Viñedos, olivos, siglos de historia y arte. Estas son las señas de identidad de Montilla, un destino enoturístico situado en plena campiña cordobesa que te invito a conocer a ritmo lento, el mismo que demandan sus famosos vinos. Qué ver en Montilla, sus bodegas y lagares más singulares, las rutas a seguir, dónde comer y dormir… Toda la información que necesitas para planificar tu escapada a esta bonita ciudad andaluza.
Un viaje en el que descubrirás que la tierra habla en boca de la viña y el olivar. Detente a escuchar su discurso y el de cuantos velan por ella. Solo así podrás destilar la esencia de Montilla.
Un paseo por Montilla
Dominando buena parte de la campiña, el Castillo-Alhorí dibuja el inconfundible perfil de Montilla. Aquí nació en 1453 Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como el Gran Capitán, un ilustre montillano que negoció con el rey Boabdil la rendición de Granada y fue virrey de Nápoles.
Si sigues la huella de este destacado militar y diplomático, llegarás al barrio de la Escuchuela, a la calle que lleva su nombre. Estás en la antigua villa, un encantador entramado de callejuelas empinadas y casas blancas, una postal de Andalucía. Detén el paso en la iglesia de Santiago y ve en busca de la panorámica que enmarca el Balcón de la Escuchuela. En días despejados, la vista incluso alcanza a descifrar la silueta de Sierra Morena.
Sus orígenes también te conducirán a la Finca Buytron, una preciosa casona rehabilitada que perteneció a la familia del Gran Capitán, donde podrás alojarte y combinar momentos de absoluto relax con experiencias gastronómicas y actividades relacionadas con la cultura del vino. Si te gusta el enoturismo y que te hagan sentir como en casa, te encantará.
De vuelta al centro, toca seguir callejeando en busca de más vecinos célebres y más ejemplos de su rico acervo patrimonial como el Convento de Santa Clara, el palacio de los Duques de Medinaceli, la ermita de la Rosa o la casa de San Juan de Ávila.
Calles que nos acercan a la historia y al arte a través de las colecciones del Museo Histórico Local, con piezas que van desde el Neolítico a la actualidad, o en las salas del Museo Garnelo que reúne la obra de este maestro de la pintura figurativa e incansable viajero -natural de Valencia y montillano de adopción-, en un magnífico edificio de corte palaciego conocido como la Casa de las Aguas.
En Montilla también quedó la impronta del primer historiador y escritor que hizo gala de su condición de mestizo, el Inca Garcilaso de la Vega. Su casa-museo, en la que este literato universal desarrolló gran parte de su obra durante 30 años, es otra de las citas culturales que te esperan en Montilla.
Quizá una de las cosas más interesantes a ojos del viajero es que este legado, fruto del pasado, comparte espacio sin fricción alguna con coloridos trazos del presente que aluden a la historia y cultura montillana. Te hablo de la Ruta de los Murales, un brillante proyecto de revitalización del espacio urbano en el que no solo participan artistas como la argentina Gisel Rosso, también los ciudadanos. ¿Un ejemplo? El mural de La Cuesta de Pinillos lo realizaron un grupo de escolares supervisados por un artista local.
Montilla, tierra de vinos
Este rincón cordobés vive por y para unos excelentes vinos cuya calidad viene avalada por la Denominación de Origen Montilla-Moriles. Lo comprobarás visitando sus bodegas y lagares donde podrás conocer el complejo y apasionante mundo que encierra cada copa que cates.
Un gran vino requiere un loco para hacerlo crecer, un hombre sabio para velar por él, un poeta lúcido para elaborarlo, y un amante que lo entienda.» – Salvador Dalí
Y no hablo solo de las peculiaridades de la elaboración de finos, amontillados, olorosos o Pedro Ximénez, sino de algo más importarte, del mimo que acompaña su camino desde la vid y del respeto por el terreno albarizo que le da la vida. Toda una inmersión en la cultura vitivinícola que disfrutarás tanto si eres un amante de la enología como un neófito que quiere aprender a apreciar un buen vino.
Qué ver en Montilla: Ruta de lagares y bodegas
La mejor opción para sumergirte en el universo de los vinos montillanos es realizar una ruta por sus lagares y bodegas, al tiempo que recorres el hermoso paisaje de la Sierra de Montilla que muchos comparan con la Toscana. Mi consejo es que empieces por los primeros ya que es en los lagares donde se obtiene el mosto que, tras fermentar en las tinajas, convertido ya en vino nuevo, pasará a las bodegas. ¿Algunas sugerencias?
Lagar Blanco: Estás en el punto más alto de Montilla. A 600 metros de altura, una cota perfecta para la uva Pedro Ximénez, la variedad típica de esta zona. En un lagar que inició su actividad en 1959 donde podrás realizar una visita guiada o una cata dirigida por su propietario, Miguel Cruz, todo un experto que te transmitirá el amor a su tierra y a sus vinos.
Lagar Los Raigones: Degustar un típico desayuno molinero o un contundente almuerzo, regado con vino de tinaja, fino y vermut, son algunas de las tentaciones que nos propone este encantador lagar familiar que cuenta además con una tienda gourmet. Más de doscientas referencias de productos a la altura de calidad de los vinos y aceites que elaboran en esta casa.
Lagar La Primilla: El buen hacer, transmitido de generación en generación, es el pilar de este lagar que lleva activo más de medio siglo. Cuando lo visites, no olvides subir al mirador para contemplar el sereno manto de viñas y olivos que tapiza la falda del Cerro Macho, la cima más alta de la Sierra de Montilla.
Me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo.»– García Lorca
Silencio… Entramos en la casa del vino, un lugar de culto donde se venera una tradición milenaria. Deja que tus sentidos se acomoden a la escasa luz, al olor a madera y vino, al tacto de las barricas de roble. Ahora sí. Ya estás listo para ser testigo del arduo trabajo y la pasión que encierran las bodegas de Montilla.
Bodegas Alvear: Recorrer su monumental bodega es caminar hacia atrás en del tiempo, a un lejano 1.729 que la convierte en la más antigua de Andalucía. Tres siglos después, la familia Alvear, además de seguir elaborando sus premiados generosos, apuesta por una nueva colección de vinos que expresa la singularidad del terruño montillano. Su nombre, 3 Miradas.
Bodegas Pérez Barquero: Solo por realizar una cata guiada en un espacio tan singular como La Sacristía de Pérez Barquero vale la pena acercarse a esta centenaria bodega. El mejor colofón a una visita en la que te mostrarán el proceso de elaboración y crianza de la gama de vinos, brandies y vinagres que elaboran desde 1905.
BodegasRobles: Sería imperdonable que abandonases Montilla sin conocer el gran trabajo que realiza Francisco Robles y su equipo. Y es que en esta bodega, pionera en apostar por la viticultura responsable, no se conforman con elaborar vinos ecológicos o delicias como la gelatina de fino; van más allá trasladando su admirable respeto por la naturaleza al usuario final con geniales iniciativas como Sigue tu cepa. Si quieres ser amadrinado por una vid ecológica, entra en su web y súmate al proyecto Vida.
TIP VIAJERO: Cuatro citas imprescindibles en Montilla
Semana Santa: Una ocasión única para ver desfilar a la Centuria Romana Munda que desde hace más de veinte años toma las calles de Montilla rindiendo sus armas a la Semana Santa.
Fiesta de la Vendimia: Declarada de Interés Turístico, es una de las fiestas más antiguas de España. Cada año, a principios de septiembre, se designa un capataz para que custodie y defienda los vinos de la zona.
Fiesta del Vino y de la Tapa: Buen ambiente, buena comida y buen vino en un evento gastronómico que ya va por su XIII edición (mediados de septiembre).
Montijazz Vendimia:Un fin de semana en el que la música toma como escenario los lagares y bodegas de la ciudad en un atractivo maridaje de jazz y vino (finales de septiembre).
Gastronomía montillana
Montilla también expresa su identidad en los fogones. Un recetario gastronómico en el que no faltan los extraordinarios aceites de oliva virgen extra que se elaboran en almazaras como el Molino Juan Colín, una finca de finales del siglo XVI que cuenta con un museo rodeado de rincones que invitan a desconectar entre olivos centenarios.
Si te interesa el oleoturismo, tienes otra cita en Hacienda Bolonia, una empresa dedicada al cultivo ecológico del olivar y el viñedo que comercializa aceites de gran calidad.
Ya en la mesa, te esperan platos como las gachas de mosto, el salmorejo, las habas con berenjenas y el siempre apetecible flamenquín. Delicias de la cocina montillana que podrás conocer yendo de tapeo por los bares de la plaza de la Rosa y en restaurantes donde los sabores de la tierra y el vino son los protagonistas.
Dos recomendaciones: prueba las originales creaciones de la Bodega Los Arcos -el tartar de atún es una maravilla-, y acércate hasta la Casa-Boutique Lujo Pobre para participar en una didáctica y amena cata maridaje dirigida por May y su marido. Te aseguro que en esta acogedora casona andaluza, que también funciona como hotel, acabarás amontillándote a través de los sentidos.
Otra de las grandes bazas de la gastronomía local es la repostería. Alfajores, pastelones, tejas, pastel cordobés, roscos de vino Pedro Ximénez… Golosas propuestas que deberías probar en la pastelería Manuel Aguilar, una empresa familiar que lleva endulzando a los cordobeses desde 1886. Mi perdición: sus lenguas de hojaldre rellenas de crema pastelera y cubiertas con azúcar. Un bocado de cielo.
Por cierto, ¿has probado el arrope? Es una reducción del mosto que combina a la perfección con una tostada de pan con aceite.
TIP VIAJERO: Siempre es un buen momento para una rubia ligera, una IPA bien fría o una negra con notas de café. Tú decides y el joven equipo de Cervezas Artesanas Capitán las sirven. Nos vas a irte sin probar la cerveza artesanal de Montilla, ¿verdad?
Finalizo este recorrido por los principales atractivos de Montilla recomendándote dos actividades. La primera de ellas, créeme, es una experiencia única: volar en globo al amanecer para contemplar lo hermosa que luce la ciudad a vista de pájaro y los preciosos paisajes que la abrazan.
La segunda, subirte a un bici y completar la Ruta de las Fuentes Históricas. Un itinerario circular de algo más de 11 km que, entre viñedos y olivares, enlaza ocho fuentes del término municipal. Entre ellas, la Fuente Nueva, obra de Hernán Ruiz, uno de los arquitectos más importantes del siglo XVI. Su punto de partida: el mirador de la Escuchuela.
Paisajes teñidos por la viña y el olivar, espíritu andaluz, bodegas con solera, historia, cultura, sabores de la tierra… ¿No crees que son motivos suficientes para planificar una escapada a Montilla? La campiña cordobesa te espera. No la defraudes.
Nota: Todas estas experiencias forman parte del blogtrip #Amontíllate organizado por el Ayuntamiento de Montilla.
¿Apatía?, ¿cansancio?, ¿tristeza?, ¿malestar general?… Si has contestado que sí, lamento comunicarte que formas parte de ese tercio de españoles que al reincorporarse al trabajo sufre el llamado síndrome postvacacional. Como antídoto, los expertos aconsejan adelantar la vuelta de las vacaciones, levantarse pronto unos días antes de empezar a trabajar, hacer deporte, comer sano, dormir ocho horas… Dicen que esta fórmula funciona, pero, si quieres asegurarte, añádele el ingrediente definitivo para una vuelta al cole más dulce y menos ingrata: un buen plan que dé vida a las grises páginas del calendario. La mejor forma de dar esquinazo a la rutina de un otoño que está a la vuelta de la esquina.
Que te hayas quedado sin blanca tras el dispendio estival no es excusa. Las propuestas que te lanzo son en territorio nacional y no suponen un gran desembolso. Además, si estás leyendo estas líneas te gusta viajar tanto como a mí, ¿no?
Escapadas y planes contra el síndrome postvacacional
Si buscas aventura:
Vía ferrata de Priego(Cuenca)
Pon a prueba tu espíritu más aventurero recorriendo la vía ferrata de Priego. Además de liberar adrenalina, podrás contemplar a vista de pájaro la belleza natural del Estrecho de Priego, una profunda hoz moldeada por el caudal del río Escabas antes de fundir sus aguas con el Guadiela. No hay excusa que valga ya que está diseñada para todo tipo de públicos, no hace falta tener experiencia previa y se puede explorar por libre.
Caminito del Rey (provincia de Málaga)
No es un simple paseo por el monte. Enfrentarte a la que en su día fue la pasarela más peligrosa del mundo es una experiencia inolvidable. Y es que el Caminito del Rey recorre un entorno único, el paraje natural del Desfiladero de los Gaitanes. Un puente colgante a 105 metros de altura, pasarelas que discurren entre escarpadas paredes, grandes embalses… El recorrido es de aproximadamente 8 km y deberás calcular entre 3 y horas para realizarlo. Está abierto todos los días del año de martes a domingo (del 25 de octubre al 27 de marzo de 10 a 14h).
Si te apasiona el turismo gastronómico:
Fiesta de la Vendimia de Rioja Alavesa (17 de septiembre. Yécora, Álava)
La XXIV edición de la Fiesta de la Vendimia de Rioja Alavesa se celebrará este año en la localidad de Yécora. El programa de la jornada incluye el pisado de la uva y cata del primer mosto, un torneo de aizkolaris, comida popular, actuaciones de grupos de danzas, pasacalles, juegos infantiles y muestras de productos artesanos. Una multitudinaria celebración en la que el vino es el protagonista absoluto y que nos acerca al encanto de los municipios rurales del sur de Álava.
Festa do Marisco(10-15 de octubre. O Grove, Pontevedra)
Ostras, nécoras, centollos, cigalas, vieiras, percebes, pulpo, mejillones… Si te gusta el marisco, no puedes perderte este evento gastronómico -declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional- que desde 1963 se celebra en O Grove fusionando los pilares de este pueblo costero: el turismo y la pesca. Delicias del mar a precios populares en el conocido como Paraíso do Marisco que se degustan acompañadas de los mejores vinos de la denominación de origen Rías Baixas. Cinco días de fiesta en los que no faltan muestras de cocina en vivo, música, exposiciones, concursos y bailes típicos. Para bajar la comida nada mejor que un paseo por la playa de A Lanzada al atardecer.
Si te mueve la cultura:
World Press Photo 2017 (29 de septiembre-1 de noviembre. LASEDE COAM. Madrid) “Imágenes impactantes que muestran la realidad desde el mismo lugar en que sucede, que mueven conciencias e incluso han cambiado en muchas ocasiones la opinión pública». Es lo que verás si visitas la exposición itinerante World Press Photo, el certamen de fotoperiodismo internacional más importante del mundo que por octavo año consecutivo llega a Madrid. ¿Más planes en la capital? Conoce a fondo los barrios de Malasaña y Chueca, experimenta qué se siente al volar en el túnel de viento de Windobona Indoor Skydiving Madrid o juega a descifrar su skyline a bordo del Teleférico.
Después del fin del mundo (A partir del 25 de octubre. CCCB. Barcelona)
Cineastas, novelistas, dramaturgos, arquitectos, diseñadores y científicos se dan cita en Después del fin del mundo, una muestra que nos invita a reflexionar sobre la intervención del hombre en el planeta, el cambio climático y los distintos mundos que podemos forjar en función de las decisiones que tomemos en los próximos años. La premisa: si los objetivos del Acuerdo de París nunca se cumplen, las consecuencias serán dramáticas. Deforestación, derretimiento de los polos, desertización, extinción de especies animales, subida del nivel del mar, escasez de alimentos… Tras ver esta exposición, puedes completar tu visita a Barcelona con un recorrido por el Barrio Gótico, un paseo por sus playas, subiendo a las terrazas de la basílica de Santa María del Mar para disfrutar de una vistas espectaculares de la Ciudad Condal y, cómo no, acercándote al corazón de la ciudad: La Rambla.
Si lo tuyo es la música: festivales otoñales
La agenda de festivales no acaba cuando guardas el bañador y bajan las temperaturas. Para muestra, tres botones musicales que nos llevan a Andalucía, Euskadi y Aragón.
FIZ Festival(30 de septiembre. Zaragoza capital)
El Festival Independiente de Zaragoza regresará al auditorio de la capital aragonesa con un atractivo cartel: Sidonie, Amaral, La Casa Azul, Morcheeba… Si aprovechas esta escapada musical para descubrir la ciudad de la mano de un greeter y te tomas unas tapas en zonas como La Magdalena, San Miguel o El Tubo, tendrás un fin de semana de lo más completo.
Sierrasur Ecofestival(6 y 7 de octubre. Zahara de la Sierra, Cádiz)
Celtas Cortos, Fuel Fandango y Mario López son algunos de los artistas que actuarán en la segunda edición de este festival que combina buena música, naturaleza, talleres y food trucks. Una magnífica excusa para descubrir el encanto de Zahara de la Sierra, un precioso pueblo blanco situado en plena Sierra de Grazalema.
BIME Live (27 y 29 de octubre. Barakaldo, Vizcaya)
Otro año más el BEC! de Barakaldo acogerá uno de los grandes festivales europeos de otoño, el BIME Live. Por aquí pasarán bandas como The Prodigy, Bill Callahan, Einstürzende Neubauten o Ride, y grandes dj’s que harán que la música electrónica sea la banda sonora de sus eternas madrugadas. ¿Y durante el día? Visita esta renovada ciudad situada en la margen izquierda del Nervión y prueba su gastronomía. Cocina vasca de plato y mantel o pintxos. Tú decides.
por Alícia Bea | Publicada 08/02/2017 | Actualizada 08/02/2017 | Portugal
Acabas de llegar y tienes todo un fin de semana por delante para descubrir Oporto. Tal vez hayas escogido este destino por ser la segunda ciudad de Portugal o por el atractivo imán de un casco histórico declarado Patrimonio de la Humanidad. Eso es lo obvio, nada nuevo bajo el sol. Lo que tal vez desconoces es cómo disfrutar del magnetismo de sus contrastes, de una armoniosa y delicada asimetría que nace en el Duero y se eleva colina arriba navegando orgullosa entre tradición y vanguardia, vino, francesinhas, coladas al sol y galerías de arte.
Sobrada de fotogenia, monumental y desconchada, refinada y desenfadada, pequeña en continente y enorme en contenido. Oporto es así y así quiero mostrártela seleccionando os melhores locais para namorar, o lo que es lo mismo, los lugares en los que tú, como yo, también dejarás un pedacito do teu coração a no ser que no corra sangre por tus venas. 48 horas en Oporto. Comenzamos.
48 horas en Oporto: día 1
Ver amanecer junto al Duero
Todavía es de noche en Cais da Ribeira y entre la niebla Gaia solo es un fantasma escalonado de luces blancas y amarillas que se reflejan en las aguas del río. Aquel que dio vida a una pequeña aldea celta y al Portus Cale romano, origen del topónimo Portugal.
A esa hora bruja, azul y casi exenta de vida, Oporto, como una gaviota más que camina distraída por el muelle, luce un rostro melancólico y ausente, cercano al de “un milano herido en el ala” como la describe con acierto el letrista Carlos Tê en Porto Sentido. Escucha este fado en la voz de Rui Veloso mientras la luna recoge sus bártulos y empezarás a contagiarte del espíritu portuense.
Pasear por Cais da Ribeira y Barredo
Poco a poco la bruma se disipa y las terrazas vuelven a ocupar su feudo frente al río. Estás en Cais da Ribeira que despierta mostrando su anárquica estampa de casas apiñadas que compiten por asomarse al Duero. Entre fachadas de colores, azulejos y restaurantes, el que fue el puerto principal de la ciudad hoy se entrega a su nuevo estatus, el de un animado paseo copado por turistas a cualquier hora.
Sentirás la tentación de encaminar tus pasos hasta el puente de D. Luis I. No lo hagas aún y piérdete en la trasera de esta imagen de postal, en el laberíntico barrio de Barredo que se extiende a los pies del Terreiro da Sé. Fíjate en sus paredes ocres, en sus desgastadas callejuelas, en las escalinatas cercadas por las viejas murallas y en la Torre da Rua de Baixo. Es aquí donde reside del corazón medieval de llamada ‘ciudad invicta’ por su enérgica oposición a las tropas de Napoleón.
Cruzar el puente Don Luis I
Ahora sí, deshaz el camino y deja las enrevesadas calles de Barredo en busca de un soplo de aire fresco. Lo hallarás en uno de los grandes anzuelos turísticos de la bella Oporto, sobre la arteria de agua dulce que le da vida y con aspecto de gigante de hierro. Es el puente Don Luis I, un capricho de la ingeniería, proyectado por Teófilo Seyrig -discípulo de Eiffel-, que desde 1886 conecta con la vecina Vilanova de Gaia.
¿Cuánto tiempo tardarás en recorrer los 174 metros del nivel inferior? A saber. La que te habla perdió la noción del tiempo jugando con su esqueleto de metal en busca del mejor encuadre, esquivando bicicletas y coches para captar un retazo de su potente perfil.
Visitar las bodegas en Vila Nova de Gaia
Cruzar el gran símbolo portuense tiene recompensa ya que en Gaia se concentran las bodegas del famoso vino de Oporto. Centenarias instituciones como Ferreira, Sandeman, Calém o Ramos Pinto. La visita a esta última es muy recomendable porque, además del tradicional recorrido por sus instalaciones y la posterior cata, nos permite viajar hasta 1880 en sus antiguas oficinas donde se exhiben obras de arte, provocativos azulejos y carteles de la época que promocionaban las bondades de tan apreciado elixir (Avenida de Ramos Pinto, 380)
Muy cerca de aquí la cultura del vino revela su imagen más actual en el Espacio Porto Cruz, un moderno centro expositivo y de ocio que destaca por sus originales experiencias en torno al vino de Oporto y por sus propuestas de arte, moda y gastronomía lusa. Tómate un Porto Tonic en su terraza lounge 360º mientras disfrutas de las fantásticas vistas del Duero y la Ribeira, y saborea la original carta del chef Miguel Castro Silva en el restaurante DeCastro Gaia (Largo Miguel Bombarda, 23).
Tras la sobremesa, dos planes a cual más valido. Enfilar la Rua Cabo Simão para acceder al nivel superior de la atalaya más piropeada de la ciudad y seguir coleccionando imágenes para el recuerdo, o contemplarla desde su origen, navegando por el Duero.
Un crucero por el Duero
Los tradicionales rabelos ya no transportan barricas de los viñedos a las bodegas de Gaia como antes. Ahora su carga son viajeros que quieren descubrir que hay más allá de la Ribeira en un recorrido panorámico que atraviesa los seis puentes que salvan el río. Rumbo a su desembocadura, allí donde el Duero se pierde en el Atlántico, en un paseo fluvial que nos muestra el cambiante paisaje que domina sus orillas. 50 minutos y 12 euros muy bien invertidos. Incluso bajo la lluvia. Sobre todo bajo la lluvia, dirían los más románticos.
Disfrutar del atardecer en el muelle de Gaia
Sea cual sea la opción elegida, no abandones Gaia sin ver el atardecer desde el muelle. Con el adiós del sol la princesa del Duero vuelve a vestirse de gris luciendo su frágil silueta, el río oscurece, las fachadas palidecen… La magia de Oporto está hecha de pequeños detalles y esta puesta de sol, créeme, es uno de ellos. Si poco a poco te invade un sentimiento de recogimiento, cercano a la melancolía, llámalo saudade, como haría el maestro Pessoa.
Tras alimentar al alma, a satisfacer al estómago en alguno de los restaurantes de la Ribeira. Una buena elección es Jimão Tapas e Vinhos, pocas mesas, buena comida y situado en la encantadora Praca da Ribeira. Un apropiado final para estas primeras 48 horas en Oporto con el río como protagonista.
48 horas en Oporto: día 2
Recorrer el centro histórico de Oporto
Deja a un lado la pereza porque hoy toca callejear por el centro histórico así que prepárate para subir y bajar cuestas sin parar porque la preciosa fisonomía de Oporto tiene un precio. Primera parada, la Sé, la Catedral que corona la ciudad desde el siglo XII.
Tras disfrutar de la amplia panorámica que nos regala la plaza de la Catedral, te espera uno de mis rincones favoritos, la estación de São Bento, una construcción de principios del siglo XX en la que es muy fácil distinguir a los viajeros de los turistas. Los primeros atraviesan el vestíbulo principal rumbo a las vías sin pena ni gloria, los segundos se maravillan ante los más de 20.000 azulejos que plasman escenas cotidianas y destacados capítulos de la historia de Portugal. Por algo dicen que es una de las estaciones de tren más bonitas del mundo.
El pasado también se adueña de otro clásico portuense, el Café Majestic. Dirígete a la Rua Santa Catarina, la arteria comercial del casco histórico, para trasladarte a la Belle Époque de los años 20 rodeado de maderas nobles, enormes espejos y asientos de cuero. A pesar de sus elevados precios, conseguir mesa suele ser misión imposible pero por intentarlo que no quede. Nunca está de más darse un capricho y si es en forma de pastel de nata mejor que mejor.
¿Una bocanada de cotidianidad para contrarrestar tanto glamour? El cercano mercado do Bolhão que combate su deteriorado aspecto a base de vida y color. Productos frescos, enérgicos vendedores, souvenirs, flores, algún bar y buen ambiente se dan cita en un monumental edificio de factura neoclásica alzado en 1850 que espera paciente una reforma.
Comprar un libro en Lello e Irmao
Dicen que es una de las más bellas del mundo y una de las más antiguas de Europa, que inspiró a J. K. Rowling para escribir la saga de Harry Potter y que atrae a una media de tres mil visitantes diarios. Yo simplemente me atrevo a afirmar que la visita a esta librería, en pie desde 1919, es algo que no debes pasar por alto. Los detalles modernistas de su fachada, la impresionante escalera que da acceso a la planta superior, las estanterías de madera, sus impresionantes vidrieras que permiten la entrada de luz natural… Divina fue la palabra que utilizó The Guardian para describirla. Desafortunadamente son pocos los que compran y muchos los que la fotografían aunque los tres euros que cuesta la entrada se descuenten del precio de la compra. Muchos curiosos y apenas lectores. Una mala combinación se mire por donde se mire (Rua das Carmelitas, 144).
Comer una francesinha
Como diría Oscar Wilde, la mejor manera de evitar la tentación es caer en ella. Y la tentación en Oporto es su plato más típico, la francesinha, liviano nombre para un enorme sándwich de carne, embutido y queso cubierto con una salsa picante que en su versión especial se sirve con huevo y patatas. Yo me enfrenté a este delirio gastronómico en el Café Piolho, un restaurante de toda la vida frecuentado por universitarios en el que también cocinan otras especialidades locales como las tripas à moda do Porto o los cachorros (Praca Parada Leitao).
Subir a la Torre de los Clérigos
Para bajar esta brutal ingesta de calorías anímate a subir los 240 escalones de la Torre de los Clérigos. Al final del ascenso te esperan las mejores vistas de Oporto, el Duero y Vila Nova de Gaia ya que está ubicada en una de las zonas más elevadas de la ciudad. Tanto la iglesia como la torre, declarada Monumento Nacional, son obra de Nicolau Nasoni y constituyen una de las mejores muestras de arte barroco que hallarás en la ciudad. Consulta su web para conocer horarios y tarifas (Rua de S. Filipe de Nery).
Descubrir el Oporto más vanguardista en la Rua Miguel Bombarda
Junto al Oporto que se resiste a las novedades convive el Oporto que se rinde ante ellas, que se entusiasma por el arte, el diseño y la cultura urbana. Buena prueba de ello es la Rua Miguel Bombarda, el epicentro de la movida portuense en cuanto a vanguardias se refiere. Infinidad de galerías de arte, restaurantes ecológicos, encantadoras cafeterías como Jóia da Coroa, tiendas de decoración vintage, boutiques de jóvenes diseñadores portugueses y, cómo no, street art. Desde el pimer gran mural que se realizó en la ciudad (El Quijote), a mi favorito, El Corazón de Viana, obra de Hazul y Costah y ubicado en la entrada del centro comercial Bombarda. Lo dicho, la cara más contemporánea de Oporto en apenas 700 metros.
¿Dónde dormir en Oporto?
Como me quedé prendada de la Ribeira te recomiendo dos opciones a la vera del Duero. La primera, el Bluesock Hostels Oporto, un precioso edificio forrado de azulejos que conserva su estructura original. ¿Qué lo hace especial? Espacios como el business centre, una zona chill out donde se programan conciertos, sus free walking tours y sus modernas habitaciones que pueden alojar de 2 a 16 personas. Un nuevo concepto de hostel, sin duda.
La segunda, el Hotel Carrís Porto Ribeira, un magnífico cuatro estrellas situado enfrente del anterior. Terrazas con vistas al río, elegantes y confortables habitaciones y una cuidada oferta gastronómica que se puede degustar tanto en el restaurante Forno Velho como en la tapería A Capela.
Irte de Oporto deseando volver
Las 48 horas en Oporto que te propongo concluyen aquí. Sé que he dejado mucho por mostrarte: el tranvía, los modernistas edificios de la Avenida dos Aliados, la iglesia de Santa Clara, la Casa de la Música, la Fundación Serralves, la Rua das flores, las playas de Foz… Lo enmendaré cuando vuelva porque me he quedado con ganas de más. Más piedras gastadas, apiñados tejados, guiños sutiles y descaradas contradicciones. Aquí en Oporto, en el norte de Portugal.
Y no, ni se te ocurra hacerme escoger entre Oporto y Lisboa. Porque sería injusto, porque comparar y viajar son dos verbos no se llevan bien, porque no puedo. Porque a pesar de las coincidencias priman las diferencias, porque el hechizo de una no solapa a la otra, sencillamente, discurren en paralelo.
Bienvenido a Vigo. A una ciudad que nace del mar rodeada de montes. A un lugar donde todas las miradas se dirigen a las Islas Cíes, la joya de su ría. Historias de corsarios y tesoros, un casco viejo empedrado de pasado y presente, cultura marinera, ocio nocturno y playas en las que la naturaleza juega con la arena. Si te preguntas qué ver y qué hacer en Vigo, aquí tienes la respuesta. Voy a mostrarte los secretos de la mayor urbe de Galicia.
Se chove, que chova!
Eso sí, deja atrás cuantos estereotipos conozcas. No te quedes solo con su perfil industrial, marcado por la altura de las grúas de los astilleros, ni con la idea de que siempre hace mal tiempo. Tanto uno como otro son claves para entender su idiosincrasia.
Acuérdate de los grandes poetas gallegos como Rosalía de Castro o Valle-Inclán. En sus versos llueve y sopla el viento, cierto, pero los vigueses también disfrutan de días soleados y cielos despejados gracias a un microclima que la diferencia de otras ciudades del norte de Galicia.
Tal vez te ocurra como a mí y no sea un amor a primera vista. Quizás necesites patearla a conciencia, contemplarla desde las alturas, mezclarte con su gente al calor de una buena mesa y leer lo que cuentan sus muros.
Si lo haces, es probable que se ancle en tu memoria asociada al término morriña. Yo ahora la siento al pensar en Vigo. Quizá porque el mar me pierde, porque me gustan las ciudades en las que aún quedan cosas por hacer y mucho que conservar. O porque le presté el tiempo necesario para conocerla.
Qué ver en Vigo: sus preciosos miradores
Para descubrir la fisonomía de esta urbe que vive de cara al Atlántico, reserva un hueco en tu agenda para recorrer sus miradores. Opciones no te van a faltar.
Como O Castro, un monte situado en el corazón de Vigo, a 150 metros sobre el nivel del mar. El ascenso es pronunciado pero se compensa con creces. Restos arqueológicos que evidencian que la ría ya estuvo poblada por numerosos castros en la Edad del Hierro, los jardines y el espectacular mirador de su fortaleza y, cómo no, leyendas de cargamentos de oro y plata. La más importante es la que envuelve la batalla de Rande, en plena Guerra de Sucesión, cuando decenas de galeones españoles acabaron hundidos en el mar. Hasta Julio Verne encargó al Capitán Nemo en 1870 la búsqueda de los tesoros que portaban.
Literatura al margen, en 2011 se localizaron seis nuevos navíos relacionados con esta batalla. Las enormes anclas de otros tres pecios componen el monumento a los Galeones de Rande emplazado en este pulmón verde que atesora las mejores vistas de Vigo.
Las Cíes, la ría y la ciudad a vista de pájaro. Es el horizonte que hallarás si te acercas al monte de A Guía, otro ventanal panorámico dominado esta vez por la Ermita de A Nosa Señora das Neves. Un precioso espacio natural, alejado del tráfico, en el que antaño las esposas encendían hogueras a modo de faro para orientar a sus hombres del mar.
Otra magnífica atalaya es el mirador del Paseo de Alfonso XII, presidido por el símbolo de Vigo que dio pie a su sobrenombre: la ciudad olívica. Un olivo que crece custodiado por el monumento a los cantores, poetas y trovadores de la ría. Está ubicado en pleno centro y frente a A Fonte, una de las plazas más queridas por los vigueses.
Los restos de la fortaleza de San Sebastián, que vigilan los tejados del casco viejo, el mirador del monte de O Cepudo en Valadares o los montes de A Madroa y O Vixiador en Candeán son otros rincones de Vigo que llenarán tu cámara de eternas vistas que se funden en el mar.
Un paseo por el litoral de Vigo
Tras las alturas, toca volver a a nivel del mar, en busca de las joyas naturales que jalonan la franja costera de Vigo, de ancestrales costumbres y de historias que nos transportan al pasado.
Las playas de Vigo
En cualquier listado centrado en qué ver en Vigo no pueden faltar los bellos arenales que se suceden a cada paso. Y es que, en un radio relativamente pequeño, puedes ir saltando de playa en playa recorriendo la línea de la costa. O Adro en el marinero barrio de Bouzas, la familiar Samil, O Cocho y Mourisca, O Vao, La Sirenita o A Punta son algunas que sí o sí debes conocer.
Sin olvidar la playa de Rodas, considerada una de las mejores del mundo y situada en ese tesoro natural llamado Cíes -mi asignatura pendiente y una razón de peso para volver a Vigo.
La isla de San Simón: una visita imprescindible
Esta isla fue el destino final de una travesía en barco en la que sentí la fuerza de la ría. La grandeza del puente de Rande, el Capitán Nemo emergiendo de las aguas, las tradicionales bateas en las que se crían mejillones y ostras, los imponentes bateeiros… Lugares comunes a los ojos de los vigueses que se tornan únicos para los que vivimos tierra adentro.
Debido a su estratégica situación, en el extremo más oriental de la ría, San Simón fue testigo de la historia de Galicia. Un pasado marcado por los ataques de vikingos y corsarios como Francis Drake, y por sede de la Orden del Temple. Esta isla también fue el escenario de la ya mencionada Batalla de Rande, leprosería, y el más temido penal franquista durante la Guerra Civil.
Su presente es bien distinto ya que este bucólico edén de jardines, esculturas y piedra es hoy “la isla del pensamiento“, un espacio para la memoria histórica y la creación cultural.
El puerto
Dado que la industria naval es una de sus señas de identidad, todo recorrido por el litoral de Vigo debe pasar por el puerto, el que más pescado fresco descarga de toda Europa. Los astilleros, la subasta en la lonja, la terminal de contenedores… Desde Teis a Beiramar, un paisaje forjado en metal que la Autoridad Portuaria te ofrece la posibilidad de visitar.
Qué ver en Vigo: el Casco Vello
Vigo creció desde el puerto y lo hizo cuesta arriba dando forma al centro histórico que aquí llaman Casco Vello, un laberinto de piedra que acoge espacios como la Praza da Constitución, que en su día albergó el ayuntamiento, la Praza da Igrexa donde se alza la Colegiata de Santa María, o la Praza da Pedra.
Aquí, en este pequeño pueblo inmenso en la gran urbe, late el alma de Vigo. Una ciudad que impone subir y bajar cuantas callejuelas y escaleras se cruzan al paso. Solo así tropezarás con la magia de calles como la Rúa dos Cesteiros donde hoy, como antaño, se siguen vendiendo cestos de mimbre.
Un Vigo que renace día a día recuperando el lustre de sus fachadas y que se rinde al noble arte del terraceo a la menor ocasión brincando entre clásicas tascas y nuevos fichajes gastronómicos.
Y, cómo no, un Vigo por el que discurre el Camino de Santiago en su ruta portuguesa, que sorprende con su propia Porta do Sol que no tiene reloj pero sí un Sireno, se cita en la farola de Urzáiz, se hace un selfie en el Dinoseto de la Praza da Princesa, y se lanza a comprar en la calle del Príncipe antes o después de ver una exposición en el MARCO (Museo de Arte Contemporáneo).
Dónde comer en Vigo
Gracias a su localización, entre valles que acarician la ría, la cocina de Vigo es una de las grandes embajadoras de la gastronomía gallega. Pescados y mariscos, productos de la huerta y excelentes carnes son los reyes de una cocina que conquista el paladar en asadores, taperías y restaurantes de vanguardia. Sublimes mariscadas, peixiños fritos, pulpo á feira, un buen churrasco a la brasa, empanadas de zamburiñas, sus famosas ostras, queso de Tetilla, pimientos de Padrón, grelos…
Todo regado con los premiados albariños de la D. O. Rías Baixas que puedes combinar con los caldos de las otras cuatro denominaciones de origen gallegas: Ribeiro, Valdeorras, Ribeira Sacra y Monterrei.
Para guiarte entre tanta y variada oferta, aquí te dejo algunas recomendaciones:
Restaurante A Chabola: Tomás Lorenzo es el gerente de esta emblemática casa de comidas, especializada en arroces, pescados y mariscos, que abrió sus puertas como taberna en 1965. A la calidad de sus platos y al impecable servicio se suma su encantadora ubicación a orillas del mar. Dos imprescindibles: tómate un Porto tonic disfrutando de la preciosa estampa de la playa de Arealonga, y no olvides pedir sus deliciosas navajas de buzo a la plancha (Camino Cacharela, 38).
Acércate a la calle Pescadería, esa que los vigueses llaman la calle de las Ostras, para probar las perlas de la ría de Vigo. Se cultivan en Arcade y cada mañana llegan aquí directas de las bateas.
Progreso 41: Experiencias gastronómicas y ocio confluyen en este urban market que combina comercios tradicionales, espacios para artistas, ludoteca y puestos de comida de lo más diversa. Probar cocina de autor, internacional o gourmet, cortarte el pelo, conocer a los emprendedores locales, comprar fruta, pescado o carne.. Un nuevo concepto de gastromercado y punto de encuentro perfecto para desconectar de la rutina en cualquier momento del día (Ronda de Don Bosco, 41).
Enoteca Buqué: En locales como este, ubicado en el casco viejo, los vigueses demuestran que para ellos el momento aperitivo es una cita gastronómica imprescindible. Tostas, tapas, tablas de embutidos y una gran selección de vinos en una enoteca con mucho encanto (Palma, 9).
Quesum: Si eres un cheese lover, te encantará esta tienda-quesería gourmet. De cabra, de oveja, de vaca, nacionales e internacionales… Aprende a distinguirlos y a valorar su calidad apuntándote a alguna de las catas que realizan con regularidad en este templo de los quesos (Av. das Camelias, 121)
Restaurante Marina Davila: Cocina gallega de mercado basada en productos de km 0 e innovadoras técnicas culinarias al servicio de ingredientes de toda la vida. A destacar: los pescados y mariscos del día traídos desde la lonja, y sus dos terrazas con unas espectaculares vistas de la ría y las islas Cíes (Muelle Comercial de Bouza, s/n).
Escojas la opción que escojas, te aseguro que acertarás y recordarás los placeres de la cocina de Vigo. Ya lo dijo el Che Guevara: “La nostalgia empieza por la comida».
Dónde dormir en Vigo
Hoteles, hostales, campings, albergues… En Vigo no tendrás problema para encontrar un alojamiento a la medida de tu bolsillo. Tres recomendaciones:
Tryp Los Galeones: Haciendo gala del estándar de esta cadena, Los Galeones es un cuatro estrellas acogedor y actual, con confortables y espaciosas habitaciones. Personal muy amable y a poca distancia de los principales puntos turísticos de la ciudad. (Avenida de Madrid, 21).
Hotel Axis: Moderno hotel de cuatro estrellas con guiños decorativos a los años 70 situado en el centro. Lo mejor, su azotea, una coqueta terraza con piscina y vistas de escándalo (María Berdiales, 22).
Vigo Plaza: Hotel urbano de dos estrellas con habitaciones funcionales y cafetería 24 horas. Estupenda relación calidad-precio y próximo al Casco Vello (Progreso, 13).
Y cuando cae la noche: salir de copas en Vigo
Luces de neón, música, copas… El mejor termómetro para saber si una ciudad está realmente viva o se apaga al caer el sol es exprimir sus madrugadas. ¿Es como dicen la capital del ocio nocturno de Galicia? A tanto no arriesgo pero en Vigo, créeme, el mercurio se dispara. Si en los 80 su movida la puso en el mapa con Siniestro Total, Os Resentidos y Golpes Bajos capitaneando la contracultura, hoy demuestra con orgullo canalla que la que tuvo, retuvo.
La noche empieza a calentar motores de vinos por la zona vieja, entre tascas cargadas de años y garitos de nueva factura. A partir de aquí, cada peregrino busca su templo. Los devotos del indie y el rock enfilan sus ganas de música en directo o sesiones Dj´s hacia la zona de Churruca (calles Cervantes, Martín Códax o Rogelio Abalde). Los que prefieren éxitos de radiofórmulas, rodearse de gente guapa y locales hasta la bandera, Areal y su entorno, con clásicos como el Ferré, El Atlanta o el 20th Century Rock, un museo del cine y la música en toda regla.
Aquellos que buscan ver y dejarse ver no dudan en acudir a la zona del Ensanche de Vigo en busca de pubs de moda, vistas al puerto y skylines de lujo. Para rematar la noche, nada mejor que Samil y Beiramar al abrigo de las discotecas que más trasnochan o antes despiertan. Lo dicho, las noches en Vigo son el antídoto perfecto contra el aburrimiento.
Y hasta aquí esta pequeña guía sobre qué ver y qué hace en Vigo, un destino del sur de Galicia, enclavado en plenas Rías Baixas, que bien merece una escapada.
Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #YsinosvamosaVigo organizado por la Asociación de Hostelería de Vigo (Ahosvi), Maruxa Eventos y N8 Comunicación con la colaboración de Alberto Ribas.
A medio camino entre las cumbres del Pirineo y la combinación de huertos y horizontes agrestes de la Ribera, encontramos Tierra Estella, una merindad de la llamada Zona Media que resume lo mejor de Navarra. La biodiversidad y riqueza de sus espacios naturales, encantadores pueblos que demandan una escapada rural, peregrinos que se dirigen a Santiago, potente gastronomía… Motivos más que suficientes para emprender un viaje a esta comarca a los que se suma la hospitalidad de su paisanaje. Gente amable y orgullosa que conoce bien lo que tiene y no vacila al alabar su territorio y sus recursos.
Un rincón navarro, no tan conocido como se merece, en el que podrás sentir el valor de lo auténtico y que te muestro para que le reserves un hueco en tu agenda viajera. Tierra Estella lo merece.
El Camino de Santiago a su paso por Tierra Estrella
Cuesta creer que los peregrinos, llegados de cualquier punto del planeta, conozcan casi mejor que nosotros el gran potencial de Tierra Estella. Los encuentras en todas partes, en solitario o en un grupo, mapa en mano y preguntándose si una iglesia es visitable. Se han informado bien y saben que recorrer la ruta jacobea es una de las mejores propuestas para descubrir Lizarraldea.
Por eso no dudan en detenerse en hitos del tramo estellés como el Monasterio Cisterciense de Santa María de Irantzu en Abárzuza, o en el de Iratxe, la joya de Ayegui, población también conocida por Montejurra, una montaña que nos regala unas magníficas vistas de esta comarca. Tampoco pasan por alto la monumental Viana, la iglesia del Santo Sepulcro de Torres del Río o Los Arcos, villa señorial que destaca por los retablos e imaginería de su iglesia de Santa María. Todo ello reservando al menos un par de días para descubrir Estella-Lizarra, cabecera de esta merindad y una de las paradas más importantes del Camino de Santiago por su dilatada historia y su patrimonio.
Estella-Lizarra, la ciudad nacida al calor de la ruta jacobea
En el siglo XV se la conocía como «Estella la bella». Ahora, como «la Toledo del norte». Acertado sobrenombre para una ciudad de aire medieval nacida por y para el Camino que se asienta en un gran meandro del río Ega. Basta con perderse por las empedradas calles de su casco histórico para comprender a qué responden tantos halagos. Iglesias, palacios, conventos, casas señoriales, puentes y una destacada judería se dan cita aquí, en el final de la quinta etapa del Camino Francés.
El románico civil del palacio de los Reyes de Navarra, el puente del Azucarero o el de la Cárcel, el antiguo ayuntamiento, los viejos arcos góticos que antaño flanqueaban tiendas y hospederías, el arte jacobeo que envuelve la Iglesia de San Pedro de la Rúa cuya importa también se refleja en la iglesia de San Miguel y en el Santo Sepulcro, la basílica de Nuestra Señora del Puy… Estella-Lizarra es pasado, sí, pero también presente. Un presente que se vive en la calle Mayor, en la plaza de los Fueros -lugar de encuentro de los estelleses-, en sus bares y restaurantes, y en comercios de toda la vida que hacen de este importante jalón del Camino de Santiago un destino estrella.
El Nacedero del Urederra, la joya natural de la Sierra de Urbasa
Los roquedos de la Sierra de Lóquiz, las fértiles tierras de la Ribera nacidas al amparo del Ebro, los valles de Yerri y Guesálaz o playas fluviales como la de Artavia son solo algunos ejemplos de la variedad paisajística de Tierra Estella. Una explosión de la naturaleza que se hace aún más patente en la Sierra de Urbasa donde, tras recorrer un sendero de escasa dificultad, encontraremos uno de los parajes más espectaculares de Navarra: el Nacedero del Urederra.
Los que ya conocen esta reserva natural destacan el color turquesa de sus aguas, un caudal que se precipita en impresionantes cascadas y pozas rodeado de un fondo rocoso de paredes abruptas. En este sorprendente escenario, que por si solo justifica desplazarse hasta esta comarca, las horas pasan como minutos. Escuchando el murmullo del agua, viendo cómo la luz se filtra entre las hojas de los árboles, deteniendo el paso en sus miradores, tratando de avistar un buitre o un milano real…
Con el fin de preservar esta joya natural, integrada en el Parque Natural de Urbasa-Andía, se ha limitado el aforo diario por lo que te aconsejo que reserves tu entrada online.
Este sendero es solo uno de los 35 itinerarios que discurren por Tierra Estella. Otras opciones son la Vía Verde del Ferrocarril Vasco-Navarro, el embalse de Sota, el hayedo de Lezáun o la Sierra de Cábrega.
Además de senderismo, en Urbasa podrás realizar otras actividades como escalada, bicicleta de montaña, paseos a caballo, esquí de fondo, piragüismo, parapente o espeleología ya que el fenómeno kárstico se muestra con especial rotundidad en esta zona.
Los Cristinos, una de las cuevas más hermosas de Tierra Estella
Como en todo el territorio navarro, Tierra Estalla también cuenta con un buen número de simas y cuevas, como Basaura, Tximua, Akuandi, Laminatitur o Noriturri, que se adentran en las entrañas de Urbasa. Si nunca has practicado espeleología y quieres iniciarte en este mundo tan apasionante, te recomiendo escoger la Cueva de Los Cristinos ya que además de ser un descenso sencillo está considerada unas de las cuevas más bonitas de Tierra Estella.
No es para menos. Estalactitas, estalagmitas, coladas, columnas, caprichosas formas tejidas por el agua, un espectacular lago que revela su belleza a la luz de las linternas… Es lo que hallarás en esta maravilla subterránea cuyo nombre se remonta a la guerras carlistas puesto que aquí parece ser que los soldados carlistas arrojaron a los monárquicos cristinos tras fusilarlos.
Para admirar los secretos que esconde no es necesario ser un experto ni tener una gran preparación física. Tan solo ponte, como hice yo, en manos de los guías de Urbasa Abentura, una empresa de turismo activo ubicada en Larraona, y vive una experiencia que difícilmente olvidarás en el Valle de Améscoa.
Sal y miel: ecoturismo en Tierras de Iranzu
Otra buena opción para conocer a fondo esta comarca la encontramos en Tierras de Iranzu, una marca turística que engloba los municipios de Abárzuza, Lezáun, Salinas de Oro y los valles de Yerri y Guesálaz. Con el objetivo de implantar un turismo rural sostenible que resalte la cultura y tradiciones que perviven en sus pequeños pueblos, este destino nos propone una serie de actividades de ecoturismo que muestran el acervo artístico, gastronómico y paisajístico de sus valles. Visitas guiadas a bodegas, queserías o ganaderías, windsurf, piragüismo, rutas verdes…
En Salinas de Oro, por ejemplo, podemos visitar la Salinera Gironés, una de las escasas producciones artesanales de sal con agua de manantial que permanecen en activo. Sus productos estrella son la sal-oro, la flor de sal y las escamas. Sales únicas que contienen más yodo y magnesio a las que no se añaden antiapelmazantes. Datos técnicos al margen, realizar una visita guiada es una experiencia muy recomendable para conocer su proceso de elaboración, la pasión de esta empresa familiar que lleva tres generaciones explotando las salinas, y el encanto de la villa navarra en la que su ubica.
Sin abandonar Salinas de Oro, otra original propuesta: ponerte en la piel de un apicultor. Podrás hacerlo en la mielería Azkorena donde hallarás respuesta a cuantas preguntas tengas sobre el complejo universo de las abejas. Acabarás la visita de la mejor forma posible, con una cata de mieles y bizcochos.
Descubre el diamante negro de la cocina en el Museo de la Trufa
En Tierra Estella, paisaje, geología y clima se combinan para gestar un apreciado manjar: la trufa negra. Si quieres aprender a valorar este singular hongo, conocido como el diamante negro de la cocina, tienes una cita en el Museo de la Trufa-Centro de Interpretación de Metauten. Un proyecto pionero que nos muestra el proceso que sigue la trufa desde su recolección hasta su degustación a través de audiovisuales, paneles informativos y dispositivos interactivos.
Además, puedes enriquecer tu visita apuntándote a alguna de sus TrufaExperiencias que aglutinan propuestas como su recogida en el entorno de la Sierra de Lóquiz, exhibición de adiestramiento de perros truferos y cata de productos (Carretera de Ganuza 1. Metauten).
Tierra Estella, tierra de buen comer
Lo primero que debes saber es que en Tierra Estella se come bien y mucho. No te hablo solo de espárragos, pimientos del piquillo y de sus famosos vinos con Denominación de Origen Navarra y Rioja. También de panes artesanales, menestras, de exquisitos quesos elaborados con leche de ovejas lachas (Idiazabal y Urbasa), de potentes pochas con almejas, del bacalao al ajoarriero, y de carnes y embutidos de gran calidad entre los que destacan los chuletones, el gorrín al horno de leña y la chistorra.
Una gastronomía de primer orden a la que se rinde homenaje en ferias como la de Mendavia, el Día del Espárrago en Dicastillo, la Feria de la Trufa en Metauten o el Día de la Tostada de Arróniz. Festivas jornadas cuyos protagonistas son los productos de la zona en las que no falta el pacharán. Por cierto, si quieres conocer cómo se elabora este licor de endrinas tan característico de Navarra, puedes visitar las Bodegas Palacio de la Vega de Dicastillo -cuna del pacharán Zoco-, o la Bodega Pacharán Azanza situada en Abárzuza. Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #Estellaruraltrip organizado por el portal Escapada Rural en colaboración con el Consorcio de Tierra Estellay Turismo de Navarra.
Si sigues mi trayectoria a través de los artículos que voy publicando en esta ventana abierta al mundo, habrás notado mi creciente interés por el enoturismo. Una fórmula viajera cuyo éxito radica en aunar alrededor de la cultura del vino un variado abanico de experiencias que nos permiten conocer un destino desde dentro, acercándonos a la forma de vida de sus gentes, a su cultura, a su gastronomía y a los encantadores espacios rurales que pueblan nuestra geografía.
Sin duda, el otoño es la mejor época del año para una escapada enológica y por ello quiero que conozcas Vivanco, un espacio dedicado al vino y su cultura que recibe más de 100.000 visitantes al año ubicado en Briones, un precioso y monumental pueblo de La Rioja Alta. Tierra con nombre de vino en la que el enoturismo ya se ha consolidado como uno de sus principales atractivos.
¿Qué hacer en Vivanco?
¿Qué nos propone Vivanco? Un universo de experiencias sensoriales que podemos oler, tocar y paladear en las que el vino es el gran protagonista. Te hablo de visitar el que según la Organización Mundial del Turismo es el “Mejor Museo de Vino del Mundo”. De conocer los secretos de su espectacular bodega, una de las cien mejores según la lista «Wine&Spirits Top 100 Wineries of the Year for 2015». De ponerte en la piel de estas cuatro generaciones de viticultores vendimiando con tus propias manos las uvas de sus viñedos para conocer sobre el terreno cómo se realiza esta labor. De despertar nuestros sentidos realizando una cata de uvas o de acercarte a la gastronomía local degustando su menú de vendimia con productos de la tierra.
En definitiva, disfrutar de una completa oferta cultural y de ocio que se hilvana en un fascinante viaje que nos conduce del mosto al vino, de la viña a la copa, de la uva al plato y del desconocimiento a la capacidad de distinguir, guiados por un enólogo y un sumiller profesional, entre un Tempranillo, un Graciano o un Garnacha. ¿El objetivo? Descubrir la esencia del vino en una relajante escapada en contacto con la naturaleza.
Museo Vivanco de la Cultura del Vino
4.000 m² que ponen de manifiesto la relación que ha tenido el hombre y el vino durante 8.000 años de historia. Así es este museo que representa el mayor referente de la labor de la Fundación Vivanco. Un funcional y moderno espacio que acoge la colección de esta familia bodeguera riojana en el que no faltan antiguas vasijas, prensas y obras de arte diferentes épocas y vanguardias creadas por genios como Picasso, Durero, Miró, Sorolla o Dalí. Grandes artistas que también se enamoraron del vino y quisieron plasmarlo en su trabajo.
Todo ello presentado de forma visual, creativa e innovadora. Como innovador es enriquecer su legado con su particular homenaje al viñedo, el Jardín de Baco, donde podemos encontrar más de 220 variedades de uva, o su Centro de Documentación que aglutina incunables, postales, fotografías, minutas de restaurantes y tratados de doctorados con la huella del vino como referente indiscutible.
Vivanco, un destino para toda la familia
Conscientes de que el enoturismo es una práctica abierta a todo tipo de visitantes, independientemente de la edad y de los conocimientos previos que se tengan, Vivanco realiza a lo largo de todo el año una serie de actividades diseñadas para disfrutar en familia que, de forma lúdica y amena, acercan la cultura del vino a los más pequeños.
Son los Vivanco Kids, talleres infantiles que despiertan la curiosidad, la creatividad y las ganas de aprender de los niños a través de experiencias singulares que van desde hacer gominolas con uvas al placer de jugar en el espacio de una bodega. ¿Un ejemplo? La huella del viñedo, una actividad que se realiza todos los sábados y domingos de octubre de 11:00 a 15:00h. que les permite vivir la época de la vendimia de una forma muy especial: acariciando las hojas, probando los primeros racimos de la temporada, distinguiendo diferentes texturas y colores…
Informado quedas. Si buscas una escapada otoñal en la que ni las prisas ni el estrés tienen cabida, pon rumbo a La Rioja y anímate a compartir la cultura del vino en Vivanco. Como expuso Plinio el Viejo: “In vino veritas” (en el vino está la verdad).
Ubicación: Carretera Nacional 232. Briones. La Rioja. Información gratuita: 900 823 536
“Ofrecer un servicio impecable no es un propósito, es nuestra filosofía”. No puedo estar más de acuerdo con la tarjeta de presentación del Hotel Las Arenas Balneario Resort, un capricho para los sentidos ubicado frente al mar en la Playa de Las Arenas, a pocos minutos del centro de Valencia.
El hecho de pertenecer al selecto club Leading Hotels of The World -en España solo hay 20 establecimientos que hayan logrado esta distinción- ya nos indica su elevado estándar de excelencia. Una tónica que se repite en cada uno de los hoteles que la cadena Santos, fundada en 1970, tiene repartidos en ciudades como Madrid, Barcelona, Mallorca, Granada o Santander, de donde es originaria esta familia de emprendedores que siempre ha apostado por un turismo basado en la calidad, el servicio y la distinción. Una compañía innovadora, sensibilizada por el medio ambiente y todo un referente en la hostelería de lujo cuyo objetivo es hacer que sus huéspedes vivan una experiencia memorable.
Desmontando el Hotel Las Arenas Balneario Resort
Lo primero que llama la atención de este hotel es que conserva la belleza histórica del espacio en que se emplaza. Nada menos que el Balneario las Arenas que desde finales del siglo XIX vio desfilar por sus instalaciones la flor y nata de la sociedad valenciana atraída por sus baños medicinales, sus piscinas y sus encantadoras veladas veraniegas.
Para no perder ni un ápice del glamour de aquellos días, la reconstrucción de este mítico espacio se hizo con sumo cuidado. Empezando por sus columnarios donde se ubica el centro de convenciones cuyos salones posibilitan la celebración de todo tipo de eventos. Lo mismo sucede con la piscina exterior que recupera el proyecto inicial fechado en 1933 conservando el famoso trampolín que decora sus amplias dimensiones.
El resultado, un complejo dotado de 8.000 m² de jardines flanqueado por el hotel propiamente dicho, un edificio de 4 plantas de estilo clásico construido con los mejores materiales. Como el soberbio mármol italiano que cubre el suelo de las zonas comunes y que desde el propio hall te envuelve en un ambiente elegante y refinado. La misma sensación que percibes cuando te acercas a la zona de recepción y eres recibido por un staff tan profesional como amable y cercano. Aquí radica, en mi opinión, una de las grandes bazas de este extraordinario hotel, la política que rige su personal da sentido al término gran lujo. Un solo ejemplo. La fría, metálica y programada wake-up call que he recibido en hoteles de similar categoría, se transformó en una cordial voz que llamándome por mi nombre me deseaba un dulce despertar y el mejor de los días. Y es que en Las Arenas el cliente es mucho más que un número o una tarjeta de crédito y todo está pensado para que cada huésped se sienta una estrella más.
Las habitaciones del Hotel Las Arenas Balneario Resort, mucho más que un espacio pensado para el descanso
Más de 40 m², cama Queen, amplio escritorio, un precioso baño con bañera y ducha independientes, amenities de la prestigiosa firma Hermés y, lo mejor sin duda, una amplia terraza con vistas a la playa y a un Mediterráneo que me daba los buenos días al amanecer y templaba con su murmullo los instantes previos a mi descanso. Así es la habitación Deluxe en la que tuve el privilegio de alojarme. Un espacio acogedor y funcional dotado de todas las comodidades que uno espera encontrar en un hotel de estas características: acceso wifi gratuito, selecto minibar, carta de almohadas, televisión interactiva y vía satélite, vídeo a la carta, cálidos albornoces…
Una meditada combinación de refinamiento y confort que brinda un servicio de gran calidad. Como yo, que alcé mi copa de cava, frente al mar, brindando por la vida y por los regalos que, en ocasiones como esta, tiene a bien ofrecerme.
Los sabores del Hotel Las Arenas Balneario Resort
Sublime, adopte el formato que adopte. Es el mejor adjetivo para definir la oferta gastronómica que nos propone el chef José María Baldo y su equipo. Desde el desayuno, un irresistible abanico de propuestas saladas y dulces que en temporada se pueden disfrutar en el jardín, a los sabores frescos y ligeros de la carta del pool bar, pasando por los cócteles que con maestría elaboran en el lobby bar.
Capítulo aparte merece la Brasserie Sorolla, fiel reflejo de la cocina tradicional valenciana y, probablemente, una de las apuestas culinarias más recomendables de la capital del Turia. La audaz y cuidada presentación de cada uno de sus platos es la antesala a un festín de placeres para el paladar. Sepietas salteadas con ajos tiernos, presa ibérica, rodaballo a la brasa, fideuá marinera… Y, cómo no, tratándose de Valencia, paellas y arroces a cual más delicioso. Yo probé un exquisito arroz del senyoret y el mejor arroz negro con calamarcitos, ajetes y almejas que he catado en mi vida. Sencillamente, excelente.
¿Una sugerencia para los más golosos? 100% chocolate (sorbete de cacao, bizcocho de choco Tropilia 70, espuma de choco Macae 64 y flan de chocolate blanco).
Las piscinas y el spa Las Arenas, un oasis de salud y relax
Aunque cualquier momento del día es perfecto para disfrutar de un baño ya sea en la piscina climatizada con vistas a los jardines o en la ya mencionada piscina exterior para adultos, diseñada por el conocido arquitecto Luis Gutiérrez, sería un error pasar por alto el magnífico spa Las Arenas.
Hoy en día, los tratamientos ya no se realizan en las bañeras macizas de mármol que decoran la entrada de este sugerente espacio dedicado a la salud y el bienestar sino en un entorno de curvas forradas de mosaico vítreo que nos recuerdan la presencia del cercano mar. Es aquí, en un espacio vanguardista y cálido, donde discurre el recorrido termal. Ducha escocesa, sauna, poza fría, baño de vapor, fuente de hielo, ducha de aromaterapia, camas de burbujas, jacuzzi interior y exterior, piscina de efectos…
Un saludable y relajante itinerario que merece la pena completar dejándote mimar por grandes profesionales que llevan a cabo exclusivos y personalizados tratamientos Sisley y rituales destinados a lograr el deseado equilibrio entre mente y cuerpo. Terapias orientales, cromoterapia, envolturas, cuidados faciales, todo tipo de masajes… Yo me rendí ante el Sublime de Argán, un masaje hidratante, nutritivo y anti-edad realizado con acierte puro y 100% orgánico de Argán. Aún recuerdo la sensación de tocar el cielo a través de las manos de mi masajista. Una vez más, sublime.
Y hasta aquí mi reseña del Hotel Las Arenas Balneario Resort, un emblemático establecimiento que pude conocer con motivo de la celebración de su 10º aniversario, una efeméride cuyo punto culminante fue la fiesta Feelling the excellence. Una velada inolvidable que nos transportó a sus orígenes, a los lejanos años 20 con espectáculos, animaciones, recreaciones históricas y música en vivo en la que intervinieron un centenar de actores y bailarines.
Confort, innovación, magníficas instalaciones, exquisito mimo por los detalles, excelente gastronomía y una atención al cliente inmejorable y cercana que solo las empresas familiares pueden ofrecer. Estas son las señas de identidad de Las Arenas Balneario Resort, un hotel que lleva el término lujoa un nivel superior.
Habitaciones: 253 (Classic, Deluxe, Executive, Classic triple, Classic familiar, Familiar Deluxe, Suite Mare Nostrum. Suite Las Arenas y Suite Malvarrosa), equipadas con baños con cabina hidromasaje y bañera, televisión de plasma vía satélite, acceso gratuito a internet wifi y reproductor de música. La mayoría cuentan con amplias terrazas con vistas al Mediterráneo.
Servicios: Recepción 24 horas. Servicio de habitaciones. Brasserie Sorolla. Lobby bar. Blue Pool & Bar Restaurant. Restaurante Snack. Internet Center. Spa. Peluquería. Piscina climatizada. Piscina exterior para adultos y piscina infantil. Solárium. Fitness Center. Pista de pádel. Miniclub Octopus (disponible durante Semana Santa, verano y Navidades y Fin de Año). Centro de convenciones. Servicio de limusinas y coches privados. Información y reservas de campos de golf. En julio y agosto actividades como yoga, aeróbic, gimnasia, pilates y Qigong.
Nota: Esta reseña ha sido posible gracias a la invitación recibida por el Hotel Las Arenas Balneario Resort perteneciente a la cadena Hoteles Santos y que gestionó la agencia de comunicación RV Edipress.
Si te preguntas qué ver y hacer en Marrakech, aquí tienes la respuesta. Bienvenido a una ciudad marroquí fundada hace más de mil años a los pies del Alto Atlas que pese a sus destellos de modernidad no olvida ni quién es ni su pasado. A un rincón africano, vibrante y caótico, teñido de olores, sabores y sonidos que colapsan los sentidos y encienden el alma. A una ciudad que logró removerme por dentro y que ahora te presento a través de 10 planes que considero imprescindibles. Comenzamos.
Qué ver en Marrakech
La plaza Yamaa el-Fna, el gran escenario de la ciudad
Si hay un lugar que merece estar en el pódium de cualquier listado encabezado con la manida frase qué ver en Marrakech, es este. Y es que, como si de un imán se tratara, nada más llegar a la ciudad tus pasos te conducirán hasta la famosa plaza Yamaa el-Fna.
Y lo harás para plantarte en el corazón de la medina, donde acude todo el mundo para presenciar el sorprendente espectáculo que cambia siguiendo los dictados del sol. Puestos de zumo de naranja, curanderos, sacamuelas, bailarines, predicadores, encantadores de serpientes… Un vertiginoso carnaval de ruido, gentío, música y tradiciones populares, declarado Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que al llegar la noche se incrementa con la aparición de pequeños restaurantes. Tal vez te parecerá todo muy caótico. Lo es. Simplemente, déjate llevar, interactúa con sus actores y siente el latido de Marrakech. ¿Una buena atalaya para ver cómo esta explanada va mudando su rostro a lo largo del día? Le Grand Balcon du Café Glacier con su terraza panorámica. Imprescindible.
Muy cerca de aquí se encuentra la mezquita de la Koutoubia, cuyo famoso minarete, visible desde muchos puntos de la ciudad, sirvió de inspiración a la Giralda de Sevilla. No podrás visitar la mezquita pero podrás tomar su torre como referencia a la hora de orientarte.
Piérdete entre las callejuelas de los zocos de Marrakech
No es una frase manida. Literalmente en algún momento acabarás perdido en la marea de zocos que se extienden al norte de la plaza Yamaa el-Fna. Mercados de aceitunas, dátiles y frutos secos como Ableuh o Kchacha, Semmarine, que bajo su techo de cañizo oferta babuchas, juegos de té, alfombras o caftanes, el zoco de los tintoreros con lanas de colores secándose al sol, el de los herreros, el de los curtidores… En este recorrido brutalmente sensorial podrás poner a prueba tus mejores técnicas de regateo mientras esquivas el trajín de motos y carromatos que se cruzan en cualquier momento. Un consejo: cuando no sepas dónde estás, pregunta a algún vendedor porque si escoges a un particular lo más probable es que se empeñe en acompañarte a cambio de unos dirhams.
Una sugerencia: déjate caer por el Café des Épices donde podrás tomar una comida ligera a base de sopas, bocadillos y ensaladas. ¿Su gran atractivo? Está situado en la misma Place des Épices donde se dan cita boticarios de toda índole, mujeres que preparan jena para los tatuajes, vendedores de especias, sombrereros… Si tienes ocasión, siéntate en su pequeña terraza. Las vistas a este bullicioso rincón de Marrakech merecen mucho la pena.
No viajes a Marrakech sin seguro de viajes
Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás que no me canso de repetir lo importante que es viajar con un buen seguro de viajes. Yo siempre viajo asegurada con Chapka por sus amplias coberturas internacionales. Si haces números, comprobarás que el coste diario del seguro compensa con creces su precio y más teniendo en cuenta lo extraordinariamente cara que puede resultar una consulta médica en este destino. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.
La Madraza Ali Ben Youssef
“Tú, que atraviesas mi puerta, que tus mayores deseos se cumplan”. Esta es la inscripción que preside la entrada de la Madraza Ali Ben Youssef, antaño la mayor escuela coránica del norte de África. Te recomiendo su visita porque es uno de los pocos edificios religiosos de Marruecos abierto a los no musulmanes y, además, representa el mejor ejemplo de arquitectura arabigoandaluza de la ciudad.
Solo tienes que acercarte a su gran patio para comprobar el delicado conjunto que forman sus ornamentadas columnas, los balcones con celosías, los mosaicos, las caligrafías esculpidas en las paredes, el estanque… Una profusa decoración que contrasta con la sobriedad de las celdas de los estudiantes del piso superior. Está situada en el interior de la medina muy cerca del Museo de Marrakech y de la Maison de la Photographie y, sin duda, merece formar parte de este listado sobre qué ver en Marrakech.
Ríndete a la belleza del jardín Majorelle
En la llamada La Ville Nouvelle, levantada en la época medieval y feudo de la clase media marrakechí, encontrarás el que para mí es el rincón más hermoso de esta ciudad imperial y un imprescindible qué ver con mayúsculas: el jardín Majorelle. Un elegante y sugerente edén, forjado entre cactus, bambúes y nenúfares, ideado por el artista francés Jacques Majorelle, y recuperado por el gran modisto Yves Saint Laurent cuyas cenizas reposan junto a una sencilla columna.
Olvida el reloj, aquí las prisas no son bienvenidas. Enamórate de un color que jamás olvidarás, el profundo e intenso azul Majorelle que baña su villa modernista. Fíjate en cómo los rayos de sol se cuelan entre árboles y plantas llegados de los cinco continentes proyectando sombras que evocan exóticos destinos. Escucha el canto de los pájaros, el sonido del agua… Saint Laurent lo describió a la perfección: «un oasis donde los colores utilizados por Matisse se mezclan con los de la naturaleza». Pura magia.
Revive la época de los visires en el palacio de la Bahía
Patios con exuberante vegetación, fuentes, teselas policromadas, techos tallados a mano, suelos cubiertos de mosaicos… Desde el exterior nada hace presagiar el lujo y opulencia que derrochó el visir Ahmed ben Moussa en el palacio de la Bahía (la bella). El resultado, tras catorce años de obras, resultó tan extraordinario que en 1911 acabó siendo la residencia general del Protectorado. Aunque solo una parte de sus 8 hectáreas y 150 habitaciones están abiertas al público, se puede visitar el harén y los espectaculares aposentos de la favorita y es otra de las visitas imprescindibles de la ciudad. Ya que estás en esta zona, antes de visitar las tumbas saadíes, aprovecha para callejear por el barrio judío o mellah y descubre un rostro más de la ciudad roja marroquí.
Descubre las suntuosas tumbas saadíes
Otro lugar que tienes que ver en Marrakech son las tumbas saadíes. Su origen nos traslada a 1557, momento en el que el sultán saadí Ahmed el-Mansour el-Dahbi decidió construir un mausoleo digo de su rango, la espectacular Sala de las Doce Columnas. Un espacio exquisitamente decorado con mármol de Carrara, estucos recubiertos de oro puro y mosaicos de azulejos. El resto de este complejo funerario está formado por dos pabellones más y por las más de 170 tumbas de cancilleres y mujeres ubicadas en su jardín.
Saborea Marrakech bocado a bocado
A pie de calle, en ambientes refinados al son de la danza del vientre o en una terraza divisando el anárquico skyline de la medina. La oferta gastronómica de Marrakech se adapta a todo tipo de carteras ofreciendo platos tradicionales como la tanjia, tajines, cuscús, pastillas, brochetas, keftas… Como elegir entre tantos escenarios no es tarea fácil, aquí tienes algunas propuestas además de los ya mencionados Café des Épices y Café Glacier.
Si lo que buscas es cocina tradicional, prueba en locales como Chez Chegrouni (noroeste de la plaza Yamaa el-Fna), Ksar Es Saoussan (Rue des Ksour, 3) o en el siempre de moda Le Foundouk (Souk Hal Fassi, 55). Para descubrir los sabores de la cocina creativa marroquí: el acogedor Le Jardín (Sidi Abdelaziz, 32), y Villa Flore (Derb Azzouz, 4). En ambos sirven alcohol. Si te decides por picar algo en el centenar de restaurantes que invaden el centro de la plaza Yamaa el-Fna, mi consejo es que te sientes donde veas más gente para asegurarte de que los productos sean frescos. Parrilladas, pescados, ensaladas, caracoles, cabeza de cordero… Tú decides.
¿Dónde rendirte a la repostería marroquí? Sin duda en la Pâtisserie et boissones Al Jawda. Está considerada una de las mejores de la ciudad y con razón. Batidos y zumos de mil sabores, pasteles, galletas, los clásicos «cuernos de gacela»… (Rue Derb Dabachi, 16).
CONSEJO VIAJERO → Experimenta Marruecos a través de sus exóticos sabores con este tour gastronómico en español por Marrakech. Los platos incluidos en el tour se pueden cambiar por opciones vegetarianas.
El domingo, como un local más, visita el jardín de la Menara
Un mar de olivos reconvertido en parque urbano, un pequeño pabellón a cuyos pies discurre un gran estanque artificial y el mejor telón para enmarcarlo: las cercanas cimas del Atlas. Así es el jardín de la Menara, el patio de recreo de los marrakechíes que se adueñan de este enclave de factura almohade, sobre todo los domingos, para escapar del imparable ritmo que azota el centro de la ciudad. ¿La mejor hora para visitarlo? Al atardecer, entre parejas de enamorados que cucurucho de patatas fritas en mano esperan la puesta del sol. Más que un qué ver en Marrakech es un agradable experiencia.
Vuela sobre Marrakech en globo
Si tu agenda y tu bolsillo te lo permiten, otra de las cosas que debes hacer es sobrevolar las zonas rurales que rodean Marrakech. Realmente merece la pena madrugar aunque solo sea por presenciar ese hipnótico instante en el que el sol despierta a un nuevo día sobre las cumbres nevadas del Atlas. Y tras el vuelo, un completo desayuno tradicional en una improvisada jaima en medio de la nada. Yo viví esta experiencia con la empresa Ciel d’Afrique. Precio por persona: desde 2050 MAD.
Relájate en un hamman
No puedes irte de Marrakech sin sucumbir al placer que supone relajarse en alguno de sus numerosos hammams. Obviamente, la experiencia más auténtica te espera en los públicos, donde el lavado y el masaje suele realizarse en el mismo suelo de mármol. No obstante, si prefieres un trato más occidental, puedes acudir a los llamados hammams-spa que ofrecen una variada gama de tratamientos como los masajes con aceite de argán o los baños perfumados.
Y hasta aquí mis 10 planes imprescindibles que recogen qué ver en Marrakech. Una ciudad cuya fuerza reside en el ambiente que se respira en sus calles, que te invita a seguirle el juego y a dejarte llevar. Porque en Marrakech más que ver hay que sentir.
Qué más ver en Marrakech: excursiones y actividades
Si no quieres dejarte nada por ver en Marrakech, aquí tienes las mejores excursiones y actividades que puedes hacer con un guía que habla español. Toma nota:
Paseo en globo por el norte de Marrakech: Olvida el ajetreo de sus calles y sobrevuela una de las ciudades más importantes de Marruecos en globo aerostático. Es impresionante.
Circuito de 5 días desde Marrakech a Fez: las montañas del Atlas, el Valle del Dades, las dunas de Merzouga… Descubre los tesoros del interior de Marruecos con este circuito que finaliza en la preciosa ciudad de Fez.
Excursión de 2 días al desierto de Zagora: dormir en una haima, ver el atardecer en el desierto y visitar antiguas kasbahs son algunos de los atractivos de esta escapada al desierto de Zagora.
A pocos kilómetros de esa gran dama del norte que es San Sebastián se encuentra el Territorio de la Sidra, un rincón guipuzcoano, pequeño en dimensiones pero con una personalidad única, que conserva intactas sus arraigadas tradiciones y cuyo corazón late con fuerza siguiendo el ritmo que marca la producción y posterior disfrute de su bebida por excelencia, la sidra. Su nombre en euskera, Sagardoaren Lurraldea.
En Astigarraga, Hernani y Usurbil, las principales localidades sidreras de Guipúzcoa, el comienzo del año es especialmente importante porque se presenta la nueva cosecha de la sidra y se inaugura una nueva temporada del txotx que durará hasta mayo, momento en que la sidra restante se embotella para poder seguir degustándola todo el año. Pero, ¿qué es el txotx? Aunque técnicamente es la acción de abrir la kupela y dejar que la sidra fluya para que los allí presentes acerquen su vaso y se sirvan, lo cierto es que esta mágica palabra, que también hace referencia al palillo con el que se abren y cierran las barricas, abarca mucho más que el simple hecho de disfrutar un buen trago de sidra natural. Como pude comprobar en primera persona, el txotx para los guipuzcoanos es una de sus grandes señasde identidad. Un acto festivo, cuyos cimientos son la amistad, el respeto, la cultura y la diversión, que pone de manifiesto que la sidra es el eje que articula la historia, las costumbres y la forma de vida del Territorio de la Sidra.
El origen de este rito, sencillo en sus formas pero con un gran trasfondo que sintetiza todos los valores de la cultura de la sidra vasca, lo hallamos hace apenas 50 años, en pequeñas catas privadas que reunían a productores y compradores para probar y elegir las mejores sidras. Con el paso de los años, se fue abriendo a la participación popular hasta convertirse en lo que es hoy en día, uno de los acontecimientos gastronómicos más famosos de Euskadi cuyo inicio viene marcado por la celebración del Sagardo Berriaren Eguna, el día de la sidra nueva, que da comienzo a la temporada de sidrerías en Guipúzcoa.
Sagardo Berriaren Eguna, entre dantzaris, bertsos, kupelas y chuletones
Una experiencia inolvidable en torno a la sidra que viví como una guipuzcoana más. Esto supuso para mí asistir al Sagardo Berriaren Eguna que tuvo lugar el pasado 13 de enero ya que la apertura del txotx se celebra siempre el miércoles anterior al día de San Sebastián.
Tras la presentación de las principales características de la cosecha de 2015, que ha permitido producir 13 millones de litros de sidra, los actos de este día tan especial, que ya alcanza su vigésimo tercera edición, se iniciaron con la plantación de un manzano en el manzanal de Sagardoetxea, el Museo de la Sidra ubicado en Astigarraga. El encargado de llevar a cabo esta tarea fue el surfista Aritz Aranburu, el mismo que ya en la sidreía Zelaia de Hernani pronunció las palabras que todos esperábamos escuchar: “Gure Sagardo berria!”(nuestra sidra nueva).
Pero antes de este txotx multitudinario, pude escuchar por primera vez cómo suena un bertso y la llamada de los txalapartaris, ver cómo los dantzaris interpretaban bailes como la sagar-dantza o la soka-dantza y emocionarme al contemplar cómo los sidreros o sagardogiles unían sus manos en un gesto de hermandad para acompañar al deportista de élite zarauztarra hasta el interior de la sidrería.
Estos emotivos instantes, tan nuevos para mí, fueron el preludio del gran momento. La apertura de la primera kupela. El comienzo oficial de la nueva temporada del txotx.
A continuación, llegó la hora de degustar el menú tradicional de sidrería que se compone de tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos verdes y chuletón. El dulce colofón, queso con membrillo y nueces. Exquisiteces que compartí de pie, charlando con mis compañeros de mesa. Bajo un paraguas de cordialidad en el que no dejaba de sonar el grito de txotx que nos invitaba a acudir de nuevo a la kupela en busca de un nuevo trago de sidra recién elaborada. Aquí es donde realmente me di cuenta del encanto que supone acudir a una de las sidrerías del Territorio de la Sidra. Buen beber y buen comer en un distendido ambiente marcado por las sonrisas y el buen humor que una vez pruebas inevitablemente deseas repetir.
Por si mis palabras no han conseguido convencerte, mira este estupendo vídeo resumen del día de la sidra nueva producido por Barking Blogs. ¿Es o no es para vivirlo?
Sidrerías en Sagardoaren Lurraldea
Si quieres disfrutar de esta ancestral tradición, en la que todo el mundo es bienvenido, tienes a tu disposición una serie de sidrerías que puedes localizar en la web del txotx. Como verás, las hay de todo tipo, tradicionales, para comer sentado, para familias con menú infantil, para grupos numerosos…
Las que yo tuve el placer de conocer durante mi estancia en el Territorio de la Sidra fueron:
Sidrería Zelaia Sagardotegia: En las riberas del río Urumea, en el principal valle elaborador de sidra, se encuentra esta sidrería que como he apuntado acogió el comienzo oficial de la nueva temporada de la sidra vasca. Su menú es inmejorable y mantiene la tradición de cenar de pie al son del txotx. La sidra de Zelaia posee, además, el certificado de calidad Gorenak. (Barrio Martindegi, 29, Hernani).
Sidreía Zapiain Sagardotegia: Otro magnífico escenario para vivir el txotx tradicional es esta sidrería de Astigarraga cuyos orígenes se remontan a 1595. Guiada por sus propietarios, tuve la suerte de realizar una cata de sidras en la que conocí las características de una buena sagardoa (sidra natural vasca) y sus recomendaciones de consumo: su color debe ser amarillo-verdoso, debe oler a fruta fresca y servirse no muy fría, entre 10 y 13ºC. En definitiva y según sus productores: sabremos que es una buena sagardoa si después de bebernos un vaso, tenemos ganas de tomar otro. (Nagusia, 96, Astigarraga).
Sidrería Saizar Sagardotegia: Situada a pocos minutos del centro de Usurbil y abierta todo el año, esta sidrería familiar es perfecta para albergar grupos numerosos que se concentran para degustar su famosa sidra que posee el certificado de calidad Eusko Label. Como curiosidad, al fondo de su restaurante, conserva como oro en paño las dos barricas más grandes de Euskadi. Cada una alberga 50 mil litros de sidra y sus nombres, Aitzgorri y Ernio, corresponden a dos de los montes más míticos de Guipúzcoa. (Kalezahar Auzoa, 39. Usurbil).
Sidrería Rezola Sagardotegia: Muy auténtica y en un marco rústico y acogedor. Así es Rezola, una sidrería tradicional en la que se puede comer tanto sentado como de pie al tiempo que disfrutas de su sidra de primera calidad con sello Eusko Label. (Santiago Zeharra, 12. Astigarraga).
Eso sí, sea cual sea tu elección, procura ir con bastante apetito porque los menús que ofrecen son contundentes. Respecto a la cantidad de sidra que ingieras, eso es cosa tuya puesto que podrás acercarte a las kupelas cuantas veces quieras. Espera tu turno, pon tu vaso ligeramente inclinado para la sidra se rompa en espumas y aromas de manzana, y vuelve a la mesa. Hasta el próximo txotx, claro. Y recuerda, la temporada de sidrerías comienza en enero y concluye a mediados de mayo.
Descubriendo el Territorio de la Sidra
Más allá de vivir en primera persona la gran fiesta del txotx, que por sí sola ya merece una escapada a estas tierras del nordeste guipuzcoano, el Territorio de la Sidra cuenta con una serie de atractivos que te recomiendo incluyas en tu agenda viajera:
Visita Sagardoetxea, el Museo de la Sidra Vasca de Astigarraga. Sin duda, el mejor lugar para profundizar en la cultura de la sidra ya sea recorriendo su manzanal, al tiempo que conoces los modos de recolección de las diferentes variedades de manzanas, su espacio museístico con audiovisuales y fotografías que nos hablan de esta tradición milenaria, o su centro de cata y degustación en el que podrás aprender todo lo necesitas saber para acudir a una sidrería como un vasco más.
Explora Santiagomendiko Sagardo Bidea. Esta ruta temática está dividida en ocho estaciones con paneles de información, narraciones de audio y juegos que de una manera didáctica nos acercan a la historia de los caseríos de Santiagomendi y de Astigarraga mientras recorremos uno de los puntos más emblemáticos del Camino de Santiago a su paso por Guipúzcoa. No olvides detenerte a los pies de la ermita de Santiagomendi. Las vistas de San Sebastián que desde allí que se divisan son espectaculares.
Callejea por Hernani y ríndete ante sus deliciosos pintxos. No podrás decir que conoces el Territorio de la Sidra si no dejas que tus pasos te lleven hasta Hernani, una localidad situada a 10 km de la capital guipuzcoana que combina su faceta industrial con un precio casco antiguo calificado como conjunto monumental en el que destacan la iglesia de San Juan Bautista, la Casa Consistorial, la Torre de los Gentiles y la antigua Plaza Mayor. Para acabar de tentarte, debes saber que los bares y tascas de esta villa son famosos por la calidad de sus pintxos. ¿Un par de sugerencias? La taberna Txilibita y el bar Rufino.
Acércate a San Sebastián. Si aún no la conoces, por obligación, y si ya has estado, por el puro placer de plantarte de nuevo frente a la playa de La Concha, probablemente el arenal más bonito de la cornisa cantábrica. Siente la fuerza del Peine del Viento, sube al Monte Igueldo a bordo del funicular más antiguo de Euskadi, piérdete por las estrechas y animadas calles de Lo Viejo, por su zona romántica con el dúo inseparable que forman el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia… Déjate enamorar por su apabullante encanto y conviértete en uno más de sus fieles admiradores.
Si tras leer mi experiencia, he conseguido, como espero y deseo, despertar tu interés por conocer, vivir y sentir la magia de este rincón guipuzcoano donde la sidra es la gran protagonista, objetivo cumplido. Nos vemos en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra.
Nota: Este artículo, que refleja de modo independiente mi experiencia en el Territorio de la Sidra, forma parte del blogtrip #sagardoberria promovido por Blog on Brands en colaboración con Sagardoaren Lurraldea y Euskadi Gastronomika.
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