rodar en Soria la película Doctor Zhivago.
También merece le pena subir hasta el Parque del Castillo para disfrutar de las preciosas panorámicas que nos ofrece y ver los restos de lo que fue una gran fortaleza capaz de dar cobijo a gran parte de la población. Alrededor de las pocas ruinas que quedan nació este parque que domina la ciudad. Enseguida reclama nuestra atención la estela plateada del Duero, unos arcos románicos y una ermita situada a orillas del río. Ellos serán los protagonistas de la segunda entrega de mi paso por Soria.
Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás que soy una enamorada de Londres. La capital británica ejerce sobre mí tal poder de atracción que cualquier momento del año me parece perfecto para volver a pisar sus calles. Aún así, me he entretenido seleccionando algunos de los principales eventos que tendrán lugar en Londres este año. Exposiciones, festivales, musicales, citas deportivas… Seguro que encuentras más de un motivo para hacer las maletas y poner rumbo a la que en mi opinión es una de las ciudades más cool del planeta. Comenzamos.
EXPOSICIONES
La cultura es uno de los puntos fuertes Londres y a lo largo de este año sus principales museos nos proponen una serie de exposiciones muy interesantes. Para muestra, siete recomendaciones que darán mucho que hablar:
Los girasoles. Dos de las cinco versiones de Los girasoles de Van Gogh se reúnen por primera vez en Londres desde hace 65 años. Una oportunidad fantástica para comparar estas dos obras de arte y descubrir un nuevo estudio científico sobre ellas.
Belleza extraña: maestros del renacimiento alemán.A través de obras de Hans Holbein el joven, Alberto Durero y Lucas Cranach el viejo, esta exposición nos plantea una mirada renovada al renacimiento alemán que pone de manifiesto la originalidad y expresividad de estos artistas del siglo XVI.
Veronés: magnificencia en la Venecia renacentista. Esta es la primera exposición monográfica sobre este pintor italiano que se celebra en el Reino Unido. Una selección de las 50 obras más importantes de uno de los maestros más importantes de la pintura veneciana del siglo XVI.
Rembrandt: los años finales.Compuesta de 40 pinturas, 20 dibujos y 30 grabados procedentes de museos europeos y norteamericanos, esta exposición muestra los últimos trabajos del artista holandés.
Richard Hamilton.Retrospectiva dedicada a Richard Hamilton, uno de los artistas británicos más influyentes del siglo XX y uno de los fundadores del pop art. Esta muestra incluye sus representaciones de celebridades como Mick Jagger, Bing Crosby y Marilyn Monroe, entre otros. Por cierto, ¿sabías que fue el diseñador de la cubierta del White Album de The Beatles?
Vikingos, vida y leyenda.El universo vikingo llega al Museo Británico con la primera exposición en tres décadas dedicada a esta cultura: armas, joyas, monedas, imágenes religiosas, amuletos… La pieza principal de esta exposición es un barco vikingo de guerra de 37 metros, el mayor encontrado hasta ahora.
Bailey’s Stardust. Si te gusta la fotografía, no deberías perderte la exposición de David Bailey, uno de los más importantes fotógrafos de moda y sociedad. Él personalmente ha seleccionado las más de 250 imágenes de esta exposición entre las que se encuentra un retrato de Kate Moss nunca expuesto hasta ahora.
Tips de viaje: Del 15 al 17 de mayo Londres celebra la Noche de los Museos. Numerosas galerías de arte, museos y otros espacios culturales abrirán sus puertas hasta altas horas de la noche, combinando sus exposiciones con una atractiva agenda de eventos musicales, performances, guías teatralizadas, etc. Además, con motivo de la conmemoración del centenario de la Primera Guerra Mundial, en Londres se celebrarán numerosos eventos rememorativos. La sede de los IWM (Museos Imperiales de la Guerra) volverá a abrir en el mes de julio tras su renovación y presentará Truth and memory, la primera retrospectiva sobre este conflicto en un siglo.
SHOW MUST GO ON
Debo confesar que tengo una cita pendiente con Londres: ver un musical en el West End. Les Misérables, Billy Elliot, The Phantom of the Opera, Mamma Mia!… Revisando la escena teatral londinense, las producciones que más me han llamado la atención, además de los clásicos citados anteriormente, son:
King Lear (National Theatre). Coincidiendo con el 450 aniversario del nacimiento de Shakespeare, el aclamado director Sam Mendes estrena su producción El Rey Lear, protagonizada por Simon Russell Beale.
The Full Monty (Noel Coward Theatre). Todo el mundo conoce la historia de estos seis obreros en paro que se lían la manta a la cabeza y acaban trabajando como strippers. Esta tragicomedia basada en una película del mismo título llega al West End tras su gira por Gran Bretaña.
Miss Saigon (Prince Edward Theatre). Después de 15 años de ausencia, vuelve a Londres uno de sus musicales más populares, Miss Saigon, la historia de amor entre un soldado estadounidense y una joven vietnamita que se ve obligada a trabajar en un sórdido local.
I Can’t Sing! The X Factor Musical (London Palladium). 19 canciones originales dan forma a este espectáculo que nos ofrece una mirada cómica irreverente y anárquica centrada en el mundo de los reality televisivos. Tanto para fans como para escépticos de Factor X.
MUSIC FESTIVALS
Con la llegada del verano, Londres se convierte en un enorme escenario y este año no va a ser una excepción. ¿Nos vamos de festivales?
Yahoo! Wireless Festival (Queen’s Elizabeth Park. 4-5-6 julio). Este festival, que se desarrolla en el parque Olímpico de Londres y de forma simultánea en Birmingham, es uno de los favoritos de los londinenses aficionados al pop y al hip hop. Aunque a fecha de hoy todavía no hay artistas confirmados, las entradas ya están a la venta.
British Summer Time Hyde Park (Hyde Park. 6 y 12 de julio). Neil Young & Crazy Horse, la banda de Brooklyn The National, McBusted y The Backstreet Boys son algunos de los artistas que se dejarán ver y, sobre todo, escuchar en uno de los mejores parques urbanos del planeta, Hyde Park.
Lovebox (Victoria Park. 18 y 19 de julio). Durante dos días, el Lovebox se adueña de Victoria Park. Empezó siendo una cita básicamente dance pero, desde su primera edición en 2002, el indie, el rock y el pop también forman parte de este festival de música al aire libre.
Reading Festival (Reading. 22-24 de agosto). Para asistir al que muchos consideran el principal festival de música rock de Gran Bretaña, tendrás que desplazarte hasta Reading (25 min. en tren desde Londres). ¿El cartel de este año? Hasta la fecha están confirmados los americanos Blink-182, el británico de moda Jake Bugg, Disclosure, Metronomy, Of Mice & Men, Wilkinson y I Am Legion. Su festival mellizo se celebra en Leeds el mismo fin de semana.
Si no puedes acudir a estas citas, no te preocupes. Londres es la ciudad de la música y en cualquier momento puedes disfrutar de un buen concierto o de una noche de fiesta en salas como Fabric, Heaven, la Electric Ballroom o la Roundhouse -ambas en Camden- o en la O2 Academy de Brixton, por citar solo algunas. Échale un vistazo a la London Music Guide. Blues, indie, jazz, pop, reggae, rock…
CITAS DEPORTIVAS
Si lo tuyo son los eventos deportivos, déjame tentarte con estas sugerencias:
The Boat Race (6 de abril). La regata Oxford-Cambridge es una de las citas más populares del calendario deportivo de la ciudad. Cada año miles de personas abarrotan las orillas del río Támesis, desde Putney hasta Mortlake, para ver competir a los equipos de estas dos universidades durante cuatro millas y cuarto de infarto.
Campeonato de tenis de Wimbledon (Del 23 de junio al 6 de julio). Cada día del torneo se ponen a la venta unas 500 entradas para la pista central, la nº 1 y la nº 2, y varios miles de entradas para el resto de las canchas. Eso sí, conseguir una no es tarea fácil ya que la gente hace cola toda la noche. De todos modos, si quieres hacerte una idea del ambiente del campeonato, puedes visitar el estadio y el museo de Wimbledon en cualquier época del año.
Final de la Clipper Round the World (Muelles de Santa Catalina. Finales de julio).Los participantes de la regata oceánica más larga del mundo llegarán a Londres después de recorrer 40.000 millas y visitar 14 puertos en seis continentes.
LA WORLDCON ATERRIZA EN LONDRES
Miles de fans se desplazarán hasta la capital británica para asistir a los numerosos debates, talleres y lecturas que componen el programa de la LonCon 3, la Convención Mundial de Ciencia Ficción 2014. Esta convención, la primera que se celebrará en Londres desde 1965, se centrará en la literatura de fantasía y ciencia ficción pero también habrá eventos para los aficionados al mundo del cómic, a la ficción para adultos y al cosplay. ¿Sólo para frikis? Depende de cómo lo veas. La cita es del 14 al 18 agosto en el centro de convenciones internaciones ExCel (Docklands).
FECHAS DESTACADAS
Para finalizar y por si aún te faltan razones para viajar a esta ciudad durante este 2014 que acabamos de comenzar, te dejo con una serie de fechas en las que, personalmente, me encantaría estar en Londres. Como el St. George’s Day, momento en que Londres rinde homenaje al patrón de Inglaterra con multitud de actividades gratuitas (23 de abril), el famosísimo Carnaval de Notting Hill, que se celebra el último fin de semana de agosto y que llena de color y vida las calles de este barrio, la Bonfire Night, cuyos fuegos artificiales y hogueras conmemoran el día en el que Guy Fawkes fue arrestado con 30 barriles de pólvora con los que pretendía volar la sede del parlamento de Londres -5 de noviembre-, y, cómo no, la Navidad. El encendido del árbol de Trafalgar Square, las pistas de patinaje sobre hielo, los mercadillos, el espectáculo pirotécnico de fin de año, el impresionante desfile de Año Nuevo…
Ya has visto que Londres siempre tiene algo que ofrecer. ¿Miramos el calendario y buscamos un vuelo? Como dice Madness, we are London.
Aunque hace años que quería subir y surcar el cielo de Madrid en una de sus cabinas, no fue hasta estas pasadas navidades que me animé a conocer la imagen que ofrece la capital desde las alturas. Mis padres habían venido a visitarme, el tiempo no acompañaba como para dar largos paseos y me pareció una forma original de pasar una mañana haciendo algo que muchos madrileños reconocen no haber hecho nunca: subir al Teleférico.
El Teleférico de Madrid
Debo confesar que, a priori, no pensaba que meciera mucho la pena pero estaba equivocada. La experiencia de sobrevolar Madrid a lo largo de dos kilómetros y medio, jugando a descifrar su skyline y disfrutando de unas preciosas panorámicas, me gustó mucho, tanto como para recomendártela si buscas una forma distinta y relajada para empezar a descubrir la ciudad. A vista de pájaro.
El Teleférico, construido por la empresa suiza Von-Roll en 1969, lleva más de cuarenta años en funcionamiento uniendo el centro de la ciudad con su impresionante pulmón verde, la Casa de Campo. Aunque la mayoría de visitantes inician el trayecto en la estación de Rosales, situada en la confluencia de las calles Paseo del Pintor Rosales con la calle Marqués de Urquijo y con el Paseo de Camoens, nosotros optamos por ir en coche hasta la Casa de Campo y empezar allí nuestro viaje aéreo.
Un recorrido de once minutos de duración que para mí supuso un viaje al pasado, cuando también en compañía de mis padres sobrevolaba Barcelona a bordo de otro teleférico, el del puerto. Era otra ciudad sí, otro paisaje el que discurría a mis pies y, sobre todo, otra fecha en el calendario, pero la sensación prácticamente era la misma. ¿Cosas de la Navidad? Tal vez, pero el aspecto retro de las cabinas y de las estaciones, en las que el tiempo parece haberse detenido, junto a la locución, en mi opinión más propia de otra época, me trasladaron de un plumazo a mi niñez.
Impresiones personales al margen, lo cierto es que este paseo por las nubes por el oeste madrileño, a 40 metros sobre el nivel del suelo, no decepciona. A un ritmo pausado -su velocidad es de 3’5 metros por segundo-, Madrid nos va mostrando su faceta más monumental, con el Palacio Real, la Catedral de la Almudena, la Basílica de San Francisco el Grande o la ermita de San Antonio de la Florida; su perfil más moderno, en el que destaca la silueta de los rascacielos más altos de España (Cuatro Torres Business Area), y su cara más verde protagonizada por el Parque del Oeste, la Rosaleda, los Jardines del Campo del Moro, Madrid Río y el Manzanares y la propia Casa de Campo. ¿Un detalle? Aunque la capacidad de las cabinas es de seis plazas, no las llenan al completo por lo que si quieres ir con tu pareja en plan romántico, los dos solos, puedes hacerlo.
Cuando llegamos a la estación de Rosales, paseamos por el Parque del Oeste hasta llegar al Templo de Debod. Este templo, de 2.200 años de antigüedad, fue un regalo de Egipto a España en agradecimiento por el apoyo prestado en el salvamento de los templos de de Abu Simbel y es el único de sus características que hay en nuestro país. Para que te hagas una idea del frío que hacía, fíjate en el agua del estanque. ¡Está prácticamente congelada! Tip de viaje: detrás del templo hay una balconada desde la que se divisa una de las mejores puestas de sol de Madrid.
En el trayecto de vuelta, el sol hizo acto de presencia y nos permitió disfrutar con más claridad de las vistas que nos envolvían a derecha e izquierda. He estado muchas veces en la Casa de Campo pero te aseguro que solo desde el aire puedes hacerte una idea de la inmensidad de este parque urbano. Más de 1.722 hectáreas, pobladas de encinas, pinares y sotos, que sirven de válvula de escape del frenético ritmo de la ciudad y que albergan instalaciones deportivas y de ocio como el lago, el Zoo Aquarium y el Parque de Atracciones.
Nuestra experiencia en Teleférico concluyó tomando un café con leche en la cafetería-restaurante que hay en la planta superior de la estación de la Casa de Campo. Su mirador es una parada obligada si quieres seguir disfrutando de esta gran urbe pero esta vez con los pies en el suelo.
En algún sitio he leído que desde su inauguración el Teleférico ha sido utilizado por más de ocho millones de pasajeros. ¿Te animas a ser tú el siguiente?
Cómo llegar al Teleférico
Estación Teleférico Rosales (Paseo del Pintor Rosales, s/n. Madrid). Transporte público: Metro Argüelles (L3, L4 y L6). Líneas 21 y 74 de autobús. En coche: Aparcamiento gratuito en la calle Jacinto y Francisco Alcántara.
Estación Teleférico Casa de Campo (Cerro Garabita, s/n. Madrid). Transporte público: Metros Batán y Lago (L10). Línea 33 de autobús. En coche: Salida A5-Casa de Campo-Parque de Atracciones-Zoo. Aparcamiento gratuito en la Plaza de los Pasos Perdidos.
Horarios:
Aquí puedes consultar el calendario con el horario de apertura del Teleférico. Las últimas cabinas salen desde cada estación 15 minutos antes del cierre. La cafetería-restaurante y el mirador del Teleférico, situados en la estación de Casa de Campo, están abiertos de manera ininterrumpida mientras funciona el Teleférico.
Precios del Teleférico:
En la página web del Teleférico puedes comprar las entradas para cualquier día de la temporada. Recuerda imprimir tus billetes para tener un acceso preferente a las cabinas sin necesidad de pasar por taquilla.
Billete de ida 4,00€
Billete de ida y vuelta 5,75€
Billete de ida y vuelta comprando online con al menos 7 días de antelación 5,15€
Menores de 3 años Gratis
* También puedes comprar una entrada combinada que incluye el billete y un menú en la cafetería de la estación de la Casa de Campo.
Planifica tu visita al Teleférico
Los menores de 14 años deben viajar acompañados de un adulto.
Está permitido montar bicis en la cabina sin pagar ningún tipo de suplemento y viajar con mascotas siempre que vayan en su transportín.
También se pueden subir cochecitos de niño que sean plegables. De todos modos, en ambas estaciones hay un aparcamiento de cochecitos gratuito con cadena y llave para que puedas dejarlo.
Durante el pasado puente de diciembre, por fin he podido conocer un destino que tenía pendiente desde hace mucho tiempo. Te hablo de Soria, esa pequeña gran desconocida, situada en el este de Castilla y León, que las plumas de Bécquer, Machado y Gerardo Diego inmortalizaron para siempre. Han sido solo tres días que realmente me han sabido a poco pero suficientes para descubrir el gran atractivo de estas tierras vertebradas por el Duero. Quería conocer su encantadora capital, sumergirme en la historia recorriendo el yacimiento arqueológico de Numancia y, sobre todo, comprobar con mis propios ojos si cuanto había leído sobre la Laguna Negra era cierto.
Rumbo a la Laguna Negra
A medida que nos acercábamos a Soria, la carretera se difuminaba entre espesos bancos de niebla que, junto a las bajísimas temperaturas que marcaba el termómetro del coche, casi nos hacen desistir en el intento de subir a la laguna. Pero la ilusión y el espíritu aventurero ganaron la partida y enfilamos los 50 kilómetros que separan Soria capital y el Parque Natural Laguna Negra y Circos Glaciares del Urbión.
El trayecto desde Soria hasta la laguna es realmente bonito ya que atraviesa el pinar del monte Valonsadero y pasa al lado del embalse de la Cuerda del Pozo. Un mar de agua dulce rodeado de bosques y montañas también llamado embalse de la Muedra, en memoria del pueblo que quedó anegado por el pantano en 1941. Este embalse, el único que regula el río Duero en su cabecera, abastece de agua a la ciudad de Soria y en verano es uno de los lugares preferidos por los sorianos ya que se puede practicar todo tipo de deportes náuticos, pescar y además cuenta con una serie de playas como la famosa Playa Pita. Unos kilómetros más adelante, con la compañía de las vacas al borde de la carretera, se llega al pueblo de Vinuesa desde donde parte una pista forestal que desemboca en el aparcamiento de la Laguna Negra.
Cuando llegamos enseguida nos dimos cuenta que no éramos los únicos que habían decidido empezar el puente visitando la Laguna Negra. De hecho, el parking estaba hasta la bandera y nos tocó aparcar en un lateral de la carretera. Nada más bajar del coche empezamos a intuir el encanto del entorno. La frondosa vegetación de los pinos centenarios y hayas, los matices cromáticos, pequeños arroyos casi congelados y un manto de nieve cubriendo los laterales del camino. Una explosión de naturaleza en estado puro.
Para entrar en calor, tomamos un café con leche en la pequeña cabaña de madera que hay al inicio de la ruta. Allí nos informaron de la campaña de recogida de firmas que han puesto en marcha los hosteleros de Vinuesa para exigir que la limpieza de la nieve en los accesos a la Laguna Negra se mantenga durante todo el periodo invernal y no sólo en fechas señalas. Por supuesto, firmamos para contribuir a fomentar las visitas a uno de los parajes más hermosos de España que he visto hasta la fecha.
Justo enfrente de la cafetería está la parada del autobús público que recorre los 1.800 metros que hay desde el parking hasta la laguna. El precio de ida y vuelta es de 1,20 euros. ¿Lo cogimos? La respuesta es que sí. Pero no por vaguería sino por llegar antes. Cada vez iba llegando más gente -más de 400 personas según leímos en la prensa al día siguiente- y queríamos disfrutar de la laguna con toda la tranquilidad que fuera posible.
Desde donde nos dejó el autobús hay poco menos de 300 metros hasta llegar a los pies de la laguna. Imagino que en primavera y verano este trayecto se debe cubrir en un pispás pero la nieve y las placas de hielo que cubrían el sendero, sobre todo en el último tramo, lo hacían prácticamente intransitable. Todos íbamos en fila india, agarrados a las barandillas y casi sin levantar la vista del suelo para evitar una mala caída.
Ni que decir tiene que el pequeño esfuerzo valió la pena. La Laguna Negra, encajada a unos 2.000 metros de altura, entre paredes de oscura roca gris y farallones, es un lugar fascinante y mágico en el que el tiempo parece haberse detenido. Su poderosa grandeza enseguida me envolvió y un escalofrío de emoción recorrió todo mi cuerpo. Estaba helada, teñida de blanco, y todos los adjetivos que había oído de ella se quedaban cortos para expresar tanta belleza.
Hace unos dos millones de años, la Laguna Negra estaba dentro de un glaciar que se iniciaba en las proximidades del Pico Urbión y que descendía por el cinturón rocoso que la circunda hasta llegar al valle del Revinuesa. Los acantilados, al encontrarse más expuestos al sol, fueron sometidos a sucesivos hielos y deshielos que provocaron el desprendimiento de los grandes bloques de piedra que se ven sobre la laguna. Pero la Laguna Negra no es la única laguna glaciar de la sierra de Urbión. Hay dos más, la Larga y la Helada, que se encuentran a mayor altitud.
Bordeando la laguna hay una serie de pasarelas de madera, salpicadas de miradores, en los que puedes perder la noción del tiempo haciendo fotos y disfrutando del juego de sombras y luces que se reflejan en sus heladas aguas. Nos hubiera gustado llegar al sendero que culmina en una de sus cascadas pero el espesor de la nieve -a mí me llegaba hasta las rodillas- nos lo impidió. Lo que sí pudimos hacer, con mucha cautela, fue llegar hasta la orilla para admirar este espectacular paraje natural desde otra perspectiva y, de paso, dar unos pasos sobre su superficie congelada.
Siguiendo el consejo de los agentes medioambientales, la vuelta la hicimos por la senda del Arroyo de la Laguna ya que el camino estaba en mejores condiciones. Para volver al parking esta vez no cogimos el autobús. Ya no era necesario. Yo tenía mis fotos y la avalancha de personal que seguía llegando a la laguna ya no era un problema. Así que iniciamos el descenso con toda la calma del mundo, disfrutando de un paisaje agreste que guardaré en mi memoria toda la vida.
Una de las muchas leyendas que envuelven a esta laguna cuenta que se llama Laguna Negra porque el lago no tiene fondo y de ahí su color oscuro, pero en realidad su nombre obedece al reflejo que provocan en sus aguas las enormes rocas que la cercan. Será cuestión de comprobarlo en primavera, porque volver, pienso volver.
Cómo llegar a la Laguna Negra desde Soria capital:
Desde Soria a la Laguna Negra hay 50 kilómetros. Tienes que coger la N-234 dirección Burgos hasta llegar a Cidones. Al final de este pueblo, hay que tomar el desvío a mano derecha dirección Vinuesa. Cerca de esta localidad ya verás los letreros que indican el camino hasta la Laguna Negra.
Tal vez porque parece ser que el frío ha decidido instalarse definitivamente en Madrid o por pura y dura morriña, hoy quiero hablarte de una de las cosas que más me gustaba hacer en Barcelona por estas fechas: pasear por sus playas. Los que me conocen saben que no soy muy aficionada a ir a la playa en verano y que no aguanto más de cinco minutos tumbada al sol. Soy más bien de las de un buen baño y al chiringuito a leer la prensa. En cambio, en otoño, la cosa cambia. Me encanta abrigarme y rendirme al placer de pasear por la arena, con los pantalones remangados, dejando que la brisa golpee mi cara y con la mejor banda sonora que puedo imaginar, el rumor de las olas. Un partido de voley-playa con los amigos y una buena paella frente al mar. ¿Quién dijo que las playas sólo son para el verano?
Viendo lo estupendo que luce en la actualidad el litoral de Barcelona, cuesta creer que durante mucho tiempo la ciudad viviera prácticamente de espaldas al mar. Y es que hasta la primera mitad del siglo XX, a excepción de la playa de la Barceloneta, buena parte de la costa era un enjambre de fábricas y guetos marginales con unos niveles de degradación considerables. El gran cambio llegó a raíz de los Juegos Olímpicos de 1992. La celebración de las Olimpiadas no sólo puso a Barcelona en el punto de mira internacional sino que supuso una reestructuración de todo su litoral que se completó con la últimas intervenciones realizadas con motivo del Fórum Universal de las Culturas de 2004. ¿El resultado? Una ciudad abierta al mar con casi cinco kilómetros de playas accesibles que nos que invitan a disfrutar del Mediterráneo durante todo el año.
Barcelona playa a playa
Barcelona cuenta con 10 playas muy bien comunicadas gracias al transporte público. A primera vista pueden parecer todas iguales, con su arena fina y dorada y sus aguas poco profundas, pero si me acompañas en este paseo pronto comprobarás que cada una de ellas tiene su propia personalidad, su ambiente y su público. Te propongo un trayecto de sol y playa, sí, pero también un recorrido por la historia de Barcelona y su relación con el mar.
Si iniciamos este paseo por el sur, la primera playa que nos encontramos es la de Sant Sebastià, una de las más antiguas y tradicionales de la ciudad. Como curiosidad te diré que aquí se instalaron los primeros establecimientos de baño que se abrieron en Barcelona a mediados del siglo XX. Uno de los más populares eran los baños de San Sebastián ya que fueron los primeros en crear una zona de baño en la playa que podían frecuentar tanto hombres como mujeres. ¡Toda una revolución en aquellos tiempos!
Hoy en día, la fisonomía de esta playa está marcada por la presencia del hotel W Barcelona que desde 2009 ya forma parte del skyline de la ciudad. A muchos les parece una atrocidad ya que atenta contra la ley de costas y a otros, en cambio, les encanta ver esta enorme vela ondeando estática sobre el cielo de Barcelona. Polémicas al margen, lo cierto es que desde las inmediaciones de este hotel se divisa una preciosa panorámica de la costa. Tip de viaje: hablando de vistas espectaculares, en el Passeig Joan de Borbó puedes coger el Teleférico del Puerto, un trasbordador aéreo que enlaza el puerto con el Mirador de Miramar, en la ladera de Montjuic.
Tras rebasar los 420 metros de la playa de Sant Miquel, llamada así por la cercana iglesia de Sant Miquel del Port, llegamos a la playa de la Barceloneta,una de las más populares y animadas de Barcelona. Como está muy cerca del centro, aquí los turistas acuden en masa ya que está llena de chiringuitos y locales para tomar una copa. También cuenta con muchos equipamientos deportivos y de ocio como pistas de voley-playa y zonas de juegos infantiles, además de varias tiendas que alquilan equipos de surf y bicicletas.
La playa de la Barceloneta toma su nombre del barrio más marinero de Barcelona ya que los pescadores fueron los primeros en establecerse en esta zona de la ciudad. Afortunadamente, la Barceloneta aún conserva ese aire de pueblo que siempre la ha caracterizado. Calles estrechas, fachadas ennegrecidas por el salitre, ropa tendida en los balcones…. Un barrio humilde, sí, pero, pero muy auténtico y atractivo, en el conviven comercios de toda la vida, viejas bodegas y bares, junto a algunos de los mejores restaurantes de la ciudad para comer pescado y marisco fresco. Dos tips gastronómicos: en el restaurante Can Solé, todo un clásico de Barcelona, preparan un delicioso arroz caldoso con bogavante. No es barato pero merece la pena (C/ Sant Carles, 4). Una opción mucho más económica la encontrarás en Can Paixano, una tasca muy conocida por su bocadillos y sus vinos espumosos a precios populares. Lo malo es que siempre está hasta la bandera (Carrer de la Reina Cristina, 7).
Siguiendo rumbo hacia el norte, nos encontramos con la playa del Somorrostro. Hasta el 2010 este tramo del litoral formaba parte de la playa de la Barceloneta pero el ayuntamiento decidió, en un acto de memoria histórica, cambiarle el nombre para recordar que aquí hubo un barrio chabolista en el que malvivían miles de barceloneses. Entre ellos Carmen Amaya, la bailaora de flamenco más famosa de todos los tiempos. Este barrió fue derribado en 1966 coincidiendo con la visita de Franco a Barcelona para asistir a unas maniobras navales.
Por suerte, aquellos días ya han quedado para la posteridad y la imagen que nos ofrece es bien distinta. Una playa moderna y cosmopolita que se extiende a los pies del pez metálico diseñado por el arquitecto Frank Gehry. Tip de viaje: si quieres vivir una experiencia original y divertida, a pie de playa está el Icebar, un bar de hielo en el que podrás tomarte una copa a 5 grados bajo cero. ¿Más opciones? Los clubs Shoko y Sotavento.
Entre las playas de Somorostro y la Nova Icària está el Port Olímpic que se construyó para albergar las competiciones de vela de los Juegos Olímpicos del 92. Desde entonces, se ha convertido en una de las zonas de ocio más populares de la ciudad tanto de día como de noche gracias a su variada oferta de restaurantes y a su animada vida nocturna. Aquí están los dos rascacielos más altos de Cataluña, el Hotel Arts y la Torre Mapfre.
Pasado el Port Olímpic, llegamos a la playa de la Nova Icària que se creó a raíz de la urbanización de la Vila Olímpica. Al igual que la Barceloneta, es una de las más frecuentadas del litoral de Barcelona tanto por los turistas como por los locales. Es el mejor lugar para ver y ser visto y una de las playas mejor equipadas: punto de información, consigna, duchas y lavabos públicos adaptados, equipamientos deportivos, zonas de juego para los más pequeños…. Tip gastronómico: justo encima de la playa, en el paseo, está El Chiringuito Las Sardinitas de Moncho’s, un local al que suelo acudir siempre que puedo para comerme una paella frente al mar. Si te dejas caer por allí, pide una ración de calamares. Están buenísimos.
La playa del Bogatell también es fruto del legado olímpico que impulsó la apertura de la ciudad al mar. Su público es mayoritariamente gente joven y deportista que accede a esta playa en bici para correr, jugar al ping-pong o al voley-playa. Prácticamente encontraremos el mismo ambiente en la siguiente playa, la Mar Bella, donde también acude mucha gente para hacer deporte, estudiantes de las facultades cercanas y los vecinos del barrio del Poblenou. Cuenta con una base náutica que organiza salidas en crucero, kayak y catamarán por el litoral de la ciudad y con un complejo deportivo. Tip de viaje: si te gusta practicar el nudismo, hay una zona protegida por una pequeña colina cerca del espigón de Bac de Roda que también frecuenta el público gay.
Las dos siguientes playas, Nova Mar Bella y Llevant, son las que están más alejadas del centro y por tanto las más tranquilas y familiares de toda la costa. Dos buenas elecciones para los que buscan un momento de relax frente al mar sin aglomeraciones. La playa de Llevant está justo al lado del Fórum que cuenta con su propia zona de baños. Una playa artificial de agua salada a mar abierto con tumbonas de piedra y zona de juegos infantiles, marcada por la presencia escultórica de la placa fotovoltaica del Fórum. Tip de viaje: en la Nova Mar Bella hay un parking gratuito para dejar el coche.
Y hasta aquí este recorrido por las playas de Barcelona. Un litoral que forma parte del día a día de la ciudad durante todo el año y que espero haberte animado a conocer en tu próxima visita a Barcelona.
Cómo llegar a las playas de Barcelona
Aunque hay muchas líneas de autobuses que llegan hasta la Vila Olímpica, la forma más rápida para llegar a las playas es el metro, en concreto, la línea 4 pasa muy cerca de las playas.
Se ha escrito tanto sobre Brujas que se hace realmente complicado hablar de esta pequeña joya flamenca sin caer en los tópicos. La Venecia del Norte, una ciudad de cuento, un destino romántico, un indispensable de la vieja Europa… Para mí, Brujas es la niña bonita de Flandes. Una señorita presumida y coqueta a la que, por cierto, el paso de los años le sienta divinamente.
Lo pude comprobar cuando volví a visitarla el mes pasado en compañía de mi experto en Flandes, el fotoperiodista Rafa Pérez. Igual que la primera vez, Brujas me transmitió una sensación de absoluta perfección, como si alguien la hubiera diseñado sobre el papel dejando que los avatares de la historia hicieran el resto. Los canales, sus callejuelas adoquinadas, los edificios medievales, sus puentes…
Si quieres conocer uno de los destinos más populares de Bélgica, acompáñame en este viaje. No solo voy a enseñarte mis rincones preferidos, también habrá tiempo para hablar de leyendas, cerveza, patatas fritas y, cómo no, chocolate.
Brujas de plaza en plaza
La Plaza Mayor. El mejor lugar para empezar a recorrer el centro histórico de Brujas, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, es la Plaza Mayor (Markt). Estamos en el corazón de la ciudad, una gran espacio abierto dominado por el Campanario, en el que destacan, además, las coloridas casas de los gremios y hermosos edificios como el Palacio Provincial que en la actualidad acoge el Historium, un nuevo museo que nos permite viajar en el tiempo hasta la Brujas medieval. Casi en el centro de la plaza se erige la estatua de Jan Breydel y Pieter De Coninck, dos héroes populares que en 1302 desarrollaron un papel fundamental en la defensa de la ciudad frente a la invasión francesa.
Si quieres disfrutar de unas espectaculares vistas de la ciudad, puedes subir a la torre del Campanario (Belfort). El esfuerzo es considerable ya que hay nada menos que 336 escalones pero según cuentan vale la pena porque las panorámicas que desde allí se divisan son fantásticas. El Belfort es una de las tres torres que perfilan el cielo de Brujas y que te ayudarán a orientarte entre el irregular trazado de calles y puentes de la ciudad. Las otras dos corresponden a la iglesia de Nuestra Señora -donde se encuentra la famosa escultura de Miguel Ángel La Virgen con el Niño- y a la Catedral de San Salvador.
La Plaza Burg. Si desde el Campanario tomamos la calle Breidelstraat, enseguida llegaremos a la Plaza Burg. Esta plaza es en mi opinión una de las más bonitas de la ciudadya que nos ofrece una preciosa combinación de estilos arquitectónicos. El gótico del Ayuntamiento -uno de los más antiguos de los Países Bajos-, el edificio renacentista de la Antigua Escribanía, el barroco del Palacio Episcopal… La perfección de la que te hablaba al principio.
A la derecha del Ayuntamiento está la Basílica de la Santa Sangre. Es aquí donde se guarda y se venera la reliquia de la Santa Sangre que según la tradición contiene la sangre de Cristo. Seas creyente o no, la verdad es que impresiona ver cómo al finalizar la misa los devotos hacen cola para subir al pequeño altar y acercarse a la reliquia. En silencio. Frente a la atenta mirada de la persona encargada de su custodia.
Plaza de los Curtidores y Plaza Jan van Eyck. Reconozco que estas dos plazas son mi debilidad. La primera porque es un lugar fantástico para hacer un alto en el camino y disfrutar del animado ambiente de sus terrazas y del desfile continuo de personas que la cruzan de una esquina a otra.
La Plaza Jan van Eyck, por su parte, fue el centro de la actividad económica durante el periodo borgoñón ya que aquí estaba el puerto de Brujas. Buena parte de su encanto se debe a que está rodeada de históricos edificios que nos trasladan a aquella época como la Antigua Aduana o la Casa de los Estibadores. En el centro se alza la estatua del pintor flamenco Jan van Eyck que da nombre a esta plaza. Si quieres admirar uno de sus cuadros más famosos, la Virgen del Canónigo Van der Paele, solo tienes que acercarte al Museo Groeninge que recoge distintas obras maestras de la pintura flamenca y en especial de la escuela de los primitivos flamencos (Dijver, 12).
En la esquina entre la Jan van Eyckplein y la Academiestraat está la Casa Poortersloge, la Logia de los Burgueses. Si te fijas en la fachada verás la estatua de un oso. Y es que según cuenta la leyenda, cuando Balduino «Brazo de Hierro», primer Conde de Flandes, llegó a Brujas se las tuvo que ver con un gran oso blanco. Tras una violenta lucha, consiguió acabar con él y para que su gran hazaña no cayera en el olvido declaró al animal símbolo de la ciudad.
¡Chsss! Entramos en el Beguinaje…
En medio del ajetreo de turistas, los coches de caballos y las bicicletas, hay un oasis de paz y tranquilidad esperándote. Es el Beguinaje Ten Wijngaarde, un recogido jardín alrededor del cual se alinean las casas que antaño dieron cobijo a las beguinas. Hoy en día, algunas de sus casas están habitadas por una comunidad de monjas benedictinas. Como verás en las imágenes, el beaterio nos recibió con lluvia. ¿Un inconveniente? Más bien una suerte porque siempre recordaré este momento como uno de los más mágicos vividos en Brujas. El sonido del agua repiqueteando en los adoquines, el olor a hierba fresca, la luz que se filtraba por las ramas de los árboles, la soledad… Si vas a visitarlo, ten en cuenta que la puerta de entrada cierra, sin excepciones, a las 18.30h.
Si salimos del beaterio por la parte posterior, llegaremos al que está considerado por aclamación popular el lugar más romántico de Brujas, el Minnewater. Conocido como el “Lago del Amor”, en el medievo era un embarcadero en el que atracaban los navíos que aseguraban el transporte regular de mercancías entre Brujas y Gante. Hoy es un bonito enclave poblado de cisnes que linda con el parque Minnewater.
¿Por qué hay cisnes en los canales de Brujas? Otra leyenda tiene la respuesta. Tras la muerte de María de Borgoña, Maximiliano de Austria trató de imponer un nuevo impuesto a la ciudad y el pueblo, en represalia, ejecutó a uno de sus consejeros, Pieter Lanchals, cuyo apellido en neerlandés significa «cuello largo». A partir de ese momento, Maximiliano ordenó que la ciudad mantuviera los cisnes de sus canales y lagos hasta la eternidad. Curiosa venganza, ¿no?
Muelle del Rosario (Rozenhoedkaai)
Del lugar más romántico de Brujas pasamos ahora al más fotografiado, el Muelle del Rosario. No es más que un recodo del Dijver, uno los principales canales de la ciudad, pero la estampa que nos ofrece, con el Belfort al fondo, es Brujas en estado puro. Fotografiarlo es una delicia. Tanto de día, cuando lo bañan los rayos de sol, como antes de anochecer, bajo la tenue luz artificial que tiñe todo el conjunto.
Un paseo por los canales
Muy cerca del Muelle del Rosario está uno de los cinco embarcaderos de Brujas que ofrecen paseos en barca por los canales desde marzo hasta noviembre. Lo más probable es que vayas súper apretado porque en tu barca no cabrá ni un alfiler pero no pienses que es una turistada más. Durante los 40 minutos que dura la travesía, redescubrirás la ciudad desde una perspectiva diferente y recorrerás los lugares más hermosos de Brujas. Tu cámara, como la mía, echará humo.
El momento más dulce
No te resistas, es inútil. En Brujas hay más de 50 boutiques de chocolate y las encontrarás a cada paso. No sé si sucumbirás ante los típicos «brugsche swaentjes» o te decantarás por las innovadoras creaciones que elaboran sus maestros chocolateros pero, créeme, caerás en la tentación. Para no resultar empalagosa, te dejo solo dos pistas. La primera, el Choco-Story, el Museo del Chocolate. Un dulce recorrido por la historia del cacao y el chocolate desde los mayas hasta la actualidad (Wijnzakstraat, 2). La segunda, Sukerbuyc, un clásico en la ciudad. Mirar sus escaparates y empezar a salivar es todo uno. Chocolates, mazapanes, bombones… Por si te sabe a poco, en la acera de enfrente tienen un salón de té inglés, De Proeverie, en el que puedes probar otra una de sus especialidades, el chocolate caliente (Katelijnestraat, 5). Y, recuerda, cualquier momento es bueno para tomarte un gofre.
Mejllones al vapor y mucho más
Viendo la gran cantidad de estrellas Michelín que atesoran sus restaurantes, no es de extrañar que Brujas se esté convirtiendo en el nuevo centro gastronómico de Europa. Aquí podrás disfrutar de los platos más típicos de la cocina flamenca entre los que destacan el waterzoi, un guiso caldoso de verdura y pollo o pescado, las carbonades a la flamenca y, cómo no, los clásicos mejillones al vapor. Nosotros los probamos en el Restaurante Huyze die Maene (Markt, 17) y te puedo asegurar que estaban deliciosos.
¿Y qué decir de sus famosas patatas fritas? Son las mejores que he probado nunca. Según me contó el simpatiquísimo dueño de Casa Patata (Rozenhoedkaai, 6), su secreto está en freírlas dos veces. La primera a fuego lento para que queden tiernas y la segunda bien fuerte para que crujan. Para conocer a fondo la historia de una de las comidas más populares de Bélgica, puedes visitar el Frietmuseum (Museo de la Patata Frita). Lo encontrarás en el nº 33 de la calle Vlamingstraat.
Si leíste mi anterior reportaje sobre Lovaina, ya sabrás que Bélgica tiene la mayor variedad de cervezas del mundo. Una de las más populares de Brujas es la Brugse Zot, una cerveza de alta fermentación a base de malta, lúpulo y una levadura especial que se elabora en la cervecería De Halve Maan, la más antigua de la ciudad (Walplein, 26). Otra cerveza muy apreciada por los brujenses es la Bourgogne des Flandres de la cervecería del mismo nombre (Kartuizerinnenstraat, 6).
Y hasta aquí este recorrido por la pequeña Brujas. Me he dejado muchas cosas en el tintero pero ha sido a propósito. Prefiero que seas tú quien descubra si es una ciudad tan mágica como dicen. Tal vez no encuentres tu cuento de hadas pero seguro que alguna historia te traerás a la vuelta.
Nota:Como ya hice en mi anterior reportaje sobre Lovaina, además de a los organizadores de este viaje (Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas en España, Visit Flanders, Turismo de Lovaina y Turismo de Brujas), quiero darle las gracias una vez más a Rafa Pérez por acompañarme en esta aventura flamenca.
Información práctica sobre Brujas
Cómo llegar a Bélgica
Hay 5 compañías aéreas que conectan España con Bélgica: BrusselsAirlines, Iberia, Air Europa, Ryanar y Vueling. Todas vuelan al aeropuerto de Bruselas, excepto Ryanair que vuela al aeropuerto de Charleroi (a 60 km de la capital).
Cómo ir del aeropuerto de Bruselas a Brujas
La mejor opción es el tren. Lo puedes coger en el mismo aeropuerto en la planta -1 de la terminal de llegadas. El trayecto hasta Brujas dura aproximadamente 1h. 25 min. y cuesta 19,60€ (suplemento Diabolo incluido). Ten en cuenta que el tren no es directo por lo que deberás hacer trasbordo en la estación de Bruselas Nord. Puedes consultar los horarios y comprar tus billetes con antelación en la web de los ferrocarriles belgas.
Llegar al centro de Brujas y oficinas de turismo
Desde la estación de tren hasta el centro de Brujas hay unos 15 minutos caminando. Si prefieres coger el autobús, la parada está a la salida de la estación. Hay muchas líneas que te llevarán al casco histórico. En Brujas hay 3 oficinas de turismo. Una en la misma estación de tren, otra en el Markt (Historium) y la tercera en el Concertgebouw ( ‘t Zand, 34).
Brugge City Card
Si quieres conocer Brujas a fondo, te sugiero que compres la Brugge City Card, una tarjeta turística con la que podrás entrar de forma gratuita en 26 museos, visitar los principales monumentos de Brujas y dar un paseo en barca por los canales, entre otras ventajas. Hay dos versiones, la de 48h y la de 72h. Puedes comprarla a través de su webo en las oficinas de turismo.
Dónde dormir en Brujas
Brujas cuenta con una importante red de alojamientos que se adaptan a todo tipo de viajeros: hoteles, bed and breakfast, hostales, residencias vacacionales… Nosotros nos alojamos en el Martin’s Brugge, un 3 estrellas muy correcto con Wi-Fi gratuita. Lo mejor es que está situado en pleno centro, a unos 100 metros de la Plaza Mayor.
Que una de las estatuas más famosas de Lovaina sea la de un estudiante que está leyendo un libro mientras vierte sobre su cabeza un vaso de cerveza ya dice mucho del carácter de esta ciudad. Es Fonske, la fuente de la sabiduría, y nos habla del pasado y el presente de esta ciudad vitalista y animada a más no poder. 40.000 estudiantes. Ellos son los que marcan el ritmo de Lovaina, el motor que hace vibrar a la ciudad universitaria por excelencia de Flandes.
La primera vez que estuve en Lovaina fue en 1997. Hace dos semanas y casi por sorpresa, volví a pisar de nuevo en sus calles. Digo casi por sorpresa porque cuando me presenté al concurso que convocó Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas para viajar a Lovaina y Brujas en compañía del fotoperiodista Rafa Pérez no pensé que iba a ser yo quien protagonizase esta aventuraflamenca. Pero así fue. Lovaina y yo volveríamos a encontrarnos. Lo primero que hice tras conocer la noticia fue buscar las viejas fotos de aquel primer viaje. Uno a uno, los recuerdos en 10×15 fueron tomando forma, enfocándose en mi memoria. ¿Seguiría siendo Lovaina aquella ciudad joven, bonita y divertida que yo recordaba?
Qué ver en Lovaina
No tardé mucho en saberlo. Nada más bajar de la estación, a medida que caminaba por la Bondgenotenlaan rumbo al casco histórico, empecé a notar lo mismo que sientes cuando te reencuentras con un viejo amigo. La capital de la provincia de Brabante Flamenco, en esencia, seguía siendo la misma. Con nuevas muestras de arquitectura moderna, sí, pero conservando intacta su condición de ciudad acogedora y cercana que se mueve al compás de sus miles de bicicletas.
Así la sentí cuando llegamos a la Grote Markt y giré sobre mis pasos para contemplar su preciosa fisonomía. El objetivo de este viaje era aprender a plasmar las mejores vistas de Lovaina con la ayuda de mi experto y eso es lo que traté de hacer, sin perder de vista el ojo de Rafa, centrándome en lo que él miraba. Así, a través del visor mi cámara, fui descubriendo nuevas perspectivas de uno de los ayuntamientos góticos más famosos del mundo. Su armonioso conjunto, las esbeltas torres que lo flanquean y, sobre todo, el fabuloso encaje escultórico que forman las 236 estatuas que tapizan su fachada. Reyes, científicos, artistas, santos patronos… Todos aquellos que han desempeñado un papel fundamental en la historia de esta ciudad están aquí representados y nos retan a levantar la mirada para tratar de adivinar quién es quién. Un consejo: si tienes tiempo, visítalo por dentro, recorre sus salones y déjate sorprender por lo monumentales lienzos y retratos que cubren sus paredes.
La imponente Iglesia de San Pedro esotro de los edificios que presiden la Plaza Mayor. Esta iglesia gótica fue construida entre 1425 y 1497 bajo la supervisión del arquitecto Sulpicius Van Vorst quien también colaboró en la construcción del Ayuntamiento. Viendo lo magnífica que luce hoy en día, cuesta imaginar la devastación que sufrió durante los bombardeos de las dos guerras mundiales. Si tuviera que escoger una de las muchas obras de arte que alberga en su interior, sin duda, la elegida sería La última cena del pintor flamenco Dirk Bouts.
Tras un alto en el camino en una de las animadas terrazas de la Grote Markt y acercarnos a fotografiar la Biblioteca Central, continuamos nuestro recorrido en la Naamsestraat para tratar de captar el ambiente universitario que se respira en esta larga calle, cuajada de residencias y facultades como el Colegio del Espíritu Santo, el Pabellón Universitario o el Colegio Arras. Aquí la presencia de los estudiantes que llegan a Lovaina atraídos por el prestigio de su Universidad y por su famoso ambiente juvenil se nota en cada esquina. Muchos al ser viernes van cargados de maletas porque vuelven a casa, otros acarrean carpetas arriba y abajo o se reúnen en las plazas para charlar, wasapear y planear el fin de semana.
Al sur de la ciudad está el Groot Begijnhof, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, y en mi opinión uno de los más bonitos beaterios de Flandes. Callejuelas empedradas, casas de ladrillo, conventos, plazoletas, jardines, puentes que salvan el río Dijle… Seis hectáreas en las que el silencio es casi absoluto. Durante su apogeo llegó a albergar a unas 360 beatas, mujeres que en la época de las cruzadas se quedaron viudas, huérfanas o solteras y que se juntaban aquí para vivir en comunidad y que a diferencia de las monjas no estaban obligadas a cumplir los votos de pobreza. Desde que lo adquirió la Universidad, se utiliza para a alojar a estudiantes, empleados y profesores extranjeros.
Aunque es mucho más pequeño, de hecho es solo una calle principal y dos callejones sin salida, también merece la pena visitar el Klein Begijnhof. No solo por ver la treintena de casas de estilo flamenco tradicional que aún se conservan en este beaterio sino porque al lado se encuentra la Iglesia de Santa Gertudis. Su torre, incluyendo la aguja, se construyó íntegramente en piedra, sin utilizar ni un solo clavo de unión, y por eso está considerada una de las siete maravillas de Lovaina.
Cambio de tercio, nos vamos de cervezas
Uno, dos, tres, veinte… Si has llegado a contar hasta 45 bares, no lo dudes, estás en la Oude Markt. No sé si como dicen es la barra de bar más larga de Europa, pero te puedo asegurar que la hilera de terrazas que copan la plaza con más marcha de Lovaina parece eterna. Es más, seguro que si Fonske pudiera bajar de su pedestal correría hasta aquí para disfrutar de una buena cerveza y, de paso, hacerle compañía a la Kotmadam, una estatua que rinde homenaje a todas las caseras que además de alquilar habitaciones a los estudiantes los cuidaban como si fueran sus propios hijos.
Pero no creas que la ruta cervecera de Lovaina acaba aquí. Más bien empieza. Si quieres descubrir por qué a esta ciudad se la conoce como la capital de la cerveza tienes muchos más sitios a los que acudir. ¿Algunos ejemplos? Puedes visitar la fábrica de Stella Artois, intentar alcanzar la barra de The Capital, un local nuevo situado en la Grote Markt donde tienen ni más ni menos que 3000 tipos de cervezas, o dejarte caer por la cervecería Domus para tomarte una de sus cervezas artesanales y realizar una visita guiada en la que te sorprenderá ver cómo la cerveza fluye directamente de la fábrica al surtidor del bar.
La hora azul en Lovaina
Para concluir este reportaje sobre Lovaina, te dejo con estas dos fotografías tomadas en la llamada hora azul. Esos minutos mágicos en los que ya se ha puesto el sol y el cielo va oscureciéndose poco a poco al tiempo que se encienden las luces de la ciudad. No lo hago porque esté orgullosa de ellas, al contrario, me queda muchísimo por aprender y practicar. Solo trato de mostrarte lo bonita que luce Lovaina al anochecer. Un motivo más que espero te anime a conocer esta encantadora ciudad en tu próximo viaje a Flandes. Por su historia, su arquitectura, su gastronomía, su ambiente… Porque Lovaina lo merece.
Nota:Además de a los organizadores de este viaje (Turismo de Bélgica: Flandes y Bruselas en España, Visit Flanders, Turismo de Lovaina y Turismo de Brujas), quiero darle las gracias a Rafa Pérez por su compañía, su paciencia y, sobre todo, por enseñarme a ver Lovaina con otros ojos.
INFORMACIÓN PRÁCTICA PARA VIAJAR A LOVAINA
Cómo llegar a Bélgica
Hay 5 compañías aéreas que conectan España con Bélgica: BrusselsAirlines, Iberia, Air Europa, Ryanar y Vueling. Todas vuelan al aeropuerto de Bruselas, excepto Ryanair que vuela al a Charleroi (a 60 km de la capital). Yo volé desde Madrid con Air Europa (2h 25 min.)
Cómo ir del aeropuerto de Bruselas a Lovaina
La mejor opción es el tren. Lo puedes coger en el mismo aeropuerto en la planta -1 de la terminal de llegadas. El trayecto directo hasta Lovaina dura unos 20 minutos y cuesta 8,10€ en los que está incluido el suplemento Diabolo (suplemento que se cobra para todos los trayectos en tren con llegada hasta o salida desde el aeropuerto de Bruselas). Puedes consultar los horarios y comprar tus billetes con antelación en la web de los ferrocarriles belgas.
Moverse por Lovaina
Aunque puedes utilizar los autobuses de la compañía De Lijn para desplazarte rápidamente por la ciudad, mi consejo es que te olvides de ellos y descubras Lovaina a pie. Al ser una ciudad pequeña todo está muy cerca. ¿Un ejemplo? Desde la estación de tren al centro solo hay diez minutos caminando. Además, no tiene pérdida si tomas la Bondgenotenlaan, una calle comercial que en línea recta te dejará en plena Grote Markt. Al lado del Ayuntamiento está la Oficina de Turismo (Naamsestraat, 3) .
Dónde dormir en Lovaina
En Lovaina encontrarás diferentes opciones de alojamiento que se adaptan a todo tipo de bolsillos: hoteles, bed and breakfast, albergues juveniles… Yo me alojé en el Park Inn, un hotel moderno y funcional situado justo detrás de plaza Martelarenplein, en el renovado barrio de la estación.
Continuando con la serie de reportajes dedicados a la provincia italiana de Forlì-Cesena, nos acercamos ahora hasta Forlì, una de las ciudades que pude conocer durante el #buonvivere blog tour y que te recomiendo visitar si tienes previsto viajar a Emilia-Romagna.
Forlì está a 73 km. de Bolonia y el trayecto en tren entre ambas ciudades dura aproximadamente unos 40 minutos. Su céntrica posición, en el valle del Po y en plena Via Emilia -la calzada romana de la que toma nombre la región a la que pertenece-, ha contribuido notablemente a su carácter de cruce de caminos y encrucijada cultural. No en vano, si por algo se caracterizaba esta calzada era por unir los principales centros urbanos de esta región que pronto pasaron a ser considerados, como la propia Forlì, ciudades del arte.
Al igual que Cesena, Forlì es una ciudad a escala humana, de unos 120.000 habitantes, cuya principal baza es el patrimonio artístico, arquitectónico y cultural que posee. Fruto de la historia, sí, pero también del esfuerzo que se te está llevando a cabo para rehabilitar muchos de sus monumentos y recuperar otros espacios de la ciudad.
En Forlí, la vida gira en torno a la Piazza Aurelio Saffi, donde convergen los cuatro corsos principales que atraviesan la ciudad: Corso Díaz, Corso Garibaldi, Corso della República y Corso Mazzini. Cada una de estas avenidas aporta su granito de arena para crear un casco antiguo con mucho encanto, salpicado de comercios, restaurantes y tiendas de moda que comparten acera con impresionantes palacios y antiguas iglesias. El ambiente que se respira, más aún en una lluviosa y encapotada mañana de domingo, es de absoluta tranquilidad, acorde con el relajado y placentero rimo de vida que, de hecho, caracteriza a toda la zona de Emilia-Romagna.
La Piazza Aurelio Saffi es el corazón de la ciudad y en ella podemos ver una interesante combinación de estilos arquitectónicos. La belleza austera de los edificios que la rodean, como el Ayuntamiento (Palazzo Comunale), que data del siglo XIV, el Palazzo delle Poste o la Iglesia del Suffragio, hacen de esta plaza, una de las más grandes de Italia, un lugar muy especial en el que el peso de la historia puede sentirse a cada paso.
En el centro de la plaza se encuentra el monumento a Aurelio Saffi, afamado estadista y triunviro durante la República Romana en 1849, y, a su derecha, la Basílica de San Mercuriale, el monumento más representativo de Forlì. Esta antigua abadía cuenta con un imponente campanario románico que recuerda al de San Marcos en Venecia y con numerosas obras de arte en su interior entre las que destacan los cuadros del pintor forlivés Marco Palmezzano.
Una de las cosas que más me llamó la atención en esta visita fugaz a Forlì fue descubrir el llamado Itinerario del Ventenio. Sinceramente, antes de este viaje, desconocía que Forlì también era conocida como «la ciudad del Duce». En realidad, Mussolini nació en Predappio, a unos diez kilómetros, pero se centró en Forlì para saciar sus ansias de monumentalismo triunfal.
De este modo, en Forlì podemos encontrar numerosos ejemplos de arquitectura racionalista, un movimiento artístico que se desarrolló en la Italia de los años 20 con el objetivo de diseñar un nuevo estilo que se adaptase mejor al régimen fascista. Uno de los edificios que quizás mejor evidencian esta tendencia, que fomenta la construcción de grandes monumentos públicos como expresión de poder, es la estación de tren de Forlì, diseñada por el ingeniero Ezio Bianchi en 1924. En aquellos años, la estación era la puerta de entrada a la ciudad, la nueva frontera, y ante ella se levantó una amplia avenida, hoy Viale della Libertà, en la que podemos encontrar más ejemplos de arquitectura fascista como el Istituto Técnico Industriale A. Mussolini, el Collegio Aeronautico o la Casa del Balilla. Como podrás imaginar, el contraste de esta zona con el casco viejo de Forlì es brutal. No tiene nada que ver, son como dos ciudades distintas.
Como te comentaba al principio de este artículo, Forlì es uno de los centros culturales más importantes que podemos encontrar en Emilia-Romagna. Numerosas galerías de arte, centros de exposiciones, bibliotecas y museos forman parte de su fisonomía y contribuyen a fortalecer su imagen de ciudad del arte. Por razones de agenda, solo pudimos visitar uno de estos espacios, el MuseoSan Domenico(Piazza Guido da Montefeltro, 12).
Este museo está situado en un gran complejo conventual formado por cinco edificios -el Palazzo Pasquali, la iglesia de Santiago Apóstol, el Convento de los Dominicos, el Convento de los Agustinos y Sala Santa Caterina-, y alberga una completísima pinacoteca con obras que van desde el siglo XII hasta el siglo XVIII. Cuadros de Marco Palmezzano, Livio Modigliani, Baldassarre Carrari, Nicolò Rondinelli… También resulta muy interesante la decoración pictórica de la zona del refectorio del antiguo Convento de los Dominios. Sus frescos, aún estando en precario estado de conservación, son magníficos.
Si te estás preguntando si una mañana basta para conocer Forlì, la respuesta es no. Nosotras nos dejamos en el tintero otros imprescindibles de Forlì como son la fortaleza di Ravaldino, el Duomo, el Oratorio di San Sebastiano o el Santuario di Santa Maria delle Grazie. No importa. Ya tengo excusa para volver.
Nota: Este post forma parte de mi viaje por la provincia de Forlì-Cesena durante el Buonvivere Blog Tour, organizado por la Settimana del Buon Vivere en colaboración con 21grammy.
Cesena es uno de los motivos por los que he vuelto, una vez más, enamorada de Italia. Una ciudad que se mueve al ritmo de las dos ruedas -casi imposible captar una imagen suya sin que una bicicleta se cuele en tu encuadre-, de rancio abolengo, de edificios únicos y de gente amable y cercana. Una ciudad que sabe a piadina y a squacquerone. Que hay que degustar a paso lento, sorbo a sorbo. Como se debe tomar el Sangiovese, uno de sus vinos más preciados.
Si tienes previsto visitar esta ciudad, lo primero que debes saber es que Cesenaes una localidad que puedes recorrer a pie ya que sus principales puntos de interés están muy cerca. Así que olvídate del transporte público, hazte con un buen mapa en la oficina de turismo (Piazza del Popolo, 15) y descubre a tu ritmo los mejores rincones de la que es, junto a Forlì, una de las dos capitales de la provincia de Forlì-Cesena.
Un buen punto de partida para empezar a desentrañar los secretos de Cesena es la propia Piazza del Popolo. Esta plaza fue construida a principios del siglo XV por orden de la CasaMalatesta, una familia italiana que gobernó esta ciudad y a la que Cesena debe buena parte de su rico patrimonio artístico y monumental. Cuando la visité, un sábado por la mañana, verdaderamente hacía honor su nombre. Era día de mercado y era prácticamente imposible disfrutar de su fisonomía con tanta gente fisgoneando entre las paradas. Puestos de ropa, caramelos, bolsos y maletas… Un mercadillo en toda regla. Suerte que pudimos regresar unas horas más tarde para recorrerla ya vacía.
Aquí, además del Ayuntamiento, situado en el Palazzo Albornoz, se encuentra uno de los símbolos más universales de la ciudad, la Fontana Masini, una preciosa fuente construida en piedra blanca de Istria en 1588, diseñada por Francesco Masini, un arquitecto local que pertenecía a una de las familias patricias más ilustres de la ciudad.
Justo detrás de esta fuente, una empinada calle empedrada nos lleva hasta las inmediaciones de la Rocca Malatestiana, una de las fortalezas más imponentes que podemos encontrar en Emilia-Romagna. Aunque se empezó a construir por iniciativa de Galeotto Malatesta en 1380, hasta 1480 no finalizaron las obras de este complejo defensivo que domina la ciudad. Precisamente gracias a su ubicación, sobre la colina de Garampo, nos ofrece unas espectaculares vistas de la ciudad cuando recorremos su cinturón de murallas. En días despejados, incluso se puede ver el mar Adriático ya que está a tan solo 15 kilómetros. En su gran patio interior destacan dos torres: la Torre Palatium -sede del Museo de Historia de la Agricultura- y la Torre Maestra que alberga una interesante colección de armaduras de la época.
Si volvemos sobre nuestros pasos y salimos de la Piazza del Popolo por la siempre animada Vía Zeffirino Re, enseguida llegaremos al Palazzo del Ridotto y al Duomo di San Giovanni Battista. En el Palazzo del Ridotto, una gran escultura de bronce honra la figura de Pío VI. Como nos explicó nuestra guía, Elena Righi, Cesena se conoce como la «ciudad de los tres papas» aunque en realidad solo dos nacieron aquí: Pío VI y Pío VII. Eso sí, también fue sede del obispado de Pío VIII y de ahí su sobrenombre.
Por su parte, el Duomo de Cesena nos muestra una fachada exterior, sobria, sencilla y típicamente románica, que poco tiene que ver con los tesoros que alberga en su interior. Como la Capilla de la Madonna del Popolo, una de las más bonitas que he visto durante este viaje, con sus columnas corintias de mármol policromado y sus frescos de Corrado Giaquinto.
Muy cerca de aquí se encuentra uno de esos rincones que por sí solos ya justifican la visita a esta ciudad. Te hablo de la Biblioteca Malatestiana. Este espacio, levantado en 1447 por voluntad de Malatesta Novello, está considerado la obra maestra de las bibliotecas humanístico-conventuales ya que ha llegado intacta hasta nuestras días conservando la misma estructura y el mobiliario que lucía en el siglo XV. No puedo mostrarte ninguna foto de su interior porque está prohibido fotografiar la sala absidal de tres naves en la que se conservan sus 340 valiosos códices. De hecho, para no alterar el microclima ni las condiciones de temperatura y humedad de la sala, aquí jamás se ha empleado la electricidad, ni siquiera una vela, y solo se puede entrar en grupos reducidos y siempre bajo la atenta mirada de su vigilante. Pude contemplarla solo un par de minutos, pero te aseguro que el fue el momento más fascinante que viví en Cesena. Sentí como nunca el peso de la historia sobre mis hombros. La tímida luz de la mañana entrando por los ventanales, el silencio, los manuscritos reposando en el mismo lugar que fueron dejados… Casi 600 años de historia frente a mí. Dos curiosidades más: fue la primera biblioteca pública de Italia y forma parte del programa Memoria del Mundo de la UNESCO. El precio de la entrada es de 5€ pero es una visita guiada.
Donde sí está permitido tomar fotografías es en el resto de dependencias que forman parte de esta biblioteca, como la Biblioteca Antica, donde se conservan cerca de 250.000 volúmenes, entre ellos 287 incunables y manuscritos que van del siglo XVI al siglo XIX.
La última parada que realizamos en Cesena nos llevó hasta el Teatro Alessandro Bonci (Piazza Mario Guidazzi). Se inauguró en 1846 y hoy está considerado uno de los mejores teatros de la región gracias a la perfección de su acústica.
Nota: Este post forma parte de mi viaje por la provincia de Forlì-Cesena durante el Buonvivere Blog Tour, organizado por la Settimana del Buon Vivere en colaboración con 21grammy.
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