El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

El Territorio de la Sidra y la gran fiesta del txotx en Guipúzcoa

A pocos kilómetros de esa gran dama del norte que es San Sebastián se encuentra el Territorio de la Sidra, un rincón guipuzcoano, pequeño en dimensiones pero con una personalidad única, que conserva intactas sus arraigadas tradiciones y cuyo corazón late con fuerza siguiendo el ritmo que marca la producción y posterior disfrute de su bebida por excelencia, la sidra. Su nombre en euskera, Sagardoaren Lurraldea.

El Territorio de la Sidra Triturando las manzanas. Manzanal de Sagardoetxea. Territorio de la Sidra En Astigarraga, Hernani y Usurbil, las principales localidades sidreras de Guipúzcoa, el comienzo del año es especialmente importante porque se presenta la nueva cosecha de la sidra y se inaugura una nueva temporada del txotx que durará hasta mayo, momento en que la sidra restante se embotella para poder seguir degustándola todo el año. Pero, ¿qué es el txotx? Aunque técnicamente es la acción de abrir la kupela y dejar que la sidra fluya para que los allí presentes acerquen su vaso y se sirvan, lo cierto es que esta mágica palabra, que también hace referencia al palillo con el que se abren y cierran las barricas, abarca mucho más que el simple hecho de disfrutar un buen trago de sidra natural. Como pude comprobar en primera persona, el txotx para los guipuzcoanos es una de sus grandes señas de identidad. Un acto festivo, cuyos cimientos son la amistad, el respeto, la cultura y la diversión, que pone de manifiesto que la sidra es el eje que articula la historia, las costumbres y la forma de vida del Territorio de la Sidra.

Tradición, cultura y amistad en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra El origen de este rito, sencillo en sus formas pero con un gran trasfondo que sintetiza todos los valores de la cultura de la sidra vasca, lo hallamos hace apenas 50 años, en pequeñas catas privadas que reunían a productores y compradores para probar y elegir las mejores sidras. Con el paso de los años, se fue abriendo a la participación popular hasta convertirse en lo que es hoy en día, uno de los acontecimientos gastronómicos más famosos de Euskadi cuyo inicio viene marcado por la celebración del Sagardo Berriaren Eguna, el día de la sidra nueva, que da comienzo a la temporada de sidrerías en Guipúzcoa.

Sagardo Berriaren Eguna, entre dantzaris, bertsos, kupelas y chuletones

Una experiencia inolvidable en torno a la sidra que viví como una guipuzcoana más. Esto supuso para mí asistir al Sagardo Berriaren Eguna que tuvo lugar el pasado 13 de enero ya que la apertura del txotx se celebra siempre el miércoles anterior al día de San Sebastián.

Tras la presentación de las principales características de la cosecha de 2015, que ha permitido producir 13 millones de litros de sidra, los actos de este día tan especial, que ya alcanza su vigésimo tercera edición, se iniciaron con la plantación de un manzano en el manzanal de Sagardoetxea, el Museo de la Sidra ubicado en Astigarraga. El encargado de llevar a cabo esta tarea fue el surfista Aritz Aranburu, el mismo que ya en la sidreía Zelaia de Hernani pronunció las palabras que todos esperábamos escuchar: “Gure Sagardo berria!”(nuestra sidra nueva).

El surfista Aritz Aranburu plantando un manzano en Sagardoetxea. Territorio de la Sidra Pero antes de este txotx multitudinario, pude escuchar por primera vez cómo suena un bertso y la llamada de los txalapartaris, ver cómo los dantzaris interpretaban bailes como la sagar-dantza o la soka-dantza y emocionarme al contemplar cómo los sidreros o sagardogiles unían sus manos en un gesto de hermandad para acompañar al deportista de élite zarauztarra hasta el interior de la sidrería.

Sagar-dantzariak y txitularis. Territorio de la Sidra Txalapartaris tocando la txalaparta. Territorio de la Sidra Bailes tradicionales. Territorio de la Sidra Los sagardogiles unen sus manos para acompañar a Aritz Aranburu hasta el interior de la sidrería Zelaia Estos emotivos instantes, tan nuevos para mí, fueron el preludio del gran momento. La apertura de la primera kupela. El comienzo oficial de la nueva temporada del txotx.

Al grito de Gure Sagardo Berria se abre la primera kupela y comienza la nueva temporada del txotx Aritz Aranburu catando la sidra nueva. Territorio de la Sidra A continuación, llegó la hora de degustar el menú tradicional de sidrería que se compone de tortilla de bacalao, bacalao frito con pimientos verdes y chuletón. El dulce colofón, queso con membrillo y nueces. Exquisiteces que compartí de pie, charlando con mis compañeros de mesa. Bajo un paraguas de cordialidad en el que no dejaba de sonar el grito de txotx que nos invitaba a acudir de nuevo a la kupela en busca de un nuevo trago de sidra recién elaborada. Aquí es donde realmente me di cuenta del encanto que supone acudir a una de las sidrerías del Territorio de la Sidra. Buen beber y buen comer en un distendido ambiente marcado por las sonrisas y el buen humor que una vez pruebas inevitablemente deseas repetir.

Bacalao con pimientos, otra exquisitez del menú de sidrería. Territorio de la Sidra En mi opinión, el rey del menú de sidrería es el chuletón. Territorio de la Sidra Queso con membrillo y nueces. Menú de sidrería. Territorio de la Sidra Por si mis palabras no han conseguido convencerte, mira este estupendo vídeo resumen del día de la sidra nueva producido por Barking Blogs. ¿Es o no es para vivirlo?

Sidrerías en Sagardoaren Lurraldea

Si quieres disfrutar de esta ancestral tradición, en la que todo el mundo es bienvenido, tienes a tu disposición una serie de sidrerías que puedes localizar en la web del txotx. Como verás, las hay de todo tipo, tradicionales, para comer sentado, para familias con menú infantil, para grupos numerosos…

Las que yo tuve el placer de conocer durante mi estancia en el Territorio de la Sidra fueron:

Sidrería Zelaia Sagardotegia: En las riberas del río Urumea, en el principal valle elaborador de sidra, se encuentra esta sidrería que como he apuntado acogió el comienzo oficial de la nueva temporada de la sidra vasca. Su menú es inmejorable y mantiene la tradición de cenar de pie al son del txotx. La sidra de Zelaia posee, además, el certificado de calidad Gorenak. (Barrio Martindegi, 29, Hernani).

Bertsolaris en la bodega de la sidrería Zelaia Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidreía Zapiain Sagardotegia: Otro magnífico escenario para vivir el txotx tradicional es esta sidrería de Astigarraga cuyos orígenes se remontan a 1595. Guiada por sus propietarios, tuve la suerte de realizar una cata de sidras en la que conocí las características de una buena sagardoa (sidra natural vasca) y sus recomendaciones de consumo: su color debe ser amarillo-verdoso, debe oler a fruta fresca y servirse no muy fría, entre 10 y 13ºC. En definitiva y según sus productores: sabremos que es una buena sagardoa si después de bebernos un vaso, tenemos ganas de tomar otro. (Nagusia, 96, Astigarraga).

Sidreía Zapiain Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidrería Saizar Sagardotegia: Situada a pocos minutos del centro de Usurbil y abierta todo el año, esta sidrería familiar es perfecta para albergar grupos numerosos que se concentran para degustar su famosa sidra que posee el certificado de calidad Eusko Label. Como curiosidad, al fondo de su restaurante, conserva como oro en paño las dos barricas más grandes de Euskadi. Cada una alberga 50 mil litros de sidra y sus nombres, Aitzgorri y Ernio, corresponden a dos de los montes más míticos de Guipúzcoa. (Kalezahar Auzoa, 39. Usurbil).

Menú de sidrería en Saizar Sagardotegia. Territorio de la Sidra Sidrería Rezola Sagardotegia: Muy auténtica y en un marco rústico y acogedor. Así es Rezola, una sidrería tradicional en la que se puede comer tanto sentado como de pie al tiempo que disfrutas de su sidra de primera calidad con sello Eusko Label. (Santiago Zeharra, 12. Astigarraga).

Sidras entre amigos. Sidrería Rezola Sagardotegia. Territorio de la Sidra

Eso sí, sea cual sea tu elección, procura ir con bastante apetito porque los menús que ofrecen son contundentes. Respecto a la cantidad de sidra que ingieras, eso es cosa tuya puesto que podrás acercarte a las kupelas cuantas veces quieras. Espera tu turno, pon tu vaso ligeramente inclinado para la sidra se rompa en espumas y aromas de manzana, y vuelve a la mesa. Hasta el próximo txotx, claro. Y recuerda, la temporada de sidrerías comienza en enero y concluye a mediados de mayo.

Celebrando el primer txotx en el Territorio de la Sidra Descubriendo el Territorio de la Sidra

Más allá de vivir en primera persona la gran fiesta del txotx, que por sí sola ya merece una escapada a estas tierras del nordeste guipuzcoano, el Territorio de la Sidra cuenta con una serie de atractivos que te recomiendo incluyas en tu agenda viajera:

Visita Sagardoetxea, el Museo de la Sidra Vasca de Astigarraga. Sin duda, el mejor lugar para profundizar en la cultura de la sidra ya sea recorriendo su manzanal, al tiempo que conoces los modos de recolección de las diferentes variedades de manzanas, su espacio museístico con audiovisuales y fotografías que nos hablan de esta tradición milenaria, o su centro de cata y degustación en el que podrás aprender todo lo necesitas saber para acudir a una sidrería como un vasco más.

Sagardoetxea, Museo de la Sidra Vasca. Astigarraga, Territorio de la Sidra El zizki se utiliza para recoger las manzanas una a una. Manzanal de Sagardoetxea. Territorio de la Sidra Explora Santiagomendiko Sagardo Bidea. Esta ruta temática está dividida en ocho estaciones con paneles de información, narraciones de audio y juegos que de una manera didáctica nos acercan a la historia de los caseríos de Santiagomendi y de Astigarraga mientras recorremos uno de los puntos más emblemáticos del Camino de Santiago a su paso por Guipúzcoa. No olvides detenerte a los pies de la ermita de Santiagomendi. Las vistas de San Sebastián que desde allí que se divisan son espectaculares.

Ruta temática Santiagomendiko Sagardo Bidea. Territorio de la Sidra Vistas de San Sebastián desde la ermita de Santiagomendi. Territorio de la Sidra Callejea por Hernani y ríndete ante sus deliciosos pintxos. No podrás decir que conoces el Territorio de la Sidra si no dejas que tus pasos te lleven hasta Hernani, una localidad situada a 10 km de la capital guipuzcoana que combina su faceta industrial con un precio casco antiguo calificado como conjunto monumental en el que destacan la iglesia de San Juan Bautista, la Casa Consistorial, la Torre de los Gentiles y la antigua Plaza Mayor. Para acabar de tentarte, debes saber que los bares y tascas de esta villa son famosos por la calidad de sus pintxos. ¿Un par de sugerencias? La taberna Txilibita y el bar Rufino.

Iglesia de San Juan Bautista. Casco viejo monumental de Hernani. Territorio de la Sidra De pintxos por Hernani. Territorio de la Sidra Acércate a San Sebastián. Si aún no la conoces, por obligación, y si ya has estado, por el puro placer de plantarte de nuevo frente a la playa de La Concha, probablemente el arenal más bonito de la cornisa cantábrica. Siente la fuerza del Peine del Viento, sube al Monte Igueldo a bordo del funicular más antiguo de Euskadi, piérdete por las estrechas y animadas calles de Lo Viejo, por su zona romántica con el dúo inseparable que forman el Hotel María Cristina y el Teatro Victoria Eugenia… Déjate enamorar por su apabullante encanto y conviértete en uno más de sus fieles admiradores.

San Sebastián desde el Monte Igueldo

Si tras leer mi experiencia, he conseguido, como espero y deseo, despertar tu interés por conocer, vivir y sentir la magia de este rincón guipuzcoano donde la sidra es la gran protagonista, objetivo cumplido. Nos vemos en Sagardoaren Lurraldea, el Territorio de la Sidra.

Nota: Este artículo, que refleja de modo independiente mi experiencia en el Territorio de la Sidra, forma parte del blogtrip #sagardoberria promovido por Blog on Brands en colaboración con Sagardoaren Lurraldea y Euskadi Gastronomika.

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Siete experiencias para enamorarte de Cádiz y caer rendido a sus pies

Cádiz, la que hace gala de ser la ciudad más antigua de Occidente, la de eterna sonrisa, el pescaíto frito y el callejeo. Una tacita que dicen de plata que se bebe sobro a sorbo. Una imán de historia, sol y buena vida que nos obliga a poner rumbo al sur para disfrutar de su cautivadora luz salpicada por la espuma del Atlántico. Una capital andaluza y marinera como ella sola que te muestro a través de siete experiencias que conseguirán que caigas rendido a sus pies.

Vista de Cádiz desde el Castillo de San Sebastián Paseo marítimo de Cádiz

Piérdete por el barrio del Pópulo

Recorrer las calles del Pópulo, el barrio más antiguo de Cádiz con 3.000 años de historia a sus espaldas, es sentir el legado de aquellos fenicios, púnicos, romanos y árabes que antes que tú pisaron sus adoquinadas calles. Es fijar tu mirada en la impresionante fachada de la Catedral con su cúpula cubierta de azulejos dorados y maravillarte con su cripta donde reposan los restos de Manuel de Falla y de José María Pemán. Trasladarte a la esplendorosa Gades contemplando el Teatro Romano. Sentir el fervor de los gaditanos entre las columnas salomónicas de la iglesia de Santa Cruz, la antigua Catedral. Adentrarte en las dependencias del Museo Catedralicio (Casa de la Contaduria) para contemplar la mesa en la que afirman se firmó La Pepa. Cruzar el Arco del Pópulo, una de las tres puertas de la primitiva ciudad medieval. Ver la vida pasar en la plaza de San Juan de Dios, el primer espacio abierto ganado al mar presidido por el Ayuntamiento. Callejear hasta la plazuela de San Martín y que la vista se centre en los mármoles genoveses de la Casa del Almirante. Tomar algo en la plaza Topete, para los gaditanos la de las Flores, junto a la estatua de Columela, uno de los personajes más ilustres de la historia de Cádiz. Acercarte al Mercado de Abastos y palpar el día a día. Encontrarte con preciosos rincones que rezuman encanto como el callejón del Duende y recordar a los pies de las Puertas de Tierra aquel tanguillo que choteándose de las tropas de Napoleón reza: “con las bombas que tiran los fanfarrones, se hacen las gaditanas tirabuzones”. En definitiva, recorrer las calles donde todo empezó. Unas callejuelas que encontré más acicaladas y recuperadas que en mi anterior visita pero que no han perdido ni un ápice de su magnética personalidad.

Catedral de Cádiz Callejón del Duende. Cádiz Iglesia de Santa Cruz. Cádiz Centro de Interpretación del Teatro Romano de Cádiz Plaza de las Flores. Cádiz

Encuéntrate en el barrio de La Viña

Tras callejear sin prisas por el Pópulo, se impone conocer el barrio gaditano por excelencia: La Viña. La cuna del carnaval, allí donde la vida bulle en cada calle, plaza y bar. Un animado barrio que debe su nombre a los viñedos que ocupaban su terreno antes de que se urbanizase totalmente en el siglo XVIII. Un barrio de profundo sabor marinero que debido a su lejanía del puerto no despertó el interés de los cargadores de Indias por lo que fue habitado por clases populares que trabajan en la vecina playa de la Caleta. Su eje central es la calle de la Palma, presidida por la iglesia, y junto a la cual un retablo callejero nos recuerda los trágicos momentos vividos por la ciudad durante el maremoto de 1755. Muy cerca se encuentra el neomudéjar Gran Teatro Falla, coliseo del carnaval cada febrero, y el tantas veces fotografiado Campo del Sur, tan comparado al malecón de La Habana, con sus casas de colores y con la cúpula amarilla de la Catedral desafiando al Atlántico. Ya lo decía Antonio Burgos: “La Habana es Cádiz con más negritos. Cádiz, La Habana con más salero”.

Calle Virgen de la Palma. Cádiz Plazuela del Tío de la Tiza. Barrio de la Viña, Cádiz Gran Teatro Falla. Cádiz Cádiz desde el Campo del Sur

Contempla Cádiz desde sus miradores. La Torre del Reloj y la Torre Tavira

Si con los pies en el suelo Cádiz enamora a cada paso, imagina lo que supone contemplarla a vista de pájaro desde sus miradores. Tan blanca, tan bella, tan ceñida por el mar… Así la verás desde la Torre del Reloj de la Catedral de Cádiz. Que no te frenen los 40 metros de ascensión. La rampa se sube con facilidad y la recompensa cubre con creces el pequeño esfuerzo: una panorámica completa de toda la ciudad con la soberbia mole de la Catedral y unas infinitas vistas al Atlántico al son que marcan sus campanas. Aviso para navegantes: hay una entrada que por 5€ te permite visitar la Catedral, la torre y el Museo Catedralicio que se ubica en lo que fue la antigua Casa de la Contaduría.

Cádiz y el Atlántico Plaza de la Catedral desde la Torre del Reloj. Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre del Reloj Skyline de Cádiz desde la Torre del Reloj de la Catedral Otra opción para contemplar Cádiz a vista de pájaro es subir al mirador de la Torre Tavira, una de las más de cien torres vigías que aún se conservan coronando las casas de antiguos comerciantes como testigos de una época en la que se utilizaban para controlar la llegada de los barcos que atracaban en sus aguas cargados con mercancías del Nuevo Mundo. Esta casa-palacio, que por su altura y localización en pleno centro, fue la torre vigía oficial del puerto gaditano en 1778, se ha convertido en una de las citas imprescindibles de la capital gracias a su Cámara Oscura que proyecta imágenes en movimiento en tiempo real de lo que está sucediendo en las calles gaditanas. Una curiosidad más: desde aquí es posible contemplar La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de la ciudad cuya belleza solo puede apreciarse desde un lugar elevado como éste.

Vistas de Cádiz desde el mirador de la Torre Tavira Cádiz a vista de pájaro desde la Torre Tavira La Bella Escondida, una de las torres más hermosas de Cádiz Panorámica de Cádiz desde la Torre Tavira

Disfruta de las playas de Cádiz

Más de 7 kilómetros de playas urbanas jalonan el litoral de este coqueta niña andaluza que vive abrazada al mar entre castillos y baluartes como el de los Mártires o el de Capuchinos. El encanto salvaje y casi virgen de la playa de Cortadura, reconocible por los restos de la muralla del fuerte que protegió la ciudad durante la invasión francesa y por la constante presencia de surfistas, la playa de La Victoria con sus chiringuitos en la arena y su amplio paseo marítimo plagado de restaurantes que la convierten en un auténtico templo del ocio, la recoleta Playa de las Mujeres, también conocido como Santa María del Mar con su gran mirador que ofrece unas bonitas vistas del casco antiguo de la ciudad, y, cómo no, La Caleta, el orgullo de los gaditanos.

Playa gaditana Playa de las Mujeres (Santa María del Mar). Cádiz

La Caleta es el mejor resumen del litoral de Cádiz. Pequeña, popular y tan preciosa que parece sacada de un lienzo. Flanqueada a la derecha por el castillo de Santa Catalina, a la izquierda por el de San Sebastián y luciendo en el centro, con los pies en la arena, la blanca silueta modernista del antiguo balneario de la Palma que acoge hoy en día las dependencias del Centro de Arqueología Subacuática de Andalucía. Un escenario de película, como así comprobaron 007, el Capitán Alatriste y hasta el mismísimo Manolete, con acento marinero. El que imprimen las pequeñas barcas de pescadores que juegan con la marea.

Playa de La Caleta y Castillo Santa Catalina. Cádiz Antiguo balneario de la Palma. Cádiz Castillo de San Sebastián. Cádiz Saborea el arte del tapeo en Cádiz y su gastronomía

Aunque a menudo Sevilla y Granada se llevan todos los piropos en cuanto al tema del tapeo se refiere, Cádiz no se queda a la zaga porque su gastronomía, como dicen por allí, quita el sentío. Si las freidurías son las reinas del cortijo del paladar, el pescaíto frito, en tapas o raciones, es el soberano de toda barra gaditana que se precie. Cazón en adobo, chocos, puntillitas, boquerones, chipirones, calamares, tortillitas de camarones, ortiguillas fritas

Taberna La Bombilla, Cádiz Súmale moluscos como las cañaíllas o los erizos de mar, lenguados, doradas, lubinas, atún de almadraba, langostinos y gambas blancas, y comprobarás que Cádiz sabe a mar, a cocina popular y, lo mejor, con una excelente calidad precio. Pero su recetario culinario no acaba aquí. Sería imperdonable no mencionar sus deliciosas carnes de Retinto, las carrilladas, las presas ibéricas a la brasa, los secretos… Cientos de tentaciones que locales y extranjeros trasiegan con olorosos de Jerez y manzanillas de Sanlúcar de Barrameda.

Langostinos a la plancha. Bar La Caleta, Cádiz Atún a la plancha. Cádiz Carne de retinto y cazón en adobo. Cádiz

¿Algunos lugares de peregrinación obligada en la ciudad de La Pepa?

Freiduría Las Flores. Una de las mejores opciones para sumergirte en la tradición del frito gaditano ya sea en pleno centro (Plaza Topete, 4) o a unos pasos de la playa de La Victoria (Brasil, s/n). En cucuruchos de cartón para llevar o en mesa rodeado de buen ambiente.

Freiduria Las Flores, Cádiz

Taberna La Bombilla (Plaza de la Libertad, 14). En pie desde 1952, su terraza es el mejor lugar para dejar el tiempo correr entre sus tapas tradicionales o dejando que te preparen cualquier producto que hayas comprado en el vecino mercado de abastos.

Rincón gastronómico del mercado de abastos (Plaza de la Libertad, s/n). Un renovado espacio en el que ocio y gastronomía se dan la mano con propuestas tan dispares como cocina japonesa con toques gaditanos, comida argentina, zumos y bebidas naturales, productos frescos de la Sierra de Cádiz y un delicioso etcétera.

Casa Manteca (Corralón de los Carros, 66) y El Faro (San Félix, 15). Dos clásicos del barrio de La Viña. En el primero, taberna típica donde las haya, se impone pedir chicharrones horneados, chacinas, queso y vermut. En el restaurante El Faro, pargo guisado a la Roteña, entrecot de Retinto y paté de cabracho.

Taberna La Manzanilla (Feduchy, 19). Manzanillas, amontillados y olorosos corren por la centenaria barra de esta taberna que nació como despachos de vinos en Cádiz en 1900. Entre sus parroquianos, Fernando Savater y Arturo Pérez Reverte.

Taberna La Manzanilla. Cádiz

Bar La Caleta (Avenida Duque de Nájera, s/n) Lo mejor, su terraza situada justo al lado de la arena de La Caleta con vistas a toda la playa. Buenas cañas, raciones y pescados frescos a muy buen precio.

Bar La Caleta. Cádiz

Sucumbe a los atardeceres gaditanos

En Cádiz el día arranca en la Alameda Apodaca y muere en la playa de La Caleta justo antes de ofrecernos el mejor de los regalos: sus increíble atardecer. Poco a poco el sol va descendiendo besando dulcemente la bahía hasta esconderse totalmente sobre el horizonte del Atlántico. Y se para el tiempo. No solo para los turistas que tratan en vano de capturar los vaivenes de la luz, también sus gentes detienen sus pasos para sentarse frente al mar y contemplar como el inmenso cielo azul se tiñe de naranjas, violetas y rosas. Una fiesta de la naturaleza, íntima y romántica, que te subyuga hasta acariciarte el alma y que te conforta como el más cálido de los abrazos. Así es la magia de los atardeceres gaditanos, así son las puestas de sol en Cádiz.

Atardece en Cádiz Se apaga el día en Cádiz Atardecer en la playa de La Caleta, Cádiz Puesta de sol en Cádiz Dicen que el mejor lugar para contemplar el ocaso es en La Caleta, pero te aseguro que desde Cortadura, Santa María o el Campo del Sur también coleccionarás postales que tu retina nunca olvidará. Tras este este éxtasis de belleza quizás sientas un atisbo de melancolía. Durará poco. Aunque el sol se despida de Cádiz, sabes que no es un adiós, es un hasta luego. Mañana, este rito diario en forma de inenarrable espectáculo volverá a materializarse y a robarte, una vez más, el corazón.

Sonríe. En Cádiz no ser feliz es ir contra la ley

Aunque estoy convencida de que en Cádiz se contabilizan más sonrisas y carcajadas por metro cuadrado que en cualquier otro rincón del mundo, está afirmación no es mía sino de la Pepa. Según el artículo 13 de la Constitución Española de 1812: “El objeto del Gobierno es la felicidad de la Nación, puesto que el fin de toda sociedad política no es otro que el bienestar de los individuos que la componen».

Monumento a las Cortes. Plaza de España, Cádiz

Ha llovido mucho desde que se aprobara la primera Carta Magna liberal de España, sí, pero los gaditanos no solo no olvidan ese artículo sino que lo lucen como la mejor de las banderas. En cada calleja de su casco histórico, en cada taberna, en los comercios, en las playas…

Pisas Cádiz y su alegría pasa a ser la tuya. La sonrisa se planta en tu rostro y no te abandona mientras la vives, la sientes y la disfrutas. No es una impostura, tampoco un topicazo. Es una de las grandes virtudes de esta casi isla tan hermosamente sujeta a su peculiar geografía en la que la sal del Atlántico se sirve en el salero de sus gentes. Y es que Cádiz, sencillamente, te hace feliz.

En Cádiz la felicidad está asegurada Así, sin más. Porque es imposible resumir su duende ni en siete experiencias ni en mil artículos. Porque basta mirarla a la cara para convencerte de que tu paraíso puede estar más cerca de lo que imaginas. Porque el gaditanismo hay que sentirlo en vena. Un virus que una vez contagiado no conoce vacuna y te hace soñar con volver. Yo ya me veo de vuelta. Con La canción del pirata de Fernando Quiñones entre mis manos y mis pies hundidos en la arena de La Caleta. Y entre episodio y episodio, la música de José Luis Figuereo Franco, más conocido como El Barrio: “Que empiece la función, de ahora en adelante, sepan que en su interior, sopla fuerte el levante… He vuelto…”

El mercado Tsukiji de Tokio, la mayor lonja de pescado del mundo

El mercado Tsukiji de Tokio, la mayor lonja de pescado del mundo

230.000 metros cuadrados. Ventas diarias de casi 3.000 toneladas de productos marinos por valor de 20 millones de dólares. 14.000 mil trabajadores y unos 35.000 compradores. 450 especies distintas de pescados y mariscos. Estas impresionantes cifras son las que se manejan a diario en el mercado Tsukiji de Tokio, la mayor lonja de pescado del mundo y uno de los grandes atractivos de la capital nipona.

Mercado Tsukiji. Tokio Mercado Tsukiji, Tokio

Si sigues mis andanzas por el mundo, ya sabrás que uno de mis grandes placeres es visitar todo mercado que se cruza en mi camino. Me gusta colarme en ellos en calidad de discreta espectadora, descubrir nuevos productos, ver cómo se realizan las transacciones, en definitiva, pulsar un retazo de cotidianidad de los lugares que visito. Siendo así tenía más que claro que perderme por Tsukiji no podía faltar en mi agenda tokiota.

Mercado Tsukiji de Tokio, la mayor lonja de pescado del mundo Para conocer los orígenes de este mercado que ha inspirado a historiadores, antropólogos y cineastas como Isabel Coixet en su Mapa de los sonidos de Tokio, debemos trasladarnos al siglo XVI. Fue entonces cuando Tokugawa Ieyasu, primer shogun del shogunato Tokugawa, decidió dotar con una serie de privilegios a los pescadores de Tsukudajima y Osaka a cambio de que suministraran pescado al castillo de Edo. Los excedentes empezaron a venderse en pequeños puestos en las inmediaciones del puente Nihonbashi dando forma al primitivo Uogashi que ante la creciente demanda de pescado por parte de la población acabó convirtiéndose en un importante mercado. Con el paso de los siglos, la capital de Japón llegó a tener unos 20 mercados privados que desaparecieron, incluido el de Nihonbashi, en el gran terremoto que asoló el centro de Tokio en 1923. Durante la reconstrucción de la ciudad, este mercado, que empezó a funcionar en 1935, se trasladó a su actual emplazamiento en el céntrico barrio de Ginza.

Rumbo al mercado interior de Tsukiji El volumen de tráfico que se genera en el mercado Tsukiji es impresionante Poniendo orden en el mercado de Tsukiji

Una ubicación que, por lo visto, tiene los días contados ya que las últimas noticias apuntan a que el Gobierno Metropolitano de Tokio trasladará esta histórica lonja en noviembre de 2016 a Toyosu, una cercana isla artificial en la bahía de Tokio donde se levantará un gran complejo turístico con motivo de los Juegos Olímpicos de 2020. ¿Perderá parte de su encanto? ¿Dejará de ser una cita imprescindible en cualquier visita a Tokio? Solo el tiempo lo dirá. De momento, sigue abierto y permitiendo que 120 personas puedan observar la espectacular subasta de atunes que empieza a las 5 de la mañana.

A mí me hubiera encantado presenciar ese momento en el que toneladas y toneladas de atún cambian rápidamente de manos, pero, tras conocer la experiencia de varios compañeros de hostel que pese al madrugón no consiguieron plaza en pleno mes de agosto, esa opción quedó descartada. Aún así, puedo asegurarte que este emblema de Tokio no decepciona y que vale mucho la pena impregnarte por unas horas de este ordenado caos de vibrante actividad, olores y colores, que cientos de visitantes como yo tratan de inmortalizar a golpe de fotos.

Zona de acceso restringido. Mercado Tsukiji Trabajos de despiece en el mercado Tsukiji Aunque Tsukiji se divide en dos zonas principales, es el mercado interior (Jonai Shijo), abierto al público a partir de las 9 de la mañana, el que acapara todas las miradas. Aquí todo es colosal. Sus instalaciones, el tamaño de las piezas que desfilan ante tus ojos, los cuchillos que utilizan… Mires donde mires comprobarás que la actividad de los trabajadores, armados con mangueras y ataviados con delantales y botas de goma, es frenética. Tanto que tu presencia básicamente pasará inadvertida. No tienen ni un segundo que perder y están más que acostumbrados al incómodo hecho de tener que compartir espacio con turistas y más turistas pululando a su alrededor. Tu única misión debe ser no entorpecer su labor, estar muy atento para no acabar arrollado por el trasiego de carretillas elevadoras y motos que circulan a toda velocidad por todas partes y dejarte sorprender a cada paso. Verás atunes gigantes, aletas de tiburón, todo tipo de algas, pescados que no conoces y una gran variedad de mariscos que acabarán en algunos casos en las mesas de la ciudad con más restaurantes con tres estrellas Michelín del mundo.

La actividad en el mercado Tsukiji es frenética Diferentes especies de pescados en el mercado Tsukiji Con la precisión de un cirujano. Mercado Tsukiji Un atún enorme en el mercado Tsukiji Puesto del mercado interior de Tsukiji Lo cierto es que no sé cuánto tiempo pasé deambulando por sus estrechos pasillos, viendo técnicas de despiece más propias de un samurái que de un pescadero, observando como en la mayoría de los casos las labores de oficina quedan reservadas a las mujeres, evitando charcos y sorprendiéndome al ver que en el mercado más importante del país de la tecnología se siguen utilizando viejos teléfonos analógicos que cualquiera diría forman parte del atrezo de Cuéntame.

Preparando el pescado. Mercado Tsukiji Suelo resbaladizo. Mercado Tsukiji Labores administrativas en el mercado Tsukiji Sabores japoneses en el mercado Tsukiji En el mercado Tsukiji se realizan ventas de casi 3.000 toneladas de productos marinos

Tras este aluvión de impactantes imágenes marcadas por el fortísimo olor que desprende tanta acumulación de pescados y mariscos, pasé a visitar el mercado exterior, conocido como Jogai Shijo, que a las 11 de la mañana estaba en pleno apogeo.

Mercado exterior de Tsukiji Vendedor del mercado exterior de Tsukiji Puesto del mercado exterior de Tsukiji Puesto de cuchillos en el mercado exterior de Tsukiji Aunque aquí además de pescado, se pueden comprar frutas, verduras, encurtidos, carnes, cereales, utensilios de cocina, magníficos cuchillos que pueden durar décadas y todo tipo de souvenirs, el gran reclamo son los restaurantes que se agolpan en sus alrededores. Y es que tanto japoneses como extranjeros coinciden en que este es el mejor lugar para comer sushi ya sea a modo de desayuno -si has asistido a la subasta no regalarte un festín de a base de té, sopa de miso, sashimi y sushi sería imperdonable- o de comida. Estos minúsculos restaurantes están abiertos desde las 5 de la mañana hasta el mediodía y conseguir entrar en uno de ellos lleva asociado aguantar estoicamente un buen tiempo de espera. Más aún si te decantadas por el Daiwa Sushi cuya fama, como sus colas de varias horas, le preceden.

Largas colas para disfrutar del mejor sushi de Tokio. Mercado Tsukiji Restaurante en el mercado Tsukiji

Información practica y consejos para visitar el mercado Tsukiji

Localización: 5 Chome-2-1, Tsukiji-Chuo, Tokio.

Horario de visita: Mercado interior: de 9:00 a 13:00 h. Mercado exterior: de 5:00 a 14:00 h. Cerrado los domingos, festivos y algunos miércoles. Para más información, visita la web del Tsukiji Market.

Precio: Gratis.

Transporte: Metro: Tsukiji Station de la línea Hibiya (H10).

Subasta de atunes: Si quieres presenciar la puja, ten en cuenta que, como he apuntado, el aforo está limitado a las 120 primeras que se inscriban en el Fish Information Center. El registro se abre con puntualidad nipona a las 5 de la mañana y está situado junto a la Kachidoki Gate (Harumi Street). Hay dos turnos: el primero empieza a las 5:25h y el segundo a las 5:50h. Para llegar hasta el mercado Tsukiji la única opción es el taxi porque el metro de Tokio empieza a funcionar a las cinco de la mañana. Como sí o sí tendrás que madrugar, muchos viajeros recomiendan visitarlo mientras te dure el jet lag. Ya que no no vas a dormir, aprovecha el tiempo.

Aunque probablemente algún repartidor te lo entregue a tu llegada, desde este enlace puedes descargarte un plano del mercado en pdf para orientarte.

Cartel con las normas a seguir en el mercado Tsukiji

Una vez en el mercado, tal y como nos recomiendan las autoridades, debemos tener en cuenta que:

* Somos visitantes, no clientes. No perturbes la actividad del mercado y que el respeto guíe tu forma de proceder.

* No debemos hacer fotos sin pedir antes permiso ni tocar absolutamente nada.

* Dado el gran volumen de tráfico que se genera dentro del mercado hay que andar con mil ojos para evitar ser atropellado. Recuerda que en cualquier caso el que molesta eres tú, no los trabajadores.

* Si no quieres acabar con los pies empapados, ni se te ocurra entrar con sandalias o chanclas. Además de ser muy poco higiénico, un resbalón puede resultar muy peligroso.

* Tampoco se recomienda acceder al mercado con carritos de bebés, maletas ni en grupos de más de cinco personas.

Zamora en cuatro rutas: Románico, Modernismo, el Duero y una ronda de tapas

Zamora en cuatro rutas: Románico, Modernismo, el Duero y una ronda de tapas

Zamora es una ciudad tranquila y de discreta belleza que fusiona con acierto los dos tradicionales lugares de culto en España: las iglesias y los bares de tapas. Y lo hace con nota. Con un impresionante patrimonio monumental fruto del Románico y con un puñado de tabernas y restaurantes que elevan al cielo los paladares de propios y extraños bocado a bocado. Todo esto en este enclave castellano-leonés que tiene por vecino a un imponente Duero y que se enorgullece de formar parte, además, de la Ruta Europea del Modernismo. Una ciudad desconocida por muchos e injustamente relegada a un segundo plano a la que se sobran motivos para despertar tu atención. ¿Quieres conocerlos? Perfecto. Aquí los tienes en cuatro rutas que aúnan arte, leyendas y cosas del buen yantar para que vayas más allá del «Zamora no se ganó en una hora» y del «allí debe hacer mucho frío». Comenzamos.

Panorámica de Zamora

Ruta del Románico en Zamora

A Zamora, que se asienta sobre una meseta rocosa en la margen derecha del río Duero, se la conoce por derecho propio como ‘la ciudad de románico‘ ya que cuenta con el mayor número de iglesias de este estilo por metro cuadrado de Europa. No cometas el error de pensar que vista una, vistas todas, y súmate a una visita guiada. Son tantas las historias y leyendas que esconden sus muros y tanto el valor artístico que atesoran que de no hacerlo así pasarías de puntillas sobre un legado que lleva esperándote nueve siglos.

Detalle de la portada de la iglesia de La Magdalena. Zamora

Las recorrerás disfrutando de un casco histórico semipeatonal diseñado con mimo, con plazoletas, lienzos de murallas y espacios ajardinados que embellecen su estructura medieval forjada en piedra arenisca de color rojizo. Las encontrarás agradeciendo la calma que impera en sus calles y el ritmo pausado de esta pequeña capital de 65.000 habitantes en la que, en ocasiones, sentirás que el tiempo se detuvo.

Plaza de Viriato. Zamora

Monumento al Merlú. Plaza Mayor de Zamora

Como esto no es un tratado de arte románico zamorano, no voy a listar sus más de 20 iglesias y todos los monumentos que se conservan de esa época. Simplemente voy a mostrarte aquellos que me llamaron especialmente la atención.

El icono inconfundible de Zamora lo encontramos en la Catedral que está situada en el punto más alto de la ciudad. Te hablo de su famosa cúpula bizantina de 16 arcos dobles, una original muestra del buen hacer arquitectónico del siglo XII que pronto fue imitada en la Colegiata de Toro y en la Catedral Vieja de Salamanca. El otro elemento que define a esta catedral es la Puerta del Obispo, una de las pocas fachadas monumentales románicas que se conservan en España.

Fachada norte de la Catedral de Zamora

Puerta del Obispo. Catedral de Zamora

Ya en el interior, los estilos románico, bizantino y herreriano se cruzan a nuestro paso distribuidos en tres naves con bóvedas de crucería en las que se alzan capillas como la de San Ildefonso o la del Evangelio. El Museo Catedralicio, por su parte, alberga una magnífica colección de tapices flamencos y piezas únicas como una custodia procesional de 1515.

Capilla del Evangelio y retablo mayor. Catedral de Zamora

Interior de la cúpula de la Catedral de Zamora

Órgano de la Catedral de Zamora

Custodia de 1515. Museo Catedralicio. Zamora

Detrás de la Plaza de la Catedral, unos jardines decorados con obras del escultor zamorano de principios del siglo XX Baltasar Lobo, con conducen hasta el Castillo. Asentado sobre roca y adaptándose al irregular terreno, esta fortaleza que vivió sus días de esplendor en la Edad Media nos regala unas bonitas vistas de la Catedral.

Castillo de Zamora

Vistas de la Catedral desde el Castillo de Zamora

También en los alrededores de la Catedral podemos acercarnos a ver el Palacio de Arias Gonzalo también conocido como Casa del Cid ya que dicen que en este inmueble románico vivió Rodrigo Díaz de Vivar, y la Iglesia de San Isidoro que está situada junto al Portillo de la Traición (ahora de la Lealtad). Según el romancero zamorano, su nombre se debe a que fue a través de esta puerta por donde Vellido Dolfos entró en la ciudad después de haber dado muerte al Rey Sancho en 1072 durante el episodio del Cerco de Zamora que dio lugar a la famoso refrán «Zamora no se ganó en una hora». Se ganó tras siete meses y seis días de asedio.

Palacio de Arias Gonzalo. Zamora

Iglesia de San Isidoro. Zamora

Otra de las iglesias zamoranas que me sorprendió fue la Iglesia de San Pedro y San Ildefonso y no por su carácter románico ya que fue ampliamente reformada en el siglo XV. Lo que realmente me impactó fue descubrir que en pleno siglo XXI aún existen caballeros que custodian reliquias; en este caso las de San Ildefonso. Se trata de la Cofradía de los Caballeros Cubicularios, creada a finales del siglo XIII para custodiar los restos del santo y evitar que fueran trasladados de Zamora a Toledo. Otra curiosidad de esta iglesia es que posee una de las pocas imágenes que hay en España de la Virgen del Amor Hermoso a la que acuden las mujeres para pedirle un buen marido o como nos explicó nuestra fantástica guía «el mejor cuñado para mi hermana».

Iglesia de San Pedro y San Ildefonso. Zamora

Muy cerca de aquí, en la encantadora Rúa de Los Francos, se alza la Iglesia de Santa María Magdalena, un pequeño y proporcionado templo románico en cuya portada, una de las más decoradas de la ciudad, deberás encontrar la figura del obispo tumbado si quieres volver a Zamora.

Iglesia de La Magdalena. Zamora

San Juan de Puerta Nueva, Santa María la Nueva, San Vicente o Santiago el Burgo son otras de las iglesias que forman parte del rosario de templos románicos de Zamora junto a construcciones civiles como el precioso Puente de Piedra que salva el Duero o los restos de los tres recintos amurallados que llegó a tener la ciudad en el siglo XIII ganándose el sobrenombre de «la bien cercada».

San Juan de Puerta Nueva. Zamora

Santa María La Nueva y Museo de Semana Santa. Zamora

Puerta de Doña Urraca y restos de las murallas. Zamora

Ruta del Modernismo en Zamora

Un aspecto que desconocía de Zamora antes de visitarla es que pertenece al selecto grupo de ciudades que conforman la Ruta Europea del Modernismo, debido al notable número de edificios de este estilo que se levantaron a finales del siglo XIX y comienzos del XX. Y es que tras la atonía que siguió al esplendor del Románico, Zamora vivió una segunda edad de oro arquitectónicamente hablando gracias a figuras como el que fuera uno de los precursores del Modernismo, el barcelonés Francisco Ferriol, discípulo de Lluís Domènech i Montaner, que llegó a Zamora en 1808 como arquitecto municipal.

Casa atribuida a Francisco Ferriol. Plaza del Mercado

Calle Balborraz. Zamora

Muchos de estos edificios modernistas se concentran a lo largo de la calle Santa Clara como la Casa de Félix Galarza, el Casino, la Casa de Valentín Guerra, la Casa Francisco Antón o la Casa de Valentín Matilla. También vale la pena acercarse hasta la siempre animada calle Balborraz, una de las más antiguas de Zamora, para contemplar las fachadas de la Casa de Faustino Leirado y la Casa de Mariano López, y a la Plaza del Mercado para ver el original Mercado de Abastos que diseñó el benaventano Segundo Viloria.

Casa de Valentín Guerra. Zamora

Mercado de Abastos. Zamora

Ruta del Duero en Zamora

Sería un pecado abandonar Zamora sin ir al encuentro del Duero. La columna vertebral de Castilla y León a su paso esta tierra divide en dos la capital al tiempo que sus puentes la unen y cohesionan. El más antiguo, el Puente de Piedra que a pesar de sus muchas reformas sigue combatiendo las crecidas del río sin perder un ápice de su sólida belleza medieval. El más moderno, el Puente de Los Poetas. Discreto y ligero visualmente, para no robarle el protagonismo a la cercana Catedral.

Una buena opción para perder la mirada en sus aguas es acercarse hasta el mirador del Troncoso que se eleva sobre las peñas de Santa Marta regalándonos unas espectaculares vistas que alcanzan los dos puentes, la Fundación Rei Alfonso Henriquez y la Playa de los Pelambres, una zona de baño rebautizada como el Benidorm de Zamora.

Puente de Piedra. Zamora

Vistas del Duero desde el mirador del Troncoso. Zamora

Playa de los Pelambres. Zamora

Antes de llegar a ella, deberemos detenernos en las Aceñas de Olivares, un conjunto de molinos de origen medieval dedicados a la producción harinera que actualmente albergan el Centro de Interpretación de las Industrias Tradicionales del Agua.

Aceñas de Olivares. Zamora

Aceñas de Olivares, Zamora

Ahora sí. Llega el atardecer y Zamora nos regala su mejor estampa desde la margen izquierda del río. Los últimos rayos de sol iluminan su distinguida fisonomía, un hipnotizador lienzo presidido por la estampa de la Catedral, las viejas murallas y los reflejos plateados del Duero. Se impone sentarse en un banco y esperar la llegada de la hora azul a la vera de su cauce.

Vista de Zamora desde Los Pelambres

Puente de Los Poetas. Zamora

Anochece en Zamora

Ruta de tapas por Zamora

Aunque parezca osado, pues solo pasé 48 horas en Zamora, me lanzo a proponerte una pequeña ruta de tapas para que te lleves contigo su mejor sabor. Evidentemente es una selección muy personal que baso en la recurrente frase de no están todos los que son pero sí son todos los que están. ¿Por qué tapas? Porque no se me ocurre una forma mejor para confundirme con el paisanaje que me rodea que compartir sus usos y costumbres tapa y vino en mano. Y sí, además, como es el caso, son asequibles, mejor que mejor.

Plaza San Miguel. Zamora

Ayuntamiento de Zamora

Lo primero que debes saber es que las zonas de tapeo en Zamora son básicamente dos: los alrededores de la Plaza Mayor y la denominada zona de Los Lobos que debe a su nombre a un local famoso por sus pinchos morunos.

En los aledaños de la Plaza Mayor, que constituye el mejor escaparte de la ciudad, se encuentra Los Caprichos de Meneses que cuenta con un amplia selección de tostas y creativos caprichos. Yo me dejé tentar por tres de sus clásicos: blinis con foie, chupa chup y bacalao (Plaza San Miguel, 3). Tres agradables sorpresas para mi paladar.

Blinis con foie, chupa chup y bacalao. Los Caprichos de Meneses. Zamora

Muy cerca, en el nº 3 de la calle Herreros, está el Portillo de la Traición, un imprescindible en esta estrecha arteria copada por bares. Aunque mi visita coincidió con su tercer aniversario, el regalo me lo llevé yo en forma de croquetas de boletus y bacalao en tempura negra. Delicioso es decir poco y el ambiente es muy agradable. Un local del que me volvería asidua si no viviera a 250 kilómetros de Zamora.

Croquetas de boletus y bacalao en tempura negra. Portillo de la Traición. Zamora

¿Más tentaciones en esta zona? Los cojonudos y el solomillo al cabrales del Bar Kalima (San Andrés, 8), la tortilla de patatas con salsa del Chillón (Diego de Ordax, 6) y cualquiera de las tapas que elabora Luis Barbón en el Café Bar Viriato. En especial, el solomillo de ternera de Aliste y su versión del «dos y pringada», una comida típica del Domingo de Resurrección de la Semana Santa zamorana (Calle Viriato).

Cojonudo y solomillo al cabrales. Bar Kalima. Zamora

Café Bar Viriato. Zamora

Tortilla de patatas con salsa. Bar Chillón

Ya en la zona de Los Lobos, tres sugerencias: los pinchos morunos de El Lobo (Horno de San Torcuato) y de la Casa de los Pinchitos (Flores de San Torcuato, 5) y las patatas bravas y tiberios -mejillones en salsa- del Bambú (Flores de San Torcuato, 1).

Callos, pincho moruno y papas. La Casa de los Pinchitos

¿Algún zamorano en la sala para ampliar esta ruta?

Restaurante Maru, sabores coreanos en el centro de Madrid

Restaurante Maru, sabores coreanos en el centro de Madrid

Cuando surgió la posibilidad de probar la cocina que elaboran en el Restaurante Maru no lo dudé ni un momento. Había leído muy buenas críticas sobre este establecimiento y quería que mi paladar las pusiera a prueba.

Para ello me dirigí hasta el número 37 de la Calle Reina que está situada muy cerca de la Gran Vía, concretamente en Chueca, uno de mis barrios favoritos de Madrid. Que compartiera calle con el famosísimo Yakitoro del mediático chef Alberto Chicote me apreció un guiño más que acertado para un local especializado en gastronomía coreana y japonesa.

Restaurante Maru

Una vez allí me encontré con un restaurante amplio y agradable cuyas paredes lejos de recoger símbolos de la cultura asiática estaban llenas de recuerdos de distintas ciudades españolas. Una original decoración que enmarca sus dos ambientes en cuyas mesas no podían faltar las tradicionales barbacoas coreanas.

Comedor del restaurante Maru

Tras ojear la carta y ante la posibilidad de perderme ante tantos platos desconocidos para mí, opté por lo que hago siempre que voy a conocer un nuevo restaurante: dejarme aconsejar por el camarero. Sobre todo en este caso ya que la cocina coreana se caracteriza por ser muy picante y especiada y no sabía si mis papilas gustativas estarían a la altura de los fogones del Maru por mucho que Kim, cocinero y dueño de este local, lo haya rebajado al gusto europeo.

Entre risas y explicaciones -todo el personal es muy atento y cercano- diseñamos el menú de mi primera experiencia en el universo de los sabores coreanos.

De entrada y como aperitivo nos sirvieron los entrantes de la casa: brotes de soja, calabacín, patata rayada y kimchi, un plato típico a base de col china fermentada con salsa de guindilla que los coreanos suelen preparar en grandes cantidades ante de que llegue el invierno para poder consumirlo durante todo el año. ¿Su sabor? Entre picante y salado.

Aperitivos coreanos y gyozas. Restaurante Maru

A continuación llegaron las gyozas (aquí llamadas Mandu-Gyoza), unas empanadillas caseras de carne con un toque de cebolla caramelizada que desde ya puedo asegurar son de las mejores que he probado en la capital. Crujientes y sabrosas como las que más y absolutamente recomendables. De hecho, pedir solo 4 fue un error que espero subsanar en futuras visitas.

Tras esta primera toma de contacto, llegó el momento de encender nuestra barbacoa y al más puro estilo coreano prepararnos al gusto dos de las especialidades del Maru: Bulgoki y Je Yuk Bo Kum.

Momento barbacoa. Restaurante Maru

El Bulgoki son tiras de aguja de ternera marinada con salsa de soja que te presentan crudas para que tú mismo las cocines a la plancha y te las sirvas como si fuera un burrito sobre hojas de lechuga con un poco de salsa. Un bocado delicioso y nada picante que devoré completamente.

Bulgoki. Restaurante Maru

Si quieres emociones más fuertes, el Je Yuk Bo Kum es tu mejor opción. Panceta de cerdo salteada con guindillas y verduras que también haces tú a la parrilla. Eso sí, es para paladares expertos porque picar, pica y mucho. Yo apenas lo probé pero en palabras de mi acompañante era un plato «delicioso y contundente».

Je yuk bo kum. Restaurante Maru

Para acompañar nuestra cena optamos por probar la cerveza coreana Hite, la más vendida del país. Se trata de una lager de 4,5º de graduación alcohólica muy fresca que marida bastante bien con este tipo de cocina. Sin pretensiones pero de fácil trago.

Cerveza coreana Hite. Restaurante Maru

Cuando llegamos al capítulo de los postres, para variar, estaba más que saciada así que cerramos nuestra experiencia con un té coreano y unas sorprendentes trufas de té verde.

Trufas de té verde. Restaurante Maru

Durante la sobremesa aproveché para dar una vuelta cámara en mano por el resto de mesas y fotografiar algunos platos más como el Dol sot bibim bab (bol de arroz con verduras y huevo frito con salsa de guindilla dulce) que tenía una pinta estupenda. A esas alturas de la noche, nosotros éramos los únicos clientes occidentales del local. Una inequívoca muestra de que la cocina del Maru satisface los paladares asiáticos que viven o recalan en Madrid.

Dol sot bibim bab. Restaurante Maru

Familia de asiáticos cenando en el restaurante Maru

Del resto de la carta japonesa nada puedo añadir porque no llegué a probarla. Una excusa más para volver a este céntrico y tranquilo restaurante cuya cocina bien merece las acertadas críticas que está recibiendo por su calidad y autenticidad.

Informado quedas. Si quieres descubrir los secretos gastronómicos de Corea del Sur, tienes una cita con tu paladar en el restaurante Maru.

Dónde: Restaurante Maru. Calle de la Reina, 37. Madrid.

Reservas: 915 23 95 31

Cómo llegar: Metro Banco de España (L2) y Gran Vía (L1 y L5).

Precio medio: Menú diario 11,95 €. Comer a la carta 25€ aprox.

* Más información en su página de Facebook

Próximo destino: Japón (Cerrado por vacaciones)

Próximo destino: Japón (Cerrado por vacaciones)

La cuenta atrás ya ha comenzado. El próximo sábado me subiré a un Boeing 777-300ER de Emirates rumbo a Japón para recorrer en el país durante 17 días. Debo reconocer que este viaje, aún siendo muy deseado, no estaba en mi top de destinos a corto plazo pero vi la posibilidad de subirme a ese avión y no quise desaprovecharla.

Y es que detrás de esta aventura nipona está mi sobrina Laura que lleva años deseando pisar este rincón del planeta situado al norte de Asia, entre el Océano Pacífico y el Mar de Japón: «Desde muy pequeña me aficioné al anime y a la lectura manga y gracias a ello fui desarrollando una gran curiosidad y fascinación por el pueblo nipón y su cultura. Mi madre lleva prometiéndome un viaje a Japón desde que tenía 12 años y este verano, a mis 23, por fin cumplo un sueño.»

Antes de empezar la carrera de Medios Audiovisuales, Laura nos lanzó un «ultimátum» cargado de ilusión. Si lograba graduarse con éxito, el momento de viajar a Japón no podía dilatarse más. Y dicho y hecho. Los años pasaron volando y ahora ha llegado el momento de cumplir esa promesa. Pero no vamos solas, el resto del japan team lo conforman mi hermana y su pareja, dos grandes viajeros sin blog, que llevan ya muchos kilómetros a sus espaldas.

Mapa Japón

Entre estos cuatro perfiles, tan diferentes entre sí, hemos trazado un itinerario de viaje inicial que con toda seguridad, salvo por los alojamientos que ya tenemos contratados, variará alegremente con el transcurso de los días. ¿Qué serían los viajes sin esos cambios de última hora? ¿Sin esas decisiones que se toman sobre la marcha? ¿Sin la libertad de decidir el cuándo, el cómo y el dónde?… ¿Un blogtrip?

Itinerario previsto a falta de algún pespunte

A grosso modo, pasaremos 5 días descubriendo Kioto, la antigua capital de Japón, con excursiones a Inari y al santuario sintoísta de Fushimi Inari Taisha, Nara y Koyasan donde visitaremos el cementerio de Okunoin que está considerado uno de los lugares más sagrados de todo el país.

Desde Kioto pondremos rumbo a Kanazawa a bordo del tren bala gracias a la recientemente inaugurada línea Hokuriku Shinkansen que de forma directa y en poco más de 2 horas nos llevará hasta esta ciudad de corte feudal situada en la prefectura de Ishikawa. Allí nos esperan el antiguo distrito de samuráis de Nagamachi. el distrito de geishas de Nishi Chaya, el castillo de Kanazawa, uno de los tres jardines más bonitos de todo Japón (los jardines Kenrokuen) y la experiencia de dormir en un ryokan (alojamiento tradicional japonés).

Itinerario Japón

Después llegará el turno de Takayama, en plenos Alpes Japoneses, y la visita a la aldea histórica de Shirakawago, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995.

Desde allí pondremos rumbo a Kawaguchiko para ver el monte Fuji desde uno de sus cinco lagos y acercarnos al castillo de de Matsumoto, uno de los tesoros nacionales de Japón.

Finalmente, desde Kawaguchiko cogeremos un tren rumbo a Tokio con el que iniciaremos la recta final de este viaje al País del Sol Naciente. Tendremos cinco días por delante para exprimir al máximo la descomunal capital japonesa barrio a barrio: la zona centro, Ginza, Ikebukuro, Akihabara y Suidobashi/Iidabash, Asakusa, Sumida, Odaiba, Harajuku, Shibuya y Ebisu…

¿Qué experiencias me gustaría vivir en Japón?

  • Disfrutar de los contrastes entre el Japón moderno y el tradicional.
  • Profundizar al máximo en la cultura japonesa para comprender mejor la tierra que piso y ser lo más educada y respetuosa posible en todo momento.
  • Entrar en todo mercado que se cruce a mi paso para comprar productos locales.
  • Dar un paseo en barco por el lago Kawaguchi.
  • Descubrir más sobre el mundo del sake, especialidad local de Takayama, visitando alguna de las fábricas de sake.
  • Tomar de un baño termal japonés en plena naturaleza si mis dos pequeños y discretos tatuajes me lo permiten. Sé que no es fácil pero por intentarlo que no quede.
  • Despertarme con la impresionante visión del monte Fuji frente a mis ojos. ¿Subir? No está confirmado ni descartado.
  • Asistir a la ceremonia del té.
  • Sacar una, o varias, bolas gashapon y esperar a ver qué regalo sorpresa guardan en su interior.
  • Aprender a usar correctamente los palillos (nunca es tarde).
  • Madrugar para ver el Tsukiji Outer Market, o lo que es lo mismo, la que dicen es la mayor lonja del mundo, y probar las gyoza de Gyoza Lou.
  • Convertirme en maiko o geisha por unas horas en algún estudio de henshin de Kioto.
  • Olvidarme del reloj en cualquier jardín o frente a cualquier templo que me hipnotice.
  • Comprar un ofuda para proteger mi hogar de la mala suerte.
  • Alquilar una bicicleta y hacer una ruta por Kioto en bici.
  • Convertir cada comida en una aventura probando el máximo de especialidades locales sin dejar de lado esas comidas raras que combinan ingredientes imposibles.
  • Recorrer con paso lento el barrio de geishas de Miyagawacho en Kioto.
  • Hacerme una friki-foto en el cruce de Shibuya.
  • Pasear con un tokiota que de forma voluntaria me enseñe algunos de sus rincones favoritos gracias al servicio de guías turísticos que ofrece Turismo de Tokio.
  • Subir al atardecer al edificio de la sede del Gobierno Metropolitano de Tokio y pelearme con mi cámara para conseguir un buen perfil nocturno de la ciudad. ¿Otras opciones? La Torre Mori, la Tokyo Tower o el edificio de la Fuji TV.
  • Tomarme un cóctel Lost in Translation en el New York Bar del Park Hyatt Hotel (cinéfila que es una).
  • Pasear por Harajuku para asistir al desfile de tribus urbanas que se dan cita en esta zona hasta que mi cámara eche humo: cosplayers, lolitas, cyber-fashion, sex kitten, visual kei, etc.
  • Chafardear las showrooms de Nikon, Sony o Canon en Ginza.
  • Ver la puesta de sol desde la playa artificial de Odaiba.
  • No agobiarme por todo lo que queda fuera de este itinerario y practicar la filosofía slow travel.
  • Y, sobre todo, comprobar en primera persona si Japón es tan adictivo como dicen.

¿Voy a estar conectada estos días? Sí. Gracias al Y!mobile 3G de Japan Wireless que espero me esté esperando en el Piece Hostel de Kioto. ¿Voy a usar mi conexión de forma compulsiva? Lo dudo mucho aunque sé que no podré resistir la tentación de colgar alguna que otra postal nipona en las redes sociales.

Dicho esto, solo me queda desearte un feliz verano y soltar una frase a la que le tenía muchas ganas: Oficialmente, Objetivo Viajar queda cerrado por vacaciones.

¡Nos leemos a la vuelta!

Restaurante Paralelo Cero, descubre la alta cocina ecuatoriana en Madrid

Restaurante Paralelo Cero, descubre la alta cocina ecuatoriana en Madrid

Viajar, viajar, viajar… Si estás contagiado de ese bendito virus trashumante que te hace soñar continuamente con nuevos horizontes, buscarás mil modos para hacerlo. Robándole horas y días al calendario, a través de documentales, leyendo blogs de viajes como éste o reservando mesa en restaurantes que te permitirán recorrer el mundo bocado a bocado. Cualquier excusa se vuelve válida para saciar un apetito que solo piensa en devorar destinos. En esta ocasión, olvídate del pasaporte y la maleta. No vas a necesitarlos. Vamos a trasladarnos a Ecuador sin salir de Madrid en una escapada gastronómica pilotada por el gusto, el olfato y la vista. ¿Dónde? En el restaurante Paralelo Cero.

Nuestra puerta de embarque para bucear en la despensa ecuatoriana está situada en el barrio de Salamanca, junto al Parque del Retiro y la Puerta de Alcalá. Allí nos espera un local que sin grandes artificios y con una decoración eminentemente blanca y actual consigue su propósito: crear un ambiente cálido y acogedor que nos permite escapar del frenético y bullicioso ritmo de vida de la capital nada más cruzar su puerta.

Antesala del comedor. Restaurante Paralelo Cero

Restaurante Paralelo Cero

Al frente de este navío que cruza el océano hasta Sudamérica está su chef y director, Miguel Xavier Monar, un maestro en el arte de revisar las recetas ancestrales de la cocina ecuatoriana con propuestas vanguardistas que no ocultan su origen. Cada plato lleva su sello personal, su particular visión de las gastronomía de un país andino que sabe a tamal, a yuca, a hornados, a chorizo criollo y a excelentes carnes y pescados. Y es que desde que Monar se puso al frente de este negocio, la trayectoria de Paralelo Cero ha ido in crescendo hasta convertirse en lo que es ahora, el único restaurante de alta cocina ecuatoriana de España. Un lugar de culto para los amantes de la buena mesa que buscan sorprenderse y deleitarse con nuevos sabores e innovadoras presentaciones.

Siguiendo sus propias indicaciones -como buen anfitrión de su tierra le encanta recibir a sus comensales-, opté por descubrir el exotismo y la magia que sale de sus fogones de la mano de su menú degustación Ecuador exquisito, un viaje culinario de nueve propuestas tan sorprendente como grato para el paladar.

Para abrir el apetito, llegó hasta mi mesa un canelazo, una infusión de canela, clavo y pulpa de naranjilla con aguardiente de caña de azúcar ecuatoriano, que a modo e antesala despertó mis sentidos antes de sucumbir a su plato estrella: el ceviche. Sin ser una experta en la materia, te puedo asegurar que son de los mejores que he probado. Tanto el de corvina -cocido al momento con zumos de naranja, limón y lima-, como el de camarones que se sirve en su propio caldo con chips de plátano macho (chifles) y mini maíz tostado (chulpi).

Ceviche de corvina y ceviche de camarones. Restaurante Paralelo Cero

Otro clásico de Paralelo Cero es el atún rojo con frutas tropicales, presentado en daditos tipo tartar con aguacate especiado y acompañado de huevas de salmón y chips de legumbre. Exquisito.

Atún con frutas tropicales. Restaurante Paralelo Cero

Tras paladear una copa de espumoso de frutos rojos que consigue transportarte a los volcanes de Ecuador, llega el momento de las carnes con recetas tradicionales como el llapingachos classic, típico de los pueblos indígenas, y el seco de gallina preparado con crema de guayaba tropical, tempura de yuca y acompañado por un suave puré de patata.

Llapingachos classic. Restaurante Paralelo Cero

Seco de gallina con guayaba. Restaurante Paralelo Cero

Mención especial merece el hornado de chancho asado en cerveza Kichwa, una pierna de cordero macerada en esta cerveza rubia artesana, tipo Ale, creada por los cerveceros de Sagra y el propio chef, que solo se puede tomar en este restaurante. Exclusivo, original y gustoso. ¿Se pude pedir más?

Hornado de chancho asado en cerveza Kichwa. Restaurante Paralelo Cero

Pues sí. ¿Qué tal soñar con callejear por Quito a través de un rissotto? También es posible probando su quinoto, un pseudo-cereal, llamado quinua, salteado con champiñones, crema de leche, queso rallado, cebollino picado y el toque de polvo del chulpi.

Quinoto. Restaurante Paralelo Cero

El dulce colofón a este itinerario gastronómico, que refleja con ingenio y sensibilidad la cultura gastronómica de Ecuador, realmente fue una sorpresa: una suculenta mezcla de plátanos maduros cocidos en almíbar de caña de azúcar. Imposible resistirse.

Chucula de plátanos maduros. Restaurante Paralelo Cero

Respecto al servicio, solo señalar que está a la altura de cuanto se sirve en las mesas. Atento y cercano, resolverán todas tus dudas para convertir tu paso por este restaurante en una apetitosa experiencia que a buen seguro desearás repetir ya sea a la hora de la comida, la cena o disfrutando en cualquier momento del día de su cocina non-stop.

Yo ya tengo excusa para volver. Me queda mucha carta por recorrer y no he probado sus famosos cócteles de autor entre los que destacan el Pisco Sour Blue, el Gin Violet y Doña Margarita. Ecuador, de momento, sigue siendo para mí una quimera. Disfrutar de su gastronomía contemporánea, una realidad en el centro de Madrid.

Dónde: Calle Villanueva 21, 28001 Madrid. Reservas: 915 776 926

Horario: Lunes de 13:00 a 17:30h.  Martes a sábado de 13:00 a 17:30  y de 20:30 a 00:00h. BeforeHome: Martes a viernes de 17:30 a 21:30 h.

Cómo llegar: Metro Retiro (línea 2)

*Precio del menú degustación Ecuador Exquisito: 25€ por persona (no incluye pan ni bebida)

Viajar a Marrakech: guía práctica y los mejores consejos para preparar tu escapada

Viajar a Marrakech: guía práctica y los mejores consejos para preparar tu escapada

Viajar a Marrakech es el sueño de cualquier viajero. Si sabes seguirle el juego a esta ciudad imperial descubrirás un cóctel de olores, sabores, sonidos e imágenes que, probablemente, te acabe atrapando. Una bomba de relojería para los sentidos que discurre entre sus animados zocos y en preciosos rincones donde el orden no se pierde entre el caos, donde el salvaje tráfico da un respiro al viajero. A mí logró fascinarme y de ahí nace esta guía con toda la información y los mejores consejos. ¿Mi objetivo? Lograr que te fijes en este destino y ayudarte a planificar tu viaje a esta perla africana situada a los pies del Atlas. Comenzamos: viajar a Marrakech.

Minarete de la Kutubia. Marrakech
Minarete de la Kutubia

Viajar a Marrakech

Requisitos de entrada

Como el resto de los ciudadanos de la Unión Europea, solo tienes que tener el pasaporte en regla con una validez de tres meses a partir de la fecha de entrada. No es necesario visado y puedes permanecer en el país durante noventa días.

Pasaporte. Viajar a Marrakech
Mi pasaporte para viajar a Marrakech

Sanidad

Aunque no es obligatoria ninguna vacuna para viajar a Marrakech, la OMS recomienda estar vacunado contra la difteria, tétano, sarampión, paperas, rubeola y polio, y sobre todo, contra la hepatitis A y B, la fiebre tifoidea y la rabia. Para más información, visita la web del Ministerio de Sanidad.

No olvides llevar contigo un botiquín básico con analgésicos, antihistamínicos, laxantes, antidiarréicos, antiinflamatorios, pomada antibacteriana, protectores estomacales, materiales de cura y crema solar. Para evitar problemas, bebe agua embotellada y fíjate bien en el aspecto de la comida que compres en los puestos de la calle.

¿Es seguro viajar a Marrakech?

Marruecos está considerado uno de los países africanos más seguros y viajar a Marrakech no supone ningún problema si se observan las normas de precaución básicas: estar siempre pendiente de los objetos personales, evitar malentendidos con la población…

Basándome en mi experiencia, puedo decirte que paseé bien entrada la noche por las calles más alejadas de la medina y el único peligro real que tuve que afrontar fue no acabar atropellada por las motos y carros que encontré en el camino.

Plaza Yamaa el-Fna. Viajar a Marrakech
Plaza Yamaa el-Fna

Eso sí, hay que tener especial cuidado con los guías no oficiales que te presionarán para «ayudarte». Para librarte de ellos, lo mejor es rechazar sus servicios educadamente y dar la impresión de que sabes a dónde vas. Recuerda que aquí, como en cualquier otro rincón del planeta, ganarás más con una sonrisa que con una actitud negativa. Si la cosa se complica, usa la palabra «police». Te dejarán en paz ante la posibilidad de enfrentarse a una gran multa de la policía turística.

En cualquier caso, para confirmar la situación actual, te recomiendo que antes de viajar al país consultes las recomendaciones del Ministerio de Asuntos Exteriores y te inscribas en su registro de viajeros para que puedas ser localizado y asistido en caso de emergencia.

Seguro de viajes para Marrakech

Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás que no me canso de repetir lo importante que es viajar con un buen seguro de viajes. Yo siempre viajo asegurada con Chapka por su amplia cobertura internacional. Si haces números, comprobarás que el coste diario del seguro compensa con creces su precio y más teniendo en cuenta lo extraordinariamente cara que puede resultar una consulta médica en este destino. Además, si lo contratas a través de mi web tienes un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de tu aventura sin tener que preocuparte por nada.

Idioma

El idioma oficial es el árabe, concretamente el llamado árabe marroquí. Al ser una ciudad muy turística podrás comunicarte sin demasiados problemas en francés, inglés y en español ya que muchos vendedores lo chapurrean que da gusto. Para romper el hielo con los locales y de paso aumentar tu cultura viajera, nada mejor que aprender algunas expresiones:

Hola: Ahalan . Adiós: Ma’a ssalama.

: Naam. No: Lá. De acuerdo: Muwáfiq.

Por favor: Min fadlik. Gracias: Shukran. Perdón: Ismahlí.

¿Cuánto cuesta? Kam/Chhal. No entiendo: Lá afhham.

Me llamo: Smiy-ti. ¿Dónde está…? Feen kayn…?

Cerveza: Birra. Vino: Khamr. Pescado: Hut. Pollo: Farooj. Carne: Lehem.  Ternera: Baqree. Sopa: Shorba.

Moneda, tarjetas de crédito y propinas en Marrakech

La moneda marroquí es el dirham (MAD) que se divide en 100 céntimos. Hay billetes de 20, 50, 100 y 200 dirhams. Las monedas son de 1, 2, 5 y 10 dirhams, y de 10, 20 y 50 céntimos. En este conversor de divisas puedes ver cómo está el de cambio. A fecha de hoy, 1 € equivale a 10.6 MAD.

Dirhams marroquies. Viajar a Marrakech
Dirhams marroquíes

Lo ideal es cambiar algo de dinero en el mismo aeropuerto para poder desplazarte al centro de la ciudad. Una vez allí muchos viajeros recomiendan la casa de cambio del Hôtel Ali (Rue Moulay Ismaïl). No tiene pérdida, está en la misma medina, justo antes de llegar a la plaza Yamaa el-Fna. Trata de hacerte con billetes de 20 MAD, son los más prácticos.

Casa de cambio. Consejos para viajar a Marrakech
Casa de cambio

Respecto a las tarjetas de crédito, MasterCard y Visa son las más aceptadas. ¿Propinas? No estás obligado a darlas pero, créeme, te facilitarán mucho la vida. Hay que tener en cuenta que en Marruecos los salarios son muy bajos así que trata de redondear la carrera del taxi, no te olvides de los camareros y deja un 10% de la cuenta en los restaurantes si el servicio lo merece.

Electricidad

La corriente es de 220 voltios y los enchufes son iguales que en España.

Volar a Marrakech y traslados al centro de la ciudad

Además de Royal Air Maroc (la aerolínea nacional de Marruecos) o Iberia, hay compañías low-cost como Ryanair que tienen vuelos directos desde España a precios muy competitivos. ¿Un ejemplo? En enero, la ida y vuelta para dos pasajeros salió por 99€.

Aeropuerto de Marrakech Menara. Viajar a Marrakech
Aeropuerto de Marrakech Menara

El aeropuerto de Marrakech Menara está situado a 6 km al suroeste de la ciudad. La forma más cómoda para llegar al centro es coger un taxi. El trayecto desde/hacia el aeropuerto ronda los 80 MAD aproximadamente en horario diurno y unos 100 MAD de noche. Otras opciones más económicas son tomar el autobús nº 19 de la compañía Alsa que por unos 2€ te llevará hasta las inmediaciones de Yamaa el-Fna, o el autobús local nº 11 que también llega a la plaza más famosa de Marrakech.

CONSEJO VIAJERO → Si no quieres complicarte con los traslados, aquí puedes reservar un transfer privado, puerta a puerta y al mejor precio. Un chófer te esperará en el aeropuerto, en el hotel o dónde estés para llevarte a tu destino de forma rápida y segura.

Desplazarte por Marrakech

Marrakech es una ciudad que básicamente recorrerás a pie ya que sus principales atracciones se concentran en la medina donde está prácticamente prohibida las circulación de coches. No obstante, para llegar a lugares más alejados como el Jardín Majorelle o los jardines de la Menara los taxis resultan muy útiles.

Los taxis de color beige, denominados petits taxis, llevan taxímetro y una carrera de día suele costar entre 10 y 20 MAD. Si le taxímetro está estropeado, te tocará pactar con el conductor el precio del trayecto.

Petit taxi. Guia para viajar a Marrakech
Petit taxi en Marrakech

Si quieres salir de los límites urbanos o vais más de tres pasajeros, tendréis que coger un grand taxi. Estos Mercedes no suelen llevar taxímetro pero sus tarifas «a priori» son fijas.

Teniendo en cuenta el precio de los taxis, coger un autobús no merece mucho la pena porque además suelen ir hasta la bandera. De todos modos, las líneas 1, 3, 4, 10, 11, 12 y 18 son las mejores para llegar a Guéliz, Majorelle o la Menara.

Si vas mal de tiempo y te interesa una visita rápida a la ciudad, otra opción es subirte al autobús turístico que recorre los principales monumentos de la ciudad en dos itinerarios: el tour histórico y el tour oasis.

¿Qué tal un paseo en calesa? Yo lo probé y resultó muy divertido tras el paso obligado del regateo, claro. Las encontrarás en Place Foucald, al lado de la plaza Yamaa el-Fna. Su tarifa «oficial», aunque variará según a quien preguntes, va desde 120 MAD por una hora a unos 30 MAD por un recorrido corto por la medina.

Calesa en Marrakech
Calesa en Marrakech

Viajar a Marrakech: dónde alojarte

¿Me alojo dentro o fuera de la medina? Para mí la decisión es clara: en el corazón de la vieja Marrakech, ese caótico laberinto de callejuelas donde los riads son los auténticos protagonistas. Estos antiguos palacios y pequeñas residencias privadas que se organizan alrededor de un gran patio central son muy apreciados por los viajeros ya que fusionan el arte de vivir a la oriental con el confort occidental. Igual que pasa con los hoteles, encontrarás riads de todos los precios. ¿Algunas sugerencias? Riad Noir d’Ivoire, Palais Sebban, Les Jardins de Mouassine, Riad Magellan, L’Orangeraie… Webs como Marrakech Riads o Marrakech-Médina pueden servirte de inspiración para encontrar el riad que buscas.

Hotel Royal Mansour. Donde dormir en Marrakech
Hotel Royal Mansour

En mi próxima visita quiero hospedarme en uno de ellos ya que en mi primera inmersión en esta fascinante y atractiva ciudad me alojé en dos hoteles. El primero de ellos fue Les Deux Tours, un sueño oriental ubicado en el palmeral de Marrakech. El segundo, el Royal Mansour, un lujoso y tranquilo enclave situado dentro de la medina pero alejado de la frenética y ruidosa vida que discurre más allá de sus muros, formado por 53 riads independientes.

Dónde comer en Marrakech

Platos tradicionales como la tanjia, tajines, cuscús o pastillas, cocina callejera, especialidades internacionales en la Ville Nouvelle… La oferta gastronómica de Marrakech parece no tener fin con propuestas para todo tipo de paladares y bolsillos. En plena calle, en una terraza divisando el anárquico skyline de la medina, en ambientes íntimos rodeados de lujo marroquí y al son de la danza del vientre…

Tajine de pollo. Viajar a Marrakech
Tajine de pollo

Si lo que buscas es cocina tradicional, prueba en locales como Chez Chegrouni (noroeste de la plaza Yamaa el-Fna), Ksar Es Saoussan (Rue des Ksour, 3), Oscar Progres (Rue Bani Marine, 20) o Le Foundouk (Souk Hal Fassi, 55).

Otra opción son los puestos de la Plaza Yamaa el-Fna que al caer la noche inundan esta zona de paso obligado con sus casetas a modo de restaurantes. Si no eres demasiado escrupuloso y tienes paciencia con los caza-clientes, siéntate a picar algo entre la población local o, al menos, tómate un vaso de naranja recién exprimido a 4 dirhams (menos de 40 céntimos de euro). Para comer pescado, el nº 14. Para carne, el nº 31.

Puesto de zumos. Marrakech
Puesto de zumos

¿Dos rincones imprescindibles? El Café des Épices y el Café Glacier. Sencillamente me enamoraron y no precisamente por su oferta, correcta sin más, sino por su ambiente y las espectaculares vistas que desde ambos se divisan.

El Café des Épices es perfecto para un alto en el camino frente a un té o para una comida ligera a base de sopas, bocadillos y ensaladas. Podrías pasarte las horas muertas en su pequeña terraza atendiendo al trajinar de los comerciantes de especias, viendo cómo las mujeres preparan la henna de los tatuajes o perdiendo la mirada en los destartalados tejados que lo circundan.

Cafe des Epices. Marrakech
Café des Épices
Vistas desde el Cafe des Epices
Vistas desde el Café des Épices
Café des Epices. Donde comer en Marrakech
Comiendo en el Café des Épices

Por su parte, Le Grand Balcon du Café Glacier es la mejor atalaya para descubrir cómo la Plaza Yamaa el-Fna va mudando su rostro a lo largo del día. Los más viejos del lugar se refugian del bullicio tomando un café en su salón interior. Los turistas, en cambio, enfilan las escaleras para llegar a su gran terraza panorámica. Yo estuve tres veces y te prometo que será lo primero que haga cuando regrese a Marrakech. Sentarme junto a la barandilla, pedir un té y ver la vida pasar desde las alturas como una discreta espectadora.

Le Grand Balcon du Cafe Glacier
Le Grand Balcon du Café Glacier
Terraza del Cafe Glacier
Viendo la vida pasar en la terraza del Café Glacier
Cafe Glacier. Viajar a Marrakech
Una pizza en el Café Glacier

¿El momento más dulce? Yo lo encontré en la Pâtisserie et boissones Al Jawda (Rue Derb Dabachi, 16). Está considerada una de las mejores de la ciudad y puedo dar fe de ello. Batidos y zumos de todos los sabores que puedas imaginar, bollería, pasteles, galletas, los clásicos «cuernos de gacela» … Dulces de calidad a precios muy asequibles.

Pâtisserie et boissones Al Jawda
Pâtisserie et boissones Al Jawda

Viajar a Marrakech: compras

Babuchas, juegos de té, bandejas de cobre, especias, caftanes, bolsos, tapices, dátiles, aceitunas… Sumergirte en los zocos que se extienden al norte de la Plaza Yamaa el-Fna es toda una experiencia que probablemente acabará echando mano a la cartera. Pero más allá de las inevitables compras, el gran poder de seducción de estos mercados es la atmósfera que en ellos se respira. Siempre en movimiento, siempre cambiantes, siempre sorprendentes. El arte de comerciar a cada paso.

Entrada al zoco de los tintoreros de Marrakech
Entrada al zoco de los tintoreros.
De compras por los zocos. Consejos para viajar a Marrakech
De compras por los zocos de Marrakech

Lo más probable es que te pierdas no una sino mil veces. En estos casos, antes de que alguien se ofrezca a acompañarte a cambio de unas monedas, lo mejor es preguntar a un comerciante. Un consejo más: siempre pide permiso antes de hacer una foto. Te ahorrarás algún disgusto, sobre todo, con los artesanos.

CONSEJO VIAJERO → Experimenta Marruecos a través de sus exóticos sabores con este tour gastronómico en español por Marrakech. Los platos incluidos en el tour se pueden cambiar por opciones vegetarianas.

¿Cuántos días necesito para visitar Marrakech?

Aunque odio responder a esta pregunta, básicamente porque cada viajero es un mundo, te diría que tres días serían suficientes, dos si me apuras, para cubrir sus principales puntos de interés (zocos, Madraza Ali Ben Youssef, Tumbas Saadíes, mezquita de la Kutubia, el mellah, Palacio de la Bahia, Jardín Majorelle, la Menara, etc.). Para vivirla y saborear con calma cada uno de sus rincones, depende solo de ti y de si su embrujo ha surtido efecto. En mí lo hizo. Tanto que sé que en algún momento volveré.

Informado quedas. Ya conoces todo lo necesitas saber para viajar a Marrakech. ¡Buen viaje!

Excursiones y actividades en y desde Marrakech

Si no quieres complicarte, aquí tienes las mejores excursiones y actividades que puedes hacer acompañado de un guía que habla español. Toma nota:

Tour privado en español por Marrakech: descubre todos los secretos de la Medina de Marrakech.

Paseo en globo por el norte de Marrakech: Olvida el ajetreo de sus calles y sobrevuela una de las ciudades más importantes de Marruecos en globo aerostático. Es impresionante.

Circuito de 5 días desde Marrakech a Fez: las montañas del Atlas, el Valle del Dades, las dunas de Merzouga… Descubre los tesoros del interior de Marruecos con este circuito que finaliza en la preciosa ciudad de Fez.

Excursión de 3 días al desierto de Merzouga: disfruta de los contrastes de Marruecos adentrándote en Erg Chebbi, la parte más espectacular del desierto del Sáhara

Excursión de 2 días al desierto de Zagora: dormir en una haima, ver el atardecer en el desierto y visitar antiguas kasbahs son algunos de los atractivos de esta escapada al desierto de Zagora.

Cascadas de Ouzoud: una jornada inolvidable en la que podrás conocer las cataratas más altas del norte de África.

Tour en quad por el palmeral de Marrakech: pistas sin asfaltar, aldeas tradicionales, paisajes pintorescos y emoción asegurada.

Más información para viajar a Marrakech

Qué ver y hacer en Marrakech: 10 planes imprescindibles
Marrakech en verde: el Jardín Majorelle y la Menara
Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos

 

Marruecos: primeras impresiones de un país fascinante

Marruecos: primeras impresiones de un país fascinante

«Yo he estado once veces». «Yo nueve». «Yo cinco». Ahora lo entiendo. Antes de emprender viaje me sorprendía que tanta gente repitiera un mismo destino siendo nuestro mundo tan inabarcable  como es. Tras siete días recorriendo Marruecos, tomándole el pulso a esta franja norteafricana, hallé la respuesta: este país engancha y mucho. El Alto Altas, las dunas del Sáhara, los pueblos bereberes, sus impresionantes gargantas, la enérgica, y por qué no decirlo, apabullante Marrakech… Marruecos. Tan vecino en el espacio como alejado de nuestra cultura occidental. Tan sorprendente, tan fascinante y a la vez tan cercano.

Resumir en un puñado de líneas todos las experiencias y sensaciones vividas en suelo marroquí con Sara se me antoja una cumbre difícil de coronar, una carrera de fondo con mil paradas a cual más interesante. Aún así, tiro de tamiz, enciendo una lámpara, y dejo que sus destellos me ayuden a filtrar lo más esencial, aquello que realmente me dejó huella. Marruecos en siete instantes.

Lámpara del Hotel Royal Mansour. Marrakech

Marruecos: dormir en el desierto

Llegar a nuestro campamento de jaimas, ubicado en medio de la nada a lomos de un dromedario, mientras el sol se iba despidiendo tiñendo las dunas de la más increíble paleta de amarillos, ocres y rosas que puedas imaginar, fue algo inenarrable.

Erg Chebbi. Marruecos

Literalmente teníamos el desierto para nosotras solas sin que nada, salvo las inevitables fotos, rompieran la magia. Adoro ser periodista/blogger de viajes pero te aseguro que en ese breve pero intenso trayecto hubiera dado lo que no tengo por olvidar mi profesión y que mi mente y mis manos no se apartasen ni un momento del asidero de mi montura.

Un posado en toda regla. Marruecos

Luego llegó la cena, los cantos bereberes alrededor de una fogata, las risas con Anna -una catalana que se convirtió en hermana del desierto-, el confort de los edredones que cubrían nuestra cama y el amanecer. Esta vez sí hice lo correcto. Como nos despertamos tarde, salí corriendo. En pijama y sin cámara. Hacía mucho frío pero la sangre al galope por mis venas me permitió entrar en calor y disfrutar como una niña pequeña del apabullante espectáculo de ver nacer un nuevo día con los pies enterrados en la arena.

Amanece en el desierto. Marruecos

Marruecos: las espectaculares gargantas del Todra

El todopoderoso Atlas, Ouarzazate, la hermosa kasbah de Ait Ben Haddou, Skoura, el Valle de las Rosas, el Dades… Cada uno de los rincones del sur que conocí durante los tres días de ruta me pareció más potente que el anterior pero, puestos a escoger uno, mi alma viajera se queda con las gargantas del Todra. Una falla de 300 metros de profundidad, situada a 15 km. de Tineghir, que se abre para formar un desfiladero de apenas 10 metros de ancho. Sentirte aprisionada entre las rocas y elevar la mirada para ver cómo este capricho de la naturaleza recorta el cielo a la vera de las aguas del río es una experiencia fascinante que te hace sentir más pequeña que un grano de arena. Puedes tratar de buscar mil enfoques pero ninguna imagen hará honor a su grandeza, a su salvaje presencia.

Gargantas del Todra. Marruecos

Paseando por las gargantas del Todra. Marruecos

No viajes a Marruecos sin seguro de viajes

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Marruecos: de Merzouga a Marrakech

El último día de nuestro itinerario deshicimos los 580 km. que separan Merzouga de Marrakech. Durante esas largas horas en 4×4, aproveché mi posición de copiloto para ponerme en la piel de una discreta espectadora. Me encanta relacionarme con la gente de los lugares que visito sí pero, a veces, me gusta tomar cierta distancia para observar la realidad tal como es. Auténtica, sin artificios, sin que la presencia de una cámara cercana viole su esencia.

En ruta por Marruecos

Pastor bereber. Marruecos

Tazarine. Marruecos

Volar en globo en Marrakech

Madrugar tiene sus ventajas y una de ellas es que te permite subir en globo para contemplar  las zonas rurales que rodean Marrakech a vista de pájaro. Lo cierto es que las vistas no son tan espectaculares como las que se pueden divisar en otros escenarios pero sólo por ver los primeros rayos de sol incidir sobre las cumbres nevadas del Atlas mereció la pena.

Vuelo en globo. Marrakech. Marruecos

Certificado de vuelo con la empresa Ciel d'Afrique. Marrakech. Marruecos

El papel de la mujer en Marruecos

Eso sí fue un auténtico lujo. Durante unas horas recorrimos los imprescindibles de Marrakech en compañía de Fátima, una experta guía local que sufrió estoicamente la batería de preguntas que le lanzamos a casa paso. Por supuesto que nos interesaba visitar el palacio de la Bahia y escuchar sus narraciones sobre favoritas y concubinas, admirar la arquitectura arabigoandaluza de la madraza Ali Ben Youssef, recorrer el mellah o descubrir curiosidades como que la bola más pequeña que corona el minarete de la mezquita de la Koutoubia fue forjada en oro con las joyas de la mujer del rey Yaqub Al-Mansur, como penitencia por haber roto el ayuno del Ramadán por un antojo. Cosas del embarazo…

Madraza Ali Ben Youssef. Marruecos

Pero lo que más nos atraía era saber cómo era el día a día de los marrakechíes, en especial, el papel de la mujer. Su ejemplo no pudo ser más revelador. Fátima tiene cinco hermanas y cada una expresa su respeto por el Islam a su manera. Una viste a la moda occidental, otras ocultan su cuerpo a medias o por completo, y ella confiesa que sólo cubre su cabeza con el hiyab (velo) cuando llueve para que no se le alborote la melena. A la hora de comer se reúnen en torno a la mesa familiar y todas son tratadas por igual a pesar de que sus convicciones no comulguen al cien por cien. También insiste en que la práctica de culto está garantizada por la Constitución, que las mujeres pueden ejercer la custodia de sus hijos y que la lucha contra la discriminación laboral continúa su curso.

La medina de Marrakech

Tras conocer a Javier Bardem, al pequeño Nicolás y que me guiñaran un ojo acompañado de un «vuerve luego mi arma» en la plaza Yamaa el-Fna, callejeamos sin rumbo por la laberíntica medina. A medida que nos alejábamos de los zocos más cercanos, cesaron las insistentes llamadas de atención de los vendedores y nos volvimos invisibles a los ojos de aquellos que se cruzaban en nuestro camino. Las tiendas iban echando el cierre, el incesante ir y venir de carros y motos se mitigaba por momentos -al final decidí que fueran ellos los que me esquivaran-, ni un solo turista  y una tenue lluvia mojando las calles… Y allí estábamos este par de dos, disfrutando de una ciudad que se nos antojaba solo para nosotras.

Rematamos el día en la terraza del Café Glacier que, junto al puente de Gálata de Estambul, ya se ha convertido en uno de mis rincones favoritos del planeta. Acudimos en busca de refugio en una noche cerrada marcada por la mezcolanza de sonidos que emanaban de El-Fna, el vibrante corazón de Marrakech. Y sí, nos tuvieron que echar aunque yo me hubiera quedado allí plantada hasta el amanecer.

Plaza Yamaa el-Fna desde el Café Glacier de Marrakech. Marruecos

La gastronomía de Marruecos

Marruecos sabe a tajines, cuscuses, brochetas y keftas, a zumo de naranja y a té de menta. Huele a cardamomo, a ras el hanout, a cilantro, canela, curry, cúrcuma y nuez moscada, y su tacto engloba la delicadeza del aceite puro de Argán, la fortaleza del adobe de sus mil hasbahs, la rugosidad de sus originales formaciones geológicas y la suavidad de la arena del desierto. Imagino que también olerá a mar en Essaouira y en resto de la costa atlántica y mediterránea pero eso tendré que descubrirlo en un próximo viaje.

Tajine de pollo. Marruecos

Elaboración del aceite de Argán. Marruecos

Puesto de especias. Marrakech

CONSEJO VIAJERO → Experimenta Marruecos a través de sus exóticos sabores con este tour gastronómico en español por Marrakech. Los platos incluidos en el tour se pueden cambiar por opciones vegetarianas.

Y hasta aquí este viaje por Marruecos que espero cumpla su objetivo: animarte a descubrir este fascinante país.

Las mejores excursiones y actividades que puedes hacer en Marrakech

Si no quieres complicarte, aquí tienes las mejores excursiones y actividades que puedes hacer acompañado de un guía que habla español. Toma nota:

Tour privado en español por Marrakech: descubre todos los secretos de la Medina de Marrakech.

Paseo en globo por el norte de Marrakech: Olvida el ajetreo de sus calles y sobrevuela una de las ciudades más importantes de Marruecos en globo aerostático. Es impresionante.
Circuito de 5 días desde Marrakech a Fez: las montañas del Atlas, el Valle del Dades, las dunas de Merzouga… Descubre los tesoros del interior de Marruecos con este circuito que finaliza en la preciosa ciudad de Fez.

Excursión de 3 días al desierto de Merzouga: disfruta de los contrastes de Marruecos adentrándote en Erg Chebbi, la parte más espectacular del desierto del Sáhara

Excursión de 2 días al desierto de Zagora: dormir en una haima, ver el atardecer en el desierto y visitar antiguas kasbahs son algunos de los atractivos de esta escapada al desierto de Zagora.

Excursión a las Cascadas de Ouzoud: una jornada inolvidable en la que podrás conocer las cataratas más altas del norte de África.

Tour en quad por el palmeral de Marrakech: pistas sin asfaltar, aldeas tradicionales, paisajes pintorescos y emoción asegurada.

Más información para viajar a Marruecos

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El jardín Majorelle y la Menara: Marrakech en verde
Hotel Royal Mansour