Montilla, enoturismo, historia y arte en plena campiña cordobesa

Montilla, enoturismo, historia y arte en plena campiña cordobesa

Viñedos, olivos, siglos de historia y arte. Estas son las señas de identidad de Montilla, un destino enoturístico situado en plena campiña cordobesa que te invito a conocer a ritmo lento, el mismo que demandan sus famosos vinos. Qué ver en Montilla, sus bodegas y lagares más singulares, las rutas a seguir, dónde comer y dormir… Toda la información que necesitas para planificar tu escapada a esta bonita ciudad andaluza.

Montilla, Cordoba. Que ver en Montilla

Montilla, tierra de vinos

Un viaje en el que descubrirás que la tierra habla en boca de la viña y el olivar. Detente a escuchar su discurso y el de cuantos velan por ella. Solo así podrás destilar la esencia de Montilla.

Un paseo por Montilla

Dominando buena parte de la campiña, el Castillo-Alhorí dibuja el inconfundible perfil de Montilla. Aquí nació en 1453 Gonzalo Fernández de Córdoba, más conocido como el Gran Capitán, un ilustre montillano que negoció con el rey Boabdil la rendición de Granada y fue virrey de Nápoles.

Castillo-Alhori. Montilla

Si sigues la huella de este destacado militar y diplomático, llegarás al barrio de la Escuchuela, a la calle que lleva su nombre. Estás en la antigua villa, un encantador entramado de callejuelas empinadas y casas blancas, una postal de Andalucía. Detén el paso en la iglesia de Santiago y ve en busca de la panorámica que enmarca el Balcón de la Escuchuela. En días despejados, la vista incluso alcanza a descifrar la silueta de Sierra Morena.

Barrio de la Escuchuela. Que ver enMontilla

Balcon de la Escuchuela. Montilla

Sus orígenes también te conducirán a la Finca Buytron, una preciosa casona rehabilitada que perteneció a la familia del Gran Capitán, donde podrás alojarte y combinar momentos de absoluto relax con experiencias gastronómicas y actividades relacionadas con la cultura del vino. Si te gusta el enoturismo y que te hagan sentir como en casa, te encantará.

Finca Buytron. Que ver en Montilla

De vuelta al centro, toca seguir callejeando en busca de más vecinos célebres y más ejemplos de su rico acervo patrimonial como el Convento de Santa Clara, el palacio de los Duques de Medinaceli, la ermita de la Rosa o la casa de San Juan de Ávila.

Callejeando por Montilla

Calles que nos acercan a la historia y al arte a través de las colecciones del Museo Histórico Local, con piezas que van desde el Neolítico a la actualidad, o en las salas del Museo Garnelo que reúne la obra de este maestro de la pintura figurativa e incansable viajero -natural de Valencia y montillano de adopción-, en un magnífico edificio de corte palaciego conocido como la Casa de las Aguas.

Museo Historico Local. Que ver en Montilla

Museo Garnelo. Que ver en Montilla

En Montilla también quedó la impronta del primer historiador y escritor que hizo gala de su condición de mestizo, el Inca Garcilaso de la Vega. Su casa-museo, en la que este literato universal desarrolló gran parte de su obra durante 30 años, es otra de las citas culturales que te esperan en Montilla.

Casa del Inca Garcilaso de la Vega. Que ver en Montilla

Quizá una de las cosas más interesantes a ojos del viajero es que este legado, fruto del pasado, comparte espacio sin fricción alguna con coloridos trazos del presente que aluden a la historia y cultura montillana. Te hablo de la Ruta de los Murales, un brillante proyecto de revitalización del espacio urbano en el que no solo participan artistas como la argentina Gisel Rosso, también los ciudadanos. ¿Un ejemplo? El mural de La Cuesta de Pinillos lo realizaron un grupo de escolares supervisados por un artista local.

Arte urbano en las calles de Montilla

Cuesta de Pinillos. Montilla

Montilla, tierra de vinos

Este rincón cordobés vive por y para unos excelentes vinos cuya calidad viene avalada por la Denominación de Origen Montilla-Moriles. Lo comprobarás visitando sus bodegas y lagares donde podrás conocer el complejo y apasionante mundo que encierra cada copa que cates.

Brindis en la Finca Buytron. Montilla

Un gran vino requiere un loco para hacerlo crecer, un hombre sabio para velar por él, un poeta lúcido para elaborarlo, y un amante que lo entienda.»
– Salvador Dalí

Velo de flor. Bodegas Alvear, Montilla

Y no hablo solo de las peculiaridades de la elaboración de finos, amontillados, olorosos o Pedro Ximénez, sino de algo más importarte, del mimo que acompaña su camino desde la vid y del respeto por el terreno albarizo que le da la vida. Toda una inmersión en la cultura vitivinícola que disfrutarás tanto si eres un amante de la enología como un neófito que quiere aprender a apreciar un buen vino.

Qué ver en Montilla: Ruta de lagares y bodegas

La mejor opción para sumergirte en el universo de los vinos montillanos es realizar una ruta por sus lagares y bodegas, al tiempo que recorres el hermoso paisaje de la Sierra de Montilla que muchos comparan con la Toscana. Mi consejo es que empieces por los primeros ya que es en los lagares donde se obtiene el mosto que, tras fermentar en las tinajas, convertido ya en vino nuevo, pasará a las bodegas. ¿Algunas sugerencias?

Lagar Blanco: Estás en el punto más alto de Montilla. A 600 metros de altura, una cota perfecta para la uva Pedro Ximénez, la variedad típica de esta zona. En un lagar que inició su actividad en 1959 donde podrás realizar una visita guiada o una cata dirigida por su propietario, Miguel Cruz, todo un experto que te transmitirá el amor a su tierra y a sus vinos.

Tinajas del Lagar Blanco. Que ver en Montilla

Lagar Los Raigones: Degustar un típico desayuno molinero o un contundente almuerzo, regado con vino de tinaja, fino y vermut, son algunas de las tentaciones que nos propone este encantador lagar familiar que cuenta además con una tienda gourmet. Más de doscientas referencias de productos a la altura de calidad de los vinos y aceites que elaboran en esta casa.

Lagar Los Raigones. Que ver en Montilla

Lagar La Primilla: El buen hacer, transmitido de generación en generación, es el pilar de este lagar que lleva activo más de medio siglo. Cuando lo visites, no olvides subir al mirador para contemplar el sereno manto de viñas y olivos que tapiza la falda del Cerro Macho, la cima más alta de la Sierra de Montilla.

Mar de viñas y olivos. Lagar La Primilla. Que ver en Montilla

Me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo.»– García Lorca

Silencio… Entramos en la casa del vino, un lugar de culto donde se venera una tradición milenaria. Deja que tus sentidos se acomoden a la escasa luz, al olor a madera y vino, al tacto de las barricas de roble. Ahora sí. Ya estás listo para ser testigo del arduo trabajo y la pasión que encierran las bodegas de Montilla.

Bodegas Alvear: Recorrer su monumental bodega es caminar hacia atrás en del tiempo, a un lejano 1.729 que la convierte en la más antigua de Andalucía. Tres siglos después, la familia Alvear, además de seguir elaborando sus premiados generosos, apuesta por una nueva colección de vinos que expresa la singularidad del terruño montillano. Su nombre, 3 Miradas.

Bodegas Alvear. Que ver en Montilla

Bodegas Pérez BarqueroSolo por realizar una cata guiada en un espacio tan singular como La Sacristía de Pérez Barquero vale la pena acercarse a esta centenaria bodega. El mejor colofón a una visita en la que te mostrarán el proceso de elaboración y crianza de la gama de vinos, brandies y vinagres que elaboran desde 1905.

Bodegas Perez Barquero. Que ver en Montilla

Bodegas RoblesSería imperdonable que abandonases Montilla sin conocer el gran trabajo que realiza Francisco Robles y su equipo. Y es que en esta bodega, pionera en apostar por la viticultura responsable, no se conforman con elaborar vinos ecológicos o delicias como la gelatina de fino; van más allá trasladando su admirable respeto por la naturaleza al usuario final con geniales iniciativas como Sigue tu cepa. Si quieres ser amadrinado por una vid ecológica, entra en su web y súmate al proyecto Vida

Bodegas Robles. Que ver en Montilla

TIP VIAJERO: Cuatro citas imprescindibles en Montilla

Semana Santa: Una ocasión única para ver desfilar a la Centuria Romana Munda que desde hace más de veinte años toma las calles de Montilla rindiendo sus armas a la Semana Santa.

Fiesta de la Vendimia: Declarada de Interés Turístico, es una de las fiestas más antiguas de España. Cada año, a principios de septiembre, se designa un capataz para que custodie y defienda los vinos de la zona.

Fiestas de Montilla

Fiesta del Vino y de la Tapa: Buen ambiente, buena comida y buen vino en un evento gastronómico que ya va por su XIII edición (mediados de septiembre).

Montijazz Vendimia: Un fin de semana en el que la música toma como escenario los lagares y bodegas de la ciudad en un atractivo maridaje de jazz y vino (finales de septiembre).

Gastronomía montillana

Montilla también expresa su identidad en los fogones. Un recetario gastronómico en el que no faltan los extraordinarios aceites de oliva virgen extra que se elaboran en almazaras como el Molino Juan Colín, una finca de finales del siglo XVI que cuenta con un museo rodeado de rincones que invitan a desconectar entre olivos centenarios.

Molino Juan Colin. Montilla

Museo del Aceite Juan Colin. Que ver en Montilla

Si te interesa el oleoturismo, tienes otra cita en Hacienda Bolonia, una empresa dedicada al cultivo ecológico del olivar y el viñedo que comercializa aceites de gran calidad.

Viñedos de la Hacienda Bolonia. Que ver en Montilla

Ya en la mesa, te esperan platos como las gachas de mosto, el salmorejo, las habas con berenjenas y el siempre apetecible flamenquín. Delicias de la cocina montillana que podrás conocer yendo de tapeo por los bares de la plaza de la Rosa y en restaurantes donde los sabores de la tierra y el vino son los protagonistas.

Plaza de la Rosa. Montilla

Dos recomendaciones: prueba las originales creaciones de la Bodega Los Arcos -el tartar de atún es una maravilla-, y acércate hasta la Casa-Boutique Lujo Pobre para participar en una didáctica y amena cata maridaje dirigida por May y su marido. Te aseguro que en esta acogedora casona andaluza, que también funciona como hotel, acabarás amontillándote a través de los sentidos.

Lujo Pobre. Que ver en Montilla

Otra de las grandes bazas de la gastronomía local es la repostería. Alfajores, pastelones, tejas, pastel cordobés, roscos de vino Pedro Ximénez… Golosas propuestas que deberías probar en la pastelería Manuel Aguilar, una empresa familiar que lleva endulzando a los cordobeses desde 1886. Mi perdición: sus lenguas de hojaldre rellenas de crema pastelera y cubiertas con azúcar. Un bocado de cielo.

Pasteleria Manuel Aguilar. Montilla

Por cierto, ¿has probado el arrope? Es una reducción del mosto que combina a la perfección con una tostada de pan con aceite.

Probando el sabor del arrope en la Finca Buytron. Montilla

TIP VIAJERO: Siempre es un buen momento para una rubia ligera, una IPA bien fría o una negra con notas de café. Tú decides y el joven equipo de Cervezas Artesanas Capitán las sirven. Nos vas a irte sin probar la cerveza artesanal de Montilla, ¿verdad?

Cervezas artesanas Capitan. Montilla

Finalizo este recorrido por los principales atractivos de Montilla recomendándote dos actividades. La primera de ellas, créeme, es una experiencia única: volar en globo al amanecer para contemplar lo hermosa que luce la ciudad a vista de pájaro y los preciosos paisajes que la abrazan.

Vuelo en globo. Montilla

La segunda, subirte a un bici y completar la Ruta de las Fuentes Históricas. Un itinerario circular de algo más de 11 km que, entre viñedos y olivares, enlaza ocho fuentes del término municipal. Entre ellas, la Fuente Nueva, obra de Hernán Ruiz, uno de los arquitectos más importantes del siglo XVI. Su punto de partida: el mirador de la Escuchuela.

Ruta de las Fuentes Historicas. Que ver en Montilla

Paisajes teñidos por la viña y el olivar, espíritu andaluz, bodegas con solera, historia, cultura, sabores de la tierra… ¿No crees que son motivos suficientes para planificar una escapada a Montilla? La campiña cordobesa te espera. No la defraudes.

Nota: Todas estas experiencias forman parte del blogtrip #Amontíllate organizado por el Ayuntamiento de Montilla.

Los mejores planes para combatir el síndrome postvacacional

Los mejores planes para combatir el síndrome postvacacional

¿Apatía?, ¿cansancio?, ¿tristeza?, ¿malestar general?… Si has contestado que sí, lamento comunicarte que formas parte de ese tercio de españoles que al reincorporarse al trabajo sufre el llamado síndrome postvacacional. Como antídoto, los expertos aconsejan adelantar la vuelta de las vacaciones, levantarse pronto unos días antes de empezar a trabajar, hacer deporte, comer sano, dormir ocho horas… Dicen que esta fórmula funciona, pero, si quieres asegurarte, añádele el ingrediente definitivo para una vuelta al cole más dulce y menos ingrata: un buen plan que dé vida a las grises páginas del calendario. La mejor forma de dar esquinazo a la rutina de un otoño que está a la vuelta de la esquina.

Planes contra el sindrome postvacacional

Que te hayas quedado sin blanca tras el dispendio estival no es excusa. Las propuestas que te lanzo son en territorio nacional y no suponen un gran desembolso. Además, si estás leyendo estas líneas te gusta viajar tanto como a mí, ¿no?

Escapadas y planes contra el síndrome postvacacional

Si buscas aventura:

Vía ferrata de Priego (Cuenca)
Pon a prueba tu espíritu más aventurero recorriendo la vía ferrata de Priego. Además de liberar adrenalina, podrás contemplar a vista de pájaro la belleza natural del Estrecho de Priego, una profunda hoz moldeada por el caudal del río Escabas antes de fundir sus aguas con el Guadiela. No hay excusa que valga ya que está diseñada para todo tipo de públicos, no hace falta tener experiencia previa y se puede explorar por libre.

Via ferrata de Priego. Planes contra el síndrome postvacacional

Caminito del Rey (provincia de Málaga)
No es un simple paseo por el monte. Enfrentarte a la que en su día fue la pasarela más peligrosa del mundo es una experiencia inolvidable. Y es que el Caminito del Rey recorre un entorno único, el paraje natural del Desfiladero de los Gaitanes. Un puente colgante a 105 metros de altura, pasarelas que discurren entre escarpadas paredes, grandes embalses… El recorrido es de aproximadamente 8 km y deberás calcular entre 3 y horas para realizarlo. Está abierto todos los días del año de martes a domingo (del 25 de octubre al 27 de marzo de 10 a 14h).

El Caminito del Rey. Planes contra el síndrome postvacacional

Si te apasiona el turismo gastronómico:

Fiesta de la Vendimia de Rioja Alavesa (17 de septiembre. Yécora, Álava)
La XXIV edición de la Fiesta de la Vendimia de Rioja Alavesa se celebrará este año en la localidad de Yécora. El programa de la jornada incluye el pisado de la uva y cata del primer mosto, un torneo de aizkolaris, comida popular, actuaciones de grupos de danzas, pasacalles, juegos infantiles y muestras de productos artesanos. Una multitudinaria celebración en la que el vino es el protagonista absoluto y que nos acerca al encanto de los municipios rurales del sur de Álava.

Fiesta del Marisco de O Grove. Pontevedra

Festa do Marisco (10-15 de octubre. O Grove, Pontevedra)
Ostras, nécoras, centollos, cigalas, vieiras, percebes, pulpo, mejillones… Si te gusta el marisco, no puedes perderte este evento gastronómico -declarado Fiesta de Interés Turístico Nacional- que desde 1963 se celebra en O Grove fusionando los pilares de este pueblo costero: el turismo y la pesca. Delicias del mar a precios populares en el conocido como Paraíso do Marisco que se degustan acompañadas de los mejores vinos de la denominación de origen Rías Baixas. Cinco días de fiesta en los que no faltan muestras de cocina en vivo, música, exposiciones, concursos y bailes típicos. Para bajar la comida nada mejor que un paseo por la playa de A Lanzada al atardecer.

Si te mueve la cultura:

World Press Photo 2017 (29 de septiembre-1 de noviembre. LASEDE COAM. Madrid) “Imágenes impactantes que muestran la realidad desde el mismo lugar en que sucede, que mueven conciencias e incluso han cambiado en muchas ocasiones la opinión pública». Es lo que verás si visitas la exposición itinerante World Press Photo, el certamen de fotoperiodismo internacional más importante del mundo que por octavo año consecutivo llega a Madrid. ¿Más planes en la capital? Conoce a fondo los barrios de Malasaña y Chueca, experimenta qué se siente al volar en el túnel de viento de Windobona Indoor Skydiving Madrid o juega a descifrar su skyline a bordo del Teleférico.

World Press Photo 2017. Planes contra el sindrome postvacacional

Después del fin del mundo (A partir del 25 de octubre. CCCB. Barcelona)
Cineastas, novelistas, dramaturgos, arquitectos, diseñadores y científicos se dan cita en Después del fin del mundo, una muestra que nos invita a reflexionar sobre la intervención del hombre en el planeta, el cambio climático y los distintos mundos que podemos forjar en función de las decisiones que tomemos en los próximos años. La premisa: si los objetivos del Acuerdo de París nunca se cumplen, las consecuencias serán dramáticas. Deforestación, derretimiento de los polos, desertización, extinción de especies animales, subida del nivel del mar, escasez de alimentos… Tras ver esta exposición, puedes completar tu visita a Barcelona con un recorrido por el Barrio Gótico, un paseo por sus playas, subiendo a las terrazas de la basílica de Santa María del Mar para disfrutar de una vistas espectaculares de la Ciudad Condal y, cómo no, acercándote al corazón de la ciudad: La Rambla.

Si lo tuyo es la música: festivales otoñales

La agenda de festivales no acaba cuando guardas el bañador y bajan las temperaturas. Para muestra, tres botones musicales que nos llevan a Andalucía, Euskadi y Aragón.

FIZ Festival (30 de septiembre. Zaragoza capital)
El Festival Independiente de Zaragoza regresará al auditorio de la capital aragonesa con un atractivo cartel: Sidonie, Amaral, La Casa Azul, Morcheeba… Si aprovechas esta escapada musical para descubrir la ciudad de la mano de un greeter y te tomas unas tapas en zonas como La Magdalena, San Miguel o El Tubo, tendrás un fin de semana de lo más completo.

Festivales de otoño. Planes contra el sindrome postvacacional

Sierrasur Ecofestival (6 y 7 de octubre. Zahara de la Sierra, Cádiz)
Celtas Cortos, Fuel Fandango y Mario López son algunos de los artistas que actuarán en la segunda edición de este festival que combina buena música, naturaleza, talleres y food trucks. Una magnífica excusa para descubrir el encanto de Zahara de la Sierra, un precioso pueblo blanco situado en plena Sierra de Grazalema.

BIME Live (27 y 29 de octubre. Barakaldo, Vizcaya)
Otro año más el BEC! de Barakaldo acogerá uno de los grandes festivales europeos de otoño, el BIME Live. Por aquí pasarán bandas como The Prodigy, Bill Callahan, Einstürzende Neubauten o Ride, y grandes dj’s que harán que la música electrónica sea la banda sonora de sus eternas madrugadas. ¿Y durante el día? Visita esta renovada ciudad situada en la margen izquierda del Nervión y prueba su gastronomía. Cocina vasca de plato y mantel o pintxos. Tú decides.

Museo Guggenheim Bilbao, un sueño de titanio con alma de cultura

Museo Guggenheim Bilbao, un sueño de titanio con alma de cultura

Cuando el Museo Guggenheim de Bilbao abrió sus puertas, en 1997, pocos podían imaginar lo que iba a suponer para la capital de Vizcaya. Este hito de la arquitectura del siglo XX, ideado por el arquitecto estadounidense Frank Gehry, propició, cual ave fénix, que aquella ciudad gris y contaminada se convirtiera en lo que es hoy: un atractivo foco para el turismo a escala mundial.

Museo Guggenheim Bilbao

Si, como afirma el propio Gehry, «los edificios tienen una identidad en la Historia», la del Guggenheim en Bilbao es innegable. Y es que ante la crisis del sector industrial de los ochenta, las administraciones vascas apostaron por transformar Bilbao en una ciudad de servicios impulsando este proyecto cultural que inició la gran renovación del Botxo y que devolvió a los bilbaínos las márgenes de la ría del Nervión.

Bilbao desde el monte Artxanda

Este año el museo, pieza clave en la escena artística internacional, celebra su XX aniversario viendo como la afluencia de visitantes no deja de crecer. ¿Las claves de su éxito? Su innovador diseño, la calidad de las exposiciones y las interesantes actividades multidisciplinares que se desarrollan a lo largo del año. Grandes bazas a las que yo añadiría una más: la experiencia vital que supone navegar entre obras de arte que se ubican en un espacio único que juega con diferentes formas y volúmenes.

Un juego en el que se nos invita a participar tomando como punto de partida la curiosidad intelectual de cada uno. Sin un itinerario preestablecido y con total libertad de movimientos para que cada visitante viva su experiencia de una forma muy personal. Emocionándose ante su colosal arquitectura, admirando el arte que en él se exhibe, buscando el mejor ángulo para inmortalizarlo…

La experiencia Guggenheim Bilbao desde el exterior

Desde la ría, el Museo Guggenheim de Bilbao parece un barco atracado junto al puente de La Salve. Un enorme navío, rodeado de paseos y plazas que nos permiten descubrir su potente fisonomía desde distintas perspectivas. Las 33.000 planchas de titanio que lo cubren y que cambian de color en función de la hora del día y las condiciones meteorológicas, el remate de la piedra caliza, el gran lucernario en forma de flor metálica… Su audaz diseño no deja indiferente a nadie porque cuando te plantas ante él, inevitablemente, algo se mueve en tu interior.

Museo Guggenheim Bilbao, el gran emblema de la ciudad

Recorriendo su perímetro descubrimos las primeras obras de arte. El gran árbol y el ojo de Anish Kapoor que nos habla del carácter efímero de nuestro mundo a través de sus esferas; Mamá, una araña gigantesca con la que Louise Bourgeois quiso plasmar el carácter de guarida y jaula que implica la maternidad; y las optimistas y descomunales obras de Jeff Koons: Tulipanes, un ramo de flores en el que el acero da forma a globos de colores, y Puppy, el perro más famoso e imponente de Bilbao que desde 1992 hace guardia a las puertas del museo.

El gran arbol y el ojo. Museo Guggenheim Bilbao

Puppy y Mama. Museo Guggenheim Bilbao

Tulipanes. Guggenheim Bilbao

La experiencia Guggenheim Bilbao en su interior

24.000 m² de superficie -11.000 de ellos destinados a exposiciones-, cortinas de vidrio que conectan grandes volúmenes, espacios de diferentes escalas que suponen un reto para los artistas, paredes curvas sin ningún ángulo recto… Si el continente levanta pasiones, el complejo contenido arquitectónico del Museo Guggenheim de Bilbao no se queda atrás.

Interior del Museo Guggenheim de Bilbao

Interior del Museo Guggenheim Bilbao

Basta con situarse en el centro del atrio y alzar la mirada para ser consciente de ello. Estamos en el corazón del museo, un espacio diáfano que bombea los visitantes hacia las galerías que se distribuyen a su alrededor. En tres niveles que a su vez están conectados por pasarelas curvilíneas, ascensores de cristal y escaleras.

Museo Guggenheim Bilbao

Exposicion. Museo Guggenheim de Bilbao

Puente de La Salve desde el Museo Guggenheim de Bilbao

El atrio también funciona como área expositiva y acoge algunas obras de su colección permanente como la Instalación para Bilbao de Jenny Holzer; una composición formada por columnas de leds cuyos aforismos evocan temas universales como la frágil frontera que separa lo público de lo privado, y el conjunto escultórico de Richard Serra La materia del tiempo.

Museo Guggenheim de Bilbao

Esta última fue, sin duda, la obra que más me impresionó. Una elipse doble, una espiral, sinuosas torsiones… Ocho esculturas de acero que puedes rodear o formar parte de ellas adentrándote en su interior a través de estrechos pasadizos, y que encuentran cobijo en una enorme galería libre de columnas. Tras hacerla un poco tuya, dejándote envolver por la sensación de movimiento que emana, contémplala al completo desde el mirador de la segunda planta. Sencillamente es una imagen espectacular.

La materia del tiempo. Museo Guggenheim Bilbao

El resto de la colección propia, que cronológicamente arranca en la segunda mitad del siglo XX, nos muestra destacados iconos de la modernidad firmados por artistas como Mark Rothko, Yves Klein, Clyfford Still, Eduardo Chillida y Andy Warhol, entre otros.

Sala del Museo Guggenheim Bilbao

Por su parte, la calidad de las exposiciones temporales del Guggenheim de Bilbao hace que sean de las más visitadas del mundo. Como la actual Paris, fin de siècle: Signac, Redon, Toulouse- Lautrec y sus contemporáneos que nos acerca al universo de los neoimpresionistas y simbolistas.

Algunas curiosidades del Museo Guggenheim de Bilbao

  • ¿Sabías que el titanio no fue la primera opción que barajó Gehry? Así es. Primero lo intentó con acero inoxidable pero las maquetas parecían muertas en los días nublados. Tras la frustración, la casualidad quiso que encontrara un pequeño trozo de titanio en su taller que clavó en un poste fuera de su oficina. Ese día llovió y al ver cómo adoptaba un precioso tono dorado lo tuvo claro: la piel del Guggenheim sería de titanio.
  • Para facilitar la construcción de las formas curvilíneas, se recurrió a un avanzado software que ya se había probado en la industria aeroespacial.

Museo Guggenheim de Bilbao

  • Su primer visitante fue Antonio Ligero, un profesor de música que llegó tres horas antes de su apertura por confundirse de hora.
  • Algunas obras de grandes dimensiones se transportan por vía marítima y otras llegan al museo por la noche porque su formato hace necesario desmontar los semáforos.
  • Según la revista Widewalls, la del Guggenheim Bilbao es una de las 10 mejores tiendas de museos del mundo.
  • Puppy, el West Highland terrier gigante de 15 toneladas de peso, está cubierto por más de 60.000 plantas en flor que se conservan vivas gracias a un sistema de irrigación permanente.

Sorprendente, magnífico, íntimo, impactante… Así es el Guggenheim Bilbao, una experiencia museística única que nos acerca a la cultura plástica; que conmueve al más impasible, que convence al más escéptico. El germen de las grandes actuaciones urbanísticas y arquitectónicas que configuran el Bilbao del siglo XXI.

Información para visitar el Museo Guggenheim Bilbao

Dirección: Avenida Abandoibarra, 2

Horario: De martes a domingo de 10 a 20h. Lunes cerrado excepto el 2 de enero, 10 y 17 de abril, 1 de mayo, todos los lunes de julio y agosto, 4 y 11 de septiembre y 4 de diciembre de 2017. La taquilla cierra media hora antes del cierre del museo.

Precio de la entrada: Adultos 16€, jubilados 9€, estudiantes menores de 26 años 9€, niños gratis. Recuerda que las tarifas pueden variar en función de la exposiciones. Durante los cambios y debido al cierre de salas, se aplican tarifas reducidas. El precio de la entrada incluye audioguía.

Venta de entradas: Puedes comprar la entrada en las taquillas o en la web del museo.

El museo cuenta con Zero Espazioa -una sala de orientación al visitante con todas las claves para aprovechar al máximo la visita-, dos restaurantes, cafetería y tienda-librería.

El Guggenheim Bilbao está adaptado para personas con movilidad reducida. También ofrece visitas guiadas en lengua de signos, para personas con discapacidad intelectual y visitas táctiles para personas ciegas.

No se permite la entrada con bultos grandes (paraguas, mochilas, etc.). Se deben dejar en el guardarropa.

Dada la temperatura del museo es conveniente llevar una prenda de abrigo en los meses de verano.

Las terrazas de Santa María del Mar y sus espectaculares vistas de Barcelona

Las terrazas de Santa María del Mar y sus espectaculares vistas de Barcelona

¿Sabías que se puede subir a las terrazas de Santa María del Mar y disfrutar de unas magníficas vistas de Barcelona? Así es y puedo asegurarte que la visita guiada, además de didáctica, es un lujo para los sentidos. Si ya desde pequeña he sentido fascinación por esta basílica, imagina lo que supuso recorrer sus entrañas hasta alcanzar sus tejados donde me esperaba Barcelona, mi ciudad, como nunca antes la había contemplado.

Barcelona desde las terrazas de Santa Maria del Mar

La Basílica de Santa María del Mar, joya del gótico catalán

Este templo, encajado en las callejuelas del barrio de la Ribera, es la única iglesia de estilo gótico catalán puro. La primera piedra se colocó en 1329 y tan solo 55 años más tarde, algo asombroso para la época, el escudo de la ciudad remataba la última clave de bóveda. Solo por ello ya es excepcional como lo es la historia que encierra sus muros, todo un símbolo del esfuerzo que llevaron a cabo unas gentes humildes que querían tener su propia «catedral».

Basilica de Santa Maria del Mar

Y así fue. Los comerciantes y nobles de la época aportaron la mayoría del dinero y el rey Pere III permitió utilizar la cantera de Montjuïc para construirla, sí, pero fueron los vecinos del barrio, los pescadores y, sobre todo, los estibadores (bastaixos) quienes la hicieron posible. Cargando sobre sus espaldas una a una las pesadas piedras desde la playa, mal alimentados y en eternas jornadas de sol a sol. De ahí que para los barceloneses siempre haya sido la catedral de pueblo. De ahí que el sacrificio de aquellos hombres, cuya capilla desapareció al levantar la nueva sacristía, se recuerde con dos figuras de bronce que presiden la puerta principal de la basílica. Para que nadie olvide, por muchos siglos que pasen, que nació a base de devoción, sudor y cicatrices.

Su fachada, sobria y sencilla como los moradores de la Ribera del siglo XIV, da paso a un sobrecogedor interior en la que la mirada se pierde saltando entre esbeltas columnas y vitrales por los que se cuela la luz del Mediterráneo. El resultado, un espacio amplio y parco en ornamentos que nos permite admirar toda su grandeza nada más cruzar su portalón.

Santa Maria del Mar

Organo de Santa Maria del Mar

Visita a las terrazas de Santa María del Mar: la basílica y Barcelona desde una nueva perspectiva

La majestuosidad de esta basílica se hace aún más patente cuando, tras recorrer el primer tramo de la escalera de caracol de una de sus torres, llegas a las tribunas.

Escalera de caracol. Terrazas de Santa Maria del Mar

En esta primera parada de la visita se puede ver la parte trasera del altar, las naves laterales, admirar de cerca las columnas octogonales y las pinturas murales que se han ido recuperando de esta obra dirigida por Berenguer de Montagut y Ramon Despuig.

Columnas de Santa Maria del Mar

Basílica de Santa Maria del Mar desde las tribunas

Todo ello con la mejor banda sonora posible, la voz de un guía que repasa su pasado y su presente salpicando su relato con curiosidades como que en uno de los vitrales de Santa María del Mar hay un escudo del FC Barcelona. Se colocó a finales de los 60, cuando se decidió restaurar las vidrieras, que, como el resto del templo, resultaron muy dañadas en el incendio que asoló la basílica en julio de 1936. 11 días ardiendo a principios de la Guerra Civil en los que se perdió el altar barroco y todas las imágenes y archivos.

Vidrieras de Santa Maria del Mar

Nave central de Santa Maria del Mar

Pero este no fue el único episodio trágico de su historia. En la primera de las terrazas descubrimos que en el siglo XV la basílica sufrió un terremoto que provocó que se desplomara el gran rosetón que presidía su fachada. Una imagen desoladora, ya que fallecieron veinte personas, que contrasta con el bullicio que reina a ras del suelo; con la calle Argenteria y la Plaça de Santa Maria a rebosar de turistas y barceloneses ajenos a nuestra presencia.

Terraza de Santa Maria del Mar

Roseton. Terrazas de Santa Maria del Mar

Tras superar el último de los 120 escalones llega la ansiada recompensa: el skyline de Barcelona. Una seductora panorámica de 360º desde un lugar no menos fascinante: los tejados de Santa María. Desde aquí podemos identificar la originalidad de la arquitectura gótica catalana, las huellas que dejó el incendio, las partes originales y restauradas, los tubos de ventilación del templo, las campanas… Detalles y más detalles de la evolución histórica de este templo que quedan inevitablemente eclipsados frente a las increíbles vistas que nos regala.

Los tejados de Santa Maria del Mar y Barcelona de fondo

Barcelona desde las terrazas de Santa Maria del Mar

Montjuïc y el mar desde las terrazas de Santa Maria del Mar

¿Qué siente una barcelonesa al contemplar su ciudad de esta singular atalaya? Una impactante mezcla de emoción y admiración al ver cómo, entre la maraña de tejados, antenas y ropas tendidas del sol, despuntan los grandes iconos de la Ciudad Condal: la vecina Catedral, el Fossar de les Moreres, la Sagrada Familia, Montjuïc, el Tibidabo, la Torre Mapfre, el Hotel Arts, su litoral… El mar, las montañas y yo, afortunada espectadora, en el centro.

Barcelona desde las terrazas de Santa Maria del Mar

Sagrada Familia vista desde las terrazas de Santa Maria del Mar

Litoral de Barcelona desde las terrazas de Santa Maria del Mar

Terraza de Santa Maria del Mar. Barcelona

El final del recorrido se acerca y vuelvo a recorrer con la mirada el reconocible escenario que me rodea. No es un adiós sino un hasta pronto porque estoy deseando volver para realizar esta visita al atardecer, cuando la basílica cierra sus puertas, y ver la puesta de sol desde el cielo de Santa María.

Terrazas de Santa Maria del Mar. Barcelona

Las terrazas de Santa Maria del Mar

Esta idea ronda mi cabeza al descender hasta la cripta, levantada sobre una necrópolis romana, en la que se proyecta un audiovisual que profundiza en los secretos de un templo único que Ildefonso Falcones inmortalizó en su best seller La Catedral del Mar.

Cripta de Santa Maria del Mar

Así es la visita a las terrazas de Santa María del Mar. Un interesante y ameno viaje en el tiempo que discurre en uno de los edificios más emblemáticos del gótico catalán con la historia de Barcelona como telón de fondo. Mi ciudad. La que me vio crecer en sus playas, ir de compras a La Boquería, recorrer mil veces La Rambla y la que ocultó mis amores de juventud en las calles del Gótico. Mi casa, ahora y siempre.

Portal del Born. Santa Maria del Mar. Barcelona

Fossar de les Moreres. Barcelona

Una última recomendación: callejea sin prisas por los alrededores y adéntrate en El Born, un concurrido barrio de ambiente bohemio que se renueva constantemente. Aquí encontrarás numerosos bares y restaurantes que comparten acera con galerías de arte, museos y tiendas de productos artesanales.

Passeig del Born. Barcelona

El Born Centro Cultural y de la Memoria. Barcelona

TERRAZAS DE SANTA MARÍA DEL MAR: HORARIOS, PRECIOS Y TIPOS DE VISITAS GUIADAS

Dirección: Plaza de Santa María, 1.
Cómo llegar: Metro: L4, parada Jaume I. Bus: 17, 19, 40 y 45.
Puntos de venta: En el mostrador que encontrarás en el interior de la basílica (capilla derecha de la entrada principal) y en la web de Visit Barcelona.
A tener en cuenta: Visita no adaptada. No recomendado para personas con movilidad reducida y problemas respiratorios. Llevar calzado cómodo. En caso de lluvia no se realiza la actividad. Entrada gratuita para los menores de 8 años acompañados. Gracias a los ingresos de las visitas guiadas se llevan a cabo importantes tareas de rehabilitación y mantenimiento de la basílica.

Visitas diurnas a las terrazas de Santa María del Mar

Visita de 55 minutos (10€): Recorrido por las terrazas, visita a las tribunas y entrada a la cripta. Díptico informativo sobre la Basílica de Santa María del Mar.

Visita de 45 minutos (8€): Recorrido por los tejados, acceso libre a las tribunas y entrada a la cripta. Díptico informativo.

Visita guiada a las terrazas de Santa Maria del Mar. Barcelona

Horarios de las visitas diurnas:

De lunes a viernes: 12:00h (CAT/CAST). 13:15h (CAST/ENG). 14:00h (ENG). 15:00h (ENG). 16:00h (CAT/CAST). 17:15h (CAST/ENG).

Sábados: 12:00h (CAT/CAST). 13:15h (CAST/ENG). 14:00h (ENG). 15:00h (ENG). 16:00h (CAT/CAST). 17:15h (CAST/ENG).

Domingos y festivos: 12:00h (CAT/CAST). 13:15h (CAST/ENG). 14:00h (ENG).15:00h (ENG) . 16:00h (CAT/CAST). 17:15h (CAST/ENG).

Visita al atardecer a las terrazas de Santa María del Mar

Horarios: Viernes y sábados a las 21:00h. Máximo 25 personas por grupo.
Duración: 1h 45min.
Calendario: Del 18 de junio al 17 de septiembre.
Precio entrada: 17,50€. Entrada gratuita para menores de 12 años.

El bosque de Jozani, refugio de los monos colobos rojos de Zanzíbar

El bosque de Jozani, refugio de los monos colobos rojos de Zanzíbar

El bosque de Jozani es el único lugar del mundo en el que habita el mono colobo rojo, una especie en serio riesgo de extinción. Ver a este extraño primate en su hábitat natural basta para justificar la visita al también único parque nacional de Zanzíbar. ¿Más motivos? Es el último reducto de bosque tropical que queda en la isla y supone una buena alternativa a las playas paradisíacas que jalonan su litoral.

Entrada al bosque de Jozani. Que ver en Zanzibar

Hubo un tiempo en que prácticamente toda la isla estaba cubierta de un vasto manto tropical pero debido a la deforestación, enfocada a convertir el terreno en campos para la agricultura, solo queda esta zona de 2.512 hectáreas situada en el centro del Jozani-Chwaka Bay National Park. A pesar de ello, la biodiversidad del bosque de Jozani es muy interesante y hoy por hoy es una de las excursiones más demandas por los turistas que viajan a Zanzíbar.

Bosque de Jozani. Zanzibar

Excursión por el bosque de Jozani

Este espacio de gran valor ecológico se extiende desde el interior hasta el litoral y fue declarado reserva nacional en 1960 para protegerlo de la tala indiscriminada de árboles que estaba llevando a cabo la población local. Gracias al esfuerzo de los conservacionistas y al apoyo de las autoridades, se ha conseguido preservar este importante refugio para la flora y fauna autóctona.

Un punto a favor es que se trata de una visita guiada, ya que de otro modo, a no ser que seas un experto en botánica y ecosistemas propios de climas tropicales, te limitarías a dar un paseo por el bosque sin conocer de la mano de un experto las características de las especies que alberga.

Flora del bosque de Jozani. Zanzibar

Mi guía, que se defendía bastante bien en español, fue quien me enseñó a distinguir los diferentes tipos de árboles y plantas que nos íbamos encontrando mientras recorríamos los senderos del bosque: enormes caobas rojas, palmeras de aceite y de rafia, esbeltos sicomoros, helechos…

Visita guiada al bosque de Jozani. Que visitar en Zanzibar

A medida que nos acercamos a la costa, pude comprobar cómo el frondoso bosque va desapareciendo para dejar paso a los manglares. Para recorrer este hábitat de transición entre el medio acuático y el terrestre propenso a las inundaciones, el parque cuenta con una red de pasarelas de madera.

Manglares en el bosque de Jozani. Zanzibar

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Paseando entre manglares. Bosque de Jozani. Zanzibar

Respecto a la fauna de Jozani, destacan sus más de 40 especies de aves que sobrevuelan este bonito tapiz verde poblado de ardillas, serpientes, camaleones, geckos y, cómo no, de colobos rojos, los habitantes más famosos de esta reserva natural.

Los monos colobos rojos, uno de los símbolos de Zanzíbar

Sin duda, el momento álgido de esta excursión es cuando por fin ves a los colobos rojos holgazaneando o acicalándose en las ramas de los árboles. Se calcula que en la actualidad hay alrededor de 2.300 ejemplares, la mayoría de ellos concentrados en el bosque de Jozani. Antes la población era mucho mayor pero durante décadas fueron eliminados ya que destruían los cultivos de la isla.

Colobo rojo en el bosque de Jozani. Zanzibar

Colobo rojo. Bosque de Jozani. Zanzibar

Colobo rojo. Bosque de Jozani, Zanzibar

Los rasgos característicos de esta subespecie (Piliocolobus kirkii) son su corona de pelo blanco, las marcas rosas de nariz y labios, su larga cola que usa únicamente para mantener el equilibrio, y su pelaje que varía entre entre el rojo y el negro. A diferencia de otros primates, los colobos no tienen pulgares oponibles. Para solventar esta carencia, sus cuatro dedos restantes se alinean en forma de gancho lo que les permite trepar a las ramas sin dificultad. Además de ser muy sociales -viven en grandes grupos de hasta 50 miembros-, otra peculiaridad de estos monos es que no pueden comer fruta madura ya que su estómago no digiere los azúcares. Su alimentación se limita a hojas frescas, flores, brotes, semillas y frutas verdes.

Mono colobo rojo. Bosque de Jozani. Zanzibar

Mono colobo rojo. Bosque de Jozani

Fotografiarlos es una auténtica delicia porque son muy confiados y apenas se inmutan con tu presencia. Solo el asfixiante calor y la humedad que abaten a cualquiera acortó mi visita. De otro modo, hubiera perdido la noción del tiempo observando cómo se comportan en el último rincón del planeta que les queda.

Además de los colobos rojos también podrás ver monos azules. Eso sí, no preguntes por el leopardo de Zanzíbar. Hace años que nadie lo ve y se teme que este felino se haya extinguido.

En busca del colobo rojo. Bosque de Jozani

La excursión al bosque de Jozani dura aproximadamente 2 horas por lo que puedes aprovechar el resto del día para visitar Stone Town -el barrio antiguo de la capital- o para navegar en un dhow por la espectacular bahía de Menai, una reserva marina situada en el suroeste de Zanzíbar. Como ves, el turismo en Zanzíbar no se limita a sus extensas playas de arena fina.

Información práctica para visitar el bosque de Jozani

Cómo llegar al bosque de Jozani: El bosque se encuentra a 35 km al sureste de Stone Town en la carretera a Paje. Se puede llegar con los autobuses nº 309 y 310 (dalla-dalla), en taxi o en un tour organizado.

Horario: De 7:30 a 17h.

Precio de la entrada con guía: Adultos: 10$. Menores de 12 años: 5$.

Recepcion. Bosque de Jozani. Zanzibar

El mejor momento para ver a los colobos rojos es a primera hora de la mañana o a última de la tarde.

Por tu seguridad y por la de los monos, no es conveniente acercarse a una distancia inferior a 3 metros. Así no solo evitarás el posible riesgo de mordeduras, también que ellos puedan contagiarse de una enfermedad humana que podría afectar a su ya reducida población.

Viste con pantalón y camiseta de manga larga y no olvides el repelente de mosquitos si no quieres que te acribillen.

Aunque hay una pequeña cafetería, lleva agua para hidratarte porque hay mucha humedad y suele hacer mucho calor.

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Más excursiones que puedes hacer en Zanzíbar

¿Cuáles son las mejores excursiones y actividades que puedes hacer en Zanzíbar con un guía que habla español? Toma nota:

Parasailing en Zanzíbar: si tienes sed de aventura, este es tu plan ideal. Harás parasailing sobrevolando el Índico, nadarás en aguas turquesas y te relajarás en la playa de Kendwa. La edad mínima para realizar esta actividad es de 18 años.

Excursión a la isla de la Prisión y playa Nakupenda: snorkel entre arrecifes de coral, tortugas gigantes, comida y bebida en una de las excursiones que sí o sí tienes que hacer desde Stone Town.

Excursión a la isla Kwale: arena blanca, aguas cristalinas, arrecifes de coral y una laguna de manglares. Explora los encantos de la isla Kwale con esta excursión inolvidable.

Visita guiada por Stone Town: conoce los rincones más emblemáticos de la seductora Stone Town, la ciudad de piedra Patrimonio de la Humanidad.

Qué ver en Stone Town, en busca del alma de Zanzíbar

Qué ver en Stone Town, en busca del alma de Zanzíbar

Si vas a viajar a Zanzíbar, no cometas el error de pasar por alto el barrio antiguo de su capital, Stone Town. Un seductor laberinto de callejuelas, declarado Patrimonio de la Humanidad, en el que perderse es un agradable castigo y que te permitirá descubrir el auténtico rostro de uno de los destinos turísticos más famosos del Índico africano. Como orientación, aquí te lanzo unas sugerencias sobre qué ver en Stone Town.

Puerta de madera. Que ver en Stone Town. Zanzibar

Qué ver en Stone Town

Cuando llegué a Stone Town, diluviaba. Ya había hundido mis pies en el barro en una de las plantaciones de especias de la isla; también en el bosque de de Jozani y, por supuesto, en las aguas turquesas del océano en una excursión memorable. Esta vez la tormenta tropical se cernía sobre la ciudad de piedra mientras yo empezaba a recorrer sus calles.

Stone Town. Zanzibar

Sabía que tenía mucho que ver en Stone Town, pero ahora era el momento de sentir. Así que caminé sin rumbo, dejando que la propia ciudad me mostrase su rica mezcla cultural. Pronto me di cuenta de que en el aire húmedo de Stone Town flotan los fantasmas de cuantos quisieron conquistar esta isla. Notas de la antigua Persia, herencias de los sultanes de Omán, intensos aromas de la India… Y es que por esta encrucijada del Índico pasaron pueblos bantúes, persas, árabes, indios, portugueses y británicos, cuyo legado se hace presente en muchos rincones.

Calle de Stone Town. Zanzibar

¿Mi objetivo? Acercarme al alma de Zanzíbar y descubrir cómo es la vida más allá de de los hoteles de lujo y las playas paradisíacas. En definitiva, salir del edén terrenal por unas horas para tratar de desentrañar los enigmas del corazón del archipiélago.

Baños persas Hamamni. Stone Town. Zanzibar

Pude comprobarlo deambulando por esta especie de medina en la que orientarse no es tarea fácil si pierdes la referencia del mar. Esquivando motos, bicis y a los insistentes papasi -guías no oficiales que te asaltan para que contrates sus servicios. Saltando de la sonrisa de los escolares a las incisivas miradas que me lanzaban las mujeres que caminan envueltas en vaporosas túnicas negras. No olvides que estás en una sociedad musulmana conservadora, creí leer en sus ojos.

Stone Town. Zanzibar

Edificios coloniales, catedrales, palacios, baños persas, mezquitas… Las diferentes capas de la historia de Zanzíbar desfilaron ante mí entre viejas casas de piedra coralina y cal azotadas por la erosión. Muchas de ellas desconchadas, ancladas en el tiempo, esperando un aciago futuro si nadie se ocupa de ellas.

Stone Town. Zanzibar

El esplendor de su pasado y el lamentable estado de conservación de buena parte de su presente. Una más de las complejidades de Stone Town, la patria de Freddy Mercury y el puerto que vio partir a exploradores como Livingstone o Speke.

Vendedor. Stone Town. Zanzibar

Hay mucho que ver en la capital de Zanzíbar, el epicentro de un paraíso que vivió tiempos de gloria comerciando con marfil y especias, y que en el siglo XIX se convirtió en el principal centro de tráfico de esclavos de África bajo el poder omaní. Stone Town, una vibrante ciudad donde la vida lleva su propio ritmo. El lugar donde todos los problemas se solucionan con una expresión: Hakuna Matata.

Callejeando por Stone Town

Pero eso sí, antes de entrar en materia, permíteme recordarte la importancia de contratar un buen seguro de viajes. Yo siempre viajo asegurada con Chapka por sus amplias coberturas internacionales. Para estancias inferiores a 90 días, te recomiendo el Cap Trip Plus. Además, si lo contratas a través de mi web, tienes un 7% de descuento con el código OBJETIVOVIAJAR. Contrata aquí tu seguro de viajes y disfruta de una aventura asegurada.

Aunque lo mejor es dejarse sorprender por este atractivo rompecabezas de culturas y credos, no está de más conocer algunos de los principales puntos de interés de Stone . A continuación tienes todo lo que tienes que ver y hacer en Stone Town.

El mercado de Darajani

Siempre he pensado que la mejor forma de tomarle el pulso a una ciudad es entrar en alguno de sus mercados y eso hice en el de Darajani. Si en el exterior los vendedores de especias y los inevitables pasasi esperan la llegada de los viajeros, en el interior la vida discurre ajena al turismo.

Mercado de Darajani. Que ver en Stone Town

Frutas, verduras, carnes y pescados se ponen a la venta en un bullicioso caos de transacciones. La parte más llamativa es la zona de las pescaderías por la que desfilan grandes piezas de atún y barracudas. Eso sí, por muy frescos que sean los productos, el olor es nauseabundo. Tenlo en cuenta si eres escrupuloso. Y una advertencia más: no hagas ninguna foto sin pedir antes permiso.

Mercado de Darajani. Que ver en Stone Town

CONSEJO VIAJERO → Si lo prefieres, puedes hacer una visita guiada por Stone Town en español para conocer los rincones más emblemáticos de esta ciudad de piedra declarada Patrimonio de la Humanidad.

Las puertas de madera tallada de Stone Town

Enseguida centró mi interés el elemento arquitectónico más famoso de Zanzíbar: las puertas de madera tallada de las casas cuya decoración indica el poder y la posición social del propietario de la vivienda.

Hoy en día se conservan alrededor de 500. Las más antiguas son las árabes, fácilmente identificables ya que tienen un marco cuadrado y muestran relieves con pasajes del Corán.

Puerta de madera. Stone Town

Las más recientes, la mayoría de finales del siglo XIX, incorporan rasgos propios de la India como los remates semicirculares, los motivos florales y grandes piezas de latón que se utilizaban para evitar los embistes de los elefantes.

Puerta de madera. Stone Town. Zanzibar

Qué ver en Stone Town: catedral anglicana y antiguo mercado de esclavos

En la década de 1860 pasaron cada año por el mercado de Zanzíbar entre 10.000 y 50.000 esclavos. En total, hasta que en 1873 un tratado con Gran Bretaña puso fin al comercio de personas en la región, se vendieron cerca de 600.000. La cifra impacta sí, pero el puñetazo en el alma se triplica cuando entras en las celdas del antiguo mercado de esclavos y ves en qué condiciones malvivían hombres, mujeres y niños durante días. En salas muy pequeñas, hacinados, sin apenas ventilación y encadenados.

Celdas del antiguo mercado de esclavos. Que visitar en Stone Town

Es duro pero es algo que, sí o sí, tienes que ver en Stone Town porque estas celdas son el único rastro que queda de esta oscura etapa ya que sobre los cimientos del mercado se construyó la primera catedral anglicana en África oriental.

Catedral anglicana. Que ver en Stone Town

Junto a ella se alza un estremecedor monumento en memoria de los esclavos.

Monumento en homenaje a los esclavos. Stone Town

La Casa de las Maravillas (Beit el-Ajaib)

Otra visita recomendable es la Casa de las Maravillas (Beit el-Ajaib), un elegante edificio construido en 1883 por el sultán Barghash como palacio ceremonial que actualmente es la sede del Museo de Historia y Cultura de Zanzíbar. Como curiosidad, fue el primero en tener electricidad y ascensor en la isla y, según dicen, sus enormes puertas de madera son las más grandes de África oriental.

Casa de las Maravillas. Stone Town. Zanzibar

En su interior recoge una buena muestra de objetos relacionados con la cultura suajili y la historia de Zanzíbar. La pieza más sorprendente es el gran mtepe que hay en la entrada. Un barco tradicional suajili hecho sin clavos cuyos tablones se unían con cuerdas de fibra de coco y clavijas de madera.

Mtepe. Museo Nacional de Historia. Stone Town de Zanzibar

Antiguo fuerte

Junto a la Casa de las Maravillas se encuentra el antiguo fuerte, una imponente construcción que levantaron los omaníes en 1689 para defenderse de los portugueses. En la actualidad sus muros albergan las oficinas del Festival Internacional de Cine de Zanzíbar, un mercado de artesanía local y un teatro al aire libre donde se realizan espectáculos de música y danza.

Antiguo fuerte. Que ver en Stone Town

Qué visitar en Stone Town: jardines de Forodhani

Para rematar la jornada, nada mejor que pasear por los jardines de Forodhani, el lugar donde se reúne todo el mundo para disfrutar del mar, charlar o comer algo en los numerosos puestos ambulantes. Yo no tuve ocasión de ver la puesta de sol por falta de tiempo, pero imagino que tomar un cóctel al atardecer en alguna de las terrazas del paseo marítimo, viendo como el sol se esconde en el mar, debe ser una magnífica forma de despedirse de Stone Town.

Jardines de Forodhani. Que ver en Stone Town
Vista desde los jardines de Forodhani. Stone Town

En 1964 Zanzíbar pasó a ser parte de Tanzania. En 2017, Stone Town ayudó y mucho a incrementar mi pasión por África. Viejas historias de esclavos y negreros, mezquitas, mansiones, mujeres hindúes vestidas con exóticos colores, niños que juegan en las calles, el sutil perfume a canela, clavo y demás especias que han hecho famosa a esta isla, su cornisa marítima… Ahora que ya sabes qué ver en Stone Town sería imperdonable que viajaras a Zanzíbar sin detenerte en el casco viejo de su capital.

Dalla-dalla. Stone Town. Zanzibar

Cómo llegar a Stone Town

🚌 Dalla-dalla: Las principales ciudades de la isla están conectadas por una red de dalla-dallas que son mini buses y camiones que van parando en la mayoría de los pueblos para ir recogiendo gente. Viajar en ellos no suele costar más de 2$ por persona pero siempre van muy llenos y los trayectos pueden ser interminables. Perfectos para viajeros sin prisas.

🛵 🚘 Moto o coche: Aunque es posible alquilar una moto o un coche, además del permiso de conducir internacional se necesita una licencia local. Perfecto para aventureros ya que el estado de las carreteras no es muy bueno, tampoco la señalización, y hay mucho control policial a la espera de “propinas”.

🚖 Taxi: Para viajeros que quieran evitar todo lo anterior. Mucho más rápido y cómodo, y el precio del trayecto se puede negociar siempre. Como referencia, por un traslado desde el norte de la isla a Stone Town te pueden pedir 50$.

💶 Un apunte más: aprovecha tu paso por Stone Town para cambiar moneda (chelines tanzanos) ya que fuera de la capital los cajeros automáticos escasean.

Las mejores excursiones que puedes hacer desde Stone Town

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Zambia, Zimbabue y Zanzíbar: primeras impresiones de mi viaje a África

Zambia, Zimbabue y Zanzíbar: primeras impresiones de mi viaje a África

Seis de la tarde. Estoy en Dar es Salaam, en la terminal internacional del aeropuerto Julius Nyerere y me siento presa. Faltan seis horas para que salga mi vuelo y el mostrador de facturación no abre hasta las ocho. Miro a mi alrededor en busca de agua. No hay. Esta pequeña sala solo da para un puñado de sillas, una desconchada oficina de cambio y un puesto que embala maletas. Sin tarjeta de embarque no puedo pasar el control policial y sin cruzarlo no puedo acceder al único restaurante de la planta de arriba. Enjaulada entre cuatro paredes sin retorno.

La sequedad de mi boca es solo la punta del iceberg. Mi gran viaje toca a su fin y el momento que tanto he tratado de esquivar se revela asestándome un certero puñetazo en el estómago, blandiendo las esposas que me condenan de vuelta a la rutina, a ese Madrid que tanto quiero hasta que dejo de serle fiel. No. Todavía no. La gran aventura aún no ha acabado. No hasta que vea aparecer mi equipaje en la cinta de Barajas. Aquí y ahora sigo siendo una mzungu -persona blanca- que se resiste a olvidar el poco suajili aprendido: jambo, hakuna matata, asante sana, pole pole, simba, tembo

Mercado de Livingstone. Zambia

Chelines tanzanos. Africa

Mi rechazo a la realidad me lleva a abrir el ordenador para seguir viviendo y sintiendo África. Funciona y encuentro en el cajón de las emociones la energía que me falta. ¿Qué tal el viaje?, ¿ha sido tan increíble como imaginabas?, ¿con qué te quedas?… Estas preguntas me esperan a la vuelta de la esquina. ¿Por qué no empezar a responderlas ahora cuando todo sigue a flor de piel? Cuando todavía soy capaz de distinguir los sonidos de la sabana, el sabor de un zumo de baobab, los mil azules del Índico.

South Luangwa National Park. Zambia

Playa de Nungwi. Zanzibar

Dicho y hecho. Empiezo a teclear y al volver a alzar la mirada, los cuatro muros que hasta hace nada me encadenaban son ahora un enorme panel de imágenes que condensan todo lo vivido en el África subsahariana.

Zambia: un safari, una escuela y artesanía contra la barbarie de los furtivos

Total y salvajemente fascinada. Así me he sentido cada uno de los días que he pasado recorriendo el South Luangwa National Park, una de las reservas más importantes del continente africano en la que el hombre sigue estando en franca minoría.

Ver por primera vez un elefante en libertad, navegar por el río Luangwa hasta la puesta de sol, el increíble verdor propio de la temporada de lluvias, esperar a que un leopardo acabe su siesta y trepe a un árbol, sentirme vulnerable cuando un león cruza su mirada con la mía en medio de la oscuridad, desear que un búfalo alcance la orilla para no ser atacado por los cocodrilos, cruzarme con perros salvajes, temer por la supervivencia de una leona herida, recorrer los primeros metros a pie tras la silueta del ranger con la sangre al galope…

Fotografiando elefantes. South Luangwa National Park. Zambia

Rio Luangwa. South Luangwa National Park. Zambia

Leopardo. South Luangwa National Park. Zambia

Si el día transcurre en un baile de continuas sorpresas, al llegar la noche las sensaciones se multiplican y los oídos toman el relevo a una vista cansada de esforzarse. Y allí estoy yo, intentando conciliar el sueño mientras escucho el rugido de un león o cómo pasta un hipopótamo al lado de la tienda. La jornada acaba para mí y el día empieza para ellos. En mi primer safari, en Zambia y de la mano de Norman Carr Safaris, una compañía que cada año copa las principales categorías de los Safari Awards por sus rutas a pie -fueron pioneros- y por su equipo de guías. A mí me tocó el mejor, Lawrence Banda, un hombretón nacido y criado en Mfuwe que adora su trabajo. Él fue quien me abrazó cuando lloré contemplando mi primer atardecer, el que me enseñó a reconocer las huellas de los animales y las señales de alerta, y el que pronunció una frase que adopté como dogma: “En coche ves África, a pie sientes África”. Gracias, Lawrence. Este safari siempre quedará unido a tu eterna sonrisa.

Lawrence Banda. Guia de Norman Carr Safaris. Zambia

Leon. South Luangwa National Park. Zambia

Atardecer en el rio Luangwa. South Luangwa National Park. Zambia

Además de coleccionar imágenes de postal y momentos que me hicieron sentir viva a cada paso, en Zambia también encontré historias dignas de ser contadas. Como el Kapani School Project, una organización sin ánimo de lucro, fundada por el propio Norman Carr, que trabaja para mejorar la educación de los niños de la zona de Mfuwe. Nunca olvidaré la tarde que pasé en el Club de Chicas de la escuela Yosefe, entre jóvenes de 10 a 14 años que desfilaban una a una expresando en voz alta sus esperanzas: “Mi sueño es ser enfermera, quiero ser abogada, de mayor seré profesora”. Cada viernes una voluntaria las reúne proporcionándoles un lugar privado en el que compartir sus experiencias y aspiraciones, haciéndoles ver que hay alternativas a los estereotipos que amenazan a las mujeres de la Zambia rural.

Club de Chicas de la escuela Yosefe. Zambia

Otra amenaza que sufre este territorio son los cazadores furtivos, responsables entre otras muchas barbaries de la desaparición de los rinocerontes y de que el número de elefantes haya pasado de 156.000 a 18.000. ¿Puede un acto tan deleznable convertirse en algo bello? Sí. Lo comprobé visitando el taller de Mulberry Mongoose en el que las mujeres de los alrededores transforman el alambre que usan en las trampas en preciosas piezas de bisutería. Como este collar. Cada vez que lo luzca recordaré que una parte de mi compra se destinó a las patrullas que luchan para proteger la vida salvaje en South Luangwa.

Collar de Mulberry Mongoose. Zambia

También traigo en mi maleta el insípido sabor del nshima -una especie de gachas preparadas con maíz que son la base de la cocina zambiana-, y las horas que pasé en Lusaka y Livingstone conociendo otra realidad mucho menos amable. Infraestructuras en mal estado, precarias condiciones sanitarias, persecución de la homosexualidad, ausencia de igualdad de género… Todo ello en un país ajeno a los conflictos que se viven más allá de sus fronteras, en el conviven sin problemas más de 70 etnias y donde todo discurre sin prisa. Un país que me costó abandonar por todo cuanto me dio.

Nshima. Zambia

Livingstone. Zambia

Zimbabue y las Cataratas Victoria

Siete y media de la mañana. Acabo de aterrizar en Schiphol y tengo por delante otras cuatro horas de escala en el aeropuerto de Ámsterdam. Esta vez sí encuentro a mi alrededor “todo” lo que un viajero puede necesitar: Starbucks, McDonald’s, tiendas de electrónica, hasta un spa exprés y una peluquería. No puedo con tanta globalización, tanta banda sonora de fondo y tantas maletas a la carrera. Todavía no. Sigo en mis trece de no querer despertar de mi sueño africano así que me arrellano en un cómodo asiento, cierro los ojos y…

Estoy sobrevolando en helicóptero las Cataratas Victoria y el Zambezi National Park. Durante los primeros minutos mi oficio me conduce a una nerviosa y frenética coreografía: la Nikon, el móvil, la GoPro… Me faltan manos. Hasta que me impongo un basta. No voy a volver a vivir estos 25 minutos de vuelo así que adiós tecnología. Es entonces cuando soy plenamente consciente del asombroso escenario que discurre bajo mis pies: el río Zambeze se derrumba a lo largo de una enorme grieta que quiebra la tierra dibujando una estremecedora frontera natural entre Zambia y Zimbabue. Mosi-oa-Tunya, el humo que truena que Livingstone descubrió en 1855. Uno de los paisajes más impactantes que he contemplado hasta la fecha.

Vuelo en helicoptero. Cataratas Victoria

Cataratas Victoria

A vista de pájaro me siento como una asombrada espectadora, a ras de suelo, protagonista. Desde Zimbabue y desde Zambia, en plena temporada húmeda, calada hasta los huesos por la enorme nube de vapor que provoca el desplome del gran caudal del Zambeze, escuchando el atronador ruido del agua, asomándome al abismo e imaginando qué descubre en los meses secos aquello que por momentos solo es una enorme cortina blanca.

Cataratas Victoria. Zimbabue

Empapada bajo el humo que truena. Cataratas Victoria. Zambia

¿Tres momentos que enmarcaron mi visita a las cataratas? Un mojito con vistas a la garganta Batoka en The Lookout Café, un tranquilo crucero al atardecer por el Zambeze y cruzar el puente que une Zambia y Zimbabue. Mi primera frontera a pie, caminando en tierra de nadie, entre largas colas de camiones que esperan sin aparente prisa salvar los trámites aduaneros.

Zanzíbar: playas paradisíacas y el decadente encanto de Stone Town

Una voz femenina me saca de mi dulce ensoñación: “This is the final boarding call for passengers...” Qué cerca y qué lejos queda ahora el rumor del Índico, la insoportable humedad del bosque de Jozani -feudo de los monos colobos-, la arena blanca, los manglares, el crucero por la bahía de Menai y los amarillos, naranjas y ocres que despiden los días en este rincón africano.

Playa de Zanzibar

Atardecer en Zanzibar

Zanzíbar, paraíso de las lunas de miel, de hoteles de lujo que domestican su salvaje fisonomía, de la dolce vita a golpe de tarjeta. Un archipiélago situado a 36 kilómetros de las costas de Tanzania que cualquier viajero calificaría de edén terrenal. “Heaven on earth”, como repite el dueño del Rolex cada mañana antes de zambullirse en la infinity pool de The Residence.

Infinity pool del hotel The Residence. Zanzibar

Clases de cocina suajili, masajes, cócteles al atardecer, marisco a la luz de las velas… Estuve tentada pero no pude. Llegar hasta aquí desde Zambia supuso un largo camino de visados, colas interminables y calor sofocante. Demasiado esfuerzo como para quedarme encerrada en mi burbuja de cinco estrellas y limitar mi estancia a playas virginales en las que me hice la sorda para esquivar a los falsos masais que me ofrecían su “compañía”.

La otra Zanzibar

Quise recorrer la polvorienta y bacheada carretera principal que a modo de espina dorsal conecta el norte y el sur de la isla, conocer una plantación de especias y descubrir los otros rostros de Zanzíbar en el barrio viejo de su capital, Stone Town. Un decadente laberinto de calles estrechas, declarado Patrimonio de la Humanidad, en el que es prácticamente imposible orientarse.

Stone Town. Zanzibar

Maravillarme con sus preciosas puertas de madera tallada y distinguir las muestras de arquitectura árabe, india, africana y europea me resultó fácil. Mucho más sencillo que evitar una lágrima -esta vez de dolor- al visitar las celdas en las que durante días malvivían hacinados hombres, mujeres y niños. Y es que tras las luces del idílico litoral de Zanzíbar se esconden las sombras de su terrible pasado, el abominable honor de haber sido el principal mercado de esclavos de África durante siglos.

Monumento a los esclavos. Stone Town, Zanzibar

Y sí, cuesta un mundo borrar esta imagen cuando estás disfrutando de un lugar tan especial como The Rock, el restaurante más famoso de la isla enclavado en un viejo arrecife de coral, embobada por los colores de un océano por el que no hace tanto navegaron miles de personas condenadas a la explotación.

The Rock. Zanzibar

Mi primer elefante sin zanjas ni verjas, mi primer vuelo en helicóptero y en avioneta, mi primer atardecer africano, mi primera frontera a pie, mi primer baño en el Índico… Este ha sido un viaje lleno de primeras veces, el prólogo de un libro que recién empieza a ser escrito. Porque yo, como dije antes de partir, siempre soñé con África y ahora que ya no necesito imaginármela solo deseo volver.

Próximo destino: Zambia y Zanzíbar. Reflexiones previas a un viaje muy esperado

Próximo destino: Zambia y Zanzíbar. Reflexiones previas a un viaje muy esperado

Miércoles, 15 de marzo de 2017. Seis de la mañana. No puedo dormir y frente a mí tengo un folio en blanco. Tras él, la oscura imagen de un Madrid que despierta poco a poco, como si se resistiera a plantarle cara a un nuevo día porque sabe el guión que le espera. Para mí es distinto. No es un miércoles más. Es la víspera de un gran viaje y me tiemblan las manos al teclear el destino: Zambia y Zanzíbar, en África subsahariana.

Tomo aire para relajar un corazón que palpita con fuerza. Ya está escrito. Dicho en alto. Ya parece más verdad. Más verdad que la molestia de una vacuna, que la confirmación de unos billetes, que la ropa amontonada junto a la maleta. África… a la vuelta de la esquina.

Y es que yo, como Kuki Gallman, Siempre soñé con África. Con ese continente que Ryszard Kapuscinski desgranó en Ébano hasta elaborar un documento imprescindible para comprender la compleja realidad africana.

Chicas en Zanzíbar

La he imaginado letra a letra en cuantos libros y reportajes he leído, plano a plano en los documentales de La2 y fotograma a fotograma en cada película. Efraín, Mogambo, El cielo protector, Grita libertad, Una mujer en África, Hatari, Desgracia, Lágrimas del sol, La reina de África, Moolaadé, Gorilas en la niebla… Evocadores títulos que en clave de drama, retrato social o bajo el amparo de una gran historia de amor me acercaron a diferentes etnias, voces y culturas. Y, cómo no, Memorias de África, una de mis películas de cabecera. Imposible saber las veces que la he visto y me he emocionado viendo ese increíble vuelo en avioneta o cómo Robert Redford le lava el pelo a Meryl Streep junto al río. Piel de gallina propia de una cinéfila, soñadora y, para más inri, romántica. Servidora.

La luz del amanecer se cuela por la ventana y me devuelve a la realidad. Ahí está, como cada día, la maraña de tejados y antenas que perfila mi horizonte. El ruido del tráfico, persianas que se levantan, tacones que vuelan sobre la acera rumbo al metro… Un día más para muchos pero no para mí. ¿Cómo serán los amaneceres y atardeceres en Zambia y Zanzíbar? En un buen puñado de horas lo sabré. Aunque siga sin creérmelo.

Lo que si sé es que me sentiré brutalmente viva. Algo que de verdad necesito.

Los que padecemos el síndrome del eterno viajero conocemos bien esa cíclica sensación que aparece cuando llevamos, o creemos llevar, demasiado tiempo varados. En este caso en Madrid, un gran lugar para vivir, sí. Hasta que te quema el asfalto y la novedad se vuelve rutina por mucho que trates de levantarle la falda en busca de los secretos que encierra. Cuando eso ocurre, como ahora, me siento presa, enjaulada como una fiera en un zoo. Necesito volar, templar mi espíritu en otras latitudes, volver a conjugar el verbo viajar y escribir un nuevo capítulo que se sume a la viajera que he sido, la que soy y la que quiero ser.

También sé que, como siempre, el único temor que albergo es que en mi ausencia mi mundo cambie, que en mi desconexión haga falta mi presencia, no estar si me necesitan. No hay más miedos en mi equipaje. El resto, kilos de materia intangible. Típicos y tópicos que hablan de sueños cumplidos, de expectativas, de arcoíris sobre el humo que truena. Ver esa primera puesta de sol en tierra africana, un elefante en libertad, escuchar un idioma desconocido, hundir mis pies en el Índico, buscar una gesto amable en el rostro de un desconocido, tratar de provocarlo… ¿Divago? Sin duda. Estas horas indecentes y el aviso de “de cerca” me excusan.

Zambia y Zanzíbar, tres semanas en África

A groso modo -a la vuelta ya habrá tiempo para contártelo con todo lujo de detalles- este es el itinerario de nuestro viaje. Digo nuestro porque una vez más me acompaña Sara Rodríguez que a fuerza de ser como es se ha convertido en una apuesta segura a la hora de viajar. Conexión, inquietudes mutuas y una sonrisa por bandera. Una combinación que nunca falla.

Zambia:

– Cinco días de safari en el South Luangwa National Park de Zambia, una de las reservas más importantes del continente africano en la que habitan 60 especies de mamíferos y 400 especies de aves diferentes. El reino del leopardo y de especies endémicas como la jirafa de Thornicroft o la zebra de Crawshay. Allí donde el río Luangwa va en busca del Zambeze surcando sabanas y bosques que se inundan en la estación de lluvias. Dos campamentos y más de una jornada sin wifi bajo el sugerente epígrafe “Rivers and Rainbows”.

South Luangwa National Park. Zambia. Fotos Norman Carr Safaris

Visita a las Cataratas Victoria: Desde Zambia y Zimbawe, a pie, navegando por el río Zambeze y sobrevolando en helicóptero esta enorme grieta que hace de frontera natural entre ambos países.

Cataratas Victoria

Zanzíbar:

Unos días en el norte (Nungwi) y otros en el sur (Kizimkazi) para explorar esta isla situada a 36 kilómetros de las costas de Tanzania. Playas de arena blanca y aguas turquesas, manglares, acantilados de coral, callejear por Stone Town, un crucero en dhow por la bahía de Menai, el bosque de Jozani con sus monos colobos, una visita a una plantación de especias…

Zanzíbar

Dicho queda. Mañana salgo de viaje. Impaciencia, mariposas en el estómago y el deseo de encontrar historias que merezcan ser contadas. Próximo destino: Zambia y Zanzíbar.

* Va per vosaltres, pares

El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

El Nacedero del Urederra, uno de los rincones más bellos de Navarra

En mi último viaje a Navarra pude conocer el gran potencial de Tierra Estella, una merindad situada a medio camino entre el Pirineo y la Ribera que resume la esencia de esta comunidad del norte de España. Te hablo de encantadores pueblos para una escapada slow, del legado del Camino de Santiago, de gente auténtica, una despensa excelente y de un conjunto de espacios naturales que vale la pena descubrir como el que ahora te presento: el Nacedero del Urederra.

Nacedero del Urederra

Este paraje, actualmente integrado en el Parque Natural de Urbasa-Andía, está situado en el valle de Améscoa, a menos de una hora de Pamplona. Un territorio flanqueado por el altiplano de Urbasa y la escarpada sierra de Loquiz, salpicado de pequeñas poblaciones rurales que aún conservan los usos y costumbres de antaño, y que en boca sabe a pochas, cordero, Idiazabal y pacharán. Un buen ejemplo es Baquedano, el bonito caserío desde donde parte el sendero que conduce a esta maravilla natural de Navarra.

Baquedano. Navarra

Tras dejar el coche en aparcamiento, deberás atravesar el pueblo hasta al final donde encontrarás un panel informativo del nacedero. En este punto el camino se bifurca en dos. Toma la senda de la izquierda ya que es la que discurre más cerca del río y regresa por el camino del este. El sendero, de escasa dificultad, está bien señalizado y tiene una longitud total de 5,3 km.

Punto de partida. Nacedero del Urederra

Calcula unas tres horas para recorrerlo aunque todo dependerá del tiempo que quieras pasar en esta reserva natural. Si te gusta la fotografía, te aseguro que olvidarás el reloj porque hay mucha belleza que inmortalizar. Por algo dicen que es uno de los enclaves más espectaculares de Navarra.

Nacedero del Urederra, Parque Natural de Urbasa y Andia Rincones escondidos. Nacedero del Urederra El Nacedero del Urederra, la joya natural de Navarra

El término Urederra significa “agua hermosa” y es exactamente lo que verás en esta ruta. Un cauce de agua de un sorprendente color turquesa que juega con el paisaje precipitándose en forma de cascadas o ralentizando su curso en numerosas pozas. Detente a escuchar su murmullo rodeado de paredes abruptas, fíjate en la luz que se filtra entre las hojas de los árboles, llena tus pulmones con los olores de la naturaleza y disfruta de los miradores que hallarás a tu paso. Esta es la recompensa que recibirás por ir en busca de la salida natural del acuífero que encierra el macizo kárstico de Urbasa.

Nacedero del Urederra. Navarra A la vera del agua. Nacedero del Urederra Verás una caída de más de 100 metros que tras millones de años ha modelado un anfiteatro rocoso y cómo el agua se filtra a través de las grietas de las rocas, caminarás entre un bosque de hayas, olmos, fresnos y tilos, podrás seguir con la mirada el vuelo de los buitres, alimoches y milanos reales que surcan el cielo… Y, sí, seguramente pensarás que solo por conocer este paraíso ya vale la pena acercarse a este rincón navarro donde la naturaleza da el do de pecho.

Cascada. Nacedero del Urederra

Nacedero del Urederra. Navarra Poza del Nacedero del Urederra

El Nacedero del Urederra es uno de los 35 recursos que componen la Ruta de los Paisajes de Navarra. Agua y Miradores. El mirador del Baztan, el cerro de Santa Bárbara con sus preciosas vistas de Tudela, o el de la Sierra del Perdón -paso obligado de los peregrinos que realizan el Camino de Santiago- son solo algunos ejemplos de este catálogo de parajes que pone de manifiesto la variedad paisajística de esta región.

Un bosque en el que perderse. Nacedero del Urederra Reserva natural Nacedero del Urederra

¿Más planes para completar un fin de semana en Tierra Estella? Visita el resto de poblaciones que componen el valle de Améscoa y ríndete a la gastronomía local, acércate a Estella-Lizarra, cabecera de esta merindad y una de las etapas más importantes del Camino Francés, para comprobar por qué la llaman «la Toledo del norte», anímate a practicar espeleología en la Cueva de Los Cristinos y descubre el diamante negro de la cocina en el Museo de la Trufa de Metauten.

Peregrinos en Estella-Lizarra. Navarra Cueva de los Cristinos. Navarra Reserva de entradas para visitar el Nacedero del Urederra

Con el fin de preservar este paraje se ha limitado el aforo a 450 personas. Puedes reservar tu plaza online o bien adquirirla el mismo día de tu visita en el aparcamiento de Baquedano de 9:30 a 17:30h. Una vez completado el cupo, y conforme vayan saliendo los visitantes, se distribuyen nuevos permisos de acceso. La entrada al nacedero es gratuita. El precio del parking es de 3€ por vehículo.

Cómo llegar al Parque Natural de Urbasa-Andía

Para llegar al Parque Natural de Urbasa-Andía hay dos opciones: entrar por la cara norte a través del valle de la Sakana o por la cara sur desde Estella-Lizarra siguiendo la NA718.

Panel informativo. Nacedero del Urederra

  • Es responsabilidad de todos cuidar y respetar la riqueza paisajística de este entorno, así que recuerda que está prohibido hacer fuego, acampar, bañarse, practicar deportes como la escalada, el barranquismo o la pesca y, por supuesto, dejar residuos.
  • Aunque la dificultad del sendero es baja-media, no está adaptado para sillas de ruedas ni carros de bebé.

Más información: Turismo de Navarra

Nota: Este artículo forma parte del blogtrip #Estellaruraltrip organizado por el portal Escapada Rural en colaboración con el Consorcio de Tierra Estella y Turismo de Navarra.