Sierra del Segura, una comarca albaceteña con mucho por descubrir

Sierra del Segura, una comarca albaceteña con mucho por descubrir

Paisajes infinitos, pueblos con encanto en los que el tiempo discurre a otro ritmo, historia y arte, gastronomía con mayúsculas, deportes, antiguas tradiciones que se han salvado del olvido… Si lo que quieres es alejarte del ritmo frenético que impera en las grandes ciudades y sustituirlo por la tranquilidad y la buena vida, concluye tu búsqueda y acércate a la Sierra del Segura. Aquí, en este rincón de Castilla La Mancha ubicado en el sudoeste de la provincia de Albacete, encontrarás una comarca todavía desconocida por muchos que toma su nombre del río que nace en su interior. Un territorio que ofrece infinitas posibilidades para el viajero del siglo XXI que es consciente de que en nuestro país siempre hay una sorpresa esperando ser descubierta. Una sierra que tuve la oportunidad de conocer hace muy poco y que ahora pretendo mostrarte. ¿Necesitas desconectar? Esto es desconectar.

Vistas de la comarca de la Sierra del Segura desde la Microreserva del Monte Ardal

Paisajes de la Sierra del Segura que rompen tópicos

Antes de realizar este viaje, la imagen que tenía de Albacete respondía a una provincia formada por extensas llanuras, sin apenas montañas. Nada más lejos de la realidad. Es cierto que hay amplias mesetas de fértiles huertas que nos recuerdan la presencia de la cercana Murcia pero también altas cumbres, con montañas y picos que rondan los 2.000 metros de altitud, valles encajados y espectaculares paisajes kársticos de roca caliza.

Paisajes de la Sierra del Segura

Esta sorprendente diversidad paisajística está vertebrada por la presencia del bien más preciado: el agua. Del propio Segura y sus afluentes, el río Mundo, Tus, Madera y Taibilla, que se transforma en embalses, pantanos y piscinas naturales aportando un toque azul a un entorno natural muy bien conservado que, por méritos propios, se ha convertido en uno de los principales atractivos de esta comarca.

Embalse de la Fuensanta, Yeste

Un espacio excepcional para perderte paseando, respirar aire puro y practicar todo tipo de deportes como senderismo, rutas turísticas que puedes realizar en GPS, bicicleta de montaña, paseos en velero, piragüismo, escalada, puenting, barranquismo o espeleología, entre otros, que además de enriquecer tu visita te acercarán a la grandeza natural de uno de los rincones más bonitos de Albacete.

Historia, arte y tradiciones en los pueblos de la Sierra del Segura

Uno de los grandes encantos de la Sierra de Segura es que ha sabido conservar buena parte del legado que dejaron en esta tierra los distintos pueblos que la habitaron. Te hablo de manifestaciones artísticas que nos trasladan al Paleolítico, del paso de íberos, fenicios, cartagineses, romanos, y también de la época árabe, cuya presencia durante cinco siglos se hace patente en la fisonomía de muchos de los pueblos serranos. Pueblos en los que hallaremos pinturas rupestres, puentes, castillos, ermitas e iglesias y preciosas muestras de arquitectura popular.

Mirador de Mingarnao, Nerpio. Sierra del Segura

Aunque me hubiera gustado conocer los doce municipios que conforman esta comarca albaceteña, por falta de tiempo mi itinerario se redujo a Nerpio, Yeste y Letur, quedando para el futuro Riópar, Ayna, Molinicos, Bogarra o Elche de la Sierra, entre otros. No importa. Estas tres villas fueron tres magníficas pinceladas de una sierra a la que estoy deseando volver.

Nerpio

El municipio de Nerpio, situado en el sur de la provincia y antaño frontera con el reino nazarí de Granada, es un buen ejemplo del rico patrimonio y la identidad etnográfica que atesoran las poblaciones de la Sierra del Segura. Un pueblo que tiene al mejor de los vigías en el castillo de Taibilla, emplazado en lo alto de un peñón sobre el cauce del río que le da nombre. Realmente vale la pena tomar la carretera de Pedro Andrés y conducir hasta aquí. La fortaleza, construida entre los siglos XI y XV, es la mejor excusa para disfrutar de las hermosas vistas del valle del Taibilla que desde aquí se divisan. ¿Quieres más panorámicas? Detente en el Mirador de Mingarnao. Si tienes paciencia, podrás observar alguna de las 180 especies de aves que surcan el cielo del término municipal de Nerpio.

Castillo de Taibilla, Nerpio. Sierra del Segura
Vistas desde el Castillo de Taibilla, Nerpio. Sierra del Segura

Muy cerca de aquí se encuentra el conjunto rupestre de la Solana de las Covachas cuyos abrigos forman parte del Parque Cultural de Nerpio -declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO- que engloba el 70% de las pinturas rupestres que se conservan en Castilla La Mancha. Esta visita, que solo se puede realizar de forma guiada a través de la oficina de turismo, fue uno de los momentos más emocionantes que viví en la Sierra del Segura. Nunca antes me había sentido tan cerca de los orígenes de la humanidad y contemplar y comprender los aspectos simbólicos y técnicos que subyacen detrás de estas representaciones de arte rupestre levantino y esquemático fue toda una lección que me trasladó de forma amena y didáctica al pasado prehistórico de esta comarca.

Solana de las Covachas, Nerpio. Sierra del Segura
Pinturas rupestres. Solana de las Covachas, Nerpio. Sierra del Segura

Yeste

Enclavado en un extenso y frondoso valle, en la zona más occidental de la comarca, encontramos Yeste, un hermoso pueblo que se recuesta sobre las faldas del cerro de San Bartoloné. Su estampa desde la carretera es magnífica con su robusto Castillo, el mejor conservado de la Sierra del Segura, y la iglesia parroquial de la Asunción perfilando su fisonomía rural. Ya en el centro, te esperan calles estrechas, casas solariegas y diversos monumentos de linaje medieval que nos hablan de su pasado más glorioso.

Yeste. Sierra del Segura

Un pasado que se torna presente cada año en octubre cuando esta población serrana celebra su Feria de Tradiciones Populares, una festividad declarada de Interés Turístico Regional que mantiene viva la cultura y las raíces de Yeste tomando como hilo conductor los antiguos oficios, la gastronomía y el folklore que hicieron de esta villa lo que es hoy en día. El mercado de productos artesanales en el que no faltan la apreciada miel de Yeste o los quesos y embutidos, los bailes, el desfile de cuadrillas, los artesanos trabajando como antaño en las dependencias del castillo… Una feria que este año ha alcanzado su XVII edición gracias a la implicación de todo el pueblo que se vuelca de manera incondicional en todas las actividades que se convocan ataviados con sus trajes tradicionales.

Desfile de Cuadrillas de Yeste. Sierra del Segura

Una última sugerencia: no dejes Yeste sin subir antes hasta la cima del Monte Ardal para contemplarlo casi a vista de pájaro. Siéntate sobre una roca, olvida el reloj y deja que tus pulmones se llenen de aire puro mientras contemplas el sereno paisaje que te rodea.

Yeste desde el Monte Ardal. Sierra del Segura

Letur

Dicen que Letur es uno de los pueblos más bonitos de la Sierra del Segura. Una afirmación que cuesta contradecir cuando compruebas cómo la naturaleza y el casco histórico se funden aquí en perfecta armonía. Y es que Letur es piedra, tapial, puertas y rejas forjadas por artesanos, portales de cantería y muros blancos que se arropan entorno a la Plaza Mayor y la iglesia parroquial de Santa María dando forma al trazado medieval de origen árabe mejor conservado de Albacete. Un buen ejemplo, la calle Albayacín.

Iglesia de la Asunción, Letur. Sierra del Segura

Un enclave perfecto para disfrutar de la evocadora estampa de Letur y de los parajes que lo rodean es el Mirador de La Molatica, un balcón natural asentado sobre profundas gargantas desde el que se divisan la Peña de la Albarda, el arroyo de Letur y los huertos y acequias de sello musulmán que discurren a los pies del peñón en el que se alza pueblo.

Letur desde el mirador de La Molatica. Sierra del Segura

Según cuentan las crónicas, ya en el siglo XVI la villa de Letur era considerada como “alegre y de mucha agua y frescuras”. Prueba de ello es la Cuesta de Los Molinos, una empinada calle que en su día llegó a tener tres molinos harineros que utilizaban el agua de las numerosas fuentes y riachuelos que recorren esta localidad para moler el grano, y el Charco de Las Canales, una piscina natural de aguas cristalinas que ha sido habilitada como zona de recreo y baño.

La gastronomía de la Sierra del Segura

Durante esta escapada a la Sierra del Segura pude comprobar lo bien que se come en esta zona manchega probando algunas de sus especialidades más típicas como las migas, el pisto o el cordero de raza autóctona. Sencillos y suculentos platos, con el trigo y el ajo como piedras angulares, que responden a la cocina tradicional, a la de toda la vida, a la que se ha transmitido fiel de generación en generación.

Migas. Sierra del Segura

Si tuviera que escoger uno de los clásicos del recetario serrano, en el que no faltan los potajes, gazpachos, gachamigas, ajoharinas, los productos de la matanza o el delicioso queso manchego a la plancha, sin duda éste seria el atascaburras. Un plato típico de los días de invierno compuesto de bacalao, huevos duros, aceite de oliva virgen extra, patatas y nueces. Humildes ingredientes que se transforman en un regalo sabroso y nutritivo para el paladar.

Atascaburras. Sierra del Segura La Sierra del Segura en imágenes

Antes de cerrar este artículo dedicado a la Sierra del Segura, permíteme mostrate este vídeo que resume a la perfección todas las experiencias que viví en esta comarca junto a Irene Somoza de Mundo Turístico y al ideólogo de esta escapada, Miguel Ángel Cartagena de Miguel en Ruta. Dos grandes blogueros que además han demostrado ser un lujo de compañeros de viaje. Experiencias que fueron posibles gracias al apoyo del Grupo de Acción Local de la Sierra del Segura, una entidad privada sin animo de lucro que trabaja en el desarrollo rural de los 12 municipios de la comarca Sierra del Segura. ¿Dónde nos alojamos? En la casa rural El Portillo de Yeste, una acogedora vivienda situada a orillas del río Segura en un bello paraje aislado con vistas espectaculares.


Disfrutar de la soledad que impera en sus cumbres y de sus recursos naturales. Compartir antiguas tradiciones que siguen vivas. Descubrir los conjuntos históricos de sus pequeños pueblos. Contemplar extraordinarias muestras de arte rupestre. Dejarse tentar por la gastronomía serrana. Descansar en un acogedor alojamiento rural… Suena bien, ¿verdad? Suena a Sierra del Segura.

Un viaje a Japón a través de las emociones (Segunda parte)

Un viaje a Japón a través de las emociones (Segunda parte)

Con este artículo concluye mi singular desnudo a la japonesa, o lo que es lo mismo, un relato muy personal con el que he pretendido acercarte a Japón a través de las emociones y experiencias que sentí y viví en tierras niponas. No servirá para que planifiques tu viaje pero espero despierte en ti las ganas de conocer este increíble país. Bienvenido a la segunda parte del Japón que traje en mi maleta.

Belleza japonesa

La dulce resaca emocional que te produce Kioto

Kioto, la antigua capital imperial. No imagino mejor lugar para empezar a descubrir un país tan fascinante como Japón. La dulce Kioto, la serena Kioto, la quintaesencia de la belleza nipona… Una ciudad que ha sabido conservar su acervo cultural y su paisaje urbano tradicional como ninguna otra. Una ciudad que logró seducirme y que, en mi opinión, custodia el alma del país del sol naciente.

Templo Nanzen-ji, Kioto

Una esencia que hice mía durante cuatro días. Saltando de admiración en admiración, de escalofrío en escalofrío, de sorpresa, en sorpresa. Disfrutando de cada regalo que me brindó y cuya lista completa resultaría eterna. La espectacular estampa de los 1.000 Kannon del templo budista de de Sanjūsangen-dō, el esperado encuentro con una geisha en el encantador barrio de Gion, una cena en Pontocho a orillas del río Kamogawa, un paseo por el bosque de bambú de Arashiyama, una mañana en la que me volví loca fotografiando cada rincón de Kiyomizu-dera, una tarde en la que protagonicé mi propia película en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, unas horas en las que me puse en la piel de una maiko

Bosque de bambú de Arashiyama, Kioto Paseando por Gion, Kioto

Días en los que me sentí inmersa en el corazón del Japón más auténtico contemplando la delicada armonía del Kinkaku-ji, el pabellón dorado, cuyo reflejo en el estanque es sobrecogedor, frente a la impresionante pagoda del templo Toji -visible desde muchas partes de la ciudad-, comprándome un kimono en el Mercado de Artesanía, ojeando colecciones en el Museo Internacional del Manga, descansando en los jardines del Palacio Imperial, aluciando con la cantidad de productos que no había visto en mi vida en el Mercado Nishiki…

Templo Kinkaku-ji, Kioto, Japón

Mercado Nishiki, Kioto Templo Tenryu-ji. Kioto. Japón

Sí, realmente Kioto fue la mejor de las bienvenidas. El alter ego sosegado de Tokio, el perfecto y relajado punto de partida a un viaje que deseé fuera eterno en la ciudad de los templos, en la magnética y cautivadora Kioto que dejó en mí una resaca emocional que nunca me abandonará.

¿Qué comemos hoy? Jugando al prueba error con la gastronomía japonesa

Visité cada mercado que encontré, probé todo tipo de comidas, me sorprendí con la cantidad de sabores nuevos a los que se enfrentaba mi paladar día a día y sucumbí a la realidad: comer con palillos se me da fatal. Me pongo nerviosa, mis dedos se anquilosan y acabo pareciendo un click de Famobil.

Hoto, una especialidad de Kawaguchiko. Japón Bol de arroz con tofu y huevo, gyōzas y encurtidos japoneses

17 días de viaje dan para mucho: para aprender la diferencia entre los fideos udon (gruesos) y soba (finos), para declararme adicta a las gyōzas y a la tempura, para comprobar que la sopa de miso no es lo mío pero en cambio el sashimi (marisco o pescado crudo) no me disgusta, para catar especialidades locales como el delicioso hoto de Kawaguchiko o el kamameshi de Nara, pasara saber que un buen okonomiyaki puede salvarte más de una cena y para afirmar sentencias gastronómicas tales como que una caja bento es perfecta para saciar el hambre en los trayectos en tren, que los kit-kat de té verde son adictivos y que si quieres sobrevivir al agosto japonés acabarás tomando kakigoris de forma compulsiva (helado de hielo picado con sirope).

Kamameshi. Japón Kakigori y pescado crudo. Japón Okonomiyaki, un plato típico de Japón

Y, sí lo reconozco, como siempre que tengo oportunidad, acabé en un local de la cadena del payaso sonriente de peluca roja. Entenderás que con una vegana en el equipo la carne fue simbólica y que no solo de arroz y tofu vive el viajero. ¿Una última confesión? Cada noche antes de volver al hostal, ryokan o donde fuese, repetía el mismo ritual. Entraba en un pequeño súper y a base de pito pito gorgorito me agenciaba una buena dosis de fritos y golosinas. A veces triunfaba, a veces no.

Aperitivos japoneses

Reflexionando sobre la fe en el cementerio de Okunoin (Koyasan)

Recuerdo la excursión a Koyasan como uno de los momentos con más carga espiritual que viví en tierras niponas. Allí, en la prefectura de Wakayama, me esperaba el Monte Koya, el centro más importante del budismo Shingon, una de las ramas principales del budismo japonés introducida por el monje Kūkai en el 805.

Cementerio de Okunoin. Japón

Aunque toda esta zona, con más de cien templos y monasterios, ha sido declarada Patrimonio de la Humanidad, fue recorrer el cementerio de Okunoin lo que provocó en mí un debate interno entre lo divino y lo terrenal, entre el no creer y la necesidad de encontrar refugio para el alma. Y es que la visita a este cementerio, el más grande de todo Japón, no deja indiferente a nadie con sus dos kilómetros de tumbas en las que yacen aquellos que desearon permanecer junto al gran maestro de la escuela Shingon. Una enorme necrópolis en la que más de 200.000 tumbas comparten espacio entre una densa vegetación y cedros milenarios que filtran los rayos del sol, y donde el silencio impera a cada paso aunque estés acompañada por cientos de peregrinos que acuden a este lugar sagrado.

Jizos en el cementerio de Okunoin. Japón Cementerio de Okunoin en Koyasan. Japón

Entrada al Okunoin Gobyo. Cementerio de Okunoin. Japón

Un espacio de estética conmovedora, que invita a la relajación, al paseo tranquilo, a buscar en tu interior, y que tiene su epicentro en el Okunoin Gobyo, el mausoleo donde reposan los restos de Kūkai, llamado tras su muerte Kōbō-Daishi, y del que dicen descansa en eterna meditación a la espera del futuro Buda. La inalterable concentración de los monjes en sus rezos, las ofrendas de los fieles, la sobrecogedora aura de misticismo que te envuelve, el intenso olor a incienso… Y allí estaba yo. Una occidental bautizada en la doctrina católica que se debate entre racionalismo ateo y el agnosticismo. Conmovida ante la fe y la entrega que me rodeaba y me mecía a golpe de mantras. Pensando sobre la necesidad o no de creer en algo, sobre lo efímero y lo duradero. Y sí, deseé haber podido pasar la noche en alguno de los templos budistas que acogen al viajero para acercarme al modo de vida de los monjes y asistir a una sesión de meditación matutina. Será cuestión de volver, pensé mientras salía del Torodo -un templo con cientos de linternas donadas por devotos de todo el mundo-, y enfilaba el camino de regreso deshaciendo su sinuoso sendero de baldosas, entre las figuras de Jizos y los sepulcros de un cementerio creado para que el legado de Kōbō-Daishi perdure hasta la eternidad.

Desmontando el carácter japonés

Como apunté en la primera parte de este personalísimo viaje a Japón a través de las emociones, lo primero que te enseña este país es que tienes todo por aprender. Una lección de vida magistralmente cívica y cortés que vas interiorizando a medida que conoces a sus habitantes, cuyos usos y costumbres, muchos de ellos extravagantes a ojos de Occidente, te muestran sin apenas pestañear un cuadro futurista cargado de frikismo y una postal milenaria.

Ofrenda en el templo. Japón Jugando a El Pachinko en Tokio. Japón

Sus modales, su idioma, su religión, su forma de comer, vestir y divertirse… Todo ello conforma el singular carácter del pueblo nipón. Gentes adictas al trabajo, al consumo y a la tecnología, extremadamente ordenadas y aparentemente frías, que honran a sus ancestros y que siempre te tratarán con un respeto absoluto y una amabilidad exquisita. Puede ser un guía que te enseña de forma gratuita el espectacular castillo de Matsumoto, una vendedora de marisco del mercado Omicho de Kanazawa, un taquillero del metro de Tokio o un chico que interrumpe su charla para llevarte a una zona de fumadores situada a diez minutos caminando. La mayoría no habla inglés, cierto, pero siempre tratarán de echarte una mano con una sonrisa en el rostro.

Guía del castillo de Matsumoto, Japón Mercado Omicho. Kanazawa, Japón

El orden, el respeto por las normas, la seguridad y la limpieza también llamaron mi atención. Da igual el medio de transporte que uses, todo el mundo respeta la fila. Puedes dejar el móvil o el bolso donde quieras porque nadie se va a acercar a tocarlos. Las ciudades están impolutas a pesar de no tener papeleras y aunque a primera vista resulten caóticas funcionan a la perfección.

Viajando por Japón te cruzarás con venerables ancianos haciendo una ofrenda en un templo y con hombres de negocios durmiendo en una cafetería de buena mañana. Los verás vestidos de cosplay, dándolo todo en los karaokes, tomando algo en cualquier bar bizarro, concentradísimos ante una máquina de El Pachinko o luciendo sus trajes tradicionales en el metro. ¿Y qué decir de las japonesas? Da igual la edad que tengan, casi todas lucen un sutil aspecto de frágil muñeca, delgadas, con la tez increíblemente blanca y sus pasos cortos. Siempre protegiéndose del sol y presumidas hasta decir basta. Solo tienes que entrar en un baño para comprobarlo. Tras lavarse las manos, es raro que no tiren de maquillaje para lucir perfectas, como auténticas diosas de ojos rasgados.

Hombres de negocios durmiendo en una cafetería, Japón Jóvenes japonesas de compras

¿Una caja de sorpresas? Sí, así es la sociedad japonesa. Tan lejana y afín a nosotros como puedas imaginar y tremendamente atractiva.

El Japón que traje en mi maleta

Tras intentar transmitirte con mayor o menor fortuna el aluvión de emociones que sentí durante este viaje en el que me perdí y me encontré cien veces, escribí deseos en papel y quemé la batería de mi cámara, paso a un plano más físico para contarte el Japón material y palpable que me traje en la maleta.

Pidiendo un deseo en Takayama. Japón

Antes de que me taches de derrochadora, debo confesar que soy muy dada a comprar souvenirs. En su mayoría no son recuerdos para mí sino regalos que la gente que aprecio espera recibir porque al fin y al cabo, por humildes que sean, no dejan de significar un «estuve allí y me acordé de ti». Haciendo recuento compré una docena de imanes, varios juegos de palillos y amuletos omamori que ya he ido distribuyendo, una muñeca kokeshi, un juego de tazas, un kimono, una botella de sake, un par de camisetas, un cenicero portátil, una bolsa enorme de chucherías…

Pero, sin duda, el mejor presente que me hice fue comprar un libro de sellos que fui rellenando en cada templo visitado. ¿Su precio? ¥1000 el cuaderno y ¥300 cada sello. ¿Su valor? Incalculable. Fue mi más preciado tesoro durante el viaje y, cómo imaginarás, se ha convertido en la joya de mi biblioteca viajera.

Libro de sellos, Japón

Libro de sellos. Japón

Cada vez que lo abro recuerdo las conversaciones no verbales mantenidas con aquellos maestros de la caligrafía. Mi mano tendida con el libro, una sonrisa, sus refinados trabajos con alma de tinta y un ritual de reverencias como despedida que acababa con un tímido arigatô gozaimasu saliendo de mis labios.

La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

La experiencia de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

Está considerada como una de las 25 mejores experiencias que un viajero puede disfrutar en Irlanda y prueba de ello es que recibe más de 250.000 visitantes cada año. Te hablo de cruzar los 20 oscilantes metros del puente colgante de Carrick-a-Rede, una de las grandes atracciones turísticas de la ruta costera de la Calzada del Gigante.

Yo llegué a este precioso enclave en una excursión organizada desde Belfast, donde pasé tres días tomándole el pulso a la capital de Irlanda del Norte, una pequeña ciudad llena interesantes contrastes que ha sabido reinventarse a través de la cultura y el arte dejando atrás el conflicto político y religioso que la azotó durante tres décadas y que dejó su huella más palpable en sus impactantes murales.

Para no romper la tónica dominante, aquella mañana de octubre el cielo amaneció tan plomizo como de costumbre. Four seasons in a day, pensé sonriendo al subir al autocar. Al fin y al cabo estaba en la isla Esmeralda, donde saltar del sol a la lluvia puede ser cosa de minutos.

Apenas sin darme cuenta, los barrios periféricos de Belfast pronto quedaron atrás para dar paso a una de las carreteras más hermosas que he visto en mi vida. En el límite de la Europa occidental, discurriendo entre encantadores pueblos costeros con reminiscencias medievales como Larne, Ballygalley, Glenarm, Cushendall o Ballycastle. Imposible no estar de acuerdo con aquellos que afirman que la ruta costera de la Calzada es una de las cinco mejores excursiones en coche del mundo. El azul del mar, los acantilados, el verde de los antiguos valles glaciares conocidos como los Glens de Antrim… Un cambiante tapiz de paisajes, una sorpresa en cada curva.

Ruta costera de la Calzada del Gigante

Paisaje del Condado de Antrim

Así fue como llegué al Condado de Antrim, al vértice de Irlanda del Norte, donde me esperaba este símbolo del litoral irlandés que gestiona National Trust, una organización benéfica que se encarga de conservar parajes especiales como éste gracias a las aportaciones de sus miembros y de aquellos que como yo los visitan.

El puente colgante de Carrick-a-Rede

Aunque se puede comprar la entrada que permite cruzar el puente allí mismo, yo adquirí la mía en el propio autocar. En mi cabeza las palabras puente colgante, altura y agua bajo mis pies se fusionaban en un solo concepto: mi incontrolable y antipático vértigo. Puede parecer una tontería, pero tener en mis manos ese trozo de papel que anticipaba lo que iba a suceder, de algún modo me envalentonaba para enfrentarme a ello. Había leído que era una experiencia segura, apta para todas las edades, en definitiva, algo superable para mí y estaba más que dispuesta a afrontar el reto que me lanzaba la espectacular naturaleza de Irlanda del Norte.

Recepción de visitantes. Puente de Carrick-a-Rede

Con este pensamiento pululando por mi mente empecé a recorrer el kilómetro que separa el centro de recepción de visitantes del puente de Carrick-a-Rede. Si desde la ventanilla del autocar el paisaje es sobrecogedor, imagina sentirte parte de él. En calidad de asombrada espectadora, bajo una suave lluvia, por un sendero que discurre al borde de una escarpada costa delimitada por titánicos acantilados y que casi hasta el final no te permite vislumbrar tu meta.

La belleza del litoral irlandés. Puente de Carrick-a-Rede

Panel informativo. Puente de Carrick-a-Rede

El azul y el verde del Condado de Antrim. Puente de Carrick-a-Rede

CONSEJO VIAJERO → Si no quieres complicarte con los traslados y aprovechar al máximo el tiempo, te recomiendo este tour que se realiza exclusivamente en español. Está muy bien valorado e incluye, además, la visita a la Calzada del Gigante, la destilería de whisky Bushmills, el pueblo costero de Carnlough, y el castillo de Dunluce donde se rodó la serie Juego de Tronos.

Telescopios en el camino hacia el puente de Carrick-a-Rede

Llegando al puente de Carrick-a-Rede

Aunque había llegado el momento de ahora o nunca, decidí tomármelo con calma y ver cómo el resto de visitantes se enfrentaban a lo que para mí iba a ser un acto de valentía extrema. Unos pasaban despacio, otros aceleraban el paso, con las manos asidas a las cuerdas o sin sujeción alguna, e incluso unas japonesas posaban alegremente como si la altura y el tambaleo del puente no fuera con ellas.

Entrada al puente de Carrick-a-Rede

Visitantes cruzando el puente de Carrick-a-Rede

Estaba nerviosa y mis cortos paseos hicieron que el vigilante de acceso se fijará en mí y hasta me animara a cruzar. «Come on. It’s easy». No quedaba otra. Respirar profundamente y hacer de tripas corazón. Así es como me planté en el primer peldaño de la empinada escalera metálica que desemboca en el puente. Bajé. Primera prueba superada.

Escalera de acceso al puente colgante de Carrick-a-Rede

Me agarré fuertemente a las cuerdas acompañada de un mantra interno que me repetía «tú puedes» y empecé a caminar sobre él. Creo que no he segregado más adrenalina en mi vida. Ahí estaba yo, abandonando el continente y cruzando este puente de 20 metros de largo, suspendido a 30 metros de altura, que se balanceaba a cada paso. Incapaz de bajar la vista en ningún momento y solo pensando en alcanzar lo antes posible la isla de Carrick (“roca” en gaélico).

Dispuesta a cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede

Cuando volví a sentir mis pies en tierra firme, el alivio fue mayúsculo y cuanto pude hacer en ese momento fue darme la vuelta y contemplar el puente desde el otro lado. ¿Por ahí he pasado yo? ¡Imposible! Pues sí, lo hice y me sentí tremendamente orgullosa por haber ganado esa batalla que a muchos les parecerá una tontería pero que para mí era todo un reto.

El puente de Carrick-a-Rede una vez cruzado

Una vez que mi corazón dejó de galopar como un caballo desbocado, mi esfuerzo se vio recompensado con unas fantásticas vistas de la isla de Rathlin, Escocia y la costa de Causeway. Hubiera pasado allí toda la mañana disfrutando de la hipnotizante paleta cromática que me rodeaba, sintiendo la brisa en mi frente y el frío en mi cuerpo, viendo a las olas batirse contra los acantilados, fijándome en cada una sus cuevas y cavernas. Naturaleza en estado puro, así es Irlanda y el puente colgante de Carrick-a-Rede uno más de sus protagonistas.

Recorriendo la isla de Carrick. Puente de Carrick-a-Rede

Isla de Carrick. Puente de Carrick-a-Rede

Acantilados. Puente de Carrick-a-Rede

Vistas desde la isla de Carrick. Puente de Carrick-a-Rede

Aún así, había llegado la hora de regresar y si bien me sentí más segura al volver a cruzarlo tampoco fui capaz de pararme para inmortalizar el momento. Yo sé que lo hice y mi certificado emitido por National Trust lo demuestra.

Certificado National Trust

El origen de este puente se lo debemos a los pescadores de la zona que lo construyeron y utilizaron durante más de 250 años para llegar a una de las mejores zonas de pesca del salmón migratorio. Y es que después de pasar un año en los profundos océanos, el salmón inicia su regreso a los ríos que lo vieron nacer en una ruta migratoria hacia el oeste que pasa por Carrick-a-Rede. La presencia de este promontorio rocoso, los obligaba a desviarse facilitando su captura.

En 2002, la ruta del salmón cambió y los pescadores dejaron de faenar aquí legando este delicado puente al patrimonio irlandés y a los miles de visitantes que se acercan a él. En busca de emociones fuertes, sí, pero también para contemplar todo tipo de aves marinas y caer rendidos al embrujo de un lugar en el que según dicen puedes llegar a escuchar el canto de las sirenas. ¿Mitología? ¿Lo dudas? Estás en Irlanda y acabas de cruzar el puente colgante de Carrick-a-Rede.

Deshaciendo el camino

Eso sí, recuerda siempre que tu seguridad y tranquilidad es lo primero, así que por lo que pueda pasar, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Cómo llegar al puente colgante de Carrick-a-Rede, horarios y tickets

Ubicación:

119a Whitepark Road, Ballintoy, County Antrim. BT54 6LS

En coche:

Deberás tomar la B15. La Calzada del Gigante está a sólo 7 millas. Recuerda que aquí se conduce por la izquierda.

En autobús:

Ulsterbus 172 desde Coleraine. Ulsterbus 252 y 256 desde Belfast. Servicio 402 Causeway Rambler.

Precio de la entrada:

  • Adultos: 9 libras.
  • Niños: 4.50 libras.
  • Familias: 22.50 libras.

Horarios de Carrick-a-Rede:

Abierto todos los días de abril a septiembre de 9:30 a 15:30h (salvo que las condiciones climatológicas lo impidan).

¿Qué ropa llevar?

El clima de la costa norte suele cambiar constantemente así que conviene ir preparado. Lleva algo de abrigo y un impermeable para protegerte del fuerte viento y la posible lluvia, y calzado adecuado para caminar por los senderos.

Web: Carrick-a-Rede National Trust

CONSEJO VIAJERO → Aquí puedes consultar más excursiones en Irlanda del Norte en español.

 

Un viaje a Japón a través de las emociones (Primera parte)

Un viaje a Japón a través de las emociones (Primera parte)

Si has llegado hasta aquí buscando un artículo que recoja las mejores cosas que puedes hacer y ver en Japón, lamento comunicarte que te has equivocado. Ya habrá tiempo para contarte todo eso más adelante. Ahora lo que demanda mi pluma y sugiere mi espíritu es mostrarte aquellos instantes que fueron especiales para mí y que marcaron de una forma u otra mi percepción de un país que puede resultar una locura y una ejemplar relajación, un lugar en el que la sorpresa te acompaña a cada paso, el respeto y la cortesía es una forma de vida y donde sientes que tienes todo por aprender. Bienvenido al Japón que traje en mi maleta. Bienvenido a un viaje a Japón a través de las emociones.

Escenas de Kioto. Japón

Un soplo de aire fresco en el monte Fuji

Un merecido alto en el camino. Una bocanada de tranquilidad en plena naturaleza. Así recuerdo la excusión a Kawaguchiko donde me esperaba uno de los momentos cumbre de nuestro viaje: la visión del monte Fuji y su precioso reflejo invertido en las aguas.

Monte Fuji. Japón

Aunque había leído mucho sobre la montaña más alta de Japón, sobre sus connotaciones espirituales y su estatus de lugar sagrado, y su imagen, carne de postal, no me era nueva, nada mermó mi fascinación al verlo frente a mí en una despejada y soleada mañana de agosto. Y es que alrededor de este cono volcánico perfectamente simétrico, como si de un cuadro se tratase, se extiende una región de lagos que no hacen sino magnificar su serena estampa. Entre ellos el lago Kawaguchi, situado en una zona escasamente urbanizada donde es un auténtico placer pasear, donde los escolares sacan sus pinturas para inmortalizarlo y los turistas cogen el teleférico en busca de las mejores vistas o lo recorren en barca.

Pintando al borde del lago Kawaguchi. Japón

Bordeando el lago Kawaguchi. Japón

Me hubiera encantado coronar su cima como hacen tantos viajeros entre el 1 de julio y el 28 de agosto pero, como comenté en su día, este fue un viaje diseñado por cuatro perfiles muy diferentes y esa opción quedó descartada. Aún así tuve ocasión de charlar con varios escaladores que me relataron lo que supone terminar la escalada antes del alba para ver salir el sol desde este enclave declarado Patrimonio de la Humanidad. De todos modos, tuve mi premio de consolación que se transformó en un momento realmente único: ver un inesperado espectáculo de fuegos artificiales con el gran símbolo de Japón como telón de fondo.

Fuegos artificiales con el monte Fuji al fondo. Japón

En la piel de una maiko en Higashiyama, Kioto

Un capricho que acaba convirtiéndose en una experiencia total. No encuentro mejor manera para definir lo que supuso ponerme en la piel de una maiko durante unas horas y más en Kioto donde las verdaderas aprendizas tienen que completar un riguroso y complejo entrenamiento hasta llegar a alcanzar la condición de geisha.

Barrio de Higashiyama, Kioto. Japón

El lugar que escogí para mi transformación fue un estudio de maiko henshin situado en el barrio de Higashiyama donde se encuentra el famoso Templo Kiyomizudera. Mi «Studio Shoot Plan» incluía maquillaje, elección de kimono, seis fotos de estudio y 10 minutos para realizar mis propias fotos o vídeos. Con el maquillaje tus rasgos se difuminan hasta el punto que cuesta reconocerte frente al espejo, una sensación que aumenta cuando te colocan la peluca y los tintineantes adornos de la cabeza, el kimono y el obi que has elegido, y te calzas las okobo, unos zapatos de madera muy altos y difíciles de controlar para una neófita en la materia. Vuelves a mirarte en el espejo, esta vez de cuerpo entero, y la imagen que te devuelve es, sencillamente, otra persona. Sientes el peso del kimono, respiras con dificultad, te cuesta moverte… Es entonces cuando alcanzas a comprender, aunque solo sea desde un plano físico, el extraordinario esfuerzo que realizan las maikos para mantener vivo el encanto y el misterio de una tradición que perdura a lo largo de los siglos.

En la piel de una maiko. Japón

Mi momento maiko en Kioto. Japón

Protagonizando mi propia escena en Fushimi Inari

Si has visto Memorias de una geisha, esa obra de arte que nos regaló Rob Marshall y que John Williams envolvió en una banda sonora memorable, seguro que recuerdas uno de sus momentos culminantes, aquel en la que la joven Sayuri corre montaña arriba bajo un techo de torii rojos. Esta escena se rodó en el santuario sintoísta de Fushimi Inari, uno de los más antiguos del país y el rincón de Japón que más ansiaba conocer.

Deseaba subir por su colina y recorrer los cuatro kilómetros de este templo dedicado a Inari, el dios del arroz y patrón de los comerciantes, atravesando las miles de puertas que delimitan el camino y que dan forma al más espectacular de los túneles que puedas imaginar. Detenerme en cada detalle, fijándome en las inscripciones que recuerdan a aquellos comerciantes, artesanos y fieles que donaron los torii en busca de buena fortuna, en los zorros – considerados los mensajeros de Inari-, en las lámparas de piedra…

Fushimi Inari, uno de los rincones más bellos de Japón

Torii bajo la lluvia. Fushimi Inari. Japón

Solo puede cumplir a medias mi sueño. Al cabo de un escaso kilómetro y medio, el cielo, literalmente, se desplomó sobre mí y en pocos segundos estaba empapada. Busqué refugio en uno de sus más de 32.000 pequeños santuarios, un bunsha en el que ni recuerdo el tiempo que permanecí varada. Estaba furiosa, Fushimi Inari era mi particular meca, una meta que se esfumaba bajo la furia de un diluvio. Duró poco mi enfado. No porque cesara de llover. Porque mi mente dio un giro de 180 grados. Al fin y al cabo estaba allí, en un lugar que te derrite por su delicada y pura belleza y que existe desde el siglo VIII, disfrutando de su perfecto equilibrio entre naturaleza y arte, rodeada de una paz infinita que templó mi alma. Entonces sí, cuando sentí que ya no era la lluvia sino el propio santuario el que me calaba hasta los huesos, protagonicé mi propia escena. Corriendo montaña abajo, sorteando los charcos, sin protegerme de un chaparrón que no amainaba… Feliz.

Santuario Fushimi Inari, Japón

La experiencia de alojarte en un ryokan

Indagar en las costumbres locales y revivir el Japón de la elegante época de los Daimyos. Esas eran mis expectativas al alojarme en un ryokan de Kanazawa, una posada tradicional japonesa en la que prácticamente todo era nuevo para mí. Nuestra minimalista habitación con unos cómodos futones extendidos sobre el tatami, mi vestimenta -un liviano yukata y unas zapatillas con las que me movía por los siempre silenciosos pasillos-, el precioso jardín central…

Nuestra habitación en el Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Patio del Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Y la posibilidad de experimentar en primera persona la arraigada cultura del baño de la sociedad nipona. Para los japoneses, el acto de bañarse es mucho más que una básica cuestión de higiene, es un momento para purificar cuerpo y mente que debe seguir una serie de normas que resultan curiosas a los ojos occidentales. Lo que más me sorprendió es que antes de entrar en la bañera, que utilizan todos los huéspedes y cuya agua debe permanecer impoluta en todo momento, debes ducharte fuera sentado en un taburete. Una vez te has lavado a conciencia, ya puedes utilizarla para el fin que aquí le dan: un placentero momento de relax que en mi caso me puso a gloria tras un largo día de turismo. El tiempo que pases en ella dependerá de tu resistencia porque la temperatura del agua oscila entre los 38 y los 42 °C.

Baño común del Murataya Ryokan. Kanazawa, Japón

Lost in Translation en Tokio

Los primeros días en Tokio fueron complicados. Fue la etapa final de mi viaje y el cansancio acumulado empezó a pasar factura en el peor momento, en una megalópolis que reclama toda tu energía para enfrentarte a su potencia. A un descabellado aluvión de luces de neón, pantallas de televisión gigantes y sonidos que no da tregua, a un titán en el que el silencio, por momentos, puede llegar a convertirse en el bien más preciado, a una inmensa ciudad donde las muestras físicas de cariño son una rareza y en la que a pesar de estar rodeada de millones de personas puedes sentirte más sola que en ningún lugar del mundo.

Ese es el sentimiento que me acompañó en mis primeras 48 horas en la capital de Japón. Un estado de desconcierto, turbación y asombro constante que se gestó en barrios como Akihabara, Shibuya o Kabukicho y que explotó en el mirador de la sede del Gobierno Metropolitano con mi nariz casi pegada a sus ventanales. Allí estaba yo, de noche, contemplando la hiedra de rascacielos que copaba el horizonte. Recordando la película de Sofia Coppola y haciendo mío el aturdimiento y el naufragio vital de sus protagonistas. A miles de kilómetros de casa y comprobando, compulsivamente, que el pasaporte, los yenes y la dirección de mi hostel seguían en mi mochila. Sí. Me sentí perdida, asfixiada, sola y sin fuerzas para combatir la extrema ola de calor que azotaba el país y que frenaba mis ganas de descubrir todo el potencial de de Tokio.

Akihabara. Tokio

Cruce de Shibuya. Tokio

Vistas de Tokio desde la sede del Gobierno Metropolitano

Por fortuna, esas emociones fueron pasajeras y pronto las piezas del gran puzzle tokiota empezaron a encajar. Me relajé y todo empezó a fluir, como debía haber sido desde el primer momento. Una travesía en barco hasta Odaiba, unas risas en un garito minúsculo de Golden Gai, un agradable paseo por Asakusa, una tarde de compras en Ginza…

Continuará…

Feynan Ecolodge. Reserva de la Biosfera de Dana. Jordania

Feynan Ecolodge. Reserva de la Biosfera de Dana. Jordania

Durante mi viaje a Jordania tuve el placer de alojarme en el Feynan Ecolodge, uno de los mejores hoteles ecológicos del mundo. Un lugar que se ilumina a la luz de las velas, sin apenas electricidad, sin cobertura alguna que te distraiga e impida que te centres en lo que realmente importa: disfrutar del espectacular y sereno paisaje que te rodea, la Reserva de la Biosfera de Dana. Un establecimiento único, premiado por su aportación a la conservación de la naturaleza y por su compromiso con las economías locales y el turismo sostenible, en el que el verdadero lujo es poder vivir una experiencia de cinco estrellas.

Reserva de la Biosfera de Dana. Jordania

Desmontando el Feynan Ecolodge

Diseñado por el famoso arquitecto Ammar Khammash, el Feynan Ecolodge es uno de los buques insignia de la compañía jordana EcoHotels cuyos alojamientos se distinguen por practicar un ecoturismo responsable y cuya filosofía se centra en tres pilares: contribuir a la conservación del medio natural, provocar el mínimo impacto ambiental posible y proporcionar beneficios socioeconómicos a la población local.

Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

En concreto, el funcionamiento del Feynan Ecolodge permite que alrededor de 90 familias (unas 450 personas) tengan una fuente de ingresos adicional. Esto es posible porque todo el personal empleado forma parte de las comunidades beduinas que viven en la Reserva de la Biosfera de Dana. Desde los conductores que cubren los 8 kilómetros que separan la entrada al complejo de la carretera pavimentada en sus propias camionetas, a las mujeres que elaboran todas las velas que lo iluminan cada noche. Igual ocurre con el suministro de alimentos que provienen de las aldeas cercanas.

Los conductores que trabajan en el Feynan Ecolodge son beduinos locales

Terraza y paneles solares. Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

CONSEJO VIAJERO Si eres un lector habitual de este blog, ya sabrás que no me canso de repetir lo importante que es viajar con un buen seguro de viajes. Yo siempre viajo asegurada con InterMundial por su amplia cobertura internacional. Si haces números, comprobarás que el coste diario del seguro compensa con creces su precio y más teniendo en cuenta lo extraordinariamente cara que puede resultar una consulta médica en este destino. Además, si lo contratas a través de mi web tienes un 20% de descuento usando el código OBVIAJAR10. Lo puedes conseguir pinchando aquí

Las mujeres de las comunidades locales elaboran todas las velas que iluminan el Feynan Ecolodge. Jordania

Para lograr la mínima huella medioambiental y operar en armonía con su entorno, este alojamiento, que ofrece la más desarrollada eco-experiencia en Jordania gracias al trabajo conjunto de EcoHotels y la Real Sociedad para la Conservación de la Naturaleza -una ONG dedicada a la protección de los mejores paisajes naturales del Reino Hachemita-, genera con sus placas solares el 100% de la electricidad que utiliza para proporcionar agua caliente y calefacción e iluminar la cocina, las oficinas y los baños. Sólo se utilizan aparatos eléctricos esenciales, y el agua, cuyo consumo es limitado, proviene de las cercanas fuentes de Wadi Dana. ¿Qué ocurre con los residuos? Sus instalaciones de compostaje los transforman en abono orgánico, y el poco papel y plástico que se utiliza se recicla.

Aventura, intercambios culturales, naturaleza y relax en el Feynan Ecolodge

Como he comentado al principio, el Feynan Ecolodge es mucho más que un hotel. Su diseño nos recuerda a un antiguo caravasar en el que encontraban parada y fonda las caravanas de camellos que cubrían la Ruta de la Seda. Hoy en día, su clientela son viajeros que buscan alojarse en este remoto rincón jordano, disfrutar de la hospitalidad de sus gentes y vivir experiencias que solo aquí son posibles.

Como disfrutar de los preciosos atardeceres de Dana, asistir a la ceremonia de la preparación del café con una familia beduina, acercarse a la cultura local pasando el día con un pastor, cocinar platos tradicionales, observar las estrellas, caminar entre cañones en Wadi Ghwayr o descubrir antiguas ruinas de más de 11.000 años y minas de cobre bizantinas. O simplemente descansar en este precioso entorno, alejado de todo, donde no hay cabida para conceptos tan occidentales como el estrés y las prisas.

Senderismo en Dana. Feynan Ecolodge. Jordania

Ceremonia de la preparación del café con una familia beduina. Feynan Ecolodge. Jordania

Wadi Ghwayr canyon © Feynan Ecolodge

Tomando un té en los alrededores del Feynan Ecolodge. Jordania

Alojarse en este establecimiento es ya de por sí una experiencia única. Sus 26 habitaciones, acogedoras y confortables, están decoradas con un minimalismo que roza la perfección y más cuando las encuentras bajo ese manto mágico que solo las velas producen. Una amplia cama con mosquitera, una jarra de agua sobre la mesa, un pequeño escritorio, un baño iluminado con bombillas de bajo consumo y una terraza desde la que vi cómo esta reserva despertaba a un nuevo día. Acompañada del canto de los pájaros, respirando aire puro y sintiéndome completamente relajada.

Habitación del Feynan Ecolodge © Feynan Ecolodge Photo by Bashar Alaeddin

Las vistas desde mi habitación en el Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

La noche anterior cené en su terraza al aire libre, bajo un cielo cuajado de estrellas y a la luz de las velas, un magnifico buffet vegetariano con platos adaptados de la cocina tradicional árabe y beduina. Como colofón, subí a la terraza para admirar la espectacular bóveda celeste en todo su esplendor ya que aquí la contaminación lumínica es nula. En silencio, en plena oscuridad, recostada sobre una tumbona…

Cenando bajo las estrellas. © Feynan Ecolodge Photo by Bashar Alaeddin

El desayuno, en la misma ubicación. Pan local, mermeladas caseras, zumos de fruta fresca y tés que saboreé mientras veía pasar ante mí a los pastores de la zona que llevaban sus cabras a pastar.

Desayunando al aire libre en el Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

El resto del complejo está formado por espacios comunitarios en los que descansar o leer frente a la chimenea e incluso cuenta con una pequeña tienda de artesanías beduinas, jabones hechos a mano, mermeladas y demás artículos elaborados por los pobladores de las reservas naturales de Jordania.

Librería y sala de lectura. Feynan Ecolodge. Dana. Jordania

Rincones para el descanso en Feynan Ecolodge. Jordania

Así es el Feynan Ecolodge, un alojamiento moderno alejado del turismo de masas que se dibuja sobre las tradiciones del pasado y que me demostró que la sostenibilidad a todos los niveles no solo no obstaculiza la experiencia del huésped, sino que la amplifica enormemente. Un lugar que te brinda la oportunidad de desconectar y volver a familiarizarte con la naturaleza. ¿El mejor regalo que me traje de mi estancia? Poder acercarme a las gentes que lo sacan adelante y disfrutar de una hospitalidad que rebasa cualquier tópico. Un intercambio cultural que en el caso de Jordania es absolutamente enriquecedor.

Si quieres conocer el resto de motivos que hicieron que volviera completamente fascinada de este país, te emplazo a leer las 11 razones para viajar a Jordania que harán que te preguntes por qué aún no lo has hecho.

Ficha del Feynan Ecolodge

Dirección: El Feynan Ecologe está situado dentro de la Reserva de la Biosfera de Dana, a 3 horas de Amman y a 2 horas de Aqaba o Petra en coche. El transporte hasta el complejo se realiza desde el centro de recepción en vehículos 4×4.

Teléfono: +962 6 464 5580

Web del hotel

Número de habitaciones: 26 habitaciones diseñadas de forma individual en torno a una serie de patios interiores y dividas en tres clases: economy, standard y deluxe. Todas ellas con baño con ducha y electricidad. La temporada alta va de marzo a mayo y de septiembre a diciembre ya que son las mejores épocas para practicar senderismo.

El desierto de Wadi Rum por tierra y aire, una experiencia única en Jordania

El desierto de Wadi Rum por tierra y aire, una experiencia única en Jordania

Uno de los benditos culpables que hizo que volviera completamente fascinada de Jordania fue el desierto de Wadi Rum. Un área protegida que cubre algo más de 700 kilómetros cuadrados situada al sur del país y que a menudo queda injustamente relegada a un segundo plano frente a la eterna ciudad nabatea de Petra. Yo tuve el privilegio de exprimir su belleza y su dramática soledad al máximo. Hundiendo mis pies en su arena, a bordo de un todoterreno, y a vista de pájaro desde un globo aerostático, tras pasar la noche durmiendo en un campamento que me permitió conocer más a fondo la vida de los beduinos.

Wadi Rum. Jordania
El embrujo de Wadi Rum es innegable

Wadi Rum, un desierto único

Cada uno de estos momentos solo me confirmó lo que ya intuía desde la primera imagen que me regaló. Wadi Rum es un desierto muy especial y totalmente diferente a los que he visto hasta el momento. Nada que ver con las dunas infinitas del Sáhara que todos tenemos en mente. Por eso decidí incluirlo en mis 11 razones para viajar a Jordania y por eso me lanzo ahora a relatarte mi experiencia. ¿Mi objetivo? El mismo de siempre; tentarte para que desees forjar tu propia aventura en el seductor Reino Hachemita de Jordania, un país moderno, estable y pacífico que recibe al viajero con los brazos abiertos y la mano tendida. Porque desiertos hay muchos pero Wadi Rum solo uno.

La arena rojiza de Wadi Rum. Jordania
Hundiendo los pies en la arena rojiza de Wadi Rum

Lawrence de Arabia y los rostros del desierto

Visionar Lawrence de Arabia, una de las grandes aportaciones de David Lean a la historia del cine, es una buena forma de aproximarse al universo de sensaciones y emociones que provoca Wadi Rum. Y es que la mayor parte de esta película de corte épico se rodó en este desierto que conjuga kilómetros y kilómetros de fina arena roja y enormes montañas de arenisca y granito que llegan a alcanzar los 1.750 metros de altura.

Los paisajes de Wadi Rum. Jordania
Paisajes de Wadi Rum

Como dije en su día, el mismo Thomas Edward Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, lo describió así “inmenso, solitario… como tocado por la mano de Dios”. A pesar de no profesar fe alguna, no puedo estar más de acuerdo. Wadi Rum es para muchos el desierto más bello del mundo y Jordania no sería lo mismo sin este hipnótico paisaje declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO por sus valores naturales y culturales, entre los que se encuentran los antiguos petroglifos dibujados por los nabateos en sus paredes rocosas.

Petroglifos en Wadi Rum. Jordania
Petroglifos tallados hace cuatro mil años

Una tierra hostil y áspera, en la que establecieron su sede el rey Faisal Bin Hussein y el propio Lawrence durante la Revolución Árabe contra los otomanos en la Primera Guerra Mundial, y cuyas hazañas, además de quedar reflejadas en su libro Los siete pilares de la sabiduría, ya forman parte del folklore local.

Relieve de Lawrence de Arabia. Que ver en el desierto de Wadi Rum
Relieve de Lawrence de Arabia en el desierto de Wadi Rum

Un entorno difícil al que dan vida los beduinos que lo habitan y que pertenecen a diferentes grupos tribales entre los que destaca la tribu Zalabia que vive en Rum, el único pueblo que hay en el interior de esta reserva natural. Esta tribu se encarga de muchas de las rutas en jeep y camello y los beneficios que obtienen por su trabajo revierten en la población local. Algo parecido ocurre con el otro grupo predominante, los Zweideh, que se asientan en los pueblos de Disi y que combinan el turismo con la agricultura. Sweilhieen, Omran, Godman y Dbour son el resto de tribus que mantienen vivo el estilo de vida beduina tradicional a pesar de que solo unos pocos continúan siendo nómadas.

Beduino en Wadi Rum. Jordania
Beduino en Wadi Rum
Camellos en Wadi Rum. Jordania
Camellos en Wadi Rum
Los rostros del desierto de Wadi Rum. Jordania
Los rostros del desierto

Recorrer Wadi Rum en 4×4

Hacer una ruta en 4×4 es algo más que obligado en Wadi Rum y más si es en un todoterreno tipo pick-up. Da igual cual sea su duración, cualquiera de ellas se te hará muy corta al recorrer este paisaje que parece fruto de la imaginación de Julio Verne. Cada recodo de este inmenso mar de arena guarda una sorpresa, cada parada te roba una cara de asombro. Montañas de formas imposibles que la erosión ha ido cincelando a su antojo, grandes cañones, paredes verticales, cimas… Los kilómetros se suceden mientras tomas fotos que inmortalizan lo que ven tus ojos y luchas porque el viento no se lleve tu sombrero.

Wadi Rum en 4x4. Jordania
La sombra de nuestro todoterreno en la arena rojiza de Wadi Rum
Wadi Rum. Que ver en Jordania
Gigantes de piedra moldeados por la erosión
En Wadi Rum cada recodo guarda una sorpresa. Jordania
En Wadi Rum cada recodo guarda una sorpresa

En un momento dado, nuestro guía nos invita a subirnos a una de sus cumbres para esperar la llegada del ocaso. Para contemplar cómo el sol se va poniendo en el horizonte tornando maravillosos tonos rojos y ocres.

Y allí estás tú, recogida, ocupando el mínimo espacio. Una postura que sale de forma natural, sin artificios, porque tu cuerpo expresa lo que cuece en tu alma: la sensación de sentirte más pequeña que un grano de arena. Y tratas una y otra vez de poner la mente en blanco para que el sonido de tus pensamientos no emborrone esos instantes.

En mi caso sin éxito. Soy presa fácil de los atardeceres y el que pude contemplar en este rincón del planeta nunca lo olvidaré. A miles de kilómetros de casa, en silencio y con la mirada perdida, no podía dejar de pensar que estaba al borde de la felicidad absoluta.

Wadi Rum al atardecer. Jordania
El desierto de Wadi Rum al atardecer
Contemplando la puesta de sol en Wadi Rum. Jordania
Contemplando la puesta de sol en Wadi Rum
Atardecer en Wadi Rum. Jordania
Atardecer en Wadi Rum

Descubrir Wadi Rum en globo

La mejor forma para ser consciente de porqué se le conoce como el Valle de la Luna es verlo despertar a vista de pájaro. Nunca madrugar merecerá tanto la pena.

Volar en globo en el desierto de Wadi Rum. Jordania
Acabando de montar el globo en el desierto de Wadi Rum

Para mí fue mi tercer paseo en globo y, aunque ya conocía la mecánica y los pasos a seguir, fue tan emocionante como la primera vez. De hecho, me vi reflejada en los ojos de aquellos compañeros que se estrenaban en la adictiva experiencia de dejarte merecer por el viento. Disfrutando de una maravillosa sensación de libertad, de calma, de un sosiego que solo perturba el estruendo del quemador mientras a tus pies discurre un terreno que ya conoces pero que cobra una dimensión diferente desde las alturas.

Vuelo en globo en el desierto de Wadi Rum. Jordania
Entre fogonazos
Volando en globo sobre el desierto de Wadi Rum. Jordania
Nuestro piloto comunicándose con el equipo de tierra

Los gigantes de piedra que pueblan este océano de arena parecen más altos, sus fisuras más profundas y los espacios que los separan más vastos. Y sí, por supuesto, vuelves a sentirte muy pequeña ante esta soberbia producción de la naturaleza.

Wadi Rum en globo
Wadi Rum desde las alturas
Rocas de Wadi Rum. Jordania
Las imponentes rocas de Wadi Rum
Sobrevolando Wadi Rum en globo. Jordania
Sobrevolando Wadi Rum en globo
Volar en globo en el desierto de Wadi Rum
Wadi Rum bajo mis pies
El desierto de Wadi Rum
El desierto de Wadi Rum a vista de pájaro

Como ves hay muchas formas para exprimir los atractivos de Wadi Rum: excusiones a pie, en 4×4, en camello, pasando la noche en una tienda beduina… Mi consejo es que experimentes cada una de ellas. Porque como te dije al principio, desiertos hay muchos pero Wadi Rum solo uno y te espera en Jordania.

Más información: Turismo de Jordania.

  • NO VIAJES SIN SEGURO
    ¿Vas a viajar a Jordania? Haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

     

Más artículos sobre Jordania

11 razones para viajar a Jordania que harán que te preguntes por qué aún no lo has hecho

Petra, la ciudad perdida de los nabateos

Feynan Ecolodge. Reserva de la Biosfera de Dana. Jordania

Próximo destino: Japón (Cerrado por vacaciones)

Próximo destino: Japón (Cerrado por vacaciones)

La cuenta atrás ya ha comenzado. El próximo sábado me subiré a un Boeing 777-300ER de Emirates rumbo a Japón para recorrer en el país durante 17 días. Debo reconocer que este viaje, aún siendo muy deseado, no estaba en mi top de destinos a corto plazo pero vi la posibilidad de subirme a ese avión y no quise desaprovecharla.

Y es que detrás de esta aventura nipona está mi sobrina Laura que lleva años deseando pisar este rincón del planeta situado al norte de Asia, entre el Océano Pacífico y el Mar de Japón: «Desde muy pequeña me aficioné al anime y a la lectura manga y gracias a ello fui desarrollando una gran curiosidad y fascinación por el pueblo nipón y su cultura. Mi madre lleva prometiéndome un viaje a Japón desde que tenía 12 años y este verano, a mis 23, por fin cumplo un sueño.»

Antes de empezar la carrera de Medios Audiovisuales, Laura nos lanzó un «ultimátum» cargado de ilusión. Si lograba graduarse con éxito, el momento de viajar a Japón no podía dilatarse más. Y dicho y hecho. Los años pasaron volando y ahora ha llegado el momento de cumplir esa promesa. Pero no vamos solas, el resto del japan team lo conforman mi hermana y su pareja, dos grandes viajeros sin blog, que llevan ya muchos kilómetros a sus espaldas.

Mapa Japón

Entre estos cuatro perfiles, tan diferentes entre sí, hemos trazado un itinerario de viaje inicial que con toda seguridad, salvo por los alojamientos que ya tenemos contratados, variará alegremente con el transcurso de los días. ¿Qué serían los viajes sin esos cambios de última hora? ¿Sin esas decisiones que se toman sobre la marcha? ¿Sin la libertad de decidir el cuándo, el cómo y el dónde?… ¿Un blogtrip?

Itinerario previsto a falta de algún pespunte

A grosso modo, pasaremos 5 días descubriendo Kioto, la antigua capital de Japón, con excursiones a Inari y al santuario sintoísta de Fushimi Inari Taisha, Nara y Koyasan donde visitaremos el cementerio de Okunoin que está considerado uno de los lugares más sagrados de todo el país.

Desde Kioto pondremos rumbo a Kanazawa a bordo del tren bala gracias a la recientemente inaugurada línea Hokuriku Shinkansen que de forma directa y en poco más de 2 horas nos llevará hasta esta ciudad de corte feudal situada en la prefectura de Ishikawa. Allí nos esperan el antiguo distrito de samuráis de Nagamachi. el distrito de geishas de Nishi Chaya, el castillo de Kanazawa, uno de los tres jardines más bonitos de todo Japón (los jardines Kenrokuen) y la experiencia de dormir en un ryokan (alojamiento tradicional japonés).

Itinerario Japón

Después llegará el turno de Takayama, en plenos Alpes Japoneses, y la visita a la aldea histórica de Shirakawago, declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995.

Desde allí pondremos rumbo a Kawaguchiko para ver el monte Fuji desde uno de sus cinco lagos y acercarnos al castillo de de Matsumoto, uno de los tesoros nacionales de Japón.

Finalmente, desde Kawaguchiko cogeremos un tren rumbo a Tokio con el que iniciaremos la recta final de este viaje al País del Sol Naciente. Tendremos cinco días por delante para exprimir al máximo la descomunal capital japonesa barrio a barrio: la zona centro, Ginza, Ikebukuro, Akihabara y Suidobashi/Iidabash, Asakusa, Sumida, Odaiba, Harajuku, Shibuya y Ebisu…

¿Qué experiencias me gustaría vivir en Japón?

  • Disfrutar de los contrastes entre el Japón moderno y el tradicional.
  • Profundizar al máximo en la cultura japonesa para comprender mejor la tierra que piso y ser lo más educada y respetuosa posible en todo momento.
  • Entrar en todo mercado que se cruce a mi paso para comprar productos locales.
  • Dar un paseo en barco por el lago Kawaguchi.
  • Descubrir más sobre el mundo del sake, especialidad local de Takayama, visitando alguna de las fábricas de sake.
  • Tomar de un baño termal japonés en plena naturaleza si mis dos pequeños y discretos tatuajes me lo permiten. Sé que no es fácil pero por intentarlo que no quede.
  • Despertarme con la impresionante visión del monte Fuji frente a mis ojos. ¿Subir? No está confirmado ni descartado.
  • Asistir a la ceremonia del té.
  • Sacar una, o varias, bolas gashapon y esperar a ver qué regalo sorpresa guardan en su interior.
  • Aprender a usar correctamente los palillos (nunca es tarde).
  • Madrugar para ver el Tsukiji Outer Market, o lo que es lo mismo, la que dicen es la mayor lonja del mundo, y probar las gyoza de Gyoza Lou.
  • Convertirme en maiko o geisha por unas horas en algún estudio de henshin de Kioto.
  • Olvidarme del reloj en cualquier jardín o frente a cualquier templo que me hipnotice.
  • Comprar un ofuda para proteger mi hogar de la mala suerte.
  • Alquilar una bicicleta y hacer una ruta por Kioto en bici.
  • Convertir cada comida en una aventura probando el máximo de especialidades locales sin dejar de lado esas comidas raras que combinan ingredientes imposibles.
  • Recorrer con paso lento el barrio de geishas de Miyagawacho en Kioto.
  • Hacerme una friki-foto en el cruce de Shibuya.
  • Pasear con un tokiota que de forma voluntaria me enseñe algunos de sus rincones favoritos gracias al servicio de guías turísticos que ofrece Turismo de Tokio.
  • Subir al atardecer al edificio de la sede del Gobierno Metropolitano de Tokio y pelearme con mi cámara para conseguir un buen perfil nocturno de la ciudad. ¿Otras opciones? La Torre Mori, la Tokyo Tower o el edificio de la Fuji TV.
  • Tomarme un cóctel Lost in Translation en el New York Bar del Park Hyatt Hotel (cinéfila que es una).
  • Pasear por Harajuku para asistir al desfile de tribus urbanas que se dan cita en esta zona hasta que mi cámara eche humo: cosplayers, lolitas, cyber-fashion, sex kitten, visual kei, etc.
  • Chafardear las showrooms de Nikon, Sony o Canon en Ginza.
  • Ver la puesta de sol desde la playa artificial de Odaiba.
  • No agobiarme por todo lo que queda fuera de este itinerario y practicar la filosofía slow travel.
  • Y, sobre todo, comprobar en primera persona si Japón es tan adictivo como dicen.

¿Voy a estar conectada estos días? Sí. Gracias al Y!mobile 3G de Japan Wireless que espero me esté esperando en el Piece Hostel de Kioto. ¿Voy a usar mi conexión de forma compulsiva? Lo dudo mucho aunque sé que no podré resistir la tentación de colgar alguna que otra postal nipona en las redes sociales.

Dicho esto, solo me queda desearte un feliz verano y soltar una frase a la que le tenía muchas ganas: Oficialmente, Objetivo Viajar queda cerrado por vacaciones.

¡Nos leemos a la vuelta!

Qué ver y hacer en Las Hurdes: cinco pistas para descubrir esta comarca cacereña

Qué ver y hacer en Las Hurdes: cinco pistas para descubrir esta comarca cacereña

Si te preguntas qué tienes que ver y hacer en Las Hurdes, aquí van algunas pistas. Sierras de gran belleza, paisajes vírgenes, gargantas de aguas cristalinas, piscinas naturales, pueblos surgidos de la unión entre el hombre y la naturaleza donde las tradiciones conviven con el presente, una gastronomía excelente, un agradable microclima… Este es el gran potencial de Las Hurdes, una comarca, injustamente eclipsada por otras joyas de Cáceres como el Parque Nacional de Monfragüe o los valles del Jerte y del Ambroz, que demanda ser descubierta con calma y que, sobre todo, nos invita a desconectar al tiempo que comprobamos que los paraísos naturales aún existen.

(más…)
11 razones para viajar a Jordania: un país fascinante

11 razones para viajar a Jordania: un país fascinante

Asombrada, completamente seducida y con ganas de volver. Así es como he regresado de Jordania, un país que siempre había deseado conocer y que ha superado con creces todas mis expectativas. ¿Quieres saber cómo surgió la fascinación que ahora siento por esta joya de Oriente Próximo? Perfecto. Aquí te presento 11 razones para viajar a Jordania que te harán que te preguntes por qué aún no lo has hecho.

Recorriendo el Siq. Petra. Jordania
Recorriendo el Siq

Recorrer el Siq y cumplir el sueño de visitar Petra, descubrir el laberinto de paisajes de Wadi Rum por tierra y aire, ver atardecer en la Reserva de la Biosfera de Dana, bañarte en el Mar Muerto, callejear por Amán, nadar en los impresionantes fondos marinos del Mar Rojo, dormir en el desierto, disfrutar de la hospitalidad y amabilidad de sus gentes… Un listado de momentos únicos y experiencias inolvidables que solo podrás protagonizar en este sorprendente y atractivo país, y que recoge un mensaje muy claro. No lo dudes, no lo pienses. Regálate el lujo de viajar a Jordania.

11 razones para viajar a Jordania:

Recorrer el Siq, el desfiladero más hermoso que he conocido

El mundo está lleno de rincones que desprenden un halo de magia difícil de explicar. Lugares en los que el peso de la historia y la naturaleza comulgan hasta alcanzar la perfección. Y tú lo único que puedes hacer es sucumbir ante tanta belleza.

Es lo que sentí cuando empecé a caminar a la luz de las velas por el Siq, el desfiladero que custodia la entrada a la antigua ciudad nabatea de Petra. Apenas podía distinguir la grandeza del escenario que me abrazaba y mi vista, en una noche cerrada, trataba de enfocar la maraña de escarpadas paredes que en poco más de un kilómetro me llevaría hasta una de las siete maravillas del mundo moderno.

El Siq. Petra. Razones para viajar a Jordania
La magia de El Siq es única

Reconozco que estaba tan emocionada como una niña en la víspera de reyes. Con la sangre al galope y peleándome con los controles de mi cámara para captar esos guardianes de piedra y roca que llegan a alcanzar los 80 metros de altura. Y sí, cuando a través de un estrecho paso alcancé a ver un retazo del Tesoro, tuve que arreglármelas para no soltar una lágrima que expulsara el cóctel de sensaciones que me paralizaba. De felicidad, de sueño cumplido, de saber que estaba allí.

A la mañana siguiente, mi abanico de imágenes borrosas desapareció bajo un sol radiante, y gracias a Hamada, nuestro fantástico guía, descubrí que el Siq es un tesoro en sí mismo. Una colosal garganta que se abre paso entre imposibles formaciones geológicas en las que se suceden de templos, nichos, obeliscos y canales de agua tallados en los acantilados bajo una paleta de rojos, naranjas, grises y ocres que las palabras no tienen el poder de describir.

Cañon del Siq. Petra. Jordania
Cañón del Siq
Siq. Petra. Jordania
Un elefante o un pez. Depende de cómo lo mires
Carruaje tirado por caballos en el Siq. Petra
Evita usar los carruajes que recorren el Siq para no ser cómplice del maltrato que sufren los caballos

Petra, la mayor razón para viajar a Jordania

Cuando finalmente me planté frente al Tesoro (Al-Khazneh) y vi ante mí su inmensa fachada excavada en la roca alzándose sobre un campo de velas, sentí que me faltaba la respiración. Apenas éramos cien personas contemplando este obra de arte del pueblo nabateo, una civilización que se asentó en este valle escondido entre montañas hace más de 2.000 años.

Visitar el Tesoro por la noche es una de las grandes razones para viajar a Jordania
El Tesoro por la noche
Visita nocturna a Petra. Jordania
Visita nocturna a Petra

Aunque la energía que desprende es increíble y ejerce como un poderoso imán que te impide avanzar, el Tesoro es solo es una pequeña pincelada de esta enorme ciudad que permaneció oculta a los ojos del mundo occidental durante siglos. Resistiendo el paso del tiempo, combatiendo las tormentas del desierto, las lluvias y los fuertes vientos. Una «ciudad perdida« situada al sur del país en la que confluían hasta siete rutas comerciales que trasportaban sedas y especias, y cuya prosperidad quedó reflejada en sus magníficos edificios tallados en piedra arenisca. Las Tumbas Reales, el teatro, la calle columnada, la puerta romana de Temenos, el Monasterio, el resto de caminos sin trillar que no aparecen en las guías… Te faltarán horas e incluso días para descubrir este gran tesoro arqueológico cuya visita justifica por sí sola una escapada a Jordania.

Puerta de Temenos. Petra. Jordania
Utilizar un camello para recorrer Petra no es ser un turista responsable con los animales
  • NO VIAJES SIN SEGURO
    Tu seguridad es lo primero, así que, si vas a viajar a Jordania, haz como yo y contrata un seguro de viajes con Chapka. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus por su amplias coberturas. Además, si lo contratas a través de mi web, obtendrás un 7% de descuento usando el código OBJETIVOVIAJAR. No lo dudes, contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.
  •  

El desierto de Wadi Rum

Thomas E. Lawrence, más conocido como Lawrence de Arabia, lo describió como “inmenso, solitario… como tocado por la mano de Dios”. Así es el desierto de Wadi Rum. Único, infinito y capaz de regalarte momentos tan especiales que ya nunca olvidarás.

Yo ya llevo algún que otro desierto a mis espaldas y puede asegurarte que nunca he visto nada igual. Imagínate recorriendo el más grande y hermoso de los paisajes desérticos de Jordania en un todoterreno tipo pick-up mientras desfilan ante ti kilómetros y kilómetros de fina arena roja en la que se asientan enormes rocas monolíticas que recortan el cielo a 1.700 metros de altura creando el más precioso skyline que la naturaleza ha sido capaz de forjar.

Imagínate encaramándote a una de estas cumbres para contemplar como el sol se pone cambiando los rojos por ocres y los marrones por grises. Escuchando el silencio. Con la mirada fija en el horizonte. Incluso tendrás que parpadear más de una vez para pensar que no es sueño.

Te pido un último esfuerzo: imagina contemplar como este hipnótico paisaje, en el que se gestó la Revolución Árabe contra los otomanos, despierta a un nuevo día desde el aire, dejándote mecer por el viento a bordo de un globo. Te sentirás libre y tremendamente afortunado por vivir esta experiencia que solo Wadi Rum puede regalarte.

Dormir en medio del desierto

Dormir en pleno desierto es una de esas cosas que hay que experimentar al menos una vez en la vida y más si puedes hacerlo en el Captain’s Desert Camp, un campamento situado en la zona de Disi donde podrás acercarte al modo de vida de los beduinos. Cenar un exquisito cordero cocinado bajo la propia arena del desierto, fumar en shisha bajo las estrellas con música árabe tradicional de fondo, descansar en una preciosa tienda con baño, alejarte del complejo para admirar la cúpula celeste jordana sin apenas contaminación lumínica y pedir un deseo a las estrellas fugaces que cruzan el cielo, ver cómo amanece mientras el resto de huéspedes duerme… Sugerente, ¿verdad?

Aqaba y los fondos marinos del Mar Rojo

Si te gustan los deportes acuáticos como el buceo o el snorkel o simplemente el hecho de salir a navegar, no olvides incluir Aqaba en tu itinerario para descubrir los impresionantes fondos marinos del Mar Rojo. Y es que las tranquilas aguas y el benigno clima de la única salida al mar de Jordania, en el sudoeste del país, crean un ecosistema perfecto para la vida marina en el que se dan cita más de 200 especies de corales y más de 1.000 ejemplares de peces. Por algo dicen que su flora y fauna se encuentran entre las más espectaculares del mundo.

Además, en muchos puntos de inmersión los arrecifes nacen prácticamente en el borde del agua de modo que si no estás habituado a estas prácticas podrás disfrutar de ellos a pocos metros de la orilla sintiéndote seguro.

La Reserva de la Biosfera de Dana, desconectar en la naturaleza

A pesar de su pequeño tamaño, Jordania cuenta con numerosas reservas naturales que ponen de manifiesto sus grandes contrastes paisajísticos. Yo tuve la suerte de conocer la Reserva de la Biosfera de Dana, la única que aglutina las cuatro zonas biogeográficas del país (mediterránea, la sáharo-arábiga, la irano-turaniana y la sudanesa).

En este espectacular entorno que fusiona belleza, historia y biodiversidad a partes iguales se halla Feynan Ecolodge, uno de los mejores hoteles ecológicos del mundo, premiado por su aportación a la conservación de la naturaleza y por su compromiso con las economías locales y el turismo sostenible. Te aseguro que no encontrarás un mejor lugar para desconectar que éste. Sin apenas electricidad, durmiendo y cenando a la luz de las velas. Sin ordenadores, móviles o cualquier otro tipo de gadget que te impidan disfrutar de la serenidad que te rodea, de atardeceres impresionantes, montañas de mil colores, antiguas ruinas arqueológicas, del honor de ser invitado a tomar un café árabe con una familia beduina…

La gastronomía jordana, sabores de Oriente

El Reino Hachemita de Jordania también te conquistará por el gusto. Su gastronomía, muy cercana a la cocina turca, siria y libanesa, es muy rica y sana y utiliza las mejores materias primas del país. Lo primero que tienes que saber es que la comida es un aspecto muy importante de la cultura jordana, un ritual que traspasa el hecho de alimentarse para convertirse en un acto social en el que las prisas no son bienvenidas.

A modo de entrantes encontrarás una gran variedad de aperitivos tales como aceitunas, ensaladas de todo tipo, hummus o el baba ganush, una exquisitez parecida al hummus pero hecha con berenjenas que también se toma untándolo en pan.

El mansaf, especialidad beduina de cordero o pollo que se acompaña de arroz arábigo y de una salsa hecha con yogur seco, es el plato típico de Jordania, sin olvidar los sabrosos kebabs y el fasoliyeh, un estofado de habichuelas con una base de tomate y servido con arroz. Para rematar este festín de sabores nada mejor que degustar unos deliciosos baklavas mientras saboreas un té con hierbabuena o un buen café árabe.

Amán, la capital

Entre el desierto y el fértil valle del Jordán nos encontramos con Amán, la capital de Jordania y la puerta de entrada al país. Una ciudad asentada originalmente sobre siete colinas cubiertas de un compacto manto de edificios blancos y beiges que le aportan una uniformidad cromática muy especial.

Aman. Un gran motivo para viajar a Jordania
Amán, la fascinante capital jordana

Sus mejores vistas nos la regala su punto más alto, la Ciudadela, un enclave arqueológico donde podrás conocer la larga historia de una de las ciudades más antiguas del mundo. Rabbath-Ammon en la Edad de Hierro, Filadelfia durante la época nabatea, romana y bizantina, y Amán a partir de la llegada de omeyas y abbasíes. El Templo de Hércules, el Palacio de los Omeyas y las ruinas de una iglesia bizantina son algunas de las huellas de su pasado que mejor se conservan. Desde aquí también podrás ver el cercano teatro romano de finales del siglo II d.C.

La Ciudadela de Aman. Razones para visitar Jordania
La Ciudadela de Amán
Teatro romano de Amán. Motivos para viajar a Jordania
Vista del teatro romano desde la Ciudadela

Dejando a un lado su patrimonio, Amán es hoy en día una urbe moderna en la que reside casi la mitad de la población que vive en Jordania. En ella se dan cita grandes hoteles, galerías de arte, tiendas de moda y joyerías, coffee shops, centros comerciales y mercados tradicionales de frutas y verduras en los que se respira su tranquilo ritmo de vida. Una sugerencia: si vas a hacer noche en Amán, déjate caer por la animada Rainbow Street para cenar en el Sufra Restaurant. Exquisita cocina en un entorno sencillamente encantador.

Mercado de frutas y verduras. Jordania
Mercado de frutas y verduras
Sufra Restaurant. Jordania
Sufra Restaurant

Disfrutar de la dolce vita en el Mar Muerto: otra razón de peso para viajar a Jordania

¿Se te ocurre una mejor forma de despedirte de Jordania que a orillas del Mar Muerto? A mí te aseguro que no y por eso forma parte de estas 11 razones para viajar a Jordania. El escenario ya de por sí es soberbio. A un lado, las desnudas paredes del Valle de Rift, al otro, las colinas de Jerusalén, y en medio, un enorme lago de 80 kilómetros de largo situado a 410 metros bajo el nivel del mar, en el punto más bajo y oxigenado de la Tierra.

Mar Muerto. 11 razones para viajar a Jordania
Mar Muerto

Un relajante baño disfrutando de la agradable sensación de flotar y sentir que no puedes hundirte por más que quieras, cubrir tu cuerpo con sus famosos lodos curativos por los que la mismísima Cleopatra quiso conquistar la baja Jordania, contemplar el atardecer en el que está considerado el spa natural más grande que existe…. No me extraña que Sodoma y Gomorra se establecieran aquí. Puestos a pecar, que fuera a lo grande.

Winter Valley Warwick Resort & Spa. Mar Muerto. Jordania
Winter Valley Warwick Resort & Spa
Mar Muerto.  11 razones para viajar a Jordania
Flotando en el Mar Muerto

Tal vez en otra vida yo también hubiese acabado convirtiéndome en una estatua de sal. Pero, ese sábado de junio que marcó el final de mis horas en Jordania fue bien distinto. Me relajé en la piscina del Winter Valley Warwick Resort & Spa. Con cientos de hermosas imágenes revoloteando por mi cabeza que propiciaban esa agridulce emoción que te dejan solo algunos países. La mezcla de felicidad por haber estado allí y de tristeza porque ya acabó.

Momento de relax en la piscina del Winter Valley Warwick Resort & Spa. Mar Muerto. Jordania
Momento de relax en la piscina del Winter Valley Warwick Resort & Spa. Mar Muerto

Viajar a Jordania es seguro

¿Vas a ir a Jordania? ¿Estás segura? ¿Con todo lo que está pasando en esa zona? Estas fueron las preguntas a las que tuve que enfrentarme una y mil veces antes de subirme al avión de Royal Jordanian que me llevaría hasta Amán. Sí, sí y sí. Esas fueron mis respuestas.

Una decisión que reforcé recordándoles que el propio Ministerio de Asuntos Exteriores asegura que tanto Amán como las principales localidades y regiones turísticas del país no suelen presentar problemas de seguridad, siempre que se tomen las precauciones adecuadas.

Y es que pese a la conflictiva situación que vive Siria, la situación actual de Jordania es de estabilidad gracias al papel que ejerce la monarquía constitucional del rey Abdullah II quien, siguiendo los pasos de su padre, el Rey Hussein, sigue trabajando para promover la paz en Oriente Próximo al tiempo que aboga por las libertades civiles haciendo de Jordania uno de los países más progresistas de la zona.

Volando rumbo a Jordania con Royal Jordanian
Volando rumbo a Jordania con Royal Jordanian

Por supuesto que verás presencia militar en las zonas fronterizas y tendrás que pasar por los controles de seguridad de los hoteles. Pero, estas medidas básicamente se llevan a cabo para que te sientas seguro y el miedo no monopolice ni uno solo de tus pensamientos. No hay que olvidar que el turismo es una de las principales fuentes de ingresos de la economía jordana.

Tras seis días recorriendo el país puedo decir que no me sentí insegura, incómoda ni intimidada en ningún momento. Siempre fui con mi cámara colgada del cuello y sin ocultar mi condición de turista. Eso sí, como forma de respeto, sobre todo frente al pueblo beduino, mi vestimenta fue la adecuada. Nada de camisetas ceñidas ni pantalones demasiado cortos. 

La amabilidad y hospitalidad del pueblo jordano

Por muy hermoso que sea un país y únicos sus atractivos, solo conseguirá llegarte al alma a través de sus gentes. El motor que lo mantiene vivo y en muchas ocasiones el factor que determinará tu regreso.

Mi estancia en Jordania ha sido breve, sí, pero la imagen que me traigo es la de un pueblo cálido, amable, educado, honesto y hospitalario que te recibe con los brazos abiertos y la mano tendida. Gentes de espíritu tolerante y fieles a su religión -más del 92% son musulmanes suníes. Y que agradecen que te intereses por su cultura y sus costumbres. Lo puede comprobar hablando con los vendedores del mercado, comprando algún souvenir, fumando una shisha, tomando un té… Cualquier momento es bueno para mezclarse con la población local y volver a casa con algo más que una postal.

Aman. Jordania
Callejeando por Amán
Una pareja en el teatro romano de Aman. Jordania
Una pareja en el teatro romano de Amán
Tomando un te en Dana. Jordania
Tomando un té en Dana

¿Sabías que hay una costumbre beduina que acoge al que llega de fuera de forma desinteresada durante tres días? Pues es solo una pequeña muestra del talante de este pueblo árabe que me conquistó desde el primer momento. Cuando pedí permiso para hacer una fotografía y obtuve una sonrisa por respuesta. 

Esta es la última de mis 11 razones para viajar a Jordania con las que pretendo animarte a descubrir este fascinante país. Aunque en próximos artículos seguiré tentándote hablándote más extensamente de sus principales atractivos, espero que este anticipo sea capaz de cumplir su objetivo. No lo dudes, no lo pienses, regálate el lujo de viajar a Jordania.