Cabo da Roca, el espectacular paisaje del punto más occidental de la Europa continental

Cabo da Roca, el espectacular paisaje del punto más occidental de la Europa continental

En mi último viaje a Lisboa, y aunque me costó horrores robarle un día a la siempre atractiva capital de Portugal, decidí acercarme a conocer el Cabo da Roca y pasar una jornada junto al mar. Seguir paseando sin rumbo por Alfama, comer en el Barrio Alto y rendirme de nuevo ante unos deliciosos pastéis de Belém era toda una tentación, sí, pero mi cuerpo, acostumbrado al asfalto madrileño, pedía océano, mis pulmones, brisa marina, y mi mente, atestada de preciosas postales lisboetas, un momento de relax con la mirada pedida en el vaivén de las olas.

Dicho y hecho. Carretera y manta y rumbo al Cabo da Roca donde además de saciar mis ganas de costa alimenté mi espíritu geográfico-mitómano. No lo busques en la RAE. Creo que es de cosecha propia, o lo que es lo mismo, como llamo a mi especial interés por estar en lugares cuyo juego de latitudes y longitudes los hace únicos. En este caso, posar mis pies en el punto más occidental de la Europa continental.

Llegando al Cado da Roca

Cabo da Roca, el punto más occidental de la Europa continental

El lugar «onde a terra se acaba e o mar começa» en palabras de Camões, máximo representante de la poesía portuguesa, es, por méritos propios, uno de los rincones más visitados del Parque Natural de Sintra-Cascais que conjuga una potente diversidad de paisajes a apenas unos 40 kilómetros de la capital lusa. Dunas marítimas e interiores, cursos de agua, bosques, cuevas, impresionantes acantilados, playas … Y, cómo no, la Sierra de Sintra, una espectacular combinación de patrimonio arquitectónico y naturaleza por la que ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en la categoría de Paisaje Cultural.

Información sobre el Parque Natural de Sintra-Cascais. Cabo da Roca

Precisamente, el Cabo da Roca se alza en el lugar en el que las estribaciones de la Sierra de Sintra se topan de forma brusca con el Océano Atlántico originando un estremecedor lienzo de escarpados acantilados que se elevan hasta sobrepasar los cien metros sobre el nivel del mar.

El Cabo da Roca y su faro

Acantilados del Cabo da Roca

El espectacular paisaje del Cabo da Roca

En lugares como éste, y está mal que lo diga una juntaletras de la vieja escuela, la literatura de viajes se queda escasa y las fotografías reclaman su papel estelar. Solo diré que fueron un par de horas mágicas en las que fui dueña de mi tiempo. Me olvidé del reloj apoyada de barandilla en barandilla, desmenuzando la fisonomía de sus paredes verticales, viendo como las olas azotaban la base de la vieja Europa y perdiendo la mirada en un océano que siento demasiado lejos demasiadas veces.

Cabo da Roca, donde se acaba la tierra y empieza el mar

Captando la belleza del Cabo da Roca

Fragmento de la línea costera del Cabo da Roca

Perdí mi sombrero en un par de ocasiones. No fui la única. A muchos de los de turistas que colonizaban los alrededores del monolito que señala la posición geográfica del cabo, en busca de su foto, les pasó lo mismo. Y es que aquí el viento no sopla, literalmente barre todo lo que se cruza por delante. ¿Un incordio? Al contrario. Una expresión más de la fuerza de la naturaleza que te invita a luchar contra ella cara a cara para no perder el equilibrio.

Monolito que señaliza el Cabo da Roca

También tuve tiempo para acercarme al faro, uno de los más antiguos de Portugal, y entrar en la Oficina de Turismo donde una hilera de pacientes japoneses esperaba para conseguir el certificado que acredita oficialmente que uno ha estado en el Cabo da Roca. Merchandising viajero a 11€ el diploma.

Oficina de Turismo de Cabo da Roca. Portugal

Lo que me faltó fue ver cómo el día decía adiós en este impresionante enclave que los romanos llamaron Promontorium Magnum sin llegar a sospechar que América estaba al otro lado. No hace falta mucha imaginación para intuir que los atardeceres en este sobrecogedor mirador de la costa portuguesa tienen que ser espectaculares.

Como también lo son las playas que se suceden a lo largo del litoral del Parque Natural como la Playa Grande, Adrada, Ursa o Guincho, una preciosa playa protegida por un sistema de dunas cuyas magníficas condiciones para la práctica de windsurf, surf y kitesurf la han convertido en el escenario de varios campeonatos mundiales.

Playa de Guincho. Portugal

Kitesurf en la Playa de Guincho

Como no podía ser de otra manera, mi deseado día junto al mar terminó comiendo frente al océano en la Casa da Guia, un complejo de tiendas, cafés y restaurantes, situado a 2 kilómetros de Cascais, que se articula en torno a un palacete del siglo XIX. Fue allí, a la sombra de las palmeras y los pinos y con el profundo azul del Atlántico como compañero de fondo, cuando sentí de nuevo la llamada de Lisboa. Los portugueses lo llaman saudade.

Casa da Guia, Cascais. Portugal

Cómo llegar al Cabo da Roca

En coche: Sin duda, es la forma más rápida y cómoda para conocer los alrededores de Lisboa. El Cabo da Roca está situado a 18 kilómetros de Sintra, a 15 de Cascais y a 40 de la capital. La ruta desde Lisboa se hace recorriendo la N247. Una vez en el cabo, podrás aparcar de forma gratuita.

Parada de autobús 403. Cabo da Roca

En autobús: Desde la terminal de Cascais y desde la estación de Sintra puedes tomar el autobús 403 de la compañía Scotturb que en unos 40 minutos te dejará en la parada que está situada junto a la Oficina de Turismo. Eso sí, antes de subir asegúrate de que pare en el Cabo da Roca porque no todos lo hacen.

Sierra de Gata: naturaleza y pueblos con encanto en el norte de Extremadura

Sierra de Gata: naturaleza y pueblos con encanto en el norte de Extremadura

Una sorpresa. Una auténtica y agradable sorpresa. Tras regresar de mi reciente viaje a Extremadura, esta es la palabra que repito sin cesar cuando me preguntan qué tal ha sido mi experiencia en esta tierra fronteriza de la que apenas conocía unas pinceladas. Buena parte de mi asombro se gestó en la Sierra de Gata, uno de los pocos paraísos vírgenes que quedan aún en España cuyos recursos la alejan, con permiso del gran Robe Iniesta, de los calificativos extrema y dura. Guiños musicales aparte, aquí van algunos motivos que espero te animen a escaparte a este atractivo y singular rincón extremeño.

Sus paisajes

¿Sabías que en esta zona llueve casi tanto como en Galicia? Yo tampoco y por eso me sorprendí al descubrir que esta comarca cacereña disfruta de un clima mediterráneo con toques atlánticos en el que abundan extensas masas de robles, castaños y pinos, junto a encinas, alcornoques y bancales de olivos. Si a esto le sumas las aguas del Árrago y de tantos otros ríos y arroyos que discurren por la sierra formando un sinfín de piscinas naturales que invitan al baño en los meses de verano, el resultado es un entorno natural frondoso y verde que despliega sus alas entre amplios valles y picos de considerable altura.

Los verdes de la Sierra de Gata

Puente del siglo XV. Sierra de Gata

Uno de los muchos miradores de la Sierra de Gata

Uno de los mejores enclaves para admirar todo el potencial paisajístico de esta zona, en la que el turismo de masas aún brilla por su ausencia, es el Mirador del Chorro de Los Ángeles, también conocido como Cascada de Los Ángeles. Las vistas a este salto de agua que se despeña frente a ti a lo largo de metros y metros de caída liebre son espectaculares. Como el silencio y la paz que envuelve este balcón colgado sobre el abismo. Como el aire puro que te envuelve.

Cascada de Los Ángeles desde el Mirador del Chorro. Sierra de Gata

Panorámica desde el Mirador del Chorro. Sierra de Gata

Si impresiona desde la distancia, imagínate cuando te acercas a este capricho de la naturaleza, prismáticos en mano, para tratar de localizar a los señores que custodian su cielo: buitres leonados, alimoches, cigüeñas negras…

Cascada de Los Ángeles

Detalle Cascada de Los Ángeles

Observación de aves rapaces

El sentido del olor no se queda atrás gracias a la abundancia de jaras, brezos y retamas que cubren de blancos, rosas y amarillos el recorrido hasta llegar a sus aguas.

Paisaje de jaras, brezos y retama

Los colores y olores de la sierra

Tampoco sabía que en esta esquina de Extremadura, en especial en los alrededores de  Descargamaría, Santibáñez el Alto y en la hurdana población de Pinofranqueado, se vivió una auténtica fiebre del oro en la década de los 40. Y es que en aquellos años buena parte de la población local se dedicó a la búsqueda de este metal precioso en unas minas de cuarzo aurífero que los romanos ya se encargaron de explotar en su día. Adentrarte unos metros en una antigua mina escondida en medio del bosque es otra de las sorpresas que encierra esta sierra.

Todos esta información, y muchísimos más datos referentes a la flora y fauna del lugar que me dejo en el tintero, se la debo a José María Hernández, gran conocer de estas tierras y guía turístico de Mi Sierra de Gata, una empresa especializada en senderismo y rutas guiadas.

Antigua mina romana. Sierra de Gata

José María Hernández. Guía turístico de Mi Sierra de Gata

Sus pueblos

Si lo que buscas es perderte unos días en medio de la naturaleza, no lo dudes: Sierra de Gata es tu destino. Aquí te esperan una veintena de pequeños pueblos que se adaptan con acierto a la tortuosa orografía de sus cinco valles. Pueblos que apenas han sufrido el paso del tiempo. Donde las horas no cuentan. Donde deberás olvidar el reloj, el móvil y cualquier artilugio que te impida dejarte llevar por el ritmo tranquilo de los serragatinos; gentes que aman su tierra y se desviven en mostrarla a cuantos recalan en ella.

Arquitectura serragatina en Robledillo de Gata

Son pueblos cuya potente personalidad arquitectónica es innegable. Construidos a base de piedra, pizarra, madera y adobe, sí, pero en los que todavía pervive la huella de los días de la Reconquista y el paso de las Órdenes Militares reflejada en iglesias, casas señoriales y castillos. Tanto es así que cinco de ellos –Gata, Hoyos, Robledillo de Gata, San Martín de Trevejo y Trevejo– han sido declarados Bien de Interés Cultural con categoría de Conjunto Histórico-Artístico.

Yo tuve ocasión de fundirme con el paisaje y el paisanaje de estos tres últimos, tres magníficos ejemplos de pueblos serranos que reclaman parada, paseo y fonda.

Robledillo de Gata

Dicen que Robledillo de Gata es uno de los pueblos más bonitos de esta comarca y probablemente lo sea. De hecho, parece un lienzo al aire libre, un precioso cuadro que algún avezado pintor dibujó en su día para plasmar el encanto de la arquitectura popular serrana.

Su situación, en la cabecera del valle del río Árrago, es la piedra angular que define su fisonomía. Un entramado de callejuelas, pasadizos y puentes, que apenas da respiro entre subidas y bajadas, en el que se aferran al terreno sus típicas casas de tejas rojas. Para rematar el conjunto, a la vera del río se arremolinan pequeños huertos, mientras que la ladera de la montaña brinda su suelo a viñedos y olivares.

Robledillo de Gata, pizarra, madera y adobe

Plaza de Francisco Pizarro. Robledillo de Gata

Pasadizo en Robledillo de Gata. Sierra de Gata

El río Árrago a su paso por Robledillo de Gata

Robledillo invita a un tranquilo paseo que sí o sí pasará en algún momento por la Iglesia de la Asunción, de atípica planta hexagonal y bonito pórtico circular, y por el Molino del Medio, una antigua almazara de la baja Edad Media perfectamente conservada cuyo propietario ha transformado en un museo donde es posible conocer el laborioso proceso de elaboración del aceite y realizar catas.

Iglesia de la Asunción. Robledillo de Gata

Molino del Medio. Robledillo de Gata

El Molino del Medio. Robledillo de Gata

San Martín de Trevejo

Situado en la falda del monte Jálama, San Martín de Trevejo nos depara más de una sorpresa. Y es que además de tener un cuidado casco histórico que alterna las construcciones típicas de adobe y piedra con sobrias casonas blasonadas y calles por las que discurre el agua en forma de regatos, tiene su propia lengua: el mañegu, una variante dialectal de A Fala.

En San Martín de Trevejo el agua corre por las calles. Sierra de Gata

Portón en San Martín de Trevejo. Sierra de Gata

San Martín de Trevejo. Sierra de Gata

Por si como yo, nunca habías oído hablar de ella, te diré que A Fala es una rama del galaico-portugués, con nueve siglos de historia, que sigue viva en este municipio y en las vecinas localidades de Valverde del Fresno, donde se habla el valverdeiru, y en Eljas, tierra del  lagarteiru. Así ha sido desde tiempos de Fernando II y Alfonso IX y así seguirá siendo viendo el tremendo esfuerzo que realizan estas gentes en pro de su difusión y normalización.

Comprenderás que para una enamorada de la palabra entrar en contacto con este tesoro lingüístico, que sueña a gallego con toques de portugués y que ha sido reconocido como Bien de Interés Cultural, fue todo un descubrimiento. Es más, hubiera deseado tener tiempo para acercarme al resto de Os tres lugaris donde A Fala sigue siendo la lengua materna de sus habitantes.

Volviendo a San Martín, pude escuchar hablar mañegu en una tienda de productos locales donde aprendí que el queso es quesu, el vino, viñu y que si quiero endulzar mi paladar debo comprar dulcis típicus. Lo hice, unas deliciosas perrunillas.

Carteles en mañegu en una tienda de San Martín de Trevejo. Sierra de Gata

Plaza Mayor de San Martín de Trevejo. Sierra de Gata

Trevejo

Solitario, anclado en el tiempo y arremolinado a los pies de las ruinas de su castillo. Así es Trevejo, una pedanía de Villamiel en la que apenas viven un puñado de vecinos que se asombran cuando rompes su paz con tu presencia. Otro rincón imprescindible de la Sierra de Gata que conocí a través de de los cuentos, leyendas y coplillas de los Cuenta Trovas de Cordel. O lo que es lo mismo, en compañía de Vicente y Patxidifuso, unos animadores juglaresco-teatrales que consiguieron que los cánticos resonasen en el empedrado de esta pequeña aldea medieval.

Trevejo, otro enclave de la Sierra de Gata detenido en el tiempo

Trevejo. Sierra de Gata

Recorriendo Trevejo con  Cuenta Trovas de Cordel. Sierra de Gata

Subir hasta la que en su día fue una fortaleza musulmana tiene su recompensa. No por el castillo en sí ya que está muy deteriorado y solos se conservan algunos restos del s. XV. El verdadero regalo son las vistas que desde aquí se divisan: las sierras de Garduño, San Pedro, Albilla y Cachaza, viñedos, huertas y olivares, dehesas, robledales…  Todo un resumen del atractivo paisaje serragatino.

Castillo de Trevejo. Sierra de Gata

Vista de Villamiel desde el Castillo de Trevejo

Sería imperdonable acabar este recorrido sin hablar de la gastronomía de la Sierra de Gata. Del aceite elaborado con la variedad manzanilla cacereña, de los vinos de pitarra cuyo olor se cuela a través de las bodegas de los pueblos, de su gran variedad de setas, del cordero y el cabrito, de esa delicia local llamada ensalada de naranja, de las migas, de la miel, los quesos y los hornazos… Aquí no se andan con tonterías. A la hora de comer, se come y muy bien.

Ahora sí. Como dirían en A Fala… Culurín colorau, esti contu se a acabau.

Guía Práctica de la Sierra de Gata

Situación: Extremo noroeste de la provincia de Cáceres (Extremadura).

Límites territoriales: Provincia de Salamanca al norte, comarca de Alagón y Alcántara al sur, Las Hurdes al este y Portugal al oeste.

Accesos por carretera:

  • Desde Cáceres por la carretera EX-109.
  • La EX-109 une Coria con Ciudad Rodrigo y la EX-205 enlaza la comarca de este a oeste desde Valverde del Fresno a Villanueva de la Sierra.
  • Desde Portugal: Por Termas de Monfortinho y hacia Cilleros por la carretera EX-108 y por Penamacor y hacia Valverde del Fresno por la carretera EX-205.

Dónde dormir: Alojamientos Rurales Casa Manadero. C/ Manadero, 2. Robledillo de Gata (Cáceres). Tel. 927 671 118. Bonitos y acogedores apartamentos en una casa típica de arquitectura serragatina situada dentro del Conjunto Histórico-Artístico. En la planta baja hay un pequeño mesón-restaurante que ofrece platos elaborados con productos naturales de su huerta, matanza y granja. Otro de sus alojamientos es la Casa Valle del Árrago que cuenta con una bodega donde elaboran sus propios vinos y hacen catas y degustaciones. Muy recomendable.

Nota: «Este artículo forma parte de mi viaje a la Sierra de Gata y Las Hurdes que organizó la Dirección General de Turismo de Extremadura tras el #TBMPlasencia.

Fuencaliente, el irresistible encanto del sur de la isla de La Palma

Fuencaliente, el irresistible encanto del sur de la isla de La Palma

Fruto de la impronta volcánica y del poder de sus gigantes dormidos. Salpicado de viñedos que aportan su paleta de verdes a un paisaje de tierra negra. Playas que regalan atardeceres únicos y alfombras blancas de sal. Así es Fuencaliente. Así es el sur de La Palma. Un municipio que sin desmerecer al resto sorprende y cautiva por su natural belleza y que condensa buena parte de la magia de este rincón canario.

Antes de empezar a tentarte con todas las experiencias que te esperan en Fuencaliente, situémonos geográficamente. Nos encontramos en la punta meridional de la isla, allí donde la cordillera de Cumbre Vieja se funde dócilmente con el Atlántico. En el prehispánico cantón de Abenguareme, actualmente delimitado por los municipios de Los Llanos de Aridane, El Paso y Mazo.

Qué ver en Fuencaliente

En esta zona, marcada por las erupciones que dejaron a su paso extensos campos de lava, se encuentra uno de los volcanes más bonitos de la isla, el Volcán de San Antonio. Cuando despertó, en 1677, contribuyó a forjar la inquietante orografía de Fuencaliente originando un precioso cráter de suaves curvas. Bordearlo, fijándonos en su rostro ennegrecido y sintiendo cómo la tierra cruje bajo los pies, es una maravilla.

Bordeando el Volcán de San Antonio. La Palma
Cráter del Volcán de San Antonio. La Palma

El viento sopla con fuerza y las panorámicas que desde aquí se divisan te obligan a no dejar la cámara ni un momento para inmortalizarlas en un puñado de píxeles. La vecina población de Los Canarios, el inabarcable océano que bate la costa, y allí donde acaba el sendero, a 654 metros de altitud, la impresionante silueta del Volcán Teneguía y las salinas. Una extraordinaria fusión de tierra, agua y aire que te hace sentir minúscula cuando contemplas este sobrecogedor escenario cuyo devenir puedes investigar en su moderno Centro de Visitantes.

El Atlántico desde el Volcán de San Antonio. Fuencaliente. La Palma
Los Canarios. Fuencaliente. La Palma
Vista del Volcán Teneguía desde el Volcán de San Antonio. Fuencaliente. La Palma
Centro de visitantes del Volcán de San Antonio. Fuencaliente

En su última erupción, el Volcán de San Antonio sepultó bajo un río de lava el manantial del que toma nombre el municipio, la Fuen Santa, cuyas aguas termales, ricas en azufre y otros minerales, ya utilizaban los antiguos benahoaritas con fines curativos. Con el paso del tiempo, su fama llegó a ser tal que incluso se llegó a exportar a Cuba y Amberes, y atrajo a pudientes visitantes situando a La Palma en el mapa de turismo de salud de la época.

A los pies de esta legendaria fuente aparece otro de los hitos de este paisaje nacido del fuego, la Playa de Echentive, también conocida como Playa Nueva. 275 metros de salvaje litoral que brotó de las entrañas de la tierra durante la erupción del Teneguía en 1971. A medida que vas descendiendo hasta la orilla descubres su potente fisonomía, un lienzo cubierto de callaos -cantos rodados de color negro- que contrasta bruscamente con la espuma blanca de las olas.

Playa Nueva. Fuencaliente. Las Palma
Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma

Aquí te esperan dos experiencias únicas. La primera, poder bañarte en alguna de las charcas de aguas cristalinas y verdes imposibles que se esconden con celo en la parte trasera de la playa. Sentirás que estás en otro mundo. Sentirás que estás vivo.

Charcas naturales. Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma
Charca de la Playa de Echentive en Fuencaliente. La Palma

La segunda, contemplar un fabuloso atardecer. Recuerdo este momento con especial cariño. Sentada en una roca, mecida por el rumor del océano, viendo como los últimos rayos de sol bañaban su brutal estampa.

Puesta de sol. Playa de Echentive. Fuencaliente. La Palma

Muy cerca de aquí se encuentran las famosas Salinas de Fuencaliente, un complejo salinero que debemos al tesón de la familia Hernández Villalba que desde 1967, generación tras generación, ha continuado su labor de extracción artesanal de sal marina.

Salinas de Fuencaliente. La Palma
Salinas de Fuencanliente. Espacio Nacional de Interés Científico. La Palma
En busca de la flor de sal. Fuencaliente. La Palma
Paseando entre las Salinas de Fuencaliente. La Palma

Este Espacio Nacional de Interés Científico es uno de los enclaves más visitados de la isla. No es de extrañar teniendo en cuenta que se asienta sobre uno atractivo paraje lleno de contrastes cromáticos que van desde el intenso negro del malpaís a las blancas montañas de sal, pasando por el color rosáceo de los cocederos y el azul del Atlántico que las rodea. Así es la caprichosa naturaleza de estas salinas moldeadas por el hombre, las más importantes de las tres que aún siguen activas en las Canarias, y lugar de descanso de numerosas aves migratorias.

Los faros de Fuencaliente. La Palma
Las Salinas de Fuencaliente. La Palma
El océano y las salinas. Fuencaliente. La Palma
Playa del Faro. Fuencaliente. La Palma

Los dos faros de Fuencaliente -en el antiguo de sillería basáltica se ubica el Centro de Interpretación de la Reserva Marina de La Palma-, y la cercana Playa del Faro, donde los vientos baten con fuerza, acaban de perfilar la imagen de estas salinas que cuentan además con un restaurante temático. Es El Jardín de la Sal, un espacio que sigue los dictados de la arquitectura salinera integrándose sin estridencias en este paisaje tan especial.

Restaurante El Jardín de la Sal. Fuencaliente. La Palma

Allí, rodeada de enormes cristaleras que acercaban el mar a mi mesa y tras participar en una interesantísima cata de diferentes tipos de flor de sal, pude disfrutar de su menú degustación Los Sentidos del Sur de La Palma, una deliciosa muestra de su slow food, que promueve el retorno a los valores tradicionales con originales y elaboradas presentaciones de productos de proximidad. Crema de tomate canario con ceviche, carpaccio de langostino con tartar de aguacate, papada de cerdo en chicharrón con gofio y reducción de malvasía… Muy recomendable, sin duda.

Cata de diferentes tipos de flor de sal. El Jardín de la Sal. Fuencaliente
Crema de tomate canario con ceviche y carpaccio de langostinos. El Jardín de la Sal. Fuencaliente
Papada de cerdo en chicharrón con gofio. El Jardín de la Sal. Fuencaliente

Hablando de buen comer y mejor beber, no podemos olvidar los viñedos y bodegas de  Fuencaliente, una de las grandes señas de identidad de este municipio que tiene en la vid su principal actividad agrícola. Y es que las particularidades de su suelo han convertido esta zona en una de las comarcas vinícolas más importantes de Canarias. Aquí se elaboran blancos secos, tintos y rosados y, cómo no, el Malvasía, el más emblemático de los vinos de La Palma que escritores de la talla de Shakespeare o Sir Walter Scott no dudaron en calificar como “néctar de los dioses”.

Viñedos Bodegas Teneguía. Foto Bodegas Teneguía. Fuencaliente

Para conocer sus métodos de producción y catar sus apreciados caldos, lo mejor es visitar alguna de sus bodegas. Una buena opción son las Bodegas Teneguía cuyos vinos, con más de sesenta años de historia, nacen de las viñas más antiguas de la isla.

Bodegas Teneguía. Fuencaliente. La Palma

Una última recomendación, si te gusta el senderismo, debes saber que la Ruta de los Volcanes, uno de los principales senderos de la isla de La Palma, finaliza tras 25 kilómetros en el Faro de Fuencaliente.

Tras mostrarte algunos de los secretos que esconde el sur de la más joven de las Canarias, solo espero haber conseguido transmitirte una porción más del efecto La Palma

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De ruta por La Caldera de Taburiente, la niña bonita de La Palma

De ruta por La Caldera de Taburiente, la niña bonita de La Palma

El Parque Nacional de la Caldera de Taburiente, situado en el término municipal de El Paso, es el máximo exponente natural de La Palma, una isla que ostenta con orgullo su condición de Reserva Mundial de la Biosfera. Su imponente belleza paisajística, fruto de las condiciones geológicas, lo convierte en una cita imprescindible para todos los viajeros que recalan en este edén del archipiélago canario. Para animarte a conocerlo, te propongo una ruta de 18 kilómetros que nos llevará hasta sus entrañas a través de senderos, miradores y torrentes que dan lugar a espectaculares cascadas. Ponte calzado cómodo y haz algunos estiramientos. Comenzamos.

Caldera de Taburiente. La Palma

Primer tramo: Los Brecitos- Zona de Acampada

El núcleo principal del parque es la cabecera del Barranco de Las Angustias cuya forma semicircular de 8 km de diámetro y más de 2.000 metros de altitud le confiere, aún sin serlo, el aspecto de un enorme cráter o caldera volcánica.

Uno de los mejores enclaves para observar este impresionante conjunto de cumbres y darte cuenta de sus titánicas proporciones es el Mirador de los Brecitos, el punto accesible a vehículos más cercano al interior del parque y por tanto el más utilizado para adentrarse en él. Desde aquí, si el día está despejado, se puede divisar el collado conocido como La Cumbrecita y el Pico Bejenado, el único pico aislado del parque nacional. Si te detienes a observar las paredes de La Caldera podrá identificar, a través de sus diferentes colores, los dos períodos más importantes de erupciones. Y es que la fuerte erosión que ha conformado durante milenios su paisaje ha dejado al descubierto multitud de formaciones que permiten estudiar el devenir geológico de la isla.

Vistas desde el Mirador de los Brecitos. Caldera de Taburiente

Los senderos señalizados permiten adentrarse en La Caldera de Taburiente o bordearla

Inicio de la ruta por La Caldera de Taburiente

A partir de aquí y a lo largo de unos 6 kilómetros la ruta discurre por un valioso ecosistema de pinar canario que no presenta ningún tipo de dificultad más allá del vértigo que puedas sufrir en algún momento al bordear el sendero y plantarte frente a unos desniveles de impresión. En el camino encontrarás fuentes como la de La Mula, cursos de agua de barrancos como el Ciempiés o el de Las Traves y especies típicas de la laurisilva canaria en las zonas más umbrías. Haz un alto en el camino en el Mirador del Tagasaste para otear el horizonte de los roques del interior de La Caldera, todos ellos de origen sedimentario.

Pino canario. Caldera de Taburiente

Plano de situación. Caldera de Taburiente

Recorriendo La Caldera de Taburiente

Mirador del Lomo de Tagasaste. Caldera de Taburiente

Paisaje de La Caldera de Taburiente

Pronto alcanzaremos el cauce del río Taburiente y la zona conocida como Playa de Taburiente. Este precioso spa natural en forma de rambla es una de la joyas del parque. Descálzate, sumerge tus pies en las charcas naturales y relájate en este idílico escenario enmarcado por el Roque del Huso y el Roque Salvaje. Escuchar el rumor del agua, llenar tus pulmones de aire puro y comer algo para reponer fuerzas es todo lo que necesitarás para afrontar el segundo tramo de esta ruta por la Caldera de Taburiente. También puedes hacer como nosotros y cubrir tus ojos con un antifaz para disfrutar de uno de los paisajes sonoros más sugerentes de la isla.

Playa de Taburiente. Caldera de Taburiente

Playa de Taburiente, Caldera de Taburiente

Experiencia sensorial en la Playa de Taburiente. Caldera de Taburiente

Segundo tramo: Zona de Acampada – Barranco de las Angustias

Tras sobrepasar la zona de acampada nos encontramos con el Centro de Servicios donde se puede visitar una pequeña exposición y consultar cualquier duda al personal del parque. Si tienes que ir al baño, aprovecha sus aseos públicos porque todavía tenemos cuatro horas por delante de caminata.

Zona de acampada. Caldera de Taburiente

Centro de servicios. Caldera de Taburiente

Aunque la dificultad general de este segundo tramo está calificada de media-alta, tranquilo. No es tan fiero el león como lo pintan. Es más, si yo pude hacerlo con la torpeza que me caracteriza, cualquiera puede. Solo es cuestión de ralentizar un poco el ritmo y fijarse bien dónde se ponen los pies.

Y es que tras esta parte tan relajada se inicia un intenso descenso denominado La Cuesta del Reventón. Su nombre hace honor a su fisonomía, una fuerte y empinada bajada que no quiero ni imaginar cómo debe ser de subida. Eso sí, las vistas dominadas por la presencia del Roque Idafe, son espectaculares. Es en la base de este famoso roque donde, según cuenta la leyenda, los aborígenes palmeros, conocidos como benahoaritas o auritas, practicaban ritos de adoración en honor a Abora, el dios del Sol. Creían que este imponente monolito sustentaba el cielo y pensaban que si algún día se derrumbaba traería consigo grandes desgracias.

Cuesta del Reventón. Caldera de Taburiente

Roque Idafe. Caldera de Taburiente

Leyendas al margen, bajo este roque confluyen las aguas transparentes del Barranco del Almendro Amargo y las del Limonero o Rivanceras, de lecho amarillo. Subiendo por el cauce del Limonero, a unos 500 metros aproximadamente, encontraremos otro de los enclaves estrella del parque, la Cascada de Colores. Este pequeño salto, recrecido de forma artificial, es un sorprendente lienzo de tonos verdes, amarillos y rojizos en el que el musgo y las aguas ricas en sales de hierro se alían para crear una obra de arte de la naturaleza.

Rumbo a la Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

Barros y aguas ferruginosas en el Barranco de Las Rivanceras. Caldera de Taburiente

Aguas ricas en sales de hierro. Caldera de Taburiente

Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

Detalle de la Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

De vuelta al sendero, desde Dos Aguas -punto de confluencia de los barrancos de Taburiente y de Almendro Amargo- y hasta el mar, el barranco se conoce como Barranco de Las Angustias. Si el caudal es muy abundante, se prohíbe el paso desde la zona de acampada para evitar situaciones peligrosas al vadearlo. A partir de este punto, en un descenso suave que discurre por los márgenes y el cauce del propio barranco, podremos ver elementos geológicos como diques y lavas almohadilladas y cursos de agua.

Saliendo de la Cascada de Colores. Caldera de Taburiente

Parque Nacional de la Caldera de Taburiente

Aguas cristalinas en La Caldera de Taburiente

Tramo final del Barranco de Las Angustias. Caldera de Taburiente

Aquí acaba esta ruta por La Caldera de Taburiente, uno de los recursos naturales más emblemáticos e importantes de la isla. Si sigo contagiándote el efecto La Palma, objetivo cumplido.

INFORMACIÓN PRÁCTICA

Cuándo ir: Las suaves temperaturas de La Palma permiten visitar el Parque Nacional de La Caldera de Taburiente en cualquier estación. Si quieres disfrutar de la riqueza de su flora, opta por la primavera ya que es cuando se produce la floración de la mayoría de sus especies. Si prefieres ver sus cumbres nevadas, por los meses de invierno.

Accesos: Hay tres entradas para llegar en vehículo a los principales lugares. Por el sur, la visita se inicia en el Centro de Visitantes y desde aquí se accede a La Cumbrecita. Por el norte, la carretera llega hasta el Roque de los Muchachos. Por el oeste, se entra por el Lomo de los Caballos al Barranco de las Angustias para realizar la ruta más clásica (Brecitos-Zona de acampada).

Senderistas en La Caldera de Taburiente

Centros de Visitantes:

Centro de Visitantes de El Paso. Carretera LP-3, km. 23,9. Abierto todos los días (incluidos festivos) de 9:00 a 18:00 h.

Centro de servicios de Taburiente: Situado al lado de la zona de acampada. Generalmente permanece abierto de 9:30 a 20:25 h.

Normas de visita:

Recuerda que estás en la naturaleza y que nuestro paso no debe originar ningún impacto negativo en el parque. No tires desperdicios al suelo (lleva una bolsa para recoger los restos de comida o botellas). No te lleves piedras, ni minerales ni ningún tipo de material geológico, respeta la flora y fauna que veas a tu paso, y evita hacer ruidos que perturben el silencio natural de este entorno único. Por descontado, ni se te ocurra hacer fuego o acampar fuera de los lugares habilitados para ello.

  • En el interior del parque nacional no hay oferta de restauración así que lleva contigo agua y algo de comer para afrontar el recorrido. Recuerda consultar la previsión meteorológica ya que algunos itinerarios no se recomiendan en caso de lluvias o intenso calor. Viste ropa ligera y transpirable, calzado adecuado y no olvides una gorra y crema solar para evitar golpes de calor y quemaduras.

  • NO VIAJES SIN SEGURO
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Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos: una experiencia inolvidable

Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos: una experiencia inolvidable

Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos, rodeada de kilómetros y kilómetros de arena. Ese siempre fue uno de mis grandes sueños viajeros. De hecho, podría apropiarme de las palabras de Antoine de Saint-Exupéry: «Siempre he amado al desierto. Uno puede sentarse sobre una duna de arena sin ver ni escuchar y, sin embargo, siempre hay algo que brilla en el silencio.» También de otra de las frases célebres del autor de El Principito: “Haz de tu vida un sueño, y de tu sueño una realidad”. Y así lo hice. Pasar la noche en el desierto marroquí dejó de ser un espejismo para encabezar el listado de los grandes momentos vividos en Marruecos.

Durante siete días recorrí este sorprendente y fascinante país, una franja norteafricana que me sedujo por sus contrastes, por el calor de sus gentes, porque me hizo sentir bien en todo momento. En su día traté de tamizar las mejores vivencias de este viaje que bauticé como el de las mil sonrisas. Hoy me centro en una de ellas. En las que tal vez fueron las catorce horas más intensas de mi viaje por Marruecos.

A las puertas del desierto. Marruecos
A las puertas del desierto

Tras una larga jornada en 4×4 recorriendo el Valle del Dades, las espectaculares Gargantas del Todra,  Erfoud  y Rissani, y disfrutando del color ocre y rojo de las kasbahs y ksours que se cruzaban a nuestro paso, llegamos a Merzouga, frente a las altas dunas de Erg Chebbi.

La primera visión de este campo de dunas móviles que pueden llegar a alcanzar los 150 metros de altura me dejó sin palabras. Justo en ese momento el sol bañaba su silueta desplegando un abanico de dorados y naranjas que difícilmente una cámara puede inmortalizar.

Erg Chebbi. Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos
Erg Chebbi

A lo lejos divisé una caravana que se internaba hacia el desierto. Ojalá que vayamos solas, pensé. Y así fue. Cuando bajamos del todoterreno, solo había dos dromedarios esperándonos al cuidado del que sería nuestro guía.

Caravana de dromedarios en Erg Chebbi
Caravana de dromedarios en Erg Chebbi

Mientras me acomodaba en mi montura, recordé la leyenda de las dunas de Erg Chebbi que había leído en alguna parte. Según cuenta la tradición oral, fueron creadas por Dios para castigar a una rica familia de Merzouga que se negó a dar cobijo a una mujer y a su hijo durante un festival local. Para condenar su falta de hospitalidad -algo impropio de un pueblo como el marroquí- sepultó a toda la familia bajo grandes montículos de arena. Bendita condena. Recorrer un tramo de esta espectacular extensión de 22 kilómetros situada en la frontera con Argelia fue uno de los mejores regalos que Marruecos pudo hacerme.

Como comenté en su día, literalmente teníamos el desierto para nosotras y allá donde posábamos la mirada iban apareciendo diferentes estampas de este hipnótico mar de dunas que iba cambiando de tono siguiendo los designios de un día que se iba apagando. Y sí, lo reconozco, también me asaltó la imagen de Peter O’Toole encarnando a Lawrence de Arabia. Trotamundos y cinéfila, así soy.

Recorriendo Erg Chebbi. Marruecos
Adentrándonos en Erg Chebbi

TE PUEDE INTERESAR Excursión de 3 días al desierto de Merzouga: en esta excursión te adentrarás en Erg Chebbi, la parte más sorprendente del desierto del Sáhara, y disfrutarás de los contrastes de Marruecos. El itinerario -con guía que habla español- incluye: la Kasbah de Ait Ben Haddou, Ouarzazate y la Kasbah de Taourirt, el Valle del Dades y las increíbles Gargantas del Todra, el palmeral de Jorf, Erfoud, Merzouga, Rissani, Tizi N’Tfrkhin y Ouarzazate.

Atardece en Erg Chebbi. Marruecos
Atardece en Erg Chebbi

La única pega, esa que sufrimos todos los viajeros que nos empeñamos en contar nuestras idas y venidas por el mundo, fue tener que romper el hechizo del momento para conseguir un soporte visual con el que acompañar estas líneas. Suerte que nuestro guía era un bendito y aguantó estoicamente cuantas paradas le obligamos a hacer. También los dromedarios, de aspecto saludable y dóciles, pusieron su granito de arena deteniéndose sin mayor problema para que pudiéramos tratar de captar la belleza que nos rodeaba. Mi sueño de dormir en una jaima en el desierto de Marruecos estaba a punto de cumplirse.

Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos

Cuando llegamos al campamento ya era noche cerrada y costaba distinguir la silueta de las tiendas que teníamos a un puñado de metros. Todo estaba en silencio, diríase que deshabitado, salvo por la tímida luz de las lámparas que iluminaban un camino de alfombras. ¿Estamos solas?, pregunté. No, hay una mujer catalana alojada aquí, obtuve por respuesta. Miré a Sara y no pude evitar sonreír. Aquella chica era Anna, una viajera de la vieja escuela, comprometida y solidaria, que por unas horas se convirtió en nuestra germana de dunes (hermana de dunas).

Tras saludar a todo el equipo de Jaimas Madu, a cual más políglota, nos acompañaron a nuestra jaima. En pleno corazón del desierto me encontré con una tienda llena de comodidades: baño y ducha privado, agua caliente, electricidad y una cama enorme que alejaba la idea de pasar frío con solo mirarla. La noche en el desierto de Marruecos prometía y mucho.

Dormir en una jaima en el desierto de Marruecos
Mi preciosa jaima

De repente, el sonido de unos timbales mezclado con ininteligibles canturreos llamó nuestra atención. La cena estaba lista en una acogedora jaima. Entre animadas conversaciones sobre lo humano y lo divino fueron desfilando una sopa de verduras que nos devolvió la vida, arroz, kefta, pollo con limón…

Dormir en el desierto de Marruecos
Jaima comedor
Cenando en Jaimas Madu. Marruecos
Cenando en Jaimas Madu

Después salimos al exterior para disfrutar de un pase de música y canciones bereberes alrededor de una fogata. Ya puedes imaginar el resto. Al abrigo de la nocturnidad, la fiesta acabó entre chistes subidos de tono, refranes catalanes y con una servidora aporreando cualquier instrumento que cayera en sus manos. Un heterogéneo grupo de desconocidos convertidos en amigos por la magia del desierto.

Musica tradicional en el desierto de Marruecos
Música tradicional en el desierto de Marruecos

Cuando todo el mundo se retiró, me quedé unos minutos más sentada sobre una alfombra. Hecha un ovillo. En silencio. Saboreando la soledad y mirando al cielo que a pesar de ser un enorme manto negro dejaba entrever algún fragmento de su bóveda celeste. Estaba allí, cumpliendo mi sueño de pasar la noche en el desierto y sentí el cálido roce de la felicidad.

Pasar la noche en una jaima en el desierto de Marruecos
Disfrutando de la soledad en el desierto

Debo confesar que no dormí mucho esa noche. Más bien la pasé en una dulce duermevela, navegando entre las imágenes que asaltaban mi mente a modo de flashback. No fue el frío ni la ausencia de un lecho confortable. Era yo. Nerviosa y excitada. Como una niña pequeña en la noche de reyes esperando su regalo: el amanecer en el desierto marroquí.

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Hubiera deseado verlo en lo alto de una duna pero remolonear cinco minutos de más bajo los edredones me robó el escenario. No así el momento. Descubrí la enorme alfombra que resguardaba la jaima y allí estaba, imponiéndose sobre el horizonte, el nacimiento de un nuevo día.

Salida del sol en el desierto de Marruecos
Sale el sol en el desierto de Marruecos

Me puse lo primero que pillé sobre el pijama, cogí la cámara y salí corriendo hacia las dunas. Hacía muchísimo frío pero la sangre al galope por mis venas me dio el calor que los primeros rayos de sol me negaban. Tras dormir en una preciosa jaima en pleno desierto marroquí, un nuevo amanecer me daba los buenos días.

No sé cuánto tiempo pasé con mis pies enterrados en la arena. Ensimismada frente a las dunas. Sintiendo como mi cuerpo se iba enfriando. Al contrario que mi alma, encendida por un hervidero de sensaciones que no me canso de recordar. Y, sí, de nuevo sentí el roce de la felicidad.

Ensimismada en el desierto. Marruecos
Ensimismada en el desierto

El «yalla, yalla» de nuestro guía me devolvió a la realidad. La estancia en el desierto tocaba a su fin. Un copioso desayuno al aire libre, una cordial despedida y de vuelta al 4×4 rumbo a nuestro siguiente destino: Marrakech.

Desayunando en el desierto. Marruecos
Desayunando en el desierto

Aviso para navegantes: ten en cuenta que Erg Chebbi es un destino bastante turístico así que si quieres vivir una experiencia similar a la mía y dormir en una jaima en el desierto de Marruecos sin mucha gente, trata de ir fuera de temporada para evitar encontrarte con decenas de autobuses y auténticas caravanas de todoterrenos. Las mejores épocas son noviembre, enero y febrero.

Seguro de viajes para viajar a Marruecos

Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás que no me canso de repetir lo importante que es viajar con un buen seguro de viajes. Yo siempre viajo asegurada con Chapka por su amplia cobertura internacional. Si haces números, comprobarás que el coste diario del seguro compensa con creces su precio y más teniendo en cuenta lo extraordinariamente cara que puede resultar una consulta médica en este destino. Además, si lo contratas a través de mi web tienes un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Más información para preparar tu viaje a Marruecos

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Hotel Royal Mansour (Marrakech)

La Palma, diez experiencias para enamorarte de la Isla Bonita

La Palma, diez experiencias para enamorarte de la Isla Bonita

Hace un par de meses La Palma se cruzó en mi camino. Me retó a imaginármela a través de sus paisajes sonoros, piezas de audio captadas por toda la isla que traté de hilvanar en un guión cinematográfico que recogía lo que intuía me esperaba en ese rincón canario bañado por el Atlántico. Ahora, tras cuatro días descubriéndola, siento que La Palma ya es un poco mía, que buena parte de su magia se coló en mi maleta de vuelta. Diez experiencias bastaron para que haya vuelto enamorada. Diez experiencias que comparto contigo para que tú también sientas el efecto La Palma. Porque esta isla no es solo bonita, también es única y sorprendente.

Jugar con las olas en un playa virgen

Mi ruta palmera soñada empezaba en una playa desierta rodeada de impresionantes acantilados. Aquella estampa fruto de mi imaginación se hizo realidad en la playa de Nogales, en Puntallana. Por un instante, contemplándola desde el mirador, pensé que había regresado a la costa occidental de Irlanda. Imposible no asombrarse frente a las paredes de roca que se precipitan súbitamente hacia el mar enmarcando una lengua de arena negra que se resiste a desaparecer a manos del océano.

Playa de Nogales desde el mirador. La Palma

Para alcanzarla hay que seguir el sendero que bordea el acantilado. Sin prisas, disfrutando de esta preciosa antesala que desemboca en la playa. Una vez allí sientes la necesidad de descalzarte para experimentar el suave tacto de la arena en tus pies. Súmale la brisa marina acariciando tu rostro, el olor a mar y el sonido de las olas amplificado por los imponentes barrancos que la delimitan, y comprenderás porqué para muchos es la playa más hermosa de la isla.

El sendero que bordea el acantilado. Playa de Nogales. La Palma

Playa de Nogales. La Palma

Y es que La Palma no se distingue por ser un destino de sol y playa al uso con arenales kilométricos. Ni falta que le hace. El encanto de su litoral reside en playas y calas que nos recuerdan su pasado volcánico en forma de paisajes vírgenes. Como Echentive en Fuencaliente, una playa que se formó tras la erupción del volcán de Teneguía en 1971 y que esconde unas charcas naturales que parecen sacadas de otro mundo.

Charcas naturales. Playa de Echentive. La Palma

Adentrarte en las entrañas de la Caldera de Taburiente

La joya más preciada de esta isla, declarada en su totalidad Reserva Mundial de la Biosfera por la UNESCO, es el Parque Nacional de la Caldera de Taburiente. Un espectacular entorno natural tan hermoso como abrupto, fruto de las erupciones volcánicas, la fuerza erosiva del agua y los grandes deslizamientos.

Caldera de Taburiente. La Palma

Los senderos señalizados sobre el terreno permiten bordearlo o adentrarse hasta su corazón. En mi caso, seguí una ruta de 18 kilómetros que me regaló paisajes que difícilmente podré olvidar. Te hablo de rincones como el mirador de Los Brecitos, con sus espectaculares vistas hacia el interior del parque, de escarpadas laderas verticales pobladas de pino canario, de ese spa natural que forma el río en la playa de Taburiente, de la Cascada de Colores, una pared de roca de colores naranjas, amarillos y verdes por la que se precipita el agua, y del impresionante cauce del Barranco de las Angustias.

Playa de Taburiente. La Palma

Cascada de colores. La Palma Contagiarte del ritmo de vida palmero en Santa Cruz de la Palma

Si quieres contagiarte del tranquilo ritmo de vida que se respira en la isla, nada mejor que dar un paseo por su capital, Santa Cruz de La Palma. Una coqueta ciudad, declarada Conjunto Histórico-Artístico, que fusiona con acierto su carácter marinero y su estética colonial. La mejor de las bienvenidas la hallarás en la Avenida Marítima con sus balcones repletos de flores y cubiertos de celosías que miran al mar.

Avenida Marítima. Santa Cruz de La Palma

Balcón de la Avenida Marítima. Santa Cruz de La Palma

Luego tus pasos deberán encaminarse hasta la Plaza España para contemplar el conjunto renacentista más importante de Canarias presidido por el Ayuntamiento, que ostenta con orgullo el hecho de haber sido el primer ayuntamiento de España de elección popular en 1773. La iglesia del Salvador y las casas Monteverde, Lorenzo, Massieu y Pereyra completan este centro neurálgico que aúna los poderes político, religioso y civil. A partir de aquí callejea libremente sin rumbo. Ríndete al slow travel y disfruta del calor de sus gentes.

Plaza de España. Santa Cruz de La Palma

Retroceder en el tiempo en el Bosque de los Tilos

El municipio de San Andrés y Sauces guarda con celo un auténtico tesoro. Se trata de Los Tilos, uno los bosques de laurisilva más importantes del archipiélago canario. Entrar en este exuberante ecosistema vegetal heredado de la época terciaria y que todos tus sentidos se pongan en alerta es todo uno. Es como internarte en una preciosa selva cuajada de altísimos árboles cuyas copas apenas dejan pasar la luz del sol, entre helechos, lianas, especies endémicas y cascadas. Un entorno húmedo y sombrío donde el silencio solo se ve turbado por la presencia de agua y el canto de los pájaros. No me extraña que esta cautivadora masa verde fuera la primera Reserva de la Biosfera de La Palma. Verdaderamente merece esa distinción.

Bosque de Los Tilos. La Palma

Cascada. Bosque de Los Tilos. La Palma

Disfrutar de la gastronomía palmera

 ¿A qué sabe La Palma? Sabe a papas arrugadas, a mojo rojo y mojo verde, a deliciosos quesos de cabra con Denominación de Origen, a pescados como los meros, las viejas y morenas, a gofio, a carne de cerdo, conejo o cabrito, y a platos de cuchara como la sopa de picadillo, la sopa de garbanzas y el potaje de trigo.

Papas arrugadas y queso asado. Casa Goyo. La Palma

Los deliciosos pescados de Casa Goyo. La Palma

Todo ello regado con los vinos palmeros, unos caldos únicos ya que se elaboran con variedades que ya han desaparecido otras regiones europeas. Destacan los blancos secos, tintos y rosados y, cómo no, el Malvasía, el más emblemático de los vinos de La Palma, cuya calidad lo sitúa a la altura de los grandes vinos dulces del mundo y que combina muy bien con la repostería local.

Hablando de dulces, los palmeros son muy golosos y cualquier momento es bueno para endulzar el paladar con postres como los almendrados, el bienmesabe o el Príncipe Alberto. Una última recomendación: no podrás decir que has estado en La Palma sin tomarte un barraquito, un café que lleva leche, leche condensada, canela, corteza de limón y licor. Engancha y mucho, avisado quedas.

Caminar entre volcanes y salinas

Aunque es prácticamente imposible decantarse por uno, guardo muy buenos recuerdos del municipio de Fuencaliente. Es el más meridional de la isla y en él la impronta volcánica se deja sentir a cada paso. Como en el Volcán de San Antonio, un gigante dormido que despertó en las erupciones de 1677 dando paso a uno de los lugares más bellos de la isla. Bordear su cráter supone alcanzar magníficas panorámicas que incluyen el Volcán de Teneguía y las Salinas de Fuencaliente que con su blancura rompe la paleta de marrones, ocres y rojizos que discurre hasta donde alcanza la mirada.

Bordeando el Volcán de San Antonio. La Palma

Cráter del Volcán de San Antonio. La Palma

El Volcán de Teneguía y las salinas desde la cumbre del Volcán de San Antonio. La Palma

Tocar el cielo con las manos en el Roque de los Muchachos

Subir al Roque de los Muchachos, deteniéndote a observar el mar de nubes provocado por los vientos alisios, es una experiencia increíble. Estás a 2.426 metros sobre el nivel del mar, en el punto más alto de la isla, y te invade una sensación de libertad absoluta cuando contemplas desde lo alto la Caldera de Taburiente. Tu cámara tratará de captar en vano lo que ven tus ojos. No lo conseguirá. Hay que estar allí, en el mirador por excelencia de La Palma, para sentir el vértigo frente a los barrancos, la coreografía de las montañas, el aire puro… En definitiva, el latido de la tierra.

Mar de nubes. La Palma

Mirador del Roque de los Muchachos. La Palma

Vistas desde el Roque de los Muchachos. La Palma

Roque de los Muchachos, isla de La Palma

Visitar el Observatorio Astrofísico y entrar en el GRANTECAN

Justo aquí, en el techo de La Palma, se ubica el Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos, uno de los complejos de telescopios más completos del mundo. ¿Por qué en esta isla? Porque su cielo es uno de los mejores del planeta para ver las estrellas gracias a su situación geográfica, a sus inmejorables condiciones de estabilidad atmosférica y a la aplicación de la Ley de Protección del Cielo, que vela por regular la correcta iluminación de los núcleos urbanos y reducir la contaminación lumínica. Por cierto, aprovecho para felicitar a toda la isla ya que este año La Palma celebra el octavo aniversario de su declaración como entorno ‘Starlight’ por la calidad y transparencia de su bóveda celeste.

Observatorio Astrofísico del Roque de los Muchachos. La Palma

Uno de estos telescopios es el GRANTECAN (Gran Telescopio de Canarias), el mayor del mundo de sus características. Conocerlo por dentro era uno de mis sueños palmeros que se hizo realidad. Si te apasiona el mundo de la astronomía, debes saber que tu también puedes solicitar tu visita a través del Instituto de Astrofísica de Canarias.

GRANTECAN. La Palma

Interior del GRANTECAN. La Palma

¿Más opciones para contemplar el universo? Puedes acercarte a alguno de los 16 miradores astronómicos naturales que hay en la isla, como el Pico de la Cruz, el Llano del Jable, Puerto Naos o La Muralla entre otros, o acudir a empresas especializadas que te harán ver el cielo con otros ojos. De hecho, en los últimos años el astroturismo se está consolidando con fuerza y buena parte de la industria turística isleña está vinculando sus servicios al mundo de la astronomía.

Mirador astronómico. La Palma

Contemplar amaneceres y puestas de sol de ensueño

Se diría que hasta el astro rey, testigo mudo de cuanto acontece bajo sus pies, está prendado de esta isla. Un pasión que demuestra cada día regalándole increíbles amaneceres y puestas de sol.

Durante mi estancia lo vi desperezarse a diario, perfilando en el horizonte la silueta de Tenerife y tiñendo el océano de mil tonalidades de azul. No me importó robarle horas al sueño. En esos mágicos minutos, en la terraza de mi hotel y acompañada por el canto de los pájaros más madrugadores, La Palma era solo para mí. El frescor de un nuevo día, el rumor de las olas, las últimas luces iluminando Santa Cruz… Y allí estaba yo cada mañana, con la mirada perdida en el horizonte y embelesada ante un espectáculo de luces y colores que soy capaz de recordar con tan solo cerrar los ojos.

Vistas desde mi habitación. H10 Taburiente Playa. La Palma

Amanece en la playa de Los Cancajos. La Palma

El sol, el Atlántico y La Palma

Su adiós no le va a la zaga. Desde un mirador o a pie de playa, resaltando con sus últimos rayos la salvaje orografía de su litoral. Amarillos, naranjas, rojos y la hora azul. El sol se pone y el negro da paso al siguiente acto: la aparición de un nítido manto de estrellas que cubre toda la isla.

Puesta de sol. Playa de Echentive. La Palma

Navegar en un mar de estrellas

Otro de los grandes momentos de mi viaje a La Palma lo viví gracias a Toño González, miembro de la Agrupación Astronómica Isla de La Palma, guía Starlight y director de la empresa Cielos-La Palma. Con su ameno y didáctico recorrido por las constelaciones, salpicado de referencias mitológicas, consiguió que me quedara prendada del increíble cielo de esta isla. Imagíname tumbada en el suelo, dibujando constelaciones y viendo pasar las estrellas fugaces más impresionantes que he visto en mi vida. Es cierto lo que dicen, con esta bóveda celeste, dormir no es una opción sensata en La Palma.

Toño, además, es todo un experto en fotografía paisajística nocturna y se encargó de inmortalizar este momento tan especial.

Foto del equipo de #EscuchaLaPalma

Observación de estrellas con Cielos-La Palma

Y hasta aquí mi repaso por las diez experiencias que hicieron que regresara a Madrid prendada de esta pequeña isla marcada por la diversidad de sus paisajes. Si te ha sabido a poco, no te preocupes. Habrá más artículos dedicados a la Isla Bonita. Pienso cumplir mi objetivo: que tú también sientas el efecto La Palma.

INFORMACIÓN PRÁCTICA: Vuelos a La Palma

  • La Palma – Bilbao con Vueling. Comenzará a operar el próximo 23 de junio y contará con 1 frecuencia semanal durante los meses de julio y agosto.
  • La Palma – Barcelona con Vueling. Dos vuelos semanales confirmados hasta final de año.
  • La Palma – Madrid con Iberia Express. 6-7 vuelos semanales.
  • CanaryFly, por su parte, conecta La Palma con los aeropuertos de Gran Canaria y Tenerife Norte desde donde parten vuelos frecuentes a diferentes puntos de la península.

Nota: Este artículo forma parte de mi viaje a la isla de La Palma durante el blogtrip #EscuchaLaPalma organizado por el Patronato de Turismo de La Palma en colaboración con el Centro de Iniciativas y Turismo TEDOTE La Palma, Iberia Express, Vueling y CanaryFly

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Visitar el Jardín Majorelle y la Menara: Marrakech en verde

Visitar el Jardín Majorelle y la Menara: Marrakech en verde

Más allá de los zocos, de los palacios y de ese excesivo y atractivo imán que es la plaza de Yamaa el-Fna, hay un Marrakech teñido de verde. El de sus jardines, conquistados con esfuerzo a una naturaleza implacable y hostil, que sirven de válvula de escape a los locales y de refugio a los turistas que buscan un instante de tranquilidad en esta caótica y siempre sorprendente ciudad. Mi mirada se centra en dos de ellos: el Jardín Majorelle y los jardines de la Menara. Nada tienen que ver el uno con el otro pero ambos contribuyen a perfilar la imagen de esta urbe que antes de partir ya reclama tu regreso. Todos los detalles para visitar el Jardín Majorelle y la Menara, a continuación.

Jardín Majorelle

Visitar el Jardín Majorelle fue uno de mis momentos estrella en suelo marroquí. Tenía muchas ganas de ver el lugar que eligió Yves Saint Laurent para que reposaran sus cenizas. Intuía que debía ser un rincón mágico, sugerente y elegante. Como los diseños del genio que revolucionó el mundo de la moda en unos años marcados por la liberación sexual, los Beatles y Warhol. Y así es: alta costura en forma de jardín botánico. No se me ocurre mejor comparación.

Visitar el Jardin Majorelle. Marrakech
Paseando por el Jardín Majorelle

Mi historia con Yves Saint Laurent se pierde en los días de mi infancia. Imagina a una niña con gafas imposibles y pelo rizado colándose en la habitación de sus padres. Soy yo. Apenas levanto un metro del suelo y me las ingenio como puedo para llegar al estante donde mi madre atesora con celo sus perfumes. Solo me llama la atención un frasco bañado de azul y negro cuyo nombre soy incapaz de pronunciar: Rive Gauche. Sucumbo a usarlo y salgo de puntillas. Bendita inocencia. De poco sirve mi sigilo. Las notas de magnolia, jazmín, madreselva y sándalo me delatan, y otra vez me gano el «Ali, eso no se toca». Años más tarde empecé a interesarme por la figura que se escondía tras Y&L, aquel que tantas reprimendas me costó en su día, y así descubrí al que ha sido y sigue siendo mi modisto favorito.

Estanque del Jardin Majorelle. Marrakech
Agua y naturaleza se dan cita en el jardín Majorelle de Marrakech

Si hoy podemos disfrutar de este encantador edén es porque Yves Saint Laurent y su compañero, Pierre Bergé, le salvaron la vida cambiando su destino. Afortunadamente, el proyecto de construir un complejo hotelero nunca vio la luz y la pareja pudo continuar el extraordinario trabajo iniciado por su creador, el artista francés Jacques Majorelle, en 1924. Él le dio su nombre forjando entre cactus, bambús y nenúfares su obra más bella, un cuadro hecho naturaleza. Incluso le regaló su propio color, el azul Majorelle. Un azul profundo, intenso, del que cuesta apartar la mirada cuando contemplas las paredes del que fue su taller, la Villa Bou Saf Saf.

Cactus en el Jardin Majorelle. Marrakech
Cactus y más cactus ensalzan su belleza
Azul Majorelle. Jardin Majorelle. Marrakech
El icónico azul Majorelle

Tras su muerte, su jardín cayó en el abandono hasta que el tándem Saint Laurent-Bergé lo adquirió permitiendo que rebrotase, mejorándolo y mimando. Los nuevos propietarios renombraron su estudio de pintura como Villa Oasis, una encantadora casa inspirada en art déco que actualmente alberga un museo dedicado a la cultura bereber con trajes y joyas llegados de las montañas del Rif y del desierto del Sáhara que ellos mismos fueron coleccionando a lo largo de los años.

Jardin Majorelle. Marrakech
Museo bereber
Detalle del Jardin Majorelle. Marrakech
Rincones que enamoran

También aumentaron la variedad de plantas que podemos ver hoy en día. 300 especies que nos permiten recorrer los cinco continentes en un puñado de hectáreas y en los acentos que se cruzan a nuestro paso. Alemanes, japoneses, británicos, españoles… Todos los que recalan en Marrakech quieren contemplar el sueño de estos tres hombres hecho realidad. Todos hacen cola, con un respeto inusitado, frente al memorial de Saint Laurent, y comparten sin pudor sus caras de admiración recorriendo las veredas de este inspirador espacio alzado extramuros, en la Ville Nouvelle de la ciudad.

Luces y sombras en el Jardin Majorelle. Marrakech
Luces y sombras en el Jardín Majorelle
Visitar el Jardin Majorelle. Marrakech
Mi momento junto a Yves Saint Laurent en su memorial
Turistas en el Jardin Majorelle. Marrakech
Turistas en el Jardín Majorelle

Lo dijo el propio modisto: «un oasis donde los colores utilizados por Matisse se mezclan con los de la naturaleza». Los rayos de sol colándose entre los cocoteros y proyectando sombras que evocan exóticos destinos, el canto de los pájaros y el agua hacen el resto.

El pintor apasionado por la botánica falleció en París en 1962. El modisto que halló en este jardín su mejor fuente de inspiración, en 2008. No se fueron para siempre. Si abres bien los ojos, levantas la mirada al cielo y dejas que el entorno te abrace, comprobarás que sus almas siguen vivas en Majorelle.

Y ahora que ya sabes cómo visitar el Jardín Majorelle, nos vamos a otro pulmón verde de Marrakech.

Los colores del Jardin Majorelle. Marrakech
Los colores del Jardín Majorelle

Jardines de la Menara

Cambio de tercio y de escenario. Los Jardines de la Menara nos esperan en el extremo sur de la ciudad. Hay quien opina que no vale la pena desplazarse hasta allí para ver un mar de olivos reconvertido en un parque urbano. Discrepo. Es cierto que podrían estar mejor cuidados pero eso no resta interés a su visita.

La Menara con el minarete de la Kutubia al fondo. Marrakech
La Menara con el minarete de la Kutubia al fondo
Jardines de la Menara. Marrakech
Vista de los Jardines de la Menara

Este lugar, al que acuden en masa las familias marrakechíes para disfrutar de unas horas de asueto, sobre todo los fines de semana, se levantó durante el siglo XII por los almohades. Su nombre responde a la inconfundible cubierta de tejas verdes (menzeh) de su estampa más famosa: un pequeño pabellón a cuyos pies discurre un estanque artificial. El telón de fondo ya lo ves, las cimas nevadas del Alto Atlas que desde aquí parece que puedes llegar a tocar con los dedos. ¿Acaso esta vista no merece coger un taxi?

Pabellon de la Menara. Marrakech
Pabellón de la Menara
Estanque de los jardines de la Menara. Marrakech
Estanque de los jardines de la Menara

Dicen que su mejor momento llega al atardecer. Yo no tuve ocasión de comprobarlo pero sí pude imaginármelo. El frescor de las últimas horas del sol, la silueta del pabellón reflejada en las aguas procedentes del deshielo del Atlas, un cucurucho de patatas fritas y todo el tiempo del mundo por delante para contemplar la puesta de sol.

Jardines de la Menara. Marrakech
¿Un tentempié en la Menara? Patatas fritas

Información y sugerencias para visitar el Jardín Majorelle y la Menara

El Jardín Majorelle está abierto todo el año. El precio de la entrada combinada (jardín + museo) es de 75 MAD (7€ aprox.). Si tienes tiempo y te apetece, déjate caer por el Café Bousafsaf. Su ubicación se paga, pero merece la pena. Tampoco olvides entrar en la Galerie Love donde encontrarás los carteles que cada año Yves Saint Laurent diseñaba y enviaba a los amigos y clientes de su firma.

Galeria Love de Yves Saint Laurent. Majorelle
Galería Love de Yves Saint Laurent
Jardin Majorelle. Marrakech
Mi año por Yves Saint Laurent

Para llegar a ambos jardines lo más rápido y cómodo es coger un ‘petit taxi’. Son de color beige y llevan taxímetro aunque a veces los conductores «olvidan» ponerlo en marcha. Otra opción es desplazarte en calesa desde la Place Foucald, al lado de Yamaa el-Fna. Te marearán hasta decir basta y tendrás que regatear lo indecible pero… ¿qué esperas? Estás en Marrakech.

Excursiones y actividades en y desde Marrakech

Si no quieres complicarte, aquí tienes las mejores excursiones y actividades que puedes hacer acompañado de un guía que habla español. Toma nota:

Tour privado en español por Marrakech: descubre todos los secretos de la Medina de Marrakech.

Paseo en globo por el norte de Marrakech: Olvida el ajetreo de sus calles y sobrevuela una de las ciudades más importantes de Marruecos en globo aerostático. Es impresionante.

Circuito de 5 días desde Marrakech a Fez: las montañas del Atlas, el Valle del Dades, las dunas de Merzouga… Descubre los tesoros del interior de Marruecos con este circuito que finaliza en la preciosa ciudad de Fez.

Excursión de 3 días al desierto de Merzouga: disfruta de los contrastes de Marruecos adentrándote en Erg Chebbi, la parte más espectacular del desierto del Sáhara

Excursión de 2 días al desierto de Zagora: dormir en una haima, ver el atardecer en el desierto y visitar antiguas kasbahs son algunos de los atractivos de esta escapada al desierto de Zagora.

Cascadas de Ouzoud: una jornada inolvidable en la que podrás conocer las cataratas más altas del norte de África.

Tour en quad por el palmeral de Marrakech: pistas sin asfaltar, aldeas tradicionales, paisajes pintorescos y emoción asegurada.

Seguro de viajes para viajar a Marrakech

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Mi ruta palmera soñada en 35 mm.

Mi ruta palmera soñada en 35 mm.

Hace poco oí en boca del cineasta Juan Antonio Bayona una frase que, con su permiso, hago mía: «En España podría rodarse perfectamente La vuelta al mundo en 80 días«. No puedo estar más de acuerdo. Cada vez que visito un destino de nuestro país se confirma; tenemos el mejor plató para enmarcar cualquier tipo de escena.

¿A qué viene esta introducción tan cinematográfica? Sencillo. Hoy me pongo en el papel de una guionista para aceptar la propuesta de Visit La Palma: diseñar mi ruta palmera soñada a través de los sonidos que emergen de esta isla. Un original mapa sonoro creado para despertar sensaciones, para invitaros a subir a un avión y lanzarnos a descubrir por qué esta tierra rodeada de mar recibe el sobrenombre de la Isla Bonita. Para esbozarla debo transformar sus piezas de audio en verbo y, como buena amante del séptimo arte, escribir el argumento de la película que desearía protagonizar en La Palma. Todo un reto, lo sé, pero al fin y al cabo… ¿qué es el cine sino viajar? Descubrir nuevos horizontes, nuevos paisajes y paisanajes, pequeñas y grandes historias que suman y no restan, que derriban fronteras y nos hacen más humanos. Concurso #EscuchaLaPalma. Mi ruta palmera soñada

Escena 1. En busca del mar

Como buena barcelonesa varada en Madrid desde ya hace unos años, mi primer impulso es ir en busca del mar y las playas. Conecta el audio, cierra los ojos e imagina este plano secuencia. ¿Me ves? Estoy en una playa prácticamente desierta, virgen y rodeada de impresionantes acantilados. Es abril y me acerco a la orilla para ver cómo el Atlántico besa con fuerza la costa, doy un paseo descalza jugando con las olas y las cálidas temperaturas me invitan a darme un chapuzón en sus aguas.

Escena 2. Verde que te quiero verde

¿Escuchas mis pasos? Recorro el sendero que me conduce hasta el corazón del Parque Nacional de La Caldera de Taburiente. Su dificultad media-alta es asumible y el esfuerzo para llegar al Barranco de las Angustias tiene su recompensa: flora y fauna exclusivas de la isla, roques, miradores y el agua, su bien más preciado, que se cruza a mi paso en forma de riachuelos y cascadas de colores. Me siento abrumada entre tanta biodiversidad. Lleno mis pulmones de aire puro, lo necesitaré cuando regrese al frío, gris y contaminado asfalto madrileño.

Escena 3. Tomándole el pulso a la capital

Tras rodar algunos de los paisajes más reconocibles de la isla, pongo rumbo a Santa Cruz de la Palma. Me cuelo por sus rendijas en uno de sus mercados. Frutas de temporada, mojos, quesos y vinos con denominación de origen son deliciosos planos recurso que despiertan mi apetito, así que acabo charlando con un grupo de palmeros en el bar de la esquina. Debería seguir mi ruta por la capital y perderme por su casco histórico pero lo dejaré para más tarde. Adoro el slow travel y mis papas arrugadas siguen muy calientes.

Escena 4. El sur también existe

Antes de que anochezca me voy al sur en busca de un atardecer junto al mar. Dicen que la Punta de Fuencaliente es una preciosidad y suelo fiarme de las gentes del lugar. Me han hablado de dos faros, de unas salinas, de arena negra y rocas de origen volcánico. De un paisaje que difícilmente se olvida y que mi cámara ansía captar.

Escena 5. El cielo palmero, ¿tan espectacular como dicen? 

No he hallado o no he sabido encontrar un paisaje sonoro que haga referencia al cielo de La Palma, uno de los mejores del planeta para ver las estrellas. Estoy acostumbrada a casi tocarlas con las manos en mi pequeño refugio turolense de la comarca Gúdar-Javalambre y me gustaría, y mucho, contemplar el increíble tapiz de cuerpos celestes que intuyo allí me espera. En sus miradores astronómicos naturales, desde una casa rural o, puestos a soñar, en el mismísimo Observatorio del Roque de Los Muchachos.

Tras estas cinco escenas, apago los focos, desconecto la cámara y guardo la claqueta. Llega el fin de mi Palma en 35 mm. y, tal vez, el inicio de una nueva aventura. Me encantaría que mi ensoñación se tornara realidad en breve para llenar estos huecos con experiencias, momentos y fotografías que me permitan, como siempre, mostrarte el mundo a través de esta ventana. Si no es así, no importa. Es un reto que acepté y el hecho de haberlo cumplido me llena. Y sí, consiguió su objetivo: despertar mi interés por descubrir La Palma más allá de sus paisajes sonoros.

Marruecos: primeras impresiones de un país fascinante

Marruecos: primeras impresiones de un país fascinante

«Yo he estado once veces». «Yo nueve». «Yo cinco». Ahora lo entiendo. Antes de emprender viaje me sorprendía que tanta gente repitiera un mismo destino siendo nuestro mundo tan inabarcable  como es. Tras siete días recorriendo Marruecos, tomándole el pulso a esta franja norteafricana, hallé la respuesta: este país engancha y mucho. El Alto Altas, las dunas del Sáhara, los pueblos bereberes, sus impresionantes gargantas, la enérgica, y por qué no decirlo, apabullante Marrakech… Marruecos. Tan vecino en el espacio como alejado de nuestra cultura occidental. Tan sorprendente, tan fascinante y a la vez tan cercano.

Resumir en un puñado de líneas todos las experiencias y sensaciones vividas en suelo marroquí con Sara se me antoja una cumbre difícil de coronar, una carrera de fondo con mil paradas a cual más interesante. Aún así, tiro de tamiz, enciendo una lámpara, y dejo que sus destellos me ayuden a filtrar lo más esencial, aquello que realmente me dejó huella. Marruecos en siete instantes.

Lámpara del Hotel Royal Mansour. Marrakech

Marruecos: dormir en el desierto

Llegar a nuestro campamento de jaimas, ubicado en medio de la nada a lomos de un dromedario, mientras el sol se iba despidiendo tiñendo las dunas de la más increíble paleta de amarillos, ocres y rosas que puedas imaginar, fue algo inenarrable.

Erg Chebbi. Marruecos

Literalmente teníamos el desierto para nosotras solas sin que nada, salvo las inevitables fotos, rompieran la magia. Adoro ser periodista/blogger de viajes pero te aseguro que en ese breve pero intenso trayecto hubiera dado lo que no tengo por olvidar mi profesión y que mi mente y mis manos no se apartasen ni un momento del asidero de mi montura.

Un posado en toda regla. Marruecos

Luego llegó la cena, los cantos bereberes alrededor de una fogata, las risas con Anna -una catalana que se convirtió en hermana del desierto-, el confort de los edredones que cubrían nuestra cama y el amanecer. Esta vez sí hice lo correcto. Como nos despertamos tarde, salí corriendo. En pijama y sin cámara. Hacía mucho frío pero la sangre al galope por mis venas me permitió entrar en calor y disfrutar como una niña pequeña del apabullante espectáculo de ver nacer un nuevo día con los pies enterrados en la arena.

Amanece en el desierto. Marruecos

Marruecos: las espectaculares gargantas del Todra

El todopoderoso Atlas, Ouarzazate, la hermosa kasbah de Ait Ben Haddou, Skoura, el Valle de las Rosas, el Dades… Cada uno de los rincones del sur que conocí durante los tres días de ruta me pareció más potente que el anterior pero, puestos a escoger uno, mi alma viajera se queda con las gargantas del Todra. Una falla de 300 metros de profundidad, situada a 15 km. de Tineghir, que se abre para formar un desfiladero de apenas 10 metros de ancho. Sentirte aprisionada entre las rocas y elevar la mirada para ver cómo este capricho de la naturaleza recorta el cielo a la vera de las aguas del río es una experiencia fascinante que te hace sentir más pequeña que un grano de arena. Puedes tratar de buscar mil enfoques pero ninguna imagen hará honor a su grandeza, a su salvaje presencia.

Gargantas del Todra. Marruecos

Paseando por las gargantas del Todra. Marruecos

No viajes a Marruecos sin seguro de viajes

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Marruecos: de Merzouga a Marrakech

El último día de nuestro itinerario deshicimos los 580 km. que separan Merzouga de Marrakech. Durante esas largas horas en 4×4, aproveché mi posición de copiloto para ponerme en la piel de una discreta espectadora. Me encanta relacionarme con la gente de los lugares que visito sí pero, a veces, me gusta tomar cierta distancia para observar la realidad tal como es. Auténtica, sin artificios, sin que la presencia de una cámara cercana viole su esencia.

En ruta por Marruecos

Pastor bereber. Marruecos

Tazarine. Marruecos

Volar en globo en Marrakech

Madrugar tiene sus ventajas y una de ellas es que te permite subir en globo para contemplar  las zonas rurales que rodean Marrakech a vista de pájaro. Lo cierto es que las vistas no son tan espectaculares como las que se pueden divisar en otros escenarios pero sólo por ver los primeros rayos de sol incidir sobre las cumbres nevadas del Atlas mereció la pena.

Vuelo en globo. Marrakech. Marruecos

Certificado de vuelo con la empresa Ciel d'Afrique. Marrakech. Marruecos

El papel de la mujer en Marruecos

Eso sí fue un auténtico lujo. Durante unas horas recorrimos los imprescindibles de Marrakech en compañía de Fátima, una experta guía local que sufrió estoicamente la batería de preguntas que le lanzamos a casa paso. Por supuesto que nos interesaba visitar el palacio de la Bahia y escuchar sus narraciones sobre favoritas y concubinas, admirar la arquitectura arabigoandaluza de la madraza Ali Ben Youssef, recorrer el mellah o descubrir curiosidades como que la bola más pequeña que corona el minarete de la mezquita de la Koutoubia fue forjada en oro con las joyas de la mujer del rey Yaqub Al-Mansur, como penitencia por haber roto el ayuno del Ramadán por un antojo. Cosas del embarazo…

Madraza Ali Ben Youssef. Marruecos

Pero lo que más nos atraía era saber cómo era el día a día de los marrakechíes, en especial, el papel de la mujer. Su ejemplo no pudo ser más revelador. Fátima tiene cinco hermanas y cada una expresa su respeto por el Islam a su manera. Una viste a la moda occidental, otras ocultan su cuerpo a medias o por completo, y ella confiesa que sólo cubre su cabeza con el hiyab (velo) cuando llueve para que no se le alborote la melena. A la hora de comer se reúnen en torno a la mesa familiar y todas son tratadas por igual a pesar de que sus convicciones no comulguen al cien por cien. También insiste en que la práctica de culto está garantizada por la Constitución, que las mujeres pueden ejercer la custodia de sus hijos y que la lucha contra la discriminación laboral continúa su curso.

La medina de Marrakech

Tras conocer a Javier Bardem, al pequeño Nicolás y que me guiñaran un ojo acompañado de un «vuerve luego mi arma» en la plaza Yamaa el-Fna, callejeamos sin rumbo por la laberíntica medina. A medida que nos alejábamos de los zocos más cercanos, cesaron las insistentes llamadas de atención de los vendedores y nos volvimos invisibles a los ojos de aquellos que se cruzaban en nuestro camino. Las tiendas iban echando el cierre, el incesante ir y venir de carros y motos se mitigaba por momentos -al final decidí que fueran ellos los que me esquivaran-, ni un solo turista  y una tenue lluvia mojando las calles… Y allí estábamos este par de dos, disfrutando de una ciudad que se nos antojaba solo para nosotras.

Rematamos el día en la terraza del Café Glacier que, junto al puente de Gálata de Estambul, ya se ha convertido en uno de mis rincones favoritos del planeta. Acudimos en busca de refugio en una noche cerrada marcada por la mezcolanza de sonidos que emanaban de El-Fna, el vibrante corazón de Marrakech. Y sí, nos tuvieron que echar aunque yo me hubiera quedado allí plantada hasta el amanecer.

Plaza Yamaa el-Fna desde el Café Glacier de Marrakech. Marruecos

La gastronomía de Marruecos

Marruecos sabe a tajines, cuscuses, brochetas y keftas, a zumo de naranja y a té de menta. Huele a cardamomo, a ras el hanout, a cilantro, canela, curry, cúrcuma y nuez moscada, y su tacto engloba la delicadeza del aceite puro de Argán, la fortaleza del adobe de sus mil hasbahs, la rugosidad de sus originales formaciones geológicas y la suavidad de la arena del desierto. Imagino que también olerá a mar en Essaouira y en resto de la costa atlántica y mediterránea pero eso tendré que descubrirlo en un próximo viaje.

Tajine de pollo. Marruecos

Elaboración del aceite de Argán. Marruecos

Puesto de especias. Marrakech

CONSEJO VIAJERO → Experimenta Marruecos a través de sus exóticos sabores con este tour gastronómico en español por Marrakech. Los platos incluidos en el tour se pueden cambiar por opciones vegetarianas.

Y hasta aquí este viaje por Marruecos que espero cumpla su objetivo: animarte a descubrir este fascinante país.

Las mejores excursiones y actividades que puedes hacer en Marrakech

Si no quieres complicarte, aquí tienes las mejores excursiones y actividades que puedes hacer acompañado de un guía que habla español. Toma nota:

Tour privado en español por Marrakech: descubre todos los secretos de la Medina de Marrakech.

Paseo en globo por el norte de Marrakech: Olvida el ajetreo de sus calles y sobrevuela una de las ciudades más importantes de Marruecos en globo aerostático. Es impresionante.
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